jueves, 15 de diciembre de 2016

LA DESTRUCCIÓN DE LA CASA BLANCA



Seguro que, gracias a las películas de Hollywood, todos conocemos las múltiples victorias militares que ha tenido USA a través de la Historia.
Evidentemente, esto nos dará una falsa idea de que son una nación invicta. Lo que pasa es que esa gente siempre ha sido muy hábil para esconder sus derrotas, que también las han tenido.
No hay que olvidar que el territorio del este de los USA era una colonia británica. Por ello, la inmensa mayoría de sus habitantes también lo eran.
Tras la guerra de la independencia USA, los que no quisieron cambiar de nacionalidad, se fueron a residir en Canadá, que siguió siendo territorio británico. De hecho, el jefe del Estado de Canadá sigue siendo el rey del Reino Unido. Actualmente, Isabel II.
Como todos sabemos, en USA, siempre ha habido un claro afán expansionista. Así que, en 1812, cuando en Washington se dieron cuenta de que el Reino Unido estaba realizando un gran esfuerzo para luchar contra las tropas napoleónicas en Europa, se decidieron a atacar Canadá.
También es cierto que, por aquel entonces, en Londres, estaban apoyando a los indios para frenar la expansión de USA hacia el oeste.
Por no hablar de que los británicos habían decretado un bloqueo naval contra Francia, lo cual impedía el comercio naval de muchos países. Entre ellos, USA.
Así que, en 1812, al presidente James Madison, ni corto ni perezoso, no se le ocurrió otra cosa que declararle la guerra al Reino Unido, que era la primera potencia de la época. Al menos, en lo que se refiere al poderío naval.
Hasta 1814, la guerra se circunscribió al territorio fronterizo entre ambos países y las costas atlánticas adyacentes. Se podría decir que la competición podría haber acabado “en tablas”, porque ninguno de los dos bandos estaba interesado en una invasión en toda regla.
La verdad es que, hasta la II Guerra Mundial, el Ejército de USA, siempre había sido muy reducido. Supongo que era porque nunca habían tenido grandes enemigos, que pudieran amenazar su territorio. Así que su gente se dedicaba a otras cosas más rentables.
En cuanto al Reino Unido, que, por entonces,  tampoco tenían un importante Ejército de Tierra, aunque sí una Armada poderosa, pues andaban entretenidos en meter en vereda a Napoleón y no se podían permitir distraer efectivos de ningún frente de batalla. A pesar de ello, durante ese tiempo, capturaron muchos barcos mercantes de USA y fueron preparando una posible invasión de ese territorio.
Lógicamente, en 1814, a partir de la derrota y el exilio de Napoleón, la situación cambió radicalmente.
En Londres todavía se acordaban de su derrota y la pérdida de esas colonias. Aparte de eso, su orgullo les impedía olvidar que había sido USA la que les había declarado la guerra. Así que decidieron enviarles unos cuantos miles de soldados, para darles un buen repaso.
Parece ser que también influyó en ello un escrito enviado por el gobernador general de Canadá, teniente general sir George Prevost, donde pedía a Londres una respuesta adecuada al pillaje e incendio de Toronto, realizado por las tropas USA, en 1813.
Dicen que el contraalmirante Cockburn, jefe de las tropas enviadas desde Londres, le tomó la palabra y dijo que él sería el primero en incendiar la ciudad de Washington. Parece ser que el primero fue ensayando esa táctica en otras ciudades, por las que pasó, antes de llegar a la capital.
Así que varias unidades británicas, junto con otros miles de voluntarios canadienses, al mando del contraalmirante Cockburn y el general Ross, penetraron en el territorio de USA.
El Gobierno USA se reunió y decidió que no era  necesario fortificar la capital, ya que, en teoría, no parecía un objetivo importante, a nivel estratégico. Sin embargo, les pareció indispensable fortalecer las defensas de Baltimore.
Mientras tanto, los británicos desembarcaron y navegaron a través del río Potomac, llegando a un punto desde podrían elegir entre marchar hacia Baltimore o hacia Washington.
Las escasas tropas de USA fueron colocadas en un promontorio cercano a Blandensburg. Allí deberían de esperar a las tropas británicas. Sin embargo, parece ser que el general Stansbury, que se hallaba al frente de esas tropas, era un tipo muy inseguro y de repente, se le ocurrió retirarse a otra zona que consideraba más adecuada, por miedo a verse rodeado por los británicos.
También hay que decir que las tropas británicas estaban formadas por veteranos de las guerras contra Napoleón, mientras que los componentes de las fuerzas USA eran, en su mayor parte, unos simples  granjeros convertidos en milicianos, sin instrucción previa, a los que ni siquiera les habían proporcionado unos uniformes. Desde luego, no me extraña que les tuvieran miedo a los británicos.
Lo curioso de este asunto es que los británicos habían comenzado a marchar, sin esperar al resto de las tropas. Así que no tenían  caballería y sólo disponían de un cañón, mientras que los USA tenían varias piezas de artillería.
Cuando se supo en Washington que los británicos se hallaban tan cerca de la capital,  enviaron algunas tropas de refuerzo, que no sirvieron de mucho.
Antes de escapar, los funcionarios,  se dedicaron a destruir, apresuradamente, los archivos de las oficinas del Gobierno.
Además, el mismo presidente Madison y la mayoría de su Gobierno, se acercaron al lugar de la batalla y allí pudieron comprobar en directo la derrota de su Ejército y la huida de sus tropas hacia la capital.
Así que ellos mismos tuvieron que huir hacia otros Estados cercanos, para no ser capturados, allí mismo,  por los británicos.
Éstos siguieron su avance, al mando del general Ross,  y llegaron a Washington el 24/08/1814.
Siguiendo las órdenes del contraalmirante Cockburn, prendieron fuego a numerosos edificios públicos, incluidos la Casa Blanca y el Capitolio. De hecho, se cree que la vivienda del presidente antes no era blanca, pero que, tras este suceso, la pintaron de blanco para ocultar las huellas del fuego, que todavía se pueden apreciar en su fachada.
El presidente Madison huyó, junto con varios generales, del escenario de la batalla y pasaron la noche en una casa situada en una pequeña localidad de Maryland. Curiosamente, este Estado se sigue llamando así por la reina Mary de Inglaterra.
Parece ser que, tras el incendio, se levantó un fuerte tornado, que dejó heridos a varios soldados.
Gracias a las órdenes estrictas del general Ross, apenas se produjeron casos de pillaje y se detuvo y castigó a los pocos soldados que los habían realizado.
Desgraciadamente, al incendiarse la Biblioteca del Congreso, salieron ardiendo unos 3.000 volúmenes, que se hallaban allí depositados.
Parece ser que el presidente había escrito a su esposa, Dolley, para que abandonara inmediatamente Washington.
Sin embargo, ella, que fue la única que conservó la mente fría,  se dedicó a salvar documentos importantes e, incluso, se molestó en salvar un célebre cuadro donde se retrata al presidente Washington. Parece ser que, como no pudo llevárselo con el marco, recortó el lienzo para poder evacuarlo.
Incluso, al día siguiente, se presentó allí el contraalmirante Cockburn y ordenó que también fuera quemada la sede de un periódico, cuyas páginas habían lanzado graves ofensas contra él. Sin embargo, al poco rato, aparecieron por allí un grupo de mujeres, rogándole que no lo hiciera, porque estaba lleno de sustancias inflamables y el incendio se podría trasladar a sus casas, que estaban en la misma calle. Así que el militar dio orden de derribarlo.
Parece ser que el único edificio oficial que se libró de la quema fue el del Registro Oficial de Patentes.
Incluso quemaron una fragata y una corbeta, cuya construcción se hallaba casi finalizada. No obstante, sólo estuvieron unas 26 horas en la capital. Después, se fueron en dirección a la costa, para volver a embarcar.
Ciertamente, hay que reconocer que, a diferencia de lo que hicieron los USA en Toronto, los británicos, no quemaron ninguna propiedad privada y sólo incendiaron los edificios públicos.
Por si acaso, el presidente Madison, no asomó por la capital hasta el 1 de septiembre. O sea, con tiempo suficiente para asegurarse de que no quedaba ningún soldado con la casaca roja.
El 19 del mismo mes, ya se reunieron los miembros del Congreso en el único edificio que quedaba intacto, es decir,  el Registro Oficial de Patentes.
Parece ser que este desgraciado acontecimiento fue visto muy negativamente en Europa y, por ello, le llovieron abundantes críticas a nivel internacional al Gobierno británico.
Incluso, hubo un gran debate entre los parlamentarios sobre la conveniencia de trasladar la capital a otra parte, como Filadelfia o alguna ciudad del sur de USA.
Sin embargo, las obras comenzaron enseguida y en pocos años se restauraron una serie de edificios. Concretamente, en 1817, el nuevo
presidente, James Monroe, reinauguró la Casa Blanca. Sin embargo, el presidente Madison, tuvo que residir todo ese tiempo en una mansión particular.
Volviendo al desarrollo de la guerra, los británicos, no tuvieron tanta suerte en otros frentes. Sus aliados indios fueron derrotados en los límites NW y SE del territorio que ocupaba USA, en ese momento.
También fue vencida una fuerza británica, que pretendió desembarcar en una zona próxima a Nueva Orleans.
En 1815, se firmó el Tratado de Gante, que dio fin a la guerra y, prácticamente, dejó los territorios en la misma situación en la que estaban antes de la guerra.
Desgraciadamente, debido al poco desarrollo que tenían, en ese momento,  las comunicaciones, se desarrollaron algunos combates, con las correspondientes bajas en ambos bandos, aunque el tratado de paz ya se hubiera firmado, sin embargo, la noticia no había llegado aún a los frentes de batalla.
De hecho, aunque esta guerra se vea en USA como una reafirmación de su independencia, fracasaron en sus objetivos, conquistar Canadá y Florida.
Desde luego, el episodio del incendio de toda Washington, incluida la Casa Blanca, no lo suelen publicar mucho.
El Tratado fue aprobado por el Congreso USA el 18/05/1815. Curiosamente, 11 días después, Napoleón, escapó de su exilio en la isla de Elba y las tropas británicas tuvieron que volver a cruzar el océano para enfrentarse de nuevo a Bonaparte.

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