lunes, 5 de octubre de 2020

FRANZ VON WERRA, EL GRAN ESCAPISTA


Hoy voy a contar la curiosa historia de un militar alemán, que llegó a ser una pesadilla para los Aliados, por su habilidad para escaparse de los lugares donde lo habían encerrado. A otro nivel, pero casi se podría decir que le hizo la competencia al gran mago Houdini.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Franz Xaver Barón von Werra y nació en 1914 en la pequeña localidad de Leuk, en el cantón suizo de Valais. Situado al suroeste de ese país.
Igual os habéis dado cuenta de que muchos nobles alemanes llevan su título dentro de su apellido. Eso es porque, desde que abdicó el último kaiser alemán, en ese país, son ilegales los títulos nobiliarios. Así que los han incorporado a sus apellidos para que los sigan llamando así.
Por lo visto, aunque su padre era un barón y además notario, Leo von Werra, y su madre,
Henrietta Wolf, sufrieron grandes dificultades económicas y, tanto él como una de sus hermanas, cuando tenían muy pocos meses, fueron dados en adopción. En total, eran 6 hermanos y ellos eran el quinto y la sexta. Algunos autores afirman que su padre los vendió a su familia adoptiva.
Concretamente, fueron adoptados por un matrimonio alemán sin hijos, compuesto por el mayor Oswald Carl y su esposa, la baronesa Louise von Haber. Esta última de origen judío, aunque convertida al catolicismo. Ese dato era muy importante en esa época, como veremos más adelante.
Así que los niños se criaron con una familia rica y vivieron en una lujosa villa situada en un pueblo del actual Estado de Baden-Württemberg.
Supongo que, como a tantos otros, les afectaría la Crisis de 1929. Así que este matrimonio también se arruinó y se divorciaron en 1932.

Ese mismo año, el joven von Werra, que entonces no se apellidaba así, sino von Haber, tomó la decisión de viajar, como polizón, en un barco mercante con destino a USA, pero fue descubierto y entregado a las autoridades.
Posteriormente, presentó su solicitud para ingresar en las temidas SA, donde investigaron sus orígenes. Parece ser que fue entonces cuando se enteró de que había sido adoptado por esa familia y cambió su apellido por el de su familia biológica, que era von Werra.
Lógicamente, si hubiera sido hijo de Louise von Haber, cuyo origen era judío, no habría sido admitido en esa organización nazi. De hecho, hubiera sido perseguido por ello. Por tanto, sin más obstáculos, consiguió ingresar en las SA, los llamados “camisas pardas”, en 1934.
Dos años más tarde, fue admitido como piloto en la Luftwaffe, la Aviación militar alemana. Allí aprendió a pilotar aviones de caza y en 1938 ya tenía el grado de teniente.
Para empezar, participó en la breve invasión de Polonia, que dio comienzo a la II Guerra Mundial.
Posteriormente, luchó en la invasión de Francia, siempre pilotando aviones Messerschmitt Me-bf 109. Una de las mejores aeronaves que combatieron en ese conflicto.
Allí pudo demostrar ampliamente su valía con sus primeros 4 derribos. Aunque también hay que decir que los aviones franceses eran pura basura. Eso le valió su primera Cruz de Hierro.
También se hizo famoso por su simpatía y por haber adoptado a un cachorro de león, llamado Simba, como mascota de su unidad. Eso le valió aparecer en las portadas de varios periódicos.
Posteriormente, participó en la famosa Batalla de Inglaterra, donde derribó varios aviones y también destruyó otros tantos, que estaban estacionados en sus propias bases. Ya sabemos que entonces no estaba tan extendido el uso del radar y podían producirse esos ataques por sorpresa.
Lamentablemente, la mañana del 05/09/1940, cuando escoltaba un grupo de bombarderos, fue derribado sobre territorio británico. Concretamente, sobre una pequeña localidad, situada al sur de Londres.
Curiosamente, al llegar a tierra fue capturado nada menos que por un cocinero de un campamento militar, armado con uno de esos enormes cuchillos que se utilizan en las cocinas.
Primero, lo encarcelaron dentro de la sede de un regimiento de Infantería, de donde ya intentó escapar, pero fracasó.
Luego lo llevaron a otro lugar, donde solían interrogar a los prisioneros. Sobre todo, a los oficiales. Allí estuvo dos semanas y aprendió cómo debía de actuar para que sus interrogadores no le sacaran casi nada.
Posteriormente, fue trasladado a otro lugar situado al norte de Inglaterra, cerca del límite con Escocia. Se trataba de una lujosa mansión, donde solían encerrar a los prisioneros de la Armada alemana.
Parece ser que todos los días llevaban a los prisioneros a pasear por los jardines, alrededor de la casa, vigilados por varios guardianes.

Él vio el momento y, en un descuido de estos, saltó el muro de la finca. Los guardianes tardaron bastante en percatarse de lo ocurrido. Sin embargo, luego dieron enseguida aviso a la Policía y a los reservistas.
Tardaron 12 días en capturarle y lo lograron, porque se refugió en una cabaña, enfermo y sin provisiones a causa de la incesante lluvia.
Cuando se recuperó lo ingresaron en otro campo de prisioneros, situado en el centro de Inglaterra, de donde se suponía que era más difícil evadirse.
Sin embargo, allí coincidió con otros 5 prisioneros que habían planeado escapar a través de un túnel. Tardaron más de un mes en construirlo. Todavía se puede ver el citado túnel.
A finales de diciembre se dieron las circunstancias perfectas para escapar. Empezó a cantar el coro de los prisioneros y, además, apagaron las luces para defenderse de un ataque aéreo.
Así que aprovecharon esa gran oportunidad y escaparon. Von Werra no estaba muy de acuerdo con meterse como polizones en algún barco, como pretendían los demás. Así que él fue por libre. No hará falta decir que a los demás los cogieron enseguida.
Se hizo con un mono de piloto británico. Hay también quien afirma que era su propio mono de vuelo. Como hablaba bastante bien inglés, se hizo pasar por un piloto holandés, que luchaba en el bando aliado y que había sido derribado. Así que deseaba volver cuanto antes a su base.
Curiosamente, lo interrogó una patrulla de la Policía, que andaba buscando a los evadidos y consiguió convencerles de que era un piloto de cierta base. Así que llamaron a la base más cercana y hasta le enviaron un coche para recogerlo.
Ya dentro de la base, levantó ciertas sospechas en el oficial que le estaba esperando, porque no llevaba la placa identificativa, que llevan todos los militares. Alegó que estaba en una misión secreta y que debería de volver lo más pronto posible a su base, situada en las afueras de Aberdeen,  Escocia.
Como von Werra empezó a olerse que la cosa no iba muy bien, mientras el oficial estaba haciendo una llamada telefónica, él le dijo que iba al aseo. Desde allí, pudo ver que en la pista de aparcamiento había un mecánico, que acababa de reparar un avión, el cual estaba ya situado en la línea.
Echándole mucha cara al asunto, escapó por una ventana del aseo y fue a hablar con el mecánico. Le convenció de que era un piloto holandés, que necesitaba practicar con esa aeronave.
No obstante, como en el Ejército siempre hay mucha burocracia, el mecánico fue a por un documento para que lo firmara el piloto. Éste, mientras se fue el mecánico, se puso a estudiar los mandos del aparato.
Cuando ya todo parecía irle de fábula, sintió que alguien le ponía una pistola en las costillas. Se trataba del oficial con el que había hablado antes, que se había percatado del engaño.
Parece ser que el oficial inglés llegó a elogiar su sangre fría y el hecho de que estuvo a punto de conseguir evadirse en un avión británico.
Así que lo enviaron de vuelta a su campo de prisioneros, donde estuvo varios días confinado en una celda de aislamiento. Aunque estaba muy sano.
En enero de 1941, fue trasladado, junto con otros compañeros, a un campo de concentración en Canadá. Hicieron por tren el trayecto desde el puerto de Halifax hasta el citado campo.

Aprovechando un momento de descuido, saltó y llegó andando hasta el río San Lorenzo, que hace frontera entre Canadá y USA. Se hizo con una canoa y consiguió llegar hasta la orilla opuesta, donde se halla el Estado de Nueva York. Allí se entregó a la Policía, confesando que se trataba de un oficial alemán.
Supongo que, a causa del intenso frío, se le congelarían las orejas, pues en las fotos aparece con las orejas vendadas.
No olvidemos que, en aquellos momentos, USA todavía era neutral, pues entró en la guerra en diciembre del mismo año, tras el infame ataque a Pearl Harbor.
Así que sólo podía ser acusado de violar las fronteras de ese país, por lo que fue sancionado con una multa, que pagó el consulado alemán en Nueva York.
Mientras tanto, su historia se conoció y se hizo muy famoso en Alemania y también en USA. Sin embargo, como Canadá seguía presionando para que se le devolviera el prisionero, decidieron que lo mejor es que se fuera de USA, porque ya existían precedentes de anteriores extradiciones de prisioneros alemanes desde USA a Canadá.
Le dieron un pasaporte alemán falso y así consiguió entrar en México y de allí volar a Brasil, haciendo transbordos para despistar en Perú, Barcelona, Roma y, por fin, Berlín. A donde llegó en abril de ese año.
Parece ser que en la Cancillería le recibieron por todo lo alto, donde, durante varios días, corrió a discreción el champán. Incluso, lo condecoraron de nuevo y le ascendieron a capitán.
Por lo visto, se trataba de un tipo alegre y jovial. De esos que les encantan a los periodistas. Así que su rostro se hizo muy famoso, al aparecer en las portadas de periódicos y revistas.
Por otra parte, su experiencia en los interrogatorios, sirvió para asesorar a los especialistas alemanes a fin de conseguir sacarle más información a los prisioneros.
Aprovechó para visitar varios campos de prisioneros para reforzar las medidas de seguridad y comprobar si se les daba un buen trato.
Parece ser que allí pudo comprobar que los alemanes no trataban tan bien a los prisioneros británicos y consiguió que se les tratara mejor.

También tuvo tiempo para casarse con su novia de siempre, Elfi Traut. A la ceremonia acudieron varios personajes del Alto Estado Mayor alemán.
Sin embargo, tuvo la infeliz ocurrencia de escribir un libro sobre sus experiencias como prisionero. El problema es que, en esa obra, a los censores les pareció que hablaba demasiado bien de los británicos.  Por lo tanto, prohibieron su publicación.

Igual, por eso mismo, su próximo destino fue el frente de la antigua URSS, a donde solían enviar a los que estaban castigados. Sin embargo, allí también consiguió lucirse a base de derribar varios aviones de esa nacionalidad.
No obstante, muy pronto le dieron la orden de regresar a Alemania para probar un nuevo modelo de Me-109 y después fue destinado a una base en Holanda.
Lamentablemente, el 25/10/1941, cuando efectuaba un vuelo de instrucción, el motor de su avión falló y cayó al mar del Norte.
Parece ser que sus compañeros vieron que se lanzaba en paracaídas.
No obstante, nunca fueron encontrados ni el piloto, ni su aeronave y hubo muchos rumores sobre ese extraño accidente.
En total, tuvo un palmarés de 21 aviones derribados en todos los frentes en los que combatió. Lo cual no está nada mal.
Por lo visto, no llegó a conocer a sus verdaderos padres, los cuales continuaban vivos en el momento de su muerte.
En 1957, se rodó una película sobre su vida, titulada “El único evadido”, protagonizada por el famoso actor Hardy Krüger.
Curiosamente, parece ser que este actor alemán también recibió formación como piloto al final de la II Guerra Mundial.

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