sábado, 17 de septiembre de 2016

OSWALD MOSLEY Y EL FASCISMO BRITÁNICO



Alguno se habrá llevado las manos a la cabeza, cuando haya visto en el título mi referencia al fascismo británico. Pues sí, en el Reino Unido, que tanto ha presumido siempre de ser, desde hace siglos,  uno de los países más demócratas del mundo, también hubo muchos fascistas. Más o menos, como en todas partes, aunque ningún país lo quiera ahora reconocer.
Nuestro personaje de hoy, que nació en 1896, realmente,  no sé si debo llamarle Oswald o sir Oswald, porque pertenecía a una familia noble de terratenientes de origen irlandés. Concretamente, procedía de los ingleses que invadieron Irlanda y se quedaron a vivir allí.
Sus padres se separaron cuando él era muy niño, así que tuvo que criarse con su abuelo.
Por lo que respecta a su educación, estudió en un buen colegio, en Winchester, y luego fue a la célebre Academia militar de Sandhurst.
De allí salió con el título de oficial de Caballería. Participó en la I Guerra Mundial, dentro de un regimiento de lanceros y fue gravemente herido. Por lo que pasó el resto de la guerra dedicado a labores administrativas.
En 1918, entró en la política, decidiéndose por el Partido Conservador. Con sólo 21 años, fue el diputado más joven del Parlamento británico. No obstante, enseguida, ganó fama de buen orador y hábil político. Aparte de gozar de una gran autoconfianza.
En 1920, dio su primer braguetazo, pues se casó con una rica heredera, lady Cynthia Curzon, hija de un antiguo virrey de la India. A su boda, que tuvo lugar en la capilla del Palacio real de Saint James, asistió gran parte de la nobleza europea, incluidos los monarcas del Reino Unido y de Bélgica. De ese matrimonio nacieron tres hijos.
Sin embargo, él abogaba por una especie de regeneracionismo, por lo que su partido, lleno de gente mediocre, que sólo pretendían salvaguardar los privilegios de su clase, pues no era lo más idóneo para sus ideales políticos.
En 1924, se fue de su partido y, aunque nos parezca increíble, fichó por el Partido Laborista, o sea, lo que en España serían los socialistas.
Ya sé que en España, eso es poco menos que inconcebible, pero no debería de extrañarnos eso de cambiar de partido. Churchill, lo hizo en más de una ocasión, aunque sólo optara entre liberales y conservadores.
Además, no se contentó con afiliarse en el Partido Laborista, sino que lo hizo en su ala más izquierdista, lo cual es aún más llamativo para un antiguo miembro del Partido Conservador.
No olvidemos que estamos en una década de grandes convulsiones y donde Mussolini llegó al poder en Italia. Un hombre que tuvo muchos admiradores en el Reino Unido.
Elaboró el llamado Mosley Memorándum, en el que propondría una serie de medidas, donde se puede ver que era un acérrimo seguidor de Keynes.
Entre ellas estaban incentivar el consumo, aumentar el crédito, el control de la Banca, la industria y el comercio exterior. Supongo que querría controlar, más bien, las importaciones.
También proponía reducir el paro a base de que el Estado sacara continuamente obras públicas, para reducir el número de parados.
Al mismo tiempo, quiso reducir la población en edad laboral, proponiendo que se aumentase la edad de escolarización obligatoria hasta los 15 años y la jubilación forzosa a los 60 años.
Evidentemente, dada su forma de pensar, exigió que este plan se aprobara sin oposición de ningún tipo y eso no gustó nada a sus compañeros laboristas.
Por eso mismo, se alejó del laborismo. No obstante, pensó que su ideario atraería a unas masas que, en sólo un año, habían visto que la cifra de parados había pasado de 500.000 a 2.500.000. Lo cual es todo un récord.
En 1931, fundó el New Party, en cuyo ideario estaba su famoso Memorándum, y al que añadió unas gotas de nacionalismo y antisemitismo. Algo que estaba por entonces, muy de moda.
Lo más paradójico de todo esto es que a pesar de su antisemitismo, todo el mundo sabía que, entre los cuadros dirigentes de este partido, figuraban varios conocidos judíos.
Al igual que Hitler, dirigió, preferentemente, su mensaje a los veteranos de la I Guerra Mundial, para decirles que, a pesar de haber defendido heroicamente a su país en las trincheras, ahora estaban siendo traicionados por una clase política avejentada y ajena a sus necesidades.
No sé si os suena de algo. Lo cierto es que este partido adoptó las camisas negras, como uniforme.
Así que, muy pronto, tuvieron que luchar abiertamente contra los militantes de la izquierda, que iban a boicotear sus actos. Por lo menos, eso es lo que decían ellos.
El saludo al estilo romano y otras características de tipo fascista, le hicieron perder el voto de los barrios obreros y la violencia callejera, el de la clase media.
En 1932, realizó una visita a la Italia fascista. No sabemos qué le enseñaron, lo cierto es que volvió con energías renovadas y fundó el BUF (Unión de fascistas británicos).
Ese mismo año, se hizo amante de la bella Diana Mitford, entonces casada con un multimillonario y heredero de la empresa Guiness.
En 1933, falleció su esposa,  lady Cynthia, a causa de una peritonitis. Al año siguiente, Diana, se mudó, con sus hijos a la casa de Mosley.
Su partido llegó a tener unos 50.000 afiliados. Principalmente, estudiantes, mineros y militares. También se apreciaba una gran mayoría de católicos y, sorprendentemente, una gran cantidad de mujeres. Incluso, atrajo a algunos intelectuales, como George Bernard Shaw, que siempre había sido seguidor del socialismo y  también premio Nobel de Literatura, en 1925. A Mosley lo llegó a calificar como “el verdadero socialista”.
Organizó su partido al modo de escuadras paramilitares y puso su cuartel general en el barrio de Chelsea, en Londres, en un lugar llamado Black House, o sea, la casa negra.
Curiosamente, sus mítines se caracterizaban por un desfile previo de sus afiliados, todos uniformados al modo fascista, con una banda de cornetas y tambores. Sin embargo, no enarbolaban  banderas nazis, sino británicas.
Su ideal siempre fue fundar un estado de carácter totalitario, con un partido único, corporativo, autárquico, imperial y nacionalista.
Cambiaría las tradicionales elecciones parlamentarias por un referéndum, que se realizaría cada cinco años.
La Cámara de los Comunes ya sólo sería un órgano asesor, sin poder político alguno. El Gran Consejo sería el máximo órgano del partido y, por supuesto, del país. Controlaría la economía y de ahí saldría el primer ministro, cuyo nombramiento sería ratificado por el rey. Algo parecido al Gran Consejo fascista, que había en Italia.
Por supuesto, la Cámara de los Lores, sería una especie de parlamento a extinguir, lleno de personalidades relevantes, pero sin papel alguno dentro de la política.
El nuevo régimen sería enemigo tanto del socialismo, por considerar que quería eliminar las tradiciones nacionales, como del capitalismo, que ellos afirmaban estar dominado por los judíos.
Afortunadamente, como los británicos son gente con una mentalidad democrática muy consolidada, su partido, en las elecciones, nunca pasó del 2% de los votos.
En un principio, el anticomunismo de su partido, fue bien visto por los magnates de la industria, la prensa y ciertos miembros de la nobleza.
No obstante, sus malos resultados electorales y ciertas presiones gubernamentales, le cerraron la financiación procedente de estos colectivos.
En 1936, la pareja, se casó en Berlín. Asistiendo a la boda, que se celebró en la casa de Goebbels,  la plana mayor del nazismo, con Hitler a la cabeza. Olvidaba decir que la novia y su hermana, Unity, eran íntimas amigas de Hitler.
En 1939, cuando se veía ya la guerra cada vez más cerca, nuestro personaje se dedicó a propagar la paz y la neutralidad del Reino Unido. Algo que no gustó nada al Gobierno británico.
Seguramente, estas ideas pacifistas irían condicionadas al paquete de subvenciones, que recibía, habitualmente, desde Roma.  
Esa falta de liquidez le obligó, incluso, a despedir a varios empleados de su partido, como el jefe de propaganda, que montaron otros partidos fascistas, para hacerle la competencia.
En esa época, su partido, empezó a derivar más hacia la ideología nazi e ir dejando el fascismo. Seguramente, por ello, varios de los judíos que militaban en su partido, lo abandonaron.
Naturalmente, al estallar la II Guerra Mundial, nuestro personaje y su mujer, fueron encarcelados, por orden del Gobierno, junto con otros 800 miembros de su partido. Como se suele hacer en caso de guerra con la gente que es afín al enemigo.
Inicialmente, el matrimonio estuvo en prisiones separadas. Más adelante, cuando llegó Churchill a ser primer ministro, se les puso juntos en la misma prisión.
Concretamente, en una vieja granja con un pequeño jardín, que se hallaba dentro de la parcela de la cárcel. No hay que olvidar que la esposa de Mosley y la de Churchill eran primas hermanas.
En 1943, fue liberado de la prisión, sin embargo, permaneció bajo arresto domiciliario, controlado día y noche por agentes policiales.
En la posguerra, vivieron por poco tiempo en Irlanda y luego se trasladaron a una villa cercana a París, donde tuvieron como vecinos a los duques de Windsor. De hecho, Mosley y el duque ya eran amigos desde sus años de estudiantes.
Concretamente, al rey Eduardo VIII, que abdicó para casarse con quien quiso y que también habían tenido simpatías por los regímenes fascistas y nazis. Incluso, se habló de que, si ese monarca hubiera permanecido en el trono, hubiera sido muy posible que Mosley hubiera llegado a ser nombrado primer ministro.
Allí acudieron ambas parejas a multitud de fiestas, salvo a las que organizaba la Embajada Británica, lógicamente.
Es preciso recordar que la casa real británica tuvo su origen en Alemania. Así que no es de extrañar sus simpatías por ese país.
Para más datos, los reyes británicos, fueron también reyes de Hannover. Eso dejó de ser así con la llegada al trono de la reina Victoria, que no pudo reinar en Hannover, por estar allí vigente la Ley Sálica.
De hecho, al entierro de Jorge V, que fue antes de la II Guerra Mundial, en 1936, acudieron algunos de sus parientes alemanes vestidos con el habitual uniforme de las SA. Como se puede observar en otro artículo que escribí hace tiempo sobre ese monarca. Incluso, algunos de ellos estuvieron en la línea sucesoria para la corona británica.
Volviendo al tema de hoy, uno de los hijos de este matrimonio fue Max Mosley, expiloto de automovilismo y expresidente de la Federación Internacional de Automovilismo. Seguro que os
sonará a todos.
Evidentemente, a los Mosley, los tenían vigilados a todas horas, desde el Reino Unido. Parece ser que en el expediente que elaboró el MI5 sobre ella, se puede leer: “Es mucho más inteligente y más peligrosa que su marido y nada la detendrá para conseguir sus intereses. Ella es extremadamente ambiciosa”.
En 1948, Mosley, quiso volver a la política. Creó un nuevo partido, llamado Union Mouvement, basado en sus tradicionales ideas fascistas.
Sin embargo, ya no tuvo éxito ninguno, pues el fascismo había sido ampliamente derrotado en la guerra y todos los que habían mantenido esos ideales ahora estaban muy mal vistos.
Además, tenía en su contra que dos de sus más conocidos militantes habían sido juzgados y ejecutados. Uno por haber trabajado como locutor en una emisora de radio en Berlín, quje emitía propaganda nazi hacia el Reino Unido. Se trataba de William Joyce, más
conocido por lord Haw Haw.
El otro fue John Amery, que se dedicó a reclutar prisioneros británicos en poder de los alemanes, para formar una unidad de la SS. Hace tiempo, dediqué sendos artículos a ambos.
Como, nuestro personaje, se dio cuenta de que habían cambiado las tendencias en la política, ahora se dedicó a proponer una Europa fuerte, organizada en un único Estado, que diera la réplica a las grandes potencias del momento: USA y URSS.
Precisamente, el mismo ideal, donde convergieron los partidos socialistas y las democracias cristianas, apoyadas por el Vaticano.
Para no ser menos, Mosley, pretendió fundar una especie de internacional fascista, pero chocó con los intereses ultra nacionalistas de sus colegas de otros países europeos.
Otra de sus ideas, con las que pretendía atraer al electorado era poner freno a la inmigración. Su lema era: “Hay que mantener blanca a Gran Bretaña” y, para colmo, defendía nada menos que el apartheid.
Habitualmente, lanzaba invectivas contra el Capitalismo, por hacer trabajar a los inmigrantes por unos salarios miserables, mientras que mandaba a los británicos a la cola del paro.
No obstante, por lo menos a mí, estos mensajes me recuerdan mucho a la campaña electoral de los que estaban a favor del famoso Brexit.
A partir de los años 50, aunque parezca mentira, y en la democrática Gran Bretaña, surgieron multitud de partidos de esa índole, que hicieron que se repartiera el voto y no progresara ninguno de ellos.
A partir de los años 60, su popularidad fue bajando de manera alarmante y, por última vez, se presentó a las elecciones generales de 1966.
Supongo, que también temería por su seguridad. Así que se mudó definitivamente a París, donde murió en los años 80.

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