Confieso que, hasta que en los años 70, leí una
curiosa noticia, jamás había oído hablar de esta persona, quizás porque
alguien no le quiso dar demasiada notoriedad.
Lo cierto es que la noticia
trataba de una subasta, fuera de nuestras fronteras, donde, entre otros, se
ponía a la venta un cuadro del inmortal
Velázquez. En este caso, el retratado era una persona llamada Juan de Pareja,
el cual parece mostrarnos una pose más propia de un hidalgo. Algo muy común en
los retratos de Velázquez, que gustaba disfrazar a los bufones con ropas de
nobles.
Igual se reía así de los nobles, que no lo querían ver ni en pintura, al estar muy protegido por el rey Felipe IV.
Precisamente, Juan de Pareja,
aparece en el retrato con una camisa, adornada por un cuello llamado valona con
encaje de Flandes, prohibida en España en esa época, por considerarla demasiado
ostentosa.
Realmente, para la prensa, la
noticia estaba en que esta obra había batido todos los records de pujas por una
pintura antigua. Se vendió por 2,31 millones de libras de la época, que entonces eran muchos más que los
No recuerdo exactamente quién fue
el comprador, pero sí es cierto que la obra se halla ahora expuesta en el Museo
Metropolitano de Arte de Nueva York.
Debe ser que Velázquez sea un
pintor muy cotizado en las subastas, pues, ya en 2007, otro
retrato suyo,
llamado “Santa Rufina” se vendió en la sala Sotheby’s de Londres por la
respetable cifra de 12,47 millones de euros.
Menos mal que esta vez se unieron
el Ayuntamiento de Sevilla y la Fundación Focus Abengoa y pudieron pagar ese importe
para traerlo a España. Hay que dejar claro que el
Ministerio de Cultura, al frente del cual se hallaba, por entonces, la Sra. Calvo Poyato, aunque
se le invitó, no quiso unirse a ese grupo.
No hay que olvidar que esa misma
obra ya batió otro récord en 1999, cuando fue vendida en una subasta en Nueva
York por 8,9 millones de dólares.
Volviendo a nuestro personaje, la
cruda realidad es que Juan de Pareja fue un esclavo, cuyo propietario era nada
menos que el famoso pintor Velázquez. No se sabe si lo adquirió mediante compra
o a través de una herencia.
Se cree que nació alrededor de
1610 en la localidad de Antequera (Málaga) y era de origen morisco. O sea, descendiente
de los últimos moros que se quedaron en España, tras el final de la
Reconquista.
Es curioso que siguiera en
España en esa época, siendo morisco, pues Felipe III había ordenado la expulsión de todos
ellos y esa orden se llevó a cabo entre los años 1609 y 1613.
Según el historiador Antonio
Palomino, Velázquez, tenía a Pareja como a una especie de ayudante, para
preparar los lienzos y moler los colores, pero nunca le dio ninguna formación pictórica.
Parece ser que eso era común y otros pintores también tenían esclavos para
estos mismos menesteres.
Concretamente, se sabe que el
suegro de Velázquez, Francisco Pacheco, tenía como esclavo a un turco, el cual realizaba el mismo trabajo.
En Sevilla y en toda España, por entonces, era
muy corriente tener esclavos. Los había moriscos, quizás procedentes de los que
fueron derrotados en la rebelión de las Alpujarras granadinas.
También los había moros, turcos, todos
ellos prisioneros de guerra, y hasta procedentes de las Islas Canarias.
Incluso, negros que traían los portugueses de sus colonias de África.
Sin embargo, nuestro personaje
debería de ser un tipo muy despierto, pues aprendió muy pronto del maestro y
pintaba a escondidas de éste.
Hay una célebre anécdota sobre este
particular. Como el esclavo sabía que, cuando el rey visitaba el estudio del
pintor, acostumbraba a pedirle que le enseñara los cuadros que tenía contra la
pared, se le ocurrió una estratagema.
Así, puso uno de sus cuadros
contra la pared, junto a los que tenía allí Velázquez. Cuando el monarca pidió
que se los enseñaran, él se lanzó de rodillas ante el rey y le dijo que le
amparase ante su amo, pues no le había pedido permiso para aprender su arte y
había hecho él mismo esa pintura.
Felipe IV, que era un gran
aficionado al arte, al ver su obra, se dio cuenta enseguida de la valía del
muchacho y ordenó a Velázquez que lo liberara, pues “quien tiene esta
habilidad, no puede ser esclavo”.
Lamentablemente, no se tienen
muchos datos sobre él, pero, según parece, no se desvinculó del todo de
Velázquez, pues se puede ver su firma como testigo en algunos de los pleitos en
los que estuvo metido el insigne pintor sevillano.
Se le puede ver, más tarde,
claramente vinculado al pintor Juan Bautista Martínez del Mazo, discípulo y yerno
de Velázquez.
En 1649 acompañó a Velázquez, en
su segundo viaje a Italia. Se supone que allí fue donde realizó el pintor sevillano su célebre retrato,
que fue expuesto al año siguiente en el pórtico del Panteón de Roma, con motivo
de la fiesta de una congregación de artistas.
Algunos afirman que Velázquez no
le dio gran importancia a esa obra e, incluso, había confesado que pintó este cuadro para
coger un poco de forma con el pincel, ya que llevaba varios meses sin pintar, a
fin de prepararse para realizar más tarde
el célebre retrato de Inocencio X.
Se sabe que el cuadro se quedó en Italia
hasta el siglo XVIII, cuando lo compró sir William Hamilton y se lo llevó al
Reino Unido.
En este segundo viaje por Italia,
Velázquez, ya no fue a aprender, sino que llevaba el encargo del rey de
adquirir obras de arte para él y contratar buenos especialistas en el
complicado arte del fresco, para decorar los palacios reales.
Hay que recordar que Velázquez
siempre tuvo una estrecha relación con Felipe IV y se puede decir que fue uno
de sus hombres de confianza.
También es verdad que muchos
nuevos autores se dieron a conocer al rey a través de Velázquez.
Otra cosa digna de destacar de
Velázquez, en ello se pareció a Mozart, es que siempre luchó para que los
artistas fueran considerados profesionales de una actividad intelectual y no
simples artesanos, los cuales quedaban situados en un escalón más bajo de la
escala social.
A finales de 1650, aún en Italia,
Velázquez, le dio la carta de libertad, que sería realmente efectiva en los siguientes
4 años, siempre que no cometiera ningún delito en ese intervalo de tiempo.
En su obra se pueden ver claras
influencias de su “maestro” Velázquez, pero también de otros pintores de la
época. Es muy posible que ese viaje a Italia le sirviera para
conocer las obras
de otros grandes maestros.
En algunas de sus obras, como el
retrato del arquitecto José Ratés Dalmau, expuesto en el Museo de Bellas Artes
de Valencia, se ve muy clara la influencia de Velázquez, y algunos críticos han
llegado a dudar de su autoría por su gran parecido estilístico.
Realmente, imitó de tal manera la
técnica de Velázquez que muchos expertos no saben quién pintó algunas de las
obras de Pareja.
En sus obras de tema religioso se
apartó de la forma de pintar de Velázquez y optó por otra, absolutamente diferente, más parecida a la Francisco Rizi o Juan
Carreño. Es posible que, para ello, fuera influido por la Escuela Madrileña,
ciudad a la que se trasladó en 1630.
De hecho, en esta obra aparece un
autorretrato suyo, a la izquierda de la imagen, con una nota, donde se indica
el autor y el año en que se realizó esta obra, concretamente, 1661. Para esa
época, ya había fallecido Velázquez.
Esta obra fue inventariada, en
1746, en el palacio de la Granja, procedente de la excelente colección de Isabel de Farnesio.
En el cuadro “El bautismo de
Cristo”, propiedad del Museo del Prado, pero depositado en el Museo de Bellas
Artes de Huesca, se puede ver cierta influencia del veneciano Tintoretto, por
su dominio del color.
También se puede apreciar, en parte,
una típica composición barroca, pues se pueden ver representadas unas figuras
en unas posiciones muy forzadas. También, dejando la escena principal en un
lateral y haciendo que surja la luz del interior del cuadro, donde se puede ver
a Dios, hacia fuera, dejando el otro lateral en un claroscuro.
Lo curioso del asunto es que el
pintor ha utilizado una técnica más propia del Arte Medieval, que consistía en
que el personaje retratado apareciera varias veces en el cuadro en momentos
diferentes. Algo ya muy pasado de moda en el siglo XVII.
En esta ocasión, San Juan
Bautista, aparece bautizando a Jesús y en el extremo inferior derecho,
bautizando también a otros fieles.
Aparte de estos cuadros, también
se pueden reseñar el retratro de un padre provincial, en el Museo del
Hermitage, la presentación del niño Dios, las imágenes para la capilla de Sata
Rita en el convento de lso Recoletos de Madrid, etc.
Lamentablemente, no poseemos más datos sobre Juan de Pareja y sólo resta decir que murió en Madrid en 1670.
La verdad es que parece tener la piel un poco oscura y, según parece, cuando se pintaba a sí mismo, procuraba no aparecer en sus cuadros con un color tan oscuro.
ResponderEliminarNo obstante, es posible lo que me dices, sin embargo, todas las fuentes que he consultado hablan de él como descendiente de una familia de moros.
También es verdad que en aquella época, estaba muy en boga poseer esclavos de lo que se llamaba Berbería, o sea, lo que son actualmente Túnez y Argel.
Del mismo modo, cuando los piratas berberiscos capturaban una nave cristiana, solían esclavizar a sus ocupantes, como ocurrió en el caso de Cervantes.
Muchas gracias por tu comentario y saludos.