domingo, 18 de septiembre de 2016

LA BALSA DE LA MEDUSA



Seguramente, es posible que sólo por el título, no les suene a algunos este episodio de la Historia. Sin embargo, al mirar el cuadro que figura a la derecha a casi todos les resulte conocido.
Hoy en día, se podría decir que es un episodio histórico casi olvidado. Sin embargo, en su época, dio lugar a más de un escándalo.
Durante la investigación judicial, uno de los supervivientes dijo lo siguiente: “Los anales de la navegación no registran ningún naufragio tan terrible como el de la fragata Medusa”.
Esta fragata viajaba dentro de una flotilla francesa de 4 navíos, que había zarpado el 17/06/1816 del puerto de Rochefort, concretamente, de la isla de Aix, para ocupar el puerto de Saint Louis, en Senegal.
La componían el buque de transporte Loire, el bergantín Argus y la corbeta Echo. Aparte de la Medusa.
Este puerto les había sido devuelto por los británicos a los franceses, tras las conocidas guerras napoleónicas y la firma de la Paz de París.
Dentro de la fragata viajaban el gobernador, Julien Schmaltz, su esposa, su hija, varios científicos, soldados y colonos.

Además, un tal Richefort, nombrado capitán del puerto adonde se dirigían, que todavía sabía menos de navegar que el capitán. No obstante, ser permitió darle constantemente consejos y el otro le dejó hacer lo que quiso.

Parece ser que el capitán intentó ganar velocidad y se separó del resto del convoy, acercándose mucho a la costa africana.
Desgraciadamente, el 2 de julio del mismo año, esta fragata embarrancó en aguas poco profundas a unos 100 km de las costas de Mauritania. Nadie quiso acercarse para rescatarlos y además, se habían salido unos 150 km del rumbo previsto.
El capitán de esta fragata era un vizconde llamado Hugues Duroy de Chaumereys, el cual no tenía mucha práctica en navegación y además acababa de regresar de su exilio. De hecho, llevaba más de 20 años sin navegar, sin embargo, había sido elegido para ese puesto por su amistad con el rey y sin haber capitaneado nunca ninguna nave.
Parece ser que, en un principio, había sido elegido para ese puesto el capitán François Ponée, pero luego fue cesado, a causa de su pasado bonapartista.
Algunos afirman que el capitán no fue el único culpable del embarrancamiento del barco, sino que el nuevo gobernador le presionó para llegar cuanto antes a su destino. Sin embargo, a éste nadie le culpó de nada.
Estuvieron tres días intentando liberar el barco. Cuando se vio que era totalmente imposible, se pensó en abandonarlo. El problema es que sólo había 6 botes, los cuales podrían llevar a unas 250 personas, pero no a las 400, que viajaban en la nave.
Se decidió echar al agua los botes y remolcar la balsa, donde, en un principio, viajaban 149 personas. En su mayoría, marineros y soldados.
Realmente, las condiciones de la balsa eran muy precarias. Estaba hecha a base de troncos atados con cuerdas. Medía 20 m de largo por 7 de ancho. Lo cual producía que sus ocupantes viajaran hacinados en ella. Aparte de que navegaba semihundida a causa del enorme peso que soportaba.
Evidentemente, el capitán, decidió que las personas más importantes de la nave, como el nuevo gobernador y su esposa,  viajaran a salvo en los botes, junto con sus lujosas pertenencias.
Aparte de ello, 17 miembros de la tripulación decidieron quedarse dentro de la nave hasta que les rescataran.
Los botes remolcaron a la balsa, pero, al cabo de un rato, vieron que no avanzaban y alguien  cortó las amarras, siguiendo las órdenes del capitán. No se sabe si fue porque retrasaban demasiado la llegada de los botes a la costa o porque tenían muy pocas provisiones y los de la balsa podrían plantearse atacar a los de los botes, que llevaban mejores suministros.
Así que, mientras, los botes, llegaron sin problemas a la costa,  la balsa quedó a merced de las olas, sin gobierno de ningún tipo, porque, como iba a ser remolcada, no la habían provisto de remos, ni de timón.. Al mando de la misma dejaron a un simple guardiamarina.
Dentro de la balsa, la situación cada vez fue más penosa. La falta de víveres, que se agotaron al cuarto día,  causó un gran malestar entre los tripulantes. Sólo les habían dado una bolsa de galletas, unos barriles de agua y de vino. Todo eso duró bien poco, porque, incluso, algunos barriles se perdieron en el mar.
No se sabe si los primeros 20 hombres que murieron se suicidaron o alguien los asesinó. A falta de provisiones, se montó una revuelta dentro de la balsa. A consecuencia de ello, hubo varios muertos y se produjeron casos de canibalismo.
Concretamente, una semana después, sólo quedaban 27 hombres con vida dentro de  la balsa. Alguien decidió echar a los heridos al mar y dejar en la balsa sólo a los que estaban sanos. También hay quien dice que mataron a los más débiles para comérselos. En una especie de selección artificial.
Casualmente, el 17/07/1816, esta balsa fue rescatada por la nave llamada Argus, que se la encontró en medio del mar, pues los franceses ni siquiera habían intentado ir en su busca y la nave sólo tenía órdenes de recuperar un cargamento del oro, que habían dejado en la Medusa.
En el momento del rescate, a los 13 días del naufragio, sólo quedaban 15 hombres. Los demás habían muerto por hambre o habían sido asesinados y arrojados por la borda. Incluso,
hubo varios casos de suicidio a causa de la desesperación.
Incluso, ya durante el viaje de regreso en el Argus, murieron otros 5 hombres a causa de su estado de extrema debilidad.
Dos de los supervivientes, un médico y un armador, escribieron un panfleto, que se difundió por toda Francia.
Parece ser que los antiguos bonapartistas y demás grupos utilizaron este caso para criticar a la nueva monarquía
francesa, que había sido restaurada, el año anterior, tras la derrota de Napoleón. Lo que se llamó la Segunda Restauración.
Sobre todo, se criticaba el favoritismo del nuevo régimen, que, según parece, no existió durante la época bonapartista.
Ya sé que en España eso de que no hubiera favoritismos es una cosa muy difícil de entender.
El capitán Chaumareys fue juzgado ante un Consejo de guerra, celebrado en Rochefort, el 25/02/1817.
Le acusaron de haber embarrancado la Medusa en un banco de arena conocido por todos los marinos, la pérdida del barco y el abandono de la balsa. Por estos cargos se pedía la pena de muerte.
Sin embargo, sólo fue expulsado de la Armada y  desposeído de todas sus condecoraciones, aparte de ser condenado a tres años de cárcel.
Tras su puesta en libertad, se fue a vivir al castillo de su madre, donde se arrepintió de todos sus actos. Debido a sus deudas económicas, se le incautó el castillo y, después,  uno de sus hijos se suicidó. 
El Gobierno francés intentó que todo se olvidara cuanto antes. Sin embargo, un artista llamado Theodore Gericault, se mostró muy indignado al conocer la noticia.
Parece ser que exclamó: “Ni la poesía, ni la pintura podrán jamás hacer justicia al horror y la angustia de los hombres de la balsa”.
El pintor, hasta ese momento, había pintado cuadros más acordes con su formación académica y neoclásica. Sin embargo, aquí se puede apreciar que fue uno de los precursores de la pintura romántica. De hecho, se considera que esta es la primera pintura romántica realizada en Francia.
La obra causó gran impacto en la sociedad de su época, porque el pintor quiso retratar en ella al pueblo, el cual estaba siendo olvidado por el Estado.
Algunos dicen que intentó mostrar que el Estado se estaba separando de las necesidades de un pueblo, al cual debería servir. Algo a lo que estamos muy acostumbrados, hoy en día.
Es posible que utilizara un lienzo de tamaño bastante grande (4,91 x 7,16 m) para que la gente pudiera contemplar esta infamia con todo detalle.
Además, llenó el cuadro de símbolos, como el hacha ensangrentada, que da una idea de que allí se cometieron actos de canibalismo.
Desconozco si este pintor tendría ideas bonapartistas. Lo cierto es que, en un extremo del cuadro, pinta un uniforme francés en el agua. Dando a entender que su país ya no pintaba nada a nivel militar.
La mayoría de los modelos que utiliza son gente desconocida, aunque retrata a dos de los supervivientes al lado del mástil. Sin embargo, se comenta que la imagen del joven fallecido, cuyo cadáver sujeta un anciano con manto rojo es su amigo, el famoso pintor Eugène
Delacroix. El cual, según dicen, se asustó al ver por primera vez el cuadro.
A este anciano, se le ve que ya le da todo igual, pues está desesperado, porque ha visto morir a su hijo.
El pintor se implicó tanto en su obra que construyó una balsa en su estudio a tamaño natural. Unos dicen que la rellenó con figuras de cera y otros que hasta se llevó cadáveres a su estudio, para retratarlos más detalladamente.
Hasta le llevaron una cabeza cortada, procedente de un enfermo muerto en un manicomio y él hizo con ella un estudio de cómo se iba produciendo la putrefacción de un cadáver día a día.
En cambio, algunos afirman que fue a un hospital parisino a ver esos cadáveres, para copiar su rictus facial y sus posturas. Incluso, hizo bocetos de los enfermos que estaban moribundos.
Incluso, se desplazó hasta el puerto de Le Havre, para estudiar el color del cielo y el mar, para reproducirlos en su obra.
Además, en más de una ocasión, cruzó el Canal de la Mancha, en medio de una tormenta, para hacerse una idea del movimiento de una nave en esas condiciones.
Sin embargo, se tomó algunas libertades como no pintar las luengas barbas que tenían los náufragos, cuando les recogieron o las úlceras que les habían salido en la piel a causa del sol, como le informó el cirujano superviviente.
En cambio, no se olvidó de pintar al fondo el rostro de un soldado negro, el cual, siguiendo las órdenes del cirujano, era el encargado de lanzar por la borda, tanto a los muertos, como a los que tenían pocas posibilidades de seguir con vida.
También le costó trabajo decidir el momento que quería representar en el cuadro. Tuvo varias ideas, como la lucha entre los supervivientes o los actos de canibalismo.
Finalmente, se decidió por retratar en la obra el momento en que los náufragos ven un barco en el horizonte y le hacen señas con sus escasas ropas para intentar que les vea y les rescate.
Los supervivientes le habían comentado que eso ocurrió la primera vez que vieron de lejos al Argus, pero éste no les vio y pasó de largo. Tornándose la alegría inicial en desesperación.
La nave reapareció ese mismo día, por la tarde, y entonces ya fueron rescatados los supervivientes de la balsa.
El cuadro fue realizado entre noviembre de 1818 y julio de 1819, aunque el proceso total de la obra duró 18 meses. El pintor se encerró en su estudio y apenas salió en todo ese tiempo. Ni siquiera a comer, porque la comida se la traía un ayudante.
La composición del cuadro no se parece para nada a las obras neoclásicas. El pintor intentó retratar el momento con el mayor dramatismo posible. Intentando dar sensación de movimiento a cada una de las figuras.
Los especialistas dicen  que los escorzos, que hacen retorcerse a los cuerpos, tienen influencia de Miguel Ángel. Mientras que el color del cuadro recuerda a las obras de Caravaggio.
Parece ser que el autor se recrea en el momento dramático, que está ocurriendo en la balsa, y no ha prestado demasiada atención al estudio de los colores del mar y del horizonte, como solía hacerse en su época.
Incluso, llegó a entrevistarse con dos supervivientes del naufragio, un cirujano y un ingeniero, los cuales le contaron sus experiencias psicológicas a bordo de la balsa.
Por lo que se refiere a la gente que decidió quedarse en la nave, de las 17 personas, que, inicialmente, permanecieron en la nave, sólo 3 fueron rescatadas con vida, 52 días después del naufragio, aunque ya se habian vuelto locos.
Theodore Gericault había nacido en Rouen en 1791, en el seno de una familia acomodada. Por tanto, lo suyo era una especie de afición, sin estar presionado por ganarse el sustento diario.
Hasta entonces, sólo había pintado cuadros de tipo militar o ecuestre y había expuesto dos veces en el Salón oficial de pintura. Sus obras más conocidas de esa época son el “Oficial de cazadores a la carga” y el “Coracero herido”.
Esa obsesión que le llevó a hacer miles de preparativos para realizar esta obra le llevó a enfermar.
Curiosamente, el cuadro fue aceptado en el Salón de 1819, pero con el anodino título de “Escena de naufragio”. Nadie se lo tragó, porque, ya por entonces, todo el mundo sabía de qué se trataba.
El cuadro creó un gran conflicto a nivel político, porque los monárquicos se lo tomaron como una especie de insulto al nuevo régimen. Es posible que eso le costara no recibir ningún tipo de encargos oficiales.
Supongo que este pintor le resultaría molesto a las clases dirigentes, por su empeño en retratar las cosas plenamente actuales y  que ellos entendían como desagradables.
Un crítico pronunció esta frase: “Es nuestra sociedad la que se embarca en la balsa de la Medusa”.
La obra no fue bien entendida y produjo más bien rechazo entre el público parisino. Así que el pintor se la llevó a Londres. Allí permaneció un tiempo expuesta en el Egyptian Hall, en Picadilly Circus, donde miles de personas se acercaron a contemplarla. Por el contrario, su obra fue muy elogiada en el Reino Unido.
Un millonario británico ofreció una buena cantidad por la obra. También unos monárquicos franceses ofrecieron otra buena suma. Luego se supo que estos últimos tenían la intención de destruirla.
Increíblemente, fue el rey de Francia, Luis XVIII, el que la compró y la donó al Museo del Louvre, donde sigue expuesta hoy en día.
También, el pintor, se interesó por el tema de la locura. Con la colaboración de su amigo el Dr. Etienne Jean Georget, uno de los pioneros de la Psiquiatría, retrató prodigiosamente a muchos enfermos mentales.
Murió a los 33 años. Según parece, a causa de una tuberculosis, agravada por una caída de un caballo.
Está enterrado en el famoso cementerio de Père Lachaise, en París. Bajo una figura suya, realizada en bronce, se puede ver en un panel en bajorrelieve una imagen de su famoso cuadro “La balsa de la Medusa”.

2 comentarios:

  1. Agradezco este excelente post. Ese suceso histórico me sigue pareciendo interesante desde que investigué sobre las pinturas más perturbadoras, entre ellos Goya, Ilía Repin con "Iván El Terrible" y por supuesto, Theodore Gericault con "La Balsa de la Medusa". Lo mejor es leer varias fuentes, leer sobre quien fue el pintor Gericault, sobre Louis XVIII que le otorgó la capitanía al Visconde Hugues Duroy de Chaumareys, sobre los sobrevivientes: Alexandre Correar que además de cartógrafo, era ingeniero de la antiquísima ENSAM (École Nationale Supérieure D'Arts Et Metiers o Escuela Nacional Superior de Artes & Oficios, fundada en 1780, también la investigué); y el cirujano Jean-Baptiste Savigny!!!

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    1. Me alegro que le haya gustado este artículo. Le invito a leer los demás del blog. Seguro que encontrará algunos que le gusten.
      Siento no haberle contestado antes, pero ha habido un problema y el sistema lleva meses sin avisarme de los nuevos comentarios.
      Muchas gracias por su comentario y saludos.

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