lunes, 12 de septiembre de 2016

EMMA GOLDMAN, UNA REVOLUCIONARIA EN USA



Esta vez voy a hablar de una mujer que le dio más de un quebradero de cabeza al famoso J. Edgar Hoover, fundador del FBI.
Nuestro personaje de hoy se llamaba Emma Goldman y nació en 1869 en la
ciudad de Kaunas, hoy perteneciente a Lituania y, por entonces, al Imperio Ruso.
Nació en el seno de una familia ortodoxa rusa, que poseía un modesto hotel en esa ciudad. Según parece, el padre ya había tenido antes otros negocios, sin embargo, en todos había fracasado.
Tras la muerte del zar Alejandro II, a causa de un atentado terrorista, se sucedió una gran represión contra varias minorías, como los judíos. Así que ellos se trasladaron a la capital, San Petersburgo.
Se rebeló contra su padre, porque, siguiendo la tradición familiar, la quisieron casar, contra su voluntad  y con sólo 15 años. Así que se fue con una hermanastra, hija del primer matrimonio de su madre,  a los USA. Se trasladaron a la casa de una hermana, que ya vivía allí.
Anteriormente, también había tenido múltiples discusiones con su padre, porque ella quería seguir en la escuela y el padre no era partidario de que las mujeres estudiaran. Incluso, era muy dado a utilizar un látigo con sus hijos.
Allí no le fue color de rosa y comenzó trabajando en una fábrica textil. En 1886, tras una revuelta en Chicago, alguien explotó una bomba que dio de lleno a unos policías. Por ello, tras un juicio más que discutible, se condenó a varios anarquistas a la horca.
Ella vio todo esto tremendamente injusto, así que muy pronto se afilió a un grupo anarquista. Ya se sabe que los sacerdotes suelen decir: “Sangre de mártires, semilla de conversos”.
Lo curioso es que estos anarquistas ni siquiera habían estado presentes en esa ciudad, sino que se hallaban celebrando un congreso en Pittsburg. Sin embargo, como necesitaban a un culpable, tiraron de estos pobres desgraciados.
Al cumplir los 20 años se casó con un inmigrante ruso. El matrimonio sólo duró unos 10 meses y luego se separaron. Algunos dicen que la causa fue que él era impotente. Ella no llegó a divorciarse para así tener derecho a la ciudadanía USA, que había adquirido al casarse con él, que ya la tenía.
Poco después, conoció a un líder anarquista alemán,  llamado John Most, el cual era partidario del terrorismo para arreglar estos conflictos. Parece ser que a ella no le convencieron sus razones y no duró mucho con él.
Posteriormente,  conoció a otro inmigrante lituano y judío, llamado Alexander Berkman, y fueron pareja durante muchos años.
En cierta ocasión, a un tipo propietario de una acería en una localidad de Florida, no se le ocurrió mejor cosa, para eliminar las huelgas, que atacar violentamente a los obreros más revolucionarios con el fin de cargárselos.
Contrató agentes de Pinkerton y de esa forma, provocó la muerte de 10 obreros y otros 60 resultaron heridos.
Evidentemente, a Berkman eso no le hizo ninguna gracia. Así que un día se presentó en las oficinas de ese empresario y le disparó dos veces, aunque no lo mató. No obstante, Berkman fue capturado y condenado a 22 años de cárcel.
En 1893, también Emma fue encarcelada. Parece ser que el arresto fue motivado por la publicación de ciertos artículos, donde se animaba a los obreros a exigir el trabajo y el pan
a los empresarios o a quitárselo, si no se lo daban.
Por aquel entonces, USA se hallaba en una profunda crisis. En la cárcel la entrevistó un
periodista del New York World que, en su artículo la denominó como “la moderna Juana de Arco”. Aprovechó su estancia en la cárcel para estudiar Enfermería.
Unos diez meses después fue liberada. Ese día, unas 3.000 personas la recibieron apoteósicamente en el Teatro Thalia, en Nueva York, y luego tuvo que dar muchas entrevistas a la prensa.
En 1901 fue de nuevo encarcelada, acusada de participar en el complot para el asesinato del presidente
McKinley. Parece ser que ella conocía al asesino, pero no tuvo nada que ver con ese hecho. Por ello, salió en libertad pocos días después.
Sin embargo, intentó defender al asesino del presidente y eso hizo que se produjera una división en el movimiento anarquista, que fue aprovechado por los socialistas para aumentar su prestigio entre la clase obrera.
No obstante, el nuevo presidente USA, T. Roosevelt,  aseguró que iba a hacer una campaña para terminar con todos los anarquistas y deportarlos del país.
De hecho, en 1903, se promulgó la Ley de Inmigración, por la que se prohibió la entrada en USA de anarquistas, mendigos, enfermos de epilepsia e importadores de prostitutas.
En 1906, Berkman, fue liberado. Juntos de nuevo, se dedicaron a editar todo tipo de panfletos de tipo anarquista, para atraerse a la población obrera. Como los periódicos “La madre Tierra” o, más tarde, “La explosiva”.
Entre 1910 y 1911, Berkman, fue uno de los profesores del Centro Ferrer, fundado en honor del anarquista español Francisco Ferrer i Guardia, fusilado en Barcelona.
En 1915, una bomba explotó durante un desfile en San Francisco, California. La policía sospechó de esta pareja, pero no pudo acusarles de nada. En cambio, arrestaron a dos obreros, que ni siquiera eran anarquistas. A uno le condenaron a  muerte y a otro a cadena perpetua.
Berkman y Goldman, consiguieron, tras realizar una amplia campaña de protestas, que el presidente Wilson le pidiera al Gobernador de California, que conmutara esa condena a muerte. Cosa que hizo a regañadientes. Ambos llegaron a  ser indultados en 1939.
En 1916, fue encarcelada de nuevo, tras una serie de conferencias, donde se mostraba partidaria de la anticoncepción. En aquella época coincidió en muchos temas con Margaret Sanger, una luchadora a favor del control de la natalidad.
También trataba en ellas otros temas como el ateísmo, el militarismo, la libertad de expresión, el capitalismo, el amor libre y la homosexualidad. O sea, que, como dijeron algunos, era una mujer muy adelantada a su época.
En 1917,  otra vez fue encarcelada, junto a Berkman, por manifestarse en contra del servicio militar. No hay que olvidar que el país estaba metido en la I Guerra Mundial, contra la que cargaron también, alegando que era un acto propio del Imperialismo.
En 1919, la pareja fue expulsada hacia la antigua URSS, junto con más de 200 personas más, a bordo del barco Buford.
El presidente del comité que les condenó a ser expulsados era nada menos que J. Edgar Hoover, que la calificó como “una de las mujeres más peligrosas de América”. La pareja estaba aún en la cárcel y no la dejaron salir a la calle pretextando que “su regreso a la comunidad dará lugar a un daño indebido”. Fueron directamente de la cárcel al barco.
Ella apeló a que era ciudadana de USA y esa Ley sólo se podía aplicar a los no ciudadanos. Sin embargo, como ella había adquirido la nacionalidad tras haberse casado y a su marido se la habían revocado en 1908, argumentaron que también se la habían revocado a ella.
Eso fue durante un periodo llamado el Miedo Rojo o Miedo Bolchevique, donde los ciudadanos de USA estuvieron sometidos a una auténtica psicosis por la que se temía que los comunistas y los anarquistas fueran a poner bombas por todo el país, matando a miles de personas.
En un principio, cuando llegaron a la URSS, viajaron los dos muy entusiasmados por todo el país, pues el Gobierno bolchevique les había encargado recoger material de todas las regiones para fundar un museo. Así pudieron ver en primer persona lo mal que lo estaban pasando los obreros de ese país.
Parece ser que, al volver a Moscú, fueron recibidos por el mismo Lenin, el cual les dijo que las libertades volverían a la URSS, cuando la revolución estuviera fuera de peligro. Parece ser que los comunistas calificaban  la libertad de expresión como “una superstición burguesa”.

En 1921, tras la represión posterior al levantamiento de Kronstadt, que fue liderada por Zinoviev, presidente del Soviet de Petrogrado, y Trostky, no les quedó otra que marcharse a otro sito.
El motivo fue que ese levantamiento había sido organizado por los anarquistas cont
ra el gobierno comunista. Así que ellos tuvieron que salir huyendo de allí, por si acaso, ya que habían apoyado las reivindicaciones de los sublevados y tuvieron que escapar en pleno mes de diciembre.
En principio, huyeron a Suecia, para luego ir a Alemania y, posteriormente, a Francia. En todos esos países publicaron libros denunciando lo que estaba haciendo el gobierno bolchevique en la URSS. Es curioso, porque ellos llegaron allí muy ilusionados y se fueron muy descontentos.
En 1924, asistieron a una cena en Londres, donde denunciaron lo que estaba ocurriendo en la URSS. Parece ser que algunos de los asistentes, entre los que se encontraban Bertrand Russell y H. G. Wells, entre otros, se asombraron de lo que estaba contando. Incluso, algunos le dijeron que aún era prematuro criticar ese experimento revolucionario.
Sobre sus experiencias, Emma, escribió dos libros “Mi desilusión en Rusia”, de 1923; ampliado por “Mi mayor desilusión en Rusia”, publicado en 1924. Parece ser que esos títulos se los pusieron los editores y a Emma no le gustó nada la idea.
En 1925, Berkman y ella vivían separados y el Gobierno británico la quiso expulsar de allí. Sin embargo, un anarquista de ese país se ofreció a casarse con ella, para que adquiriera la ciudadanía y ella aceptó. Eso le dio tranquilidad para residir allí o poder viajar a otros países.
En 1933, el Gobierno USA, le permitió entrar en el país para dar una conferencia. Aparte de ello, pudo volver a ver a muchos amigos y dar muchas entrevistas. Su visado caducó tres meses después y se tuvo que ir a Canadá.
Mientras tanto,  Berkman escribió “El mito bolchevique”, que llegó a ser publicado en 1925.También, el mismo autor, publicó en 1929, “Ahora y después: El ABC del anarquismo comunista”.
Berkman estuvo viviendo unos años en Niza, donde lo pasó muy mal, porque no tenía trabajo, ni ingresos de ningún tipo. A mediados de  1936, tuvo problemas con la próstata e intentó suicidarse, muriendo unos días más tarde. Emma fue avisada, pero cuando llegó, Berkman, se hallaba en un estado de coma, muriendo poco después.
En 1936, Emma, fue invitada a dar unas charlas en Barcelona, en medio de la Guerra Civil española. Allí dijo encontrarse muy a gusto, pues la CNT y la FAI habían intentado hacer una revolución de tipo anarquista, según sus mismos principios.
En Huesca les dijo a sus compañeros: “Su revolución destruirá para siempre la idea de que el anarquismo es sinónimo de caos”. Incluso, llegó a conocer al líder Buenaventura Durruti y habló muy bien de él.
Ella empezó a preocuparse cuando la CNT aceptó entrar en el Gobierno de la II República y cuando le dieron muchas concesiones al PCE. Así que se volvió a Londres, como representante oficial de la CNT-FAI.
Volvió a España a mediados de 1937 y ya no vio lo mismo. Había tenido lugar un enfrentamiento con los comunistas, los cuales se cargaron muchas colectivizaciones y había fracasado el experimento anarquista.
Volvió a Canadá y dijo que el Reino Unido y Francia habían perdido su oportunidad de pararle los pies al fascismo. Así que ocurriría “una nueva forma de locura en el mundo”.
A principios de 1940, sufrió un derrame cerebral. Podía oír, pero no hablar. Algo muy duro para ella, que siempre fue una buena oradora.
Ya a mediados de ese mismo año, le dio otro ataque, que le llevó a la muerte el 14 de mayo en Toronto.
El escritor Howard Zinn escribió una obra teatral sobre la vida de nuestro personaje, la cual ha sido representada en USA y varias capitales europeas.
En fin, yo pienso que fue una mujer que sufrió por tener una mentalidad muy adelantada a la de su época.

No hay comentarios:

Publicar un comentario