martes, 6 de diciembre de 2016

HEINRICH HOFFMANN, EL FOTÓGRAFO DE HITLER



Hoy voy a hablar de un tipo muy curioso, que se ganó muy bien la vida. Su forma de conseguirlo fue, simplemente, haciendo fotos. Eso sí, hay que reconocer que hacía muy buenas fotos.
Empiezo por decir que nuestro personaje de hoy se llamaba Heinrich Hoffmann y que nació en 1885 en una ciudad situada casi en el centro del actual Estado de Baviera, en Alemania.
Es posible que este nombre ya os suene de algo. Sin embargo, he de deciros que no hay que confundir con otros personajes que se llamaban exactamente igual que él. Entre ellos, podemos destacar a un poeta, que, en 1841, compuso la llamada “Canción de los alemanes”, que, actualmente, es el himno de Alemania.
Otro de esos homónimos fue, en su momento, un famoso escritor de cuentos infantiles. Una de sus obras, publicada en 1845, se tradujo en España por “Pedro Melenas” y, en su momento,  tuvo bastante éxito.
Volviendo a nuestro personaje de hoy, parece ser que optó por la misma profesión de su padre, que
ya se dedicaba a fotografiar a los personajes importantes de la Corte.
Sin embargo, su padre le envió, en su juventud, al Reino Unido, para que aprendiera con Emil Otto Hoppé. Se trataba de un alemán, radicado en Londres, al que, por aquel entonces,  se le consideraba la primera autoridad mundial en el mundo de la fotografía. Otro tipo también muy curioso.
Heinrich, volvió a su país, poco antes del inicio de la I Guerra Mundial y fue adscrito, como fotógrafo, al Ejército del Reino de Baviera, que luchaba dentro del ejército alemán.
Previamente, se había casado en 1911  y de ese matrimonio nacieron dos hijos: Henriette y Heinrich.
Como muchos otros alemanes, en la posguerra, se afilió al NSDAP, o sea, el Partido Nazi. En su caso,  no sé si por ideología propia o por simple necesidad, como le ocurría, por aquella época, a la mayoría de los que se afiliaron a esa organización política.
Allí llegó a conocer a muchos personajes, que, desgraciadamente, luego se hicieron muy famosos.
Uno de ellos fue Adolf Hitler, al que conoció en 1923, justamente, cuando el líder nazi acababa de salir de la cárcel, tras su condena por el fallido intento de golpe de Estado en Munich.
Precisamente, algunos autores dicen que nuestro personaje fue el autor de la foto, donde se ve,  a Hitler, en Munich, entre la muchedumbre, celebrando la entrada de Alemania en la I Guerra
Mundial.
Dicen que, durante una visita del líder nazi a su estudio fotográfico, le reveló que él había estado allí en ese momento. Así que el mismo Hoffmann lo estuvo buscando en el negativo con una lupa hasta que lo encontró.
También es cierto que otros expertos dicen que la foto está trucada y que es posible que Hoffmann insertara la imagen de Hitler en la foto.
De todas formas, el negativo se perdió con la guerra y ya no es posible hacer esa comprobación.
Aunque parezca mentira, algo más tarde, estos dos personajes, se puede decir que llegaron a ser uña y carne.
Esto es muy fácil de entender. Hay personajes públicos, como los actores, que siempre tienen que tener a mano un peluquero o un maquillador.
En el caso de los deportistas, también su rendimiento depende mucho de las sesiones con sus fisioterapeutas.
Pues bien, en el caso de Hitler, que era un personaje que dependía muchísimo de su imagen pública, era preciso que tuviera siempre a mano a un fotógrafo de cabecera, que fuera de plena confianza, para que le sacara a su gusto. Algo fundamental para alguien que aspiraba a realizar una política de tipo dictatorial. Seguramente, por eso mismo, Hitler, controlaba todos estos detalles personalmente.
De esa manera, ambos personajes se dedicaron a recorrer juntos toda Alemania, tanto por vía aérea, como por carretera  y, posteriormente, también los territorios conquistados durante la II Guerra Mundial.

Hay que reconocer que le fue muy bien. Comenzó instalándose en un modesto estudio en Munich, para, poco más tarde, trasladarse a otro más local, mucho más lujoso,  en el centro de esa misma ciudad de Baviera.
Precisamente, en 1929, contrató a dos jovencitas para que atendieran a los clientes en su nuevo establecimiento. Se trataba de las hermanas Braun, Eva y Gretel. Por entonces, la primera tenía 17 años y la segunda, sólo 14.
Ese mismo año, Hoffmann, llevó a Eva, una de sus nuevas ayudantes, a una sesión de fotos. En la misma, tuvo la oportunidad de conocer al mismo Hitler. La relación entre ellos no comenzó en ese momento, sino unos años más tarde. Es preciso decir que, por entonces, Hitler, vivía con una sobrina, que, más tarde, se suicidó, por algún motivo aún no esclarecido.
Esa cercanía entre Hoffmann y Hitler dio lugar a que se multiplicara su clientela y a que se atreviera a abrir nuevas sucursales en París, Berlín, Viena y Frankfurt.
Esto me recuerda a aquellos establecimientos en Madrid que lucían un letrero en el que se podía leer: “Proveedor de la Real Casa”, lo cual era una forma de atraer a la clientela. Lógicamente, todos esos carteles desaparecieron el 14/04/1931.
Se puede decir que era un visitante asiduo de la residencia privada de Hitler. También era muy normal ver a Hitler cenando en la casa de la familia Hoffmann o, también juntos, en el restaurante favorito del Führer en Munich, la Osteria Baviera.
Parece ser que realizó más de 2.000 fotos de este personaje y se ganaba muy bien la vida con los derechos de reproducción de las mismas. De hecho, las fotos que le hizo salieron hasta en los sellos de Correos. Así que, con ello,  llegó a embolsarse una buena cantidad de dinero y una parte de ella la invirtió en obras de arte.
Parece ser que comenzó su colección con cuatro cuadros que le regaló el propio Hitler y que habían sido pintados por él mismo, cuando soñaba con llegar a ser un famoso pintor.
Incluso, llegó a enviarle, en 1939, a Moscú, junto al ministro Ribbentrop, para que fotografiara el momento de la firma del famoso pacto entre Alemania y la URSS. Supongo que esas imágenes producirían más de una cana en el cabello de muchos políticos occidentales.
Además, Hoffmann, aprovechó su cercanía con el político para publicar una serie de libros, donde, por supuesto, elogiaba su figura. Algunos  han llegado a calificar al fotógrafo como el “bufón de Hitler”.
Precisamente, en 1932, su hija, Henriette, se casó con Baldur von Schirach, jefe de las famosas Juventudes Hitlerianas. Sus padrinos de boda fueron nada menos que Hitler y Ernst Röhm.

El marido fue otro tipo bien curioso, que, posteriormente, uno de los puntos que adujo para su defensa, ante el Tribunal de Nüremberg,  fue que era descendiente de dos firmantes de la Declaración de Independencia de USA. Tal vez, por eso mismo, se libró de la horca y sólo le cayeron 20 años, aunque reconoció públicamente que conocía, con anterioridad,  la existencia de los campos de exterminio.
Curiosamente, su esposa, Henriette, que fue también secretaria de Hitler, provocó la caída en desgracia de su marido.
Parece ser que, en 1943, durante una visita a Holanda, Henriette, se enteró por un oficial alemán de que se estaba deportando a los judíos para enviarles a campos de concentración.
Así que, ni corta ni perezosa,  se fue a visitar a Hitler a su refugio del Berghof y allí, delante de todos los presentes, le culpó de todo lo que estaba ocurriendo.

Parece ser que el otro se limitó a decirle que ella era muy sentimental y la otra le contestó que no debería de estar haciendo eso. A lo que el otro le respondió que, cada día, morían en la guerra 10.000 soldados alemanes, mientras que los judíos vivían en los campos.

A lo mejor, ella aún no sabía que esos campos se convirtieron, posteriormente, en campos de exterminio. Es probable que así fuera, aunque, como ya he dicho antes, su marido, confesó ante el tribunal que sí conocía la existencia de los mismos.

Evidentemente, a partir de entonces, fueron consideradas personas non gratas y nunca más fueron recibidas por Hitler. Aunque, posteriormente, a su marido le dieron el cargo de gobernador de Austria, desde donde envió a miles de judíos a los campos y, por eso, le cayeron esos años de cárcel.
Supongo que le darían ese cargo como premio a la amistad que unía a Hitler con el padre de esta chica.


De todas formas, me da la impresión de que Henriette nunca quiso enemistarse con Hitler y se dirigió a él de una manera más o menos cariñosa. Como para advertirle de que se estaban haciendo deportaciones, por si él no tuviera ya conocimiento de ello.
Volviendo a nuestro personaje, al final de la guerra, fue apresado y enjuiciado. La verdad es que no había hecho nada malo, salvo darle un gran publicidad al régimen y a los jerarcas nazis. Así que, en un principio, le condenaron a 10 años de prisión, que se redujeron a sólo 4 años.
Fue liberado en 1950, recuperando su estudio fotográfico y volviendo a trabajar con Gretel Braun, como ayudante. Ésta se había casado con Hermann Fegelein, un general de las SS, que fue acusado de traición y fusilado por orden de Himmler.
Heinrich Hoffmann, murió en 1957, a la edad de 75 años, en Munich, la localidad donde residió durante tantos años y donde está enterrado.

3 comentarios:

  1. A mi parecer, el personaje más peculiar del entorno de Hitler era Morell, su médico.

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    1. Ese personaje era lo más parecido a un charlatán. Creo que lo tenía completamente drogado.

      Muchas gracias por tus comentarios y saludos.

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  2. Enhorabuena por encontrar un personaje tan curioso.

    Bueno, quería decir que el motivo por el que quizás se suicidó Geli Raubal fue que Hitler la protegía de una forma tremendamente asfixiante. Las causas estaban bien claras para los nazis, pero se corrió un tupido velo para que el Führer no fuera señalado por la opinión pública.

    Lo de la foto en la que Hitler sale con el sombrero en la mano tiene más sustancia y es algo menos conocido. La presencia de Hitler en esa foto puede ser o no un montaje, pero sí creo que es casi un montaje el resto de la foto. Me parece recordar que hay una versión de la foto, en el lado de la derecha, la plaza tiene muchos espacios vacíos. Quizás se pueda encontrar en "La primera guerra de Hitler", de Max Weber.

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