miércoles, 14 de septiembre de 2016

SAVONAROLA, UN PERSONAJE MOLESTO EN FLORENCIA




Esta vez voy a referirme a un personaje que, seguramente, no se dio cuenta de que había cambiado el mundo y que había pasado por un punto de no retorno, para no regresar nunca más a los ideales de la Edad Media.
Como habréis adivinado ya, en este artículo voy a escribir sobre Girolamo Savonarola. Un personaje que sigue siendo muy discutido, todavía hoy en día.
Nació en 1452, en Ferrara. A pesar de lo que se podría pensar a primera vista, no nació en una familia modesta, sino que era  uno de los siete hijos de un noble, cuya familia gobernó en Mantua.
Por lo visto, en aquella época, era costumbre, entre algunas familias nobles, dedicar a algunos de sus hijos a la Iglesia.
Girolamo, se educó con su abuelo, que fue un médico importante en la corte de la familia Este y un hombre de gran cultura y religiosidad. Otro de sus hermanos fue fraile, como él y el más joven optó por la Medicina.
Su padre también quería que Girolamo estudiara Medicina, sin embargo, él optó por estudiar a los autores clásicos y la Teología.
En 1472, publicó su obra “De ruina mundi” y tres años después, “De ruina Ecclesiae”, donde compara a la Roma del Papa con la antigua Babilonia.
A los 22 años, en Faenza, tras escuchar el sermón de un predicador, decidió dedicar su vida a la Iglesia.
Ingresó en un convento de la Orden de los Dominicos, en Bolonia. Allí se formó en Teología y destacó por observar la regla de su Orden al pie de la letra. Fue ordenado sacerdote en 1477.
Posteriormente, se dedicó a la predicación. Al principio, no tuvo mucho éxito, pero, poco a poco, fue perfeccionando su estilo y lo puso en práctica en Bolonia, Ferrara, Brescia y Génova.
Lo curioso es que, durante sus sermones, solía meterse con su jefe, el Papa, acusándolo de falta de fe y de olvidar la vida sencilla, propia de los clérigos.
También, dedicaba sus invectivas contra los sacerdotes, diciendo que se habían olvidado de sus fieles y sólo buscaban el beneficio propio.
Lo que no entiendo es cómo, la Iglesia, lo mandó destinado a Florencia, la cuna del Renacimiento. Desde luego, parecía el sitio menos indicado para este predicador. A lo mejor es que en Roma se querían cargar el Renacimiento en Florencia, como ocurrió posteriormente. Desde luego, fue un regalo envenenado.
Parece ser que Lorenzo de Médici pidió que le enviaran un fraile dominico. La solicitud la efectuó su amigo, Pico della Mirandola.
En 1482, cuando este fraile llegó a Florencia, esta ciudad estaba sumida en una crisis económica. Varios Bancos habían quebrado, muchas tiendas habían cerrado y había bastantes parados. Desde luego, ese ambiente era propicio para los típicos milenaristas, que suelen amenazar con el fin del mundo, si la gente no vuelve a la vida sencilla.
No hará falta decir que nuestro personaje era un orador muy sobresaliente. Enseguida, desbancó a los demás por su manejo perfecto de ese arte.
Habitualmente, congregaba a una multitud que se quedaba embelesada oyéndole. Les hablaba de
sus visiones, del lujo desmesurado, la corrupción de los políticos y de la plana mayor de la Iglesia.
Exigía una renovación en el seno de la Iglesia y pedía a sus fieles que llevaran una vida más modesta y practicaran un Cristianismo parecido al de los primeros cristianos.
Increíblemente, la voz de este hombre llegó más allá de lo que se podría pensar. Incluso, algunos personajes famosos, como Pico della Mirandola, Botticelli o Miguel Ángel, se hicieron fieles suyos.
En 1487, parece ser que se pasó un poco de la raya y la gente se cansó de sus discursos apocalípticos. A pesar de que había llegado a ser prior del convento de Florencia, tuvo que trasladarse a Ferrara.
En 1490, volvió a Florencia. Al año siguiente, se le destinó como titular de la parroquia de San Marcos. Al mismo tiempo, creó una congregación autónoma, autorizada por el Papa.
Desde el púlpito de ese templo lanzó todo tipo de insultos contra el Papa, Inocencio VIII. Incluso, lo comparaba con el mismísimo diablo. Desde luego, se dice que este Papa hizo lo que le dio la gana, pero no creo que fuera para tanto. A lo mejor, es que los Médicis le encargaban que se metiera con el Pontífice. Aunque luego emparentaron con él.
Por lo que se ve, este hombre no es que lanzara profecías, sino que las “clavaba”. Ejemplo de ellas fue la de que los franceses invadirían esa península, la epidemia de sífilis, etc.
Parece ser que su prédica atraía, sobre todo, a la gente modesta. Ya que muchos de ellos se hallaban en la pobreza, mientras los ricos llenaban sus casas con obras de arte que costaban un dineral y, seguramente, las pagarían a través de los impuestos que les sacaban a los pobres.
En 1492, Lorenzo, que era el mecenas de muchos artistas, estaba a punto de morirse. Llamó a Savonarola a su presencia y éste, en lugar de bendecirle, le maldijo. Desde entonces,
los Médici, también fueron blancos en las prédicas de este fraile.
En 1494, Carlos VIII de Francia, invadió la península y avanzó sobre el territorio de lo que hoy es Italia. Los pequeños Estados del momento no pudieron hacer nada contra el Ejército francés.
Piero, el hijo y sucesor de Lorenzo, fue a parlamentar con los franceses. Por su cuenta, firmó un pacto por el que les dejaba pasar y ocupar un par de fortalezas.
Cuando regresó a la ciudad, fue muy mal recibido por haber firmado un tratado sin consultar a nadie. Tanto las clases altas como las bajas, que ya lo despreciaban, se unieron para echarle del poder. Así que tuvo que exiliarse a toda prisa, junto con el resto de su familia.
Así que en Florencia decidieron que este fraile fuera a parlamentar con Carlos VIII. La verdad es que logró unas condiciones parecidas, con la diferencia de que Florencia pasaría a ser aliada de Francia.
De esa manera, cuando el Ejército francés se fue de Florencia, camino de Nápoles, Savonarola, se quedó como líder político de la ciudad.
Su objetivo principal fue restaurar la moral y la religiosidad en Florencia. Aparte de ello, creó un Gran Consejo, compuesto por unas 1.000 personas, para debatir los asuntos políticos.
Como siempre fue un religioso muy radical, convirtió una ciudad próspera y feliz, donde siempre había todo tipo de
diversiones, en un sitio donde sólo se veían desfilar procesiones y otros actos religiosos.
Incluso, llevados por una radicalización religiosa, el martes de Carnaval de 1497, hicieron una enorme hoguera en el centro de Florencia. Los seguidores del monje fueron echando en ella todo tipo de objetos, que ellos consideraban que fomentaban el pecado.
Miles de cosas como vestidos lujosos, perfumes, espejos, instrumentos musicales. Hasta se dice que el mismo Botticelli lanzó a la hoguera unas cuantas de sus obras. A esto se le llamó la Hoguera de las Vanidades.
También dirigió su poder contra los homosexuales, las bebidas alcohólicas, todo tipo de juegos, etc. Para ello, organizó una Policía, que se ocupaba de incautar todo tipo de objetos y de meter a esta gente en la cárcel.
Evidentemente, ya se estaba pasando bastante de rosca. Así que un grupo de agraviados por estas duras medidas se unieron y se aliaron con los franciscanos, que habían visto perder a muchos de sus feligreses, ahora atraídos por Savonarola.
Desgraciadamente para él, a la muerte de Inocencio VIII, llegó Alejandro VI. Un Papa de origen español, amante del lujo y con muy buenos aliados.
En Roma no podían hacer nada contra él, mientras Florencia fuera aliada del rey de Francia, que se hallaba muy cerca de la sede papal.
En 1495, la cosa cambió. Se formó una amplia liga, donde estaban Venecia, Milán, el Papado y Nápoles. Todos ellos contra Francia. Así que el rey francés se vio en inferioridad de condiciones y se
 retiró con sus tropas a su país.
Evidentemente, Alejandro VI, no desaprovechó la ocasión para vengarse del fraile al que se la tenía jurada desde hacía mucho tiempo, porque cada vez se metía más con él y con su familia.
En un principio, el Papa, invitó al fraile a visitar Roma para aclararle de dónde sacaba sus famosas profecías. Como el monje no era tonto, se negó a ir allí. Así que el Pontífice le prohibió predicar, pero el otro no le hizo caso y siguió a lo suyo.
Como ese Papa era uno de los más corruptos que ha habido, pues esta vez le quiso ganar para su causa ofreciéndole el puesto de cardenal, pero el otro tampoco mordió el anzuelo.
Esta vez, al Papa, no le tembló la mano y decidió su excomunión. Sin embargo, al iluso fraile no se le ocurrió otra cosa que escribir a los principales monarcas de Europa, pidiendo que organizaran un concilio para echar a ese Papa.
Como este Papa era muy sutil y seguro que conocía muy bien a la gente, decretó la excomunión de Savonarola y amenazó con un interdicto, por el cual, Florencia, se quedaría fuera de la Iglesia, no podrían enterrar a sus muertos en el cementerio y, lo más importante, se incautaría de los bienes que tuvieran los florentinos en Roma.
Savonarola no se dio cuenta de que los florentinos estaban ya hartos de su puritanismo. De hecho, cada vez le quedaban menos fieles y estos eran mucho más radicales.
También se opondrían a él tanto los agraviados por sus normas, como los partidarios de las grandes familias y hasta los que propugnaban el regreso de los Médicis.
Incluso, el Papa, le atacó en uno de sus puntos vulnerables, suprimiendo su Congregación de San Marcos.
En 1498, Savonarola, tuvo la osadía de subirse al púlpito de la catedral de Florencia para asegurar que esa excomunión no tenía validez ninguna y puso a parir al Papa, claro.
Más adelante, el Cabildo catedralicio, le impidió volver a predicar allí y tuvo que seguir haciéndolo en San marcos.
Así que, ese mismo año, el Pontífice, aprovechando que Carlos VIII de Francia acababa de morir, decretó el arresto y la ejecución del fraile.
También, en Florencia, debido al miedo que le tenían al Papa, nombraron una nueva autoridad, la Señoría.
Unos días después, se sucedieron varias revueltas en Florencia, por discusiones teológicas entre franciscanos y dominicos.
El Pontífice dio la orden de arrestar a todos los mercaderes florentinos y confiscarles todas sus mercancías. Esto dio lugar a que la gente apelara a la Señoría para tomar medidas contra el fraile, porque el Papa exigía la entrega del mismo. De esa manera, atacaron el convento donde se hallaba nuestro personaje.
El Papa aprovechó para enviar allí a su gente. Capturaron al fraile, junto a dos de sus seguidores más cercanos, fray Domenico de Pescia y fray Silvestro.
Lo estuvieron torturando nada menos que 42 días, acusándole de rebelión y herejía. Sólo le dejaron sano el brazo derecho para que pudiera firmar su confesión. Cosa que hizo.
El 23 de mayo de 1498, el fraile, fue llevado, junto con sus dos seguidores, a la Plaza de Señoría. Allí fueron ahorcados públicamente para ser, posteriormente, quemados hasta que
sólo quedaron cenizas de ellos. Las mismas, fueron arrojadas al río Arno, por la zona del puente Vecchio.
Posteriormente, la familia Médici recuperó su poder y volvió a gobernar en Florencia.
Como ya he dicho anteriormente, hoy en día, los expertos siguen discutiendo sobre su figura. Unos dicen que fue un adelantado a su época, pues predicó algo parecido a la Reforma, que luego propuso Lutero. Sin embargo, Savonarola, no quería modificar la doctrina, sino solamente cambiar a algunos personajes que gobernaban la Iglesia.
Por otra parte, el Gran Consejo, daba una imagen más democrática de Florencia. Sin embargo, su gobierno se distinguió por ser una férrea dictadura de tipo teocrático.
Tras su muerte, todavía le quedaron, durante mucho tiempo, seguidores en Florencia. Incluso, muchos monjes franciscanos alabaron sus ideas.
Por ello, en 1527, volvieron a expulsar a los Médicis de Florencia, los cuales reaparecieron tres años después.
Hasta en el siglo XX surgió un movimiento de fieles, a los que se unieron un grupo de dominicos, pidiendo la canonización de este fraile, argumentando que su excomunión y ejecución fueron injustas.
Por eso mismo, se han llegado a inaugurar monumentos dedicados a este personaje en Ferrara, Bolonia y Florencia.

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