jueves, 8 de octubre de 2020

HANS JÜRGEN MASSAQUOI, UN MULATO EN LA ALEMANIA NAZI

 

Hoy voy a hablar de un caso un tanto excepcional. No obstante, aunque parezca difícil de creer no lo fue tanto en la Alemania nazi.

Todo tiene su explicación, cuando, en 1919, las tropas francesas ocuparon la zona de Renania, para asegurarse de que Alemania iba a pagar las indemnizaciones de guerra, también enviaron a muchos soldados negros. Estos se relacionaron con jóvenes alemanas y de ahí nacieron algunos mulatos. Algo que no gustó absolutamente nada a los nazis. De hecho, los llamaron los bastardos de Renania.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Hans Jürgen Massaquoi y nació en 1926 en la ciudad alemana de Hamburgo.

Su padre fue Al Haj Massaquoi y era hijo del cónsul de Liberia en Hamburgo. Aparte de ello, el cónsul era también el rey de una de las tribus que habitaban ese país.

Por si alguno no lo sabe, Liberia, fue un país creado por USA para reenviar allí a los esclavos negros que iban liberando. Ya en 1822 empezaron a llegar los primeros barcos con colonos, que se fueron asentando en ese territorio. Luego fueron llegando muchos más.

Lo curioso es que los descendientes de aquellos colonos se siguen llamando a sí mismos americanos y nunca han tenido demasiadas relaciones con los aborígenes de ese país.

No obstante, no hay más que mirar la bandera del país para ver su origen. Así como su principal centro educativo, que se llama Universidad Lincoln y que la lengua oficial es el inglés. Aparte de que no utilizan el sistema métrico decimal, sino el imperial británico.

Curiosamente, la principal fuente de riqueza de este país no está en la exportación del hierro y el caucho, aunque facturen muchas toneladas de esos productos, sino en la matriculación de barcos mercantes.

A pesar de las varias guerras civiles que han sufrido en ese país, actualmente, son el segundo país en matriculación de buques, detrás de Panamá. Se calcula que, a nivel internacional, hay unos 4.400 barcos matriculados en Liberia, ya que cobran muy pocas tasas por ello.

Seguramente habréis visto muchos barcos, que, bajo su nombre, aparece “Monrovia”, que es la capital de Liberia.

Volviendo a nuestro tema, en el caso de esta familia, no pertenecían a los colonos llegados de América, sino que eran de la etnia Vai. No obstante, este cónsul había estudiado en una Universidad de USA.

Así que su hijo vino a Europa a estudiar Derecho. Concretamente, en el prestigioso Trinity College de Dublín (Irlanda).

Supongo que, en alguno de sus viajes a Hamburgo, Al Haj, conocería a la enfermera alemana Bertha Baetz y se hicieron novios. De esa relación nació Hans Jürgen.

Parece ser que el cónsul quería dar una imagen de persona educada al estilo europeo. Así que se deshizo de las varias concubinas que tenía y se casó con una sola mujer.

También acogió a Bertha y a su hijo en el consulado, ya que era una persona muy rica. Así que, en sus primeros años, el niño tuvo una percepción diferente del mundo. Él veía a su alrededor personas negras ricas y alemanes blancos pobres. Incluso, sus sirvientes eran todos blancos.

Por ello, parece ser que al cónsul le molestó mucho que su hijo decidiera volver a su país y no se quisiera casar con Bertha.

Así que Hans y su madre estuvieron viviendo en el consulado hasta 1933. Año en que el cónsul recibió instrucciones de su Gobierno para cerrar el consulado y regresar a su país.

Desgraciadamente, al pequeño Hans se le derrumbó su pequeño castillo de naipes. Su madre volvió a ejercer como enfermera y se fueron a vivir a un apartamento de un barrio obrero de Hamburgo.

Desgraciadamente, la despidieron de un hospital en cuanto se enteraron de que había tenido un hijo con un africano. Así que tuvo que buscarse otros trabajos menos remunerados.

No hay que olvidar que ese año también coincidió con la llegada de los nazis al poder, liderados por Adolf Hitler.

Así que al pobre chico lo consideraron como un no ario, pero tampoco lo persiguieron como a otras minorías, al haber tan pocos casos de ese tipo.

Aunque él se consideraba como un alemán como otro cualquiera, el sistema no lo veía así y fue discriminado en múltiples ocasiones en sus años escolares.

A pesar de que intentó ingresar, como la mayoría de los niños, en las Juventudes Hitlerianas, no le fue permitido hacerlo.

Incluso, le cerraron el paso a los estudios secundarios y le forzaron a formarse para ser obrero de algunas de las miles de fábricas que había en el país.

Curiosamente, una de las cosas que le dijeron es que debería formarse bien para que un día le enviaran a África, cuando Alemania recuperara las colonias que le habían arrebatado, tras la I Guerra Mundial.

No obstante, aunque se le prohibieron las relaciones con muchachas alemanas blancas, estuvo saliendo con una joven de su barrio a escondidas, sin que los demás los vieran.

Incluso, a pesar de lo que intentó en varias ocasiones, siempre le rechazaron para ingresar en el Ejército a causa del color de su piel. Podríamos decir que eso le salvó de morir en la guerra. Tal y como les ocurrió a muchos de sus compañeros de estudios.

Afortunadamente, él y su madre, consiguieron salir con vida a pesar de los atroces bombardeos aliados sobre Hamburgo. No olvidemos que esa ciudad tiene uno de los puertos más importantes del mundo y era un objetivo bélico prioritario.

Parece ser que durante los años de guerra se hizo amigo de un periodista y escritor de origen judío, llamado Ralph Giordano. Por lo visto, los dos eran muy aficionados a la música de jazz. Un estilo de música que no era del agrado de los jerarcas nazis. Parece ser que fue el que le enseñó a tocar el saxofón. Algo que le vino muy bien para ganarse la vida.

Ya en la posguerra, en 1948, el padre de Hans le consiguió un billete para Liberia y allí estuvo durante unos años, aunque tampoco le gustó ni ese país, ni la actitud intolerante de su padre.

Así que, en 1950, decidió emigrar a USA. Por lo visto, le exigieron hacer el servicio militar para poder nacionalizarse y, por ello, estuvo dos años sirviendo como paracaidista y llegó a combatir en Corea.

Después de ello, como era un veterano de guerra, le dieron una beca para que estudiara Periodismo en la Universidad de Illinois.

Posteriormente, estuvo trabajando en varias revistas de las que llegó a ser editor y gerente. Gracias a su trabajo, llegó a conocer a mucha gente famosa y también entrevistó
a varios líderes que luchaban contra la discriminación hacia los negros. Durante muchos años dirigió la revista Ebony, que estaba dirigida al público negro.

Incluso, fue entrevistado por el periodista Studs Terkel para su obra The good war. Una obra en donde se recogían los testimonios de muchos americanos, que habían estado en la guerra. Ello le valió, a ese autor, el famoso Premio Pullitzer en 1985.

Desgraciadamente, Hans, también descubrió que USA no era el país donde su propaganda decía que había tanta libertad. Cuando él emigró a ese país todavía estaba en práctica la segregación racial. Sobre todo, en los Estados del sur.

La verdad es que los únicos que han importado siempre en USA son los llamados WASP. O sea, blanco, anglosajón y protestante. A los demás los consideran, simplemente, minorías, aunque todos juntos sean muchos más que ellos.

Hans regresó, por primera vez, a Alemania en 1966. Después volvió en otras ocasiones para que le entrevistaran en los medios.

Curiosamente, en sus memorias, escribió que la vez que corrió mayor peligro fue en Hamburgo, en plena II Guerra Mundial.

Como ya he dicho, esta ciudad fue muy castigada por los bombardeos. Así que, después de uno de ellos, salió a la calle y unos ciudadanos quisieron lincharle, al confundirlo con algún piloto USA, que hubiera sido derribado en el curso de esos combates.

En 1999, publicó su libro más conocido, cuyo título en España fue “Testigo de raza. Un negro en la Alemania nazi”.

Al final de su vida, se retiró a la localidad de Jacksonville (Florida), donde le llegó la muerte en 2013. El mismo día que cumplía 87 años.

En resumen, yo creo que era un buen hombre al que le hicieron la vida imposible entre unos y otros.

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