domingo, 28 de diciembre de 2014

HELENA WEISSLER O CÓMO LA UNIÓN HACE LA FUERZA CONTRA LOS NAZIS

Comúnmente se ha dicho que las mujeres siempre consiguen todo lo que desean. Yo no diría tanto, pero sí que suelen tener las ideas más claras que los varones y que también tienen más constancia  para lograr sus objetivos.
Siguiendo con las historias optimistas, que me parecen más propias de Navidad que esas películas de violencia que suelen poner ahora en la TV, esta vez voy a hablar de un grupo de mujeres, capitaneadas por Helena Weissler, que llegó a conseguir lo que no había logrado ningún hombre.
Estamos en plena II GM, concretamente, el 27/02/1943. Aunque parezca mentira, todavía quedaban algunos judíos nada menos que en la capital del III Reich, Berlín. Ese día, el ministro de Propaganda, Goebbels (un tipo bajito, moreno y cojo y, sin embargo, muy ligón), decidió que no quería ver a ningún judío más por allí.
Realmente, la razón de que aún hubiera judíos en Berlín era porque la mayoría de ellos estaban casados con no judíos y no podrían perseguirles sin saltarse las Leyes de Nuremberg, dictadas por los mismos nazis en 1935. Casi todos ellos trabajaban en industrias de guerra y eran muy apreciados por sus jefes.

Así que, al más puro estilo de las SS, se destinaron unos cuantos miembros de esa Entidad al trabajo de arrestar a esos judíos.
No sé si Hitler estaría al tanto de ello, pues esos SS pertenecían en su totalidad a la unidad que se dedicaba a protegerlo.
Para hacer esos arrestos se recurrió a unos camiones cubiertos con lonas y a la colaboración de la Gestapo y de la Policía Municipal, para localizarlos bien en sus domicilios o en sus centros de trabajo.
Con esa eficacia que caracteriza a los alemanes, llegaron a arrestar a unas 5.000 personas, entre las cuales había unos 1.700 esposos judíos de alemanas.
Poco a poco se fue corriendo el rumor por la ciudad. Nuestra protagonista, al ver que su marido, Sebastián, no volvía a  mediodía, como siempre,  del trabajo, fue al sitio donde decían que los estaban encerrando. Se trataba de un edificio ubicado en los números 2 y 4 de la Rosenstrasse, en Berlín.
Realmente, se trataba de un edificio que había pertenecido anteriormente a una organización de asistencia a la comunidad judía y que, obviamente, había sido confiscado por el Estado.
Cuando llegó, ya había otras 200 mujeres frente al edificio, sin explicarse qué había ocurrido ese día.
Pronto, resolvieron acudir todas juntas a otro edificio, en una calle cercana, destinado al Servicio de los Asuntos Judíos de la Gestapo, para seguir con su protesta.
No las amedrentó ni la presencia de los fornidos miembros de las SS, ni el bombardeo que estaba sufriendo la ciudad en ese momento, por parte de la RAF británica.
Tampoco el frío glacial que suele hacer en febrero en la capital alemana. Ellas estaban dispuestas a seguir allí indefinidamente.
Tras gritarle en varias ocasiones “Devuélvannos a nuestros maridos”, incluso, se atrevieron a forcejear e insultar a los miembros de las SS y de la Gestapo, que acudieron para reforzarles.
Goebbels tenía la idea de prender a todos esos judíos y embarcarles enseguida en trenes con destino a los campos de concentración, que tenían los alemanes en el este, pero no contaba con la resistencia de estas mujeres.
Como las mujeres siguieron acudiendo todos los días a esa sede de la Gestapo, en días posteriores, los SS,  intentaron desbloquear la calle a base de utilizar la violencia contra ellas.
Primero, lo intentaron sacándolas por la fuerza de allí, pero no consiguieron nada. Luego, llevaron nada menos que un todoterreno, equipado con ametralladoras, con las cuales dispararon contra las mujeres. Ni aun así consiguieron que se fueran de allí.
Como el Gobierno vio que esta situación se les estaba yendo de las manos y necesitaban que la población les apoyara y no ocurriera lo mismo que al final de la I GM, no tuvieron más remedio que dar  marcha atrás.
El mismo Goebbels dio orden de poner en libertad a todos los que habían sido capturados en esa redada, alegando que había sido “un error burocrático”.
Es más, exigió que los que habían sido ya deportados a los campos de exterminio, fueran devueltos inmediatamente  a sus domicilios.
Parece ser que, por entonces, se había dado la derrota alemana en Stalingrado y, como dije antes,  el Gobierno necesitaba tener a la opinión pública de su parte, para que no decayera la moral en la retaguardia.
Algunos autores dicen que con esta actitud se demostró que el nazismo podría haber sido vencido, si los alemanes hubieran intentado tomar una actitud más activa contra ese régimen.
En un principio, sólo se trataba de unas pocas mujeres que demostraron su valentía haciendo frente al poder nazi, pero, unos días después, llegaron a reunirse allí más de 6.000 personas y eso no debió de gustar nada al Gobierno.
Sobre estos acontecimientos, la conocida directora alemana, Margarethe von Trotta, rodó una película llamada “Rosenstrasse”, la cual fue estrenada en 2003.
En el antiguo Berlín oriental fueron erigidas unas estatuas en un parque, con las que se conmemoraba este hecho. En el pie de ellas había una leyenda que decía: “La fuerza de la desobediencia civil, el vigor del amor supera la violencia de la dictadura, devolvimos a nuestros hombres, las mujeres están de pie aquí, frene a la muerte, los hombres judíos fueron liberados”.

La autora de estas esculturas, la artista alemana Ingeborg Hunzinger, también sufrió en sus carnes la persecución nazi, por ser judía y haberse casado con un alemán no judío.
En fin, como ya dije al principio, lo que no puedan las mujeres, no lo puede nadie. Por supuesto, no se trata de una inocentada, aunque la haya publicado en el Día de los Santos Inocentes.
Por si no vuelvo a publicar nada más antes de final de año, aprovecho la ocasión para desear a todos mis lectores:

¡¡UN MUY FELIZ AÑO 2015!!

domingo, 21 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD, UNA ÉPOCA DE ESPERANZA

Para muchos, la Navidad es una época de esperanza. Es un momento donde todos recuerdan su vida, pero, sobre todo, buscan que el año próximo sea mucho mejor que el anterior.
No hay más que ver la cantidad de buenos deseos que se piden cuando va a cambiar el año. Luego, lo más normal es que no se cumpla casi ninguno, por falta de voluntad, claro. Ya sabemos que los más típicos son aprender inglés de una vez o dejar de fumar o cosas por el estilo.
Como este es un blog dedicado a, la Historia, esta vez voy a hablar sobre el intento de los nazis de apropiarse del espíritu navideño, cosa que, como se ha demostrado, nunca consiguieron, ni aún en los años en que pretendieron dominar el mundo.

Como a ellos, todo lo que oliera a judío les echaba para atrás, pues lo primero que hicieron fue eliminar de la fiesta la figura de Jesús, algo que ni siquiera habían intentado anteriormente los protestantes.
Tampoco se quedaron atrás en el tema de las tradiciones y se dedicaron a componer nuevos villancicos, para sustituir a los tradicionales, elogiando en ellos a su ideología, por supuesto. Para eso, tenían buenos maestros en sus filas y, además, contrataron a unos cuantos filósofos para que les crearan una potente base ideológica al nazismo.
Sustituyeron los adornos tradicionales del árbol de Navidad por otros donde abundaban las esvásticas y, por supuesto, en el papel que envolvían los regalos no se olvidaron de imprimir cruces gamadas por todas partes.
En busca de la divinización de su líder, se inventaron oraciones para agradecer a Hitler los favores recibidos, desde que éste llegó al poder. Se le consideraba una especie de salvador de su pueblo.
Hasta se afirmaba, en una guía para dirigentes del partido, descubierta reciente en Dresde, que los Reyes Magos eran, nada más y nada menos, que unos obreros alemanes que acudían a visitar a Hitler.
Los de la SS tampoco se quedaron atrás en su paranoia y suplantaron las ceremonias habituales, como bodas y bautizos,  por otras con claro contenido pagano. Ya lo decía Himmler: “el que aún crea que el nazismo es sólo un partido político es que no se ha enterado de nada”.
También crearon una serie de festividades paganas y políticas, para sustituir el tradicional calendario cristiano. Más o menos, lo mismo que pretendieron hacer los revolucionarios franceses en el XVIII.
Según un manual nazi: “El profundo misterio de la Navidad alemana, sólo puede ser entendido por aquellos que sienten su originalidad y su autenticidad”.
Así, la Navidad alemana se pasó a llamar “Fiesta del solsticio de invierno”, donde los jerarcas nazis celebraban banquetes alumbrados con fogatas, al estilo de los antiguos germanos.
Los jerarcas del partido nazi también reclutaron a un grupo de compositores y letristas que se dedicaron a modificar radicalmente los villancicos alemanes tradicionales. En las letras de los nuevos no se mencionaba para nada a la Virgen o al Niño Jesús y sí los paseos por el campo y la nieve.
Se inventaron el llamado “candelabro de Yule”, el cual estaba fabricado en arcilla y tenía grabados en su superficie ciertos símbolos germánicos. Además, se gastaron muy poco en hacerlos, pues los producían los presos de ciertos campos de concentración.
La tradicional corona de adviento, que suele representar los 4 domingos de adviento, pasó a simbolizar las 4 estaciones. En lugar de construir la corona con ramas de abeto, se pasó a hacerla con otra con forma de cruz  gamada.
Lo del árbol de Navidad les costó más esfuerzo, así que, como no pudieron eliminarlo, se decidieron por modificar su significado.
La verdad es que lo del árbol de Navidad es un adorno que ha cobrado mucha fuerza. Mucha gente piensa al día de hoy que es un adorno anglosajón y eso no es cierto. La verdad es que se impuso en el Reino Unido, tras la llegada del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, el cual era alemán.
Por tanto, como estaba tan arraigado entre la población, se decidieron por dejar el árbol, pero le cambiaron los adornos al mismo. Las estrellas, bolas y ángeles se cambiaron por bolas con cruces gamadas, ruedas con un sol muy parecido a la esvástica.
 Es curioso, porque, a pesar de no querer tener nada que ver con Oriente, la esvástica siempre ha sido un símbolo oriental y los arios o indoeuropeos procedían de Oriente.
El tema de los puntas de la estrella que culmina el árbol fue más problemático. Si ponían una de 6 puntas, recordaría a los judíos y a más de uno, le saldrían sarpullidos al verla. Mientras que si era de 5, recordaría a los comunistas de la URSS, que no sé qué sería peor.
Hasta se metieron con las galletas de Navidad y quisieron convencer a las madres alemanas para que las hornearan con forma de esvástica.
Incluso,  se atrevieron con la figura de San Nicolás. No sé si porque era cristiano o porque había nacido en lo que hoy es Turquía, pero intentaron cambiarlo por uno de esos dioses de la mitología nórdica.
Bueno, más o menos, esto también lo intentaron los comunistas, en los países donde se hicieron con el poder, pero a la vista está que fracasaron estrepitosamente.
Supongo que el querer controlar las tradiciones religiosas de un pueblo entraría dentro del intento del Gobierno nazi de controlar a su población por todas las formas posibles.
De todas maneras, hay autores que afirman que, tras la guerra, el próximo objetivo de Hitler era eliminar la Iglesia católica de todos sus dominios.
En este artículo, me gustaría dirigirme a todos aquellos que hayan perdido la esperanza. Toda esa gente que se ha quedado sin trabajo, por culpa de la crisis o de los políticos que no han sabido o no han querido lidiarla. Para ellos, va este mensaje de esperanza.
 Si los nazis no fueron capaces de imponer estas nuevas tradiciones, ni en su propio país, nadie podrá triunfar sobre las esperanzas de los hombres y fracasarán, como fracasaron ellos.
Me permito tomar parte del discurso de Charles Chaplin, al final de la película “El gran dictador”, rodada en plena II GM.
“En este momento mi voz llega a miles de seres esparcidos por el mundo. A aquellos que puedan comprenderle les digo: no desesperéis, la desgracia que ha caído sobre nosotros no es más que el resultado de un apetito feroz, de la amargura de unos hombres que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y los dictadores perecerán, y el poder que han usurpado al pueblo volverá al pueblo. ¡Y mientras existan hombres que sepan morir, la libertad no podrá perecer! Soldados, no os entreguéis a esos brutos…hombres que os desprecian y os tratan como esclavos, hombres que regimientan vuestras vidas, imponen vuestros actos, vuestros pensamientos y vuestros sentimientos; que os amaestran, os hacen ayunar, os tratan como ganado y ¡os utilizan como carne de cañón!.No os pongáis en manos de esos hombres contra natura, de esos hombres-máquina con corazones de máquina. ¡Vosotros no sois máquinas!¡Vosotros no sois ganado!¡Vosotros sois hombres!¡Vosotros lleváis el amor de la humanidad en vuestros corazones! No odiéis. Sólo los que no son amados odian. Los que no son amados y los anormales….Soldados, ¡no combatáis por la esclavitud! Combatid por la libertad. En el capítulo 17 del evangelio según San Lucas está escrito: “El reino de Dios está en el hombre mismo”. No en un solo hombre, ni en un grupo de hombres, ¡en todos los hombres! Y ¡vosotros! Vosotros, el pueblo tenéis el poder para crear máquinas. El poder para crear la felicidad.

Vosotros el pueblo tenéis el poder para crear esa vida libre y espléndida…para hacer de esa vida una radiante aventura. Entonces, en nombre de la democracia, utilicemos ese poder…¡unámonos todos! Luchemos por un nuevo mundo, un mundo limpio que ofrezca a todos la posibilidad de trabajar, que de a la juventud un porvenir y resguarde a los ancianos de la necesidad, prometiendo estas cosas gente ambiciosa se ha hecho con el poder, pero ¡han mentido! No han mantenido sus promesas, ¡ni las mantendrán jamás! Los dictadores se han liberado pero han domesticado al pueblo. Combatamos ahora para que se cumpla esa promesa. Combatamos por un mundo equilibrado…un mundo de ciencia en el que el Progreso lleve a todos a la felicidad. ¡Soldados! en nombre de la democracia, ¡unámonos!”
(Charlie Chaplin, El Gran Dictador, 1940)
Este es mi mensaje de esperanza para todos aquellos que viven agobiados, bien sea por motivos económicos o políticos e, incluso, para los que sufren persecuciones religiosas, y recordarles que siempre, tras la tempestad viene la calma y que ya llegarán tiempos mejores, como siempre ha ocurrido. La cuestión es no perder la esperanza.
Deseo a todos que paséis una

 ¡¡MUY FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO 2015!!


sábado, 20 de diciembre de 2014

EL CASI DESCONOCIDO PADRE DE ALEJANDRO DUMAS

Conforme se van acercando las fiestas navideñas, es normal que, a la vista de los regalos, que se suelen hacer por estas fechas, ellos nos lleven a evocar otras Navidades, que vivimos en nuestra infancia o, incluso, en nuestra juventud.
Seguramente, que a más de uno le habrán regalado libros y, sobre todo, de esos llamados de aventuras, donde casi parece que estamos viviéndolas al mismo tiempo que los protagonistas de la obra.
Todo esto, viene a cuento por aquellas novelas que, seguramente, leímos de niños, firmadas por los dos Alejandro Dumas, el padre y el hijo.
Como habréis visto, he puesto “firmadas”, porque se ha demostrado que, algunas de ellas, no salieron de su pluma, sino de otros escritores más o menos anónimos, contratados al efecto, aunque las ideas las ponían ellos.
Creo recordar que se cuenta una anécdota donde el hijo le preguntó una vez al padre si había leído su última novela y el padre le respondió “yo sí ¿y tú?”.
Bueno, vamos a dejar este largo preámbulo para meternos dentro de este nuevo artículo. Esta vez lo he dedicado al padre del primer Alejandro Dumas y nieto del segundo, cuya vida es mucho más aventurera que la de estos autores.
Antes de que se me olvide, me gustaría mencionar que Alejandro Dumas y Víctor Hugo tuvieron en común que sus respectivos padres fueron generales del ejército de Napoleón.
Thomas-Alexandre Davy de la Pailleterie nació en 1762, en la colonia francesa de Haití. Su padre, llamado Antoine-Alexandre,  fue un noble francés, que había sido militar, alcanzando el grado de coronel, pero que dejó las armas para montar una plantación en ese territorio, aunque nunca le fue muy bien.
Parece ser que la decisión de retirarse del ejército y marchar a Haití vino porque su hermano pequeño, Charles, había sido destinado unos años antes a esa isla y también dejó las armas para montar otra plantación, debido a los grandes ingresos generados por el azúcar.
Parece ser que Antoine trabajó primero con su hermano en la plantación de Charles, pero, tras unos años, tuvieron una violenta discusión, que dio lugar a que Antoine montara su propia plantación y se fuera a ella. Este acontecimiento degeneró en una anima
dversión entre ambos hermanos, la cual duró varios decenios.
No se sabe por qué. Lo cierto es que Antoine compró a un precio, considerado, por entonces, demasiado elevado, a una esclava negra llamada Marie Cessette y luego la convirtió en su concubina. De esa relación nacieron nuestro personaje de hoy y tres hermanas más.
Antoine se hizo llamar en Haití como Antoine de l’Isle y se dedicó a plantar café y cacao, que daban más rendimiento aún que el azúcar.
En 1758, al morir, en  Normandía, los padres de Antoine, su hermano Charles intentó volver a Francia para reclamar su herencia y el castillo de la familia. Como sus ingresos se habían reducido mucho a causa del boicot británico a las mercancías francesas, durante la Guerra de los Siete Años, no se le ocurrió otra cosa que dedicarse al contrabando hacia la isla neutral de Montecristo, sita en el actual territorio de la República Dominicana. ¿No os suena ese nombre de algo?
Luis, el otro hermano, también se vio involucrado en negocios sucios, pues se descubrió que había estado vendiendo armas de mala calidad al ejército francés y fue encerrado durante un tiempo. Estos dos hermanos murieron en 1773.
Por otra parte, Marie-Cessete Dumas, tras haber sido comprada por Antoine, vivieron juntos en su plantación, llamada Guinaudée. Dumas, dicen algunos que no era propiamente su apellido, sino que significaba “du mas”, o sea, de la casa. Parece ser que procedía de lo que hoy es Gabón, en África.
Tampoco se sabe gran cosa acerca de su vida. Unos dicen que murió cuando él tenía sólo 12 años y otros que aún seguía con vida en 1801.
Volviendo ya a nuestro personaje, sabemos que, legalmente, se podía considerar como esclavo, pues era hijo de una esclava.
No está muy claro, pero dicen que, como su padre no tenía dinero para volver a  Francia a fin de tomar posesión de su herencia, vendió al chico como esclavo a un oficial francés. Yo creo más bien que lo que hizo fue pedir un préstamo y dejar al chico como garantía.
A los pocos meses, el padre pagó la deuda y un oficial francés llevó al chico a Francia. Así que se fue a vivir a la casa nobiliaria de su familia en Normandía.
Luego vendieron esa propiedad y se fueron a vivir a París, donde pudo estudiar como un caballero de su época y tomó clases de esgrima con los mejores maestros. Llevando un elevado nivel de vida.
En 1786 su padre se casó con una criada de la finca que habían tenido en Normandía. Parece ser que esto no le gustó al hijo y, como el padre le redujo su asignación, él decidió alistarse en el Ejército.
Tuvo que entrar como soldado raso, a pesar de su condición nobiliaria, pues las leyes francesas no permitían demostrar esa condición a los no blancos. Como esto tampoco le gustó a su padre, pues no quería que un apellido noble figurara en la nómina de los soldados, el chico se decidió por llamarse Alexandre o Alex Dumas.
En sus primeros años estuvo destinado en un regimiento de Dragones de caballería en la región de Picardía.
Al comenzar la Revolución Francesa, su unidad fue enviada a la población de Villers-Cotterêts, donde tuvieron que ejercer como si fuera la policía militar a causa de los disturbios que se vivieron en esa zona, provocados por lo que se llamó “el gran miedo”.
Allí se casó con Marie-Louise Labouret. Compraron una finca y tuvieron 3 hijos, que vivieron en el pueblo durante las campañas militares de su padre. Uno de ellos fue el famoso autor Alejandro Dumas “padre”.
En 1792 tuvo su bautismo de fuego junto a la frontera belga, donde demostró su valentía venciendo con un grupo reducido de compañeros a una unidad enemiga y tomando prisioneros.
En aquel momento se necesitaban muchas tropas, porque los aliados estaban invadiendo Francia por todas sus fronteras. También se necesitaban muchos oficiales, pues la guillotina había eliminado a muchos de ellos.
Así que, como se creó la llamada “Legión Americana” o “Legión Negra”, la cual estaba al mando del llamado Chevalier de Saint Georges, que era otro hombre de color como él y que además había sido su profesor de esgrima, pues le invitaron a ser el segundo de esa unidad con el rango de teniente coronel. Creo que he olvidado mencionar que todos los soldados de esa unidad eran negros libres igual que ellos.
En 1793 esta unidad combatió el intento de golpe de Estado del general Dumouriez. Ese mismo año, acusaron a Saint Georges de malversación de caudales públicos y disolvieron su unidad.
No obstante, a Dumas le respetaron, enviándole al ejército del norte como general de brigada y a final de ese año, como general de división, pasó a ser el comandante en jefe del ejército de los Pirineos occidentales. Fue el primer hombre de color que llegó al rango de general en un ejército europeo.
Un poco más tarde, le transfirieron al mando del ejército de los Alpes, donde en 1794 obtuvo una resonante victoria sobre piamonteses y austriacos a base de escalar con sus tropas unos picos bastante complicados.
A mediados de 1794 fue llamado a declarar ante el famoso Comité de Salud Pública, que dirigía Robespierre. Tuvo mucha suerte, pues fue retrasando todo lo que pudo su comparecencia y no tuvo que ir, ya que en julio cayó Robespierre y fue ejecutado.
En 1794 fue destinado al mando del ejército del oeste a fin de pacificar la zona tras la guerra civil de la Vendée, donde hubo tantos muertos y tantas represalias. Fue muy admirado, pues no consintió abusos por parte de sus tropas contra la población civil.
En 1795 estuvo en el ejército del Rhin, bajo el mando del famoso general Kléber y allí fue herido. Es posible que se llevara bien con Kléber, porque éste tampoco era partidario de tomar represalias contra los civiles, a pesar de las órdenes llegadas desde París. Esto le costó el puesto en el ejército de la Vendée.
En 1796 fue destinado al ejército de Italia, bajo las órdenes de Napoleón y allí comenzaron sus problemas con el futuro emperador, porque Dumas no era partidario de confiscarle sus propiedades a la gente.
Tuvo un gran papel en esa campaña, sobre todo en el asedio a Mantua, sin embargo, fue ninguneado en el informe escrito por el general Berthier, por lo que se quejó a Napoleón, aunque tampoco le hizo mucho caso. A lo mejor, Berthier, había escrito ese informe por encargo de Napoleón, ya que siempre fueron uña y carne.
En los años siguientes, combatió a las órdenes de los generales Masena y, posteriormente, Joubert. Desde entonces los austriacos empezaron a llamarlo el “Diablo negro”.
En una ocasión, se quedó en un puente prácticamente solo y, no obstante, consiguió rechazar a todo un escuadrón de caballería austriaco. Fue muy conocido por esta hazaña, con la que le equipararon a un héroe de la antigua Roma.
No obstante, Napoleón se lo quitó de en medio, para que no le hiciera sombra, y lo mandó como gobernador militar a una provincia al norte de Venecia.
En 1798 le ordenaron presentarse urgentemente en el puerto de Tolón, para una misión sin especificar. La flota partió en mayo de ese año y, tras la conquista de la estratégica isla de Malta, conocieron que su objetivo sería conquistar Egipto.
Fue nombrado jefe de toda la caballería de ese ejército y participó en la conquista de Alejandría. Los nativos, al verle cabalgar y ver que iba a pagar el rescate de algunos de sus soldados, que habían caído prisioneros, pensaron que este hombre tan alto y tan elegante era el jefe de todo el ejército y no el pequeño Napoleón. Evidentemente, eso no le gustó nada a su jefe.
Parece ser que en una reunión con otros generales él comentó que sus soldados se quejaban continuamente de las condiciones adversas para combatir en ese territorio y que sería bueno convencer a Napoleón para retirarse, pues se estaban produciendo muchos suicidios entre las tropas.
En algún momento, Napoleón se enteró de esa charla y se enfrentó a Dumas, incluso se dice que le amenazó con dispararle. Así que Dumas pidió volver a Francia, lo que le fue aceptado. No obstante, no se pudo realizar a causa de la derrota naval francesa ante las fuerzas británicas y tuvo que quedarse allí.
En una ocasión tuvo que hacer frente a una revuelta anti francesa, teniendo que cargar con la caballería contra una mezquita. Napoleón encargó una pintura sobre ese hecho, pero en el lugar de Dumas puso a un jinete blanco.
En 1799 consiguió salir de Egipto, en un barco con muchos soldados heridos y algunos oficiales y científicos que regresaban a  Francia. Parece ser que proyectaba dedicarse en su finca a la cría de caballos, porque se llevó unos cuantos ejemplares de raza árabe.
Su barco naufragó, pero consiguieron llegar a Tarento. Sin embargo, no fueron muy bien recibidos, porque ese territorio estaba por entonces en guerra con Francia. Así que los encarcelaron a todos los supervivientes.
Allí estuvo recluido e incomunicado durante 2 años. Durante los que se quedó casi ciego y sordo a causa de los malos tratos.
Ya en 1801, con la derrota del ejército de Fernando IV de Nápoles a manos de los franceses, pudo salir en libertad.
Tras regresar a Francia, Napoleón no le quiso conceder la pensión que les daban a los generales. Ni siquiera le pagó el sueldo de los dos años que permaneció encerrado.
Murió en 1806 a causa de un cáncer de estómago, dejando en la pobreza a su viuda y a sus hijos. Napoleón no les quiso ayudar en ningún momento.
En 1913 se erigió una estatua dedicada a este general en una plaza de París, pero fue destruida por los alemanes en 1942.
 No obstante, en 2009, se erigió otro monumento a su memoria, pero no con su efigie, como el anterior.
A pesar de que Napoleón se cuidó mucho de que no apareciera su nombre en ninguna parte, se puede ver grabado en una de las paredes del Arco de Triunfo, en París.







martes, 16 de diciembre de 2014

MIGUEL SERVET, UN HOMBRE MOLESTO PARA AMBOS BANDOS

Esta vez traigo al blog un hombre clave del Renacimiento. No se puede decir que se dedicara a esto o a aquello, pues en esa época era costumbre aprender y enseñar de todo.
Evidentemente, eso se podía hacer cuando no se sabía tanto de cada materia y la gente no estaba tan especializada como ahora.
Como siempre, comenzaré por el principio. Nuestro personaje nació entre 1509 y 1511, probablemente en Villanueva de Sijena (Huesca), aunque algunos autores afirman que lo hizo en Tudela (Navarra). En la primera localidad se conserva aún la casa de su familia.
Su padre, Antón Serveto, fue lo que se llamaba en Aragón un infanzón, o sea, un hidalgo en Castilla, mientras que su madre procedía de una familia judeoconversa, aunque también era infanzona. Más o menos, lo habitual en esa época.
Como se consideraba que aquel chico tenía grandes dotes para el estudio y así llegar a ocupar un puesto de importancia en la Corte, no se quedó con la notaría familiar y se la cedió a un hermano menor, mientras que el tercero se hizo sacerdote.
Siempre se le dieron bien los idiomas, dominando el latín, el griego y el hebreo. Se formó posteriormente, en el castillo de Montearagón, donde conoció a fray Juan de Quintana, el cual había sido consejero de Fernando el católico y luego del emperador Carlos V. Miguel fue, durante unos años, el secretario de este importante personaje.
Esto le dio a Miguel la oportunidad de estudiar Derecho en Toulouse, donde llegó a conocer a algunos partidarios de la Reforma.
Luego, viajó con Quintana, formando parte de la corte imperial, a Italia y Alemania. Incluso, estuvo presente en la coronación del emperador, por parte del Papa,  en Bolonia.
Con esta ceremonia, en 1530, se convalidó la nueva amistad entre el Papa y el Imperio. No olvidemos que todavía estaba en la mente de todos el llamado “Sacco de Roma”, en 1528.
A partir de esta fecha, se independiza de su protector y viaja por algunas ciudades europeas con mayoría protestante.
En 1531 publicó “De Trinitatis erroribus”, la cual no dejó indiferentes a ninguno de los dos bandos, los cuales se apresuraron a condenarla.
En esa obra viene a cargarse de un plumazo el dogma de la Trinidad, alegando que el Hijo no es divino por sí mismo y que la Trinidad es algo que no existe. Evidentemente, los dos bandos le fueron “tomando la matrícula”.
Parece ser que en su segunda obra “Diálogos sobre la Trinidad y de la Justicia”, intentó corregir las meteduras de pata anteriores. El problema es que su protector ya había muerto y eso se notó mucho en el cambio de actitud de algunos.
Más o menos, viene diciendo que los dos bandos tienen sus razones y sus errores, lo que pasa es que suelen censurar al otro, sin ver los puntos en los que ellos se equivocan.
Llega a decir que sería bueno que se reunieran las dos partes en algún sitio y se pusieran de acuerdo de una forma pacífica.
Como ya se ha dado cuenta de que la Inquisición va tras él, se cambia de nombre. Ahora se hace llamar Michel de Villeneuve, nacido en Tudela, para despistar a sus perseguidores. Con esta nueva identidad viaja a París, donde no consigue contactar con Calvino y luego a Lyon. Allí estuvo trabajando en una imprenta, donde, incluso, le permitieron hacer correcciones a la hora de imprimir la famosa “Geografía”, de Ptolomeo.
También llegó a conocer al famoso médico Champier, también amigo de Rabelais, con el que hizo una gran amistad y le animó a estudiar Medicina.
Para ello, se trasladó a París, donde se matriculó en la Sorbona y coincidió con el célebre Vesalio. Allí conoció a muchos sabios de la época, pero también se enemistó con algunos de ellos por defender que la Astrología influía en la vida de la gente.
Cuando estudiaba en la Sorbona se produjo la huida de su rector, Nicolás Cop, por haber leído un discurso de inicio de curso, donde se pedía a la Iglesia católica  que se reformara. Algo que no gustó nada a la Inquisición.
 Parece ser que el autor de la mayoría de ese discurso fue Calvino. Por ello, Cop tuvo que marchar a refugiarse a Suiza.
 En 1541, Servet,  vuelve a Lyon, donde conoce al arzobispo de Vienne, Pierre Paulmier,  y llega a ser su médico personal en su corte.
Allí es donde va escribiendo su obra más conocida “La restitución del Cristianismo”, de la cual envía unas pruebas a  Calvino, con el que mantenía una correspondencia regular.
En esa obra, escrita de una forma muy libre y sin atenerse a los mandatos de la Iglesia o de la Reforma, como era normal en él, publica que era partidario de ideas panteístas. No cree en la necesidad del bautismo de los niños, sino que debería de darse sólo en personas adultas y ya convencidas de que lo desean.
En uno de sus capítulos aparecen aquí sus descubrimientos sobre la circulación pulmonar de la sangre, que fue lo que le hizo famoso, aunque él nunca le dio la mayor importancia.
Él defendía que la sangre era el vehículo por el que el alma ocupaba todo el cuerpo, pudiendo así tener el hombre una condición divina.
Para él, no había grandes diferencias entre el mundo de la Medicina y el de la Teología, pues todo emanaba de la gracia divina.
Calvino le respondió enviándole una copia de su libro “Institución de la religión cristiana”. A Servet, que siempre fue un librepensador, no se le ocurrió otra cosa que hacer anotaciones críticas al margen y devolver el ejemplar a su autor.
Evidentemente, a Calvino, que ya era un hombre con mucho poder, esto no le hizo mucha gracia y le amenazó para que no apareciese por Ginebra, el feudo suizo de Calvino.
No sé si lo que le molestó a Calvino fuera el libro de Servet o que alguien se atreviera a enmendarle la plana a un tipo tan poderoso como él, porque eso podría poner en peligro su férreo gobierno sobre Ginebra.
En 1553 se publicó, aunque de manera anónima, la obra “La restitución del Cristianismo”. Parece ser que los mismos protestantes de Calvino avisaron a la Inquisición acerca del nombre de su autor.
Por ello, es apresado por la Inquisición de Lyon e interrogado por la misma. Al cabo de unos días, logró escapar, siendo fue condenado a muerte y quemado en efigie.
Parece ser que Servet se encaminaba hacia Italia y no se le ocurrió peor idea que hacer noche en Ginebra, aunque se puso un nombre falso. Allí fue reconocido por algunos calvinistas y detenido por las autoridades a las órdenes de Calvino.
Creo que no se había dado cuenta de dónde estaba, pues no se le ocurrirá cosa mejor que pedirle al Tribunal que lo interrogaba, que también fuera juzgado el todopoderoso Calvino, y así poder discutir juntos acerca de Teología.
Tras el proceso, en Ginebra pidieron el parecer de otras iglesias reformadas de aquella zona, y al final fue condenado a muerte.
La ejecución de su condena se llevó a cabo en  Ginebra el 27/10/1553, en una zona llamada Champel.
Por lo visto, fue envuelto en unas gruesas cadenas y atado a un poste. Luego, le colocaron leña alrededor de los pies y una corona de paja, impregnada de azufre, en la cabeza.
Aún en esa época, su ejecución escandalizó a muchos pensadores del momento, como Sebastián Castellion, rival de Calvino.
 Incluso, hoy en día, las iglesias que están en contra de la Trinidad, lo veneran como mártir. Se dice que su ejecución levantó tan gran revuelo que hizo que se reconociera la libertad de conciencia como un derecho democrático.
Me da la impresión de que las diversas comunidades protestantes se dividieron, en este caso, a causa de que se le culpó por intentar cambiar algún dogma. Sin embargo, el protestantismo había presumido hasta esa fecha, de que no era tan dogmático como la Iglesia católica y sus creencias no estaban tan encorsetadas como las de Roma.
Es de los pocos españoles que tienen esculturas erigidas en su honor en España y Francia. También las hay en otros países. Incluso, existen muchos centros de educación en todo el mundo que llevan su nombre
Al mismo tiempo, se han escrito todo tipo de obras para teatro, cine TV, óperas, ensayos, etc., donde reconstruyen su biografía y su pensamiento.
Con motivo del V centenario de su ejecución, fue inaugurada en Ginebra una estatua en su honor. Casualmente, se trata de una copia de la misma escultura, realizada por la artista ginebrina Clotilde Roch, hace más de 100 años, y  que no fue autorizada su instalación, porque, por entonces,  el ayuntamiento de esa ciudad supuso que podía ser mal recibida por los calvinistas ginebrinos.
De hecho, a este acto, no acudió ninguna representación de los calvinistas de Ginebra, o sea,  que es de suponer que aún no le hayan perdonado las ideas que expuso en sus obras.
Se puede decir que Servet, con sus escritos, intentó un acercamiento entre cristianos, judíos y musulmanes, pero se encontró con la oposición de los dos bandos que estaban enfrentados dentro del Cristianismo, los cuales nunca le perdonaron sus “peligrosas” ideas.
De hecho, los  dos bandos lo condenaron y ejecutaron. Los católicos en efigie y los calvinistas en persona.







lunes, 15 de diciembre de 2014

GONZALO GUERRERO, UN HOMBRE ENTRE DOS MUNDOS

Siempre hemos leído que los españoles que fueron a conquistar América no se cortaron un pelo con los indios e hicieron allí verdaderas barbaridades. Los indios tampoco se quedaron atrás, claro está.
Esta vez traigo al blog la historia de un español, que me recuerda mucho a aquella película llamada “Bailando con lobos” (1990) y protagonizada por el conocido actor USA Kevin Costner.
Gonzalo Guerrero, aunque en algunos sitios figura como Ariza,  nació alrededor de 1470 en Palos de la Frontera, el mismo lugar de donde partieron las naves de Colón, en su primer viaje a América.
También es posible que conociera a algunos de los personajes que dieron lugar a ese descubrimiento, pues Vicente Yáñez Pinzón era contemporáneo suyo y, como el pueblo no era muy grande, pues seguro que se conocerían de sobra.
La primera noticia que se tiene de Gonzalo es que se alistó como arcabucero en las tropas de los Reyes Católicos, que, por entonces, estaban intentando conquistar el reino de Granada.
Siguiendo los intereses de la monarquía hispana, su unidad fue, posteriormente, trasladada a Nápoles, donde su jefe, el Gran Capitán, tuvo sus mayores éxitos.
Una vez viudo, Fernando el católico, aceleró la exploración de los territorios de América, para ver las posibilidades de esa zona.
Para ello, nombró dos gobernadores para explorar ese continente. Empezaron por lo que, aproximadamente,  es ahora Panamá.
Por aquella época, Vasco Núñez de Balboa, acababa de descubrir el Océano Pacífico. Lo cual haría volver a pensar en España que sí se podría ir por el oeste hacia la China, tal y como había postulado Colón.
Gonzalo partió en agosto de 1511, en una nave, capitaneada por Juan de Valdivia, desde Darién con destino a Santo Domingo.
Un temporal, de esos que acostumbra a haber todos los veranos por esa zona del planeta, los cogió desprevenidos y, tras una larga lucha, hundió el barco entre Jamaica y Yucatán.
Sólo consiguieron salvarse veinte personas, entre ellas, 2 mujeres. Gerónimo de Aguilar, que fue uno de los náufragos, contó que tenían que beber, a falta de agua dulce, los orines y la sangre de los muertos, y llegaron a comerse los cadáveres de los que iban muriendo para poder sobrevivir.
Al llegar a Yucatán se encontraron con la tribu de los Cocones, los cuales se mostraron muy belicosos. Ellos intentaron defenderse y hasta el mismo Valdivia sacó su espada, pero, como los indios eran más numerosos, consiguieron la victoria y luego se comieron a 4 de ellos.
A los demás los encerraron en unas jaulas, cebándolos para comérselos en otra ocasión más adelante.
Luego, los entregaron como esclavos a uno de los sacerdotes, el cual, a causa de los malos tratos, consiguió que murieran dos ellos y ya sólo quedaron Gerónimo y Gonzalo.
Parece ser que su labor consistía en acarrear leña, agua y pescado hasta el pueblo, todo ello, forzados a base de malos tratos.
En esta época, se van diferenciando las actitudes de Gerónimo, que no quería saber nada de los indios, además de ser un fraile, y de Gonzalo, que se fue introduciendo en su cultura, poco a poco.
Los indios descubrieron las dotes militares de Gonzalo y le invitaron a ser su asesor. Él les enseñó cómo debían luchar y relevarse en el combate. Así lograron vencer a sus enemigos, los Cocomes.
Al ser uno de sus bienes más preciados, Taxmar, su dueño, lo regaló a otro jefe y éste a Balam, que era el jefe de los guerreros de su tribu.
Parece ser que la amistad entre ellos se dio tras un terrible suceso. En una ocasión en que Balam y sus tropas estaban atravesando un río, éste fue atacado por un caimán. Al verlo, Gonzalo, en lugar de huir, se dio la vuelta y luchó contra el animal hasta que consiguió matarle. esto hizo que le dieran la libertad.
A partir de entonces, su fama creció por todas partes. Consiguió vencer en varias guerras con tribus vecinas y ya se dejó hacer todo tipo de tatuajes en su cuerpo.
Nachan Can, el jefe de su tribu maya, le entregó a una de sus hijas, Zaxil Há,  como esposa. Esta unión dio lugar a 3 hijos, los cuales son reconocidos hoy en día como los primeros mestizos mexicanos.
Como parte de la aceptación de la cultura maya, consintió que a sus hijos les aplanaran la frente con una tablilla y les pusieran una bolita delante de los ojos para dejarlos bizcos, lo cual era muy apreciado por los mayas.
Incluso, se dice que entregaron a su hija mayor en sacrificio en Chichén Itzá, para conjurar una plaga de langostas en la zona.
Ya en 1519, desembarcó Hernán Cortés en la isla de Cozumel. Enterado de que había dos españoles, que vivían como esclavos entre los indios, intentó rescatarlos.
Es posible, también, que quisiera hacerlo para poder tener con él dos intérpretes de las lenguas indias en los que pudiera confiar.
Así que envió unas cartas a los poblados cercanos para que se las dieran a estos náufragos a fin de rescatarlos y llevarlos consigo.
Parece ser que Gerónimo de Aguilar recibió el escrito y, tras haber convencido a su dueño para que lo dejara en libertad, fue a buscar a Gonzalo. Éste le dijo que allí tenía a su familia y que ya tenía más aspecto de indio que de español. Así que no se quiso volver con él.
Realmente, no le culpo por su decisión. Llevaba muchos años luchando por Castilla y nunca había conseguido nada. Además, en esa sociedad tan estamental donde vivía, jamás hubiera llegado a ocupar cargo alguno.
Sin embargo, dentro de su tribu había llegado a ocupar el puesto de jefe de su ejército y era admirado por todos. Además, como ya he dicho antes, tenía unas raíces familiares que le impedían volver con los suyos, porque hubieran acogido muy mal a su familia indígena.
Sin embargo, entre los indios, formaba parte de la nobleza, gracias a su matrimonio con la hija del jefe de la tribu maya.
Guerrero no perdió el tiempo, pues se dedicó, desde entonces, a preparar a los indios para luchar contra los españoles. Consiguió quitarles el miedo a los caballos, animales desconocidos para ellos, y a las armas de fuego.
A causa de esta formación militar, los conquistadores españoles que intentaron ocupar Yucatán en los años siguientes, tuvieron muchos problemas para conseguirlo.
Consiguió derrotar al adelantado Montejo y a sus tropas a lo largo de dos largas campañas por su territorio.
Desde entonces, fue todo un mito en la zona, pues hasta los españoles tuvieron que hacer correr la noticia de que había muerto en 1531, para que los soldados no se negaran a ir al combate.
Sin embargo, su muerte acaeció en 1536, cuando fue a socorrer con unas canoas a un cacique, que se hallaba cercado por los españoles,  y allí fue muerto en combate por las tropas del capitán Lorenzo de Godoy.
Dicen que le causó la muerte una flecha de ballesta que se le clavó en el ombligo y luego le remataron con un disparo de arcabuz en medio de la frente.
Tras el repliegue de sus tropas, su cadáver quedó en la zona del enemigo. Sin embargo, al anochecer, sus fuerzas recuperaron su cadáver y, una vez preparado, lo lanzaron al río, para que llegara hasta el mar.
El gobernador de Honduras, Andrés de Cereceda, escribió una carta
al día siguiente, donde narraba estos hechos. Este escrito se conserva en el Archivo General de Indias, en Sevilla.
Hasta la independencia de México, siempre fue visto por los españoles como un traidor y un renegado, además de haber dejado de ser cristiano.

Pero, tras esa fecha, los nuevos mexicanos empezaron a buscar las claves de su nueva nación y se encontraron con este personaje, que estaba a medio camino entre las dos civilizaciones. Lo tomaron como alguien que luchó contra el imperialismo español y que les puso dificultades para culminar la conquista. En suma, lo que ellos necesitaban, un héroe mexicano.
Su nombre y su efigie aparecen hoy en día en varios monumentos y hasta en el himno del estado mexicano de Quintana Roo.
Incluso, se dice que Gonzalo escribió su autobiografía en una piel de venado, la cual estuvo en poder de los mayas hasta que fue vendida, a principios del siglo XX, a un coleccionista privado.
De hecho, yo siempre había pensado que el estado mexicano de Guerrero le debía su nombre a este personaje, pero no es así. Realmente, está dedicado al segundo presidente de México, Vicente Guerrero Saldaña, el cual gobernó ese país solamente durante unos meses, pues fue derrocado por un golpe de Estado.

Un detalle curioso es que existe una estatua dedicada a nuestro personaje en la ciudad de Mérida (México) y está justamente en el Paseo de Montejo, su mayor enemigo.

lunes, 8 de diciembre de 2014

LA OPERACIÓN HIMMLER

Esta vez os propongo viajar hasta la Europa de 1939. En España acaba de terminar una cruenta guerra civil, donde han venido muchos a aprender y pocos a ayudar con armas y suministros. Sobre todo, por lo que se refiere a los gobiernos de los países vecinos.
Todavía fluye en  el ambiente europeo la pobreza causada por la Crisis de 1929, que ha dado lugar a la caída de muchos gobiernos y al triunfo de una serie de partidos muy radicales que, hace pocos años, ni siquiera habían entrado en sus respectivos parlamentos. ¿Os suena de algo esta situación?
Aunque parezca mentira, esa crisis también afectó mucho a España. El mismo Manuel Azaña nos cuenta en sus memorias que, después de haber meditado sobre cuál fue el principal problema de la II República, llegó a la conclusión de que fue esa crisis que afectó siempre a los presupuestos republicanos y que hizo quedar mal al Gobierno con los suyos y dio razones a los opositores para rebelarse varias veces contra ellos.
Hitler llegó al poder en Alemania en 1933 y, desde entonces, en muchos países se fueron creando los llamados Frentes Populares, formados por partidos de izquierdas,  en oposición a los Frentes Nacionales, formados por los partidos de la derecha tradicional.
Incluso, en Barcelona se organizó una Olimpiada Popular, para contrarrestar la propaganda de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. La de Barcelona no se pudo celebrar, porque iba a comenzar el mismo 18/07/1936 y todos los participantes tuvieron que ser evacuados.
Como veis, los partidos se iban  radicalizando cada vez más. En España, en 1936, el presidente de la II República, Alcalá-Zamora, intentó crear un partido de centro a base de algunos amigos suyos, miembros del Partido Radical, y fracasó estrepitosamente, porque la gente ya no estaba por la labor. La situación se le fue tanto de las manos que, poco más tarde, los diputados consiguieron expulsarle de su cargo por un motivo bastante discutible y poner a Azaña en su puesto.
En Francia también surgió este fenómeno de los Frentes, pero, afortunadamente, ahí, de momento,  la sangre no llegó al río, porque esperaron a que empezara la II Guerra Mundial.
La verdad es que se mascaba en el ambiente que este nuevo gran conflicto estaba al caer. Por eso, el presidente Negrín intentó por todos los medios alargar la resistencia republicana en la Guerra Civil, para enlazarla con el nuevo conflicto e intentar así darle la "vuelta a la tortilla".  Lo que pasa es que esta tortilla ya estaba muy quemada y lo único que consiguió fue que se diera un golpe de Estado dentro de las filas republicanas, en marzo de 1936, encabezado por el coronel Casado, para ahorrar más sufrimientos a una población muy cansada del esfuerzo bélico. Evidentemente, Negrín opinaba de esa manera, porque se encontraba en una zona muy alejada del frente y de los bombardeos, que soportaban diariamente el resto de los españoles. Incluso, se dice que estaba afectado por la bulimia. Enfermedad consistente en darse Evidentemente, Negrín opinaba de esa manera, porque se encontraba en una zona muy alejada del frente y de los bombardeos, que soportaban atracones de comer, para luego vomitar la comida. No sé si será verdad, pero lo que sí era muy cierto es que el resto de los españoles no tenían el riesgo de padecer esa enfermedad.
En la Europa oriental, tenemos a la Unión Soviética que, con toda la razón del mundo, se va dando cuenta de que, aunque sea aliada de Francia y el Reino Unido, la van a quedar aislada, como siempre. Así que decide cambiar de bando, por si acaso, aunque sea de manera temporal.
También está Polonia, que siempre la hemos visto como la “buena de la película”, pero que nunca fue una “hermanita de la Caridad”. Tras la I Guerra Mundial, se aprovechó de las caídas de Austria y de Alemania y pasó a pretender ser “el gallo de ese gallinero”. Durante unos años mantuvo conflictos con casi todos sus vecinos, por motivos de expansión territorial.
 Incluso, en más de una ocasión, se atrevió a amenazar a Hitler con declararle la guerra. No olvidemos que Polonia tenía uno de los ejércitos más numerosos de la zona.
En esas ocasiones, Hitler, se tuvo que aguantar, porque aún no había conseguido el suficiente poder militar para acallar a los polacos. Eso sí, les invitó a quedarse con una pequeña parte de la Checoslovaquia ocupada.
Además, no se les ocurrió otra cosa que meterse nada menos que con los rusos y, aunque parezca increíble, al final, Polonia, acabó ganando la guerra.
Francia había intentado crear una especie de “pequeña entente”, formada por varios países aliados de esa zona, que bajo las directrices de París, pudieran parar un ataque de Alemania o, quizás, crearle a los nazis un segundo frente, para que tuvieran que repartir sus efectivos. Esta alianza fracasó por la falta de entendimiento entre Polonia y Checoslovaquia.
Con este ambiente, a Polonia le ocurrió igual, pues, aunque tuvo siempre como aliada a Francia, no se fiaba mucho de ella, a pesar de tener allí continuamente muchos asesores militares galos. Entre ellos, el futuro general De Gaulle.
Su presidente, el general Beck, a última hora, firmó varios tratados de paz con Alemania, por si acaso, pero ya a Alemania todo eso le pareció “papel mojado”.
Yo creo que no se equivocó con su análisis, porque, a pesar de que, tras la invasión de Polonia, Francia y el Reino Unido le declararon la guerra a Alemania, no movieron un dedo para impedir esa invasión. Sin embargo, a finales de marzo de  1939, el Reino Unido había garantizado públicamente la seguridad de Polonia.
Lo que siempre se me ha escapado es por qué los aliados no le declararon la guerra también a la URSS, que hizo exactamente lo mismo que Alemania.
Hitler utilizó el nacionalismo alemán para reivindicar los territorios de la Prusia oriental que, tras la I Guerra Mundial, habían quedado dentro de Polonia o fuera del alcance del resto de Alemania, como el Caso de Koenisberg, hoy llamada Kaliningrado y perteneciente a Rusia.
Al igual que pasó en el comienzo de la I Guerra Mundial, los alemanes sólo pretendieron dar una lección a Polonia. No sé si pretenderían quedarse con ese país. Lo cierto es que apostaron, una vez más, por el inmovilismo de las grandes potencias. Como ya había ocurrido anteriormente en los casos de las invasiones de Checoslovaquia o de Austria, pero esta vez les salió mal el farol.
Los alemanes sabían que este rival era mucho más peligroso y, por tanto,  tuvieron que idear una estratagema para poder justificar esa invasión. No es preciso aclarar que Polonia tenía, al menos, teóricamente, buenos “padrinos” que le podrían ayudar en cualquier momento.

Por ello, utilizaron tanto acciones diplomáticas como militares para desacreditar a Polonia y hacerse con su territorio.
El plan de operaciones contra Polonia se denominó “Fall Weiss”, algo así como “el caso blanco” e iba a comenzar el 26/08/1939, pero fue aplazado por Hitler a causa de la noticia de la firma de un pacto de defensa entre Polonia y el Reino Unido, el 25/08.
Este plan fue precedido, como siempre, por una gran escalada de acusaciones del Gobierno alemán contra el polaco. La excusa utilizada esta vez era el mal trato hacia la minoría alemana, por parte del Gobierno polaco. Por este motivo, Goebbels, el ministro de la propaganda nazi, solía lanzar, de manera habitual,  amenazas contra ellos desde las emisoras de radio alemanas.
La operación Himmler fue planificada por dos mandos de la SS: Reinhard Heydrich y Heinrich Müller. Supongo que el nombre del primero os sonará de algo.
El 26/08/1939, unos individuos pertenecientes a las SS, pero vestidos con unifo
rmes y armas polacas,  atacaron una emisora alemana, situada cerca de la frontera con Polonia. De hecho, ahora está situada en territorio polaco.
Luego, un oficial alemán que hablaba perfectamente polaco, se dirigió por los micrófonos de la misma, para informar a todos que Polonia había tomado esa emisora y habían empezado el ataque contra Alemania.
Al capitán Naujocks, jefe de la unidad de la SS que atacó la emisora de radio, también le proporcionaron los cuerpos de unos 12 presos de Dachau, a los cuales, previamente, se les había disfrazado de militares polacos. Luego, dentro de la emisora, les acribillaron a balazos, para darle más realismo. Esos disparos también pudieron ser escuchados en directo por los oyentes de esa emisora.
Parece ser que los uniformes polacos les fueron proporcionados por el espionaje alemán, liderado por el famoso almirante Canaris.
Para rematar la farsa, los alemanes llevaron a un grupo de periodistas alemanes y extranjeros a esa emisora, para que comprobaran por sí mismos los daños producidos por los “polacos”.
Parece ser que Hitler le había dicho unos días antes a sus generales: “Proporcionaré el casus belli propagandístico, su credibilidad no importa. Al victorioso no le preguntarán si dijo la verdad o no.”

Evidentemente, las fuerzas alemanas, que guardaban ese lado de la frontera, fueron trasladadas unos km más allá a fin de que no hubiera un cruce fortuito de disparos entre los mismos alemanes.
También se produjeron otros actos vandálicos por parte de otros falsos polacos, para calentar a la opinión pública alemana y encauzarla hacia la guerra.
Entre los incidentes relacionados con esta operación podemos destacar el ataque a un túnel ferroviario, en el que tuvieron que retirarse los SS alemanes, debido a la gran cantidad de tropas polacas destacadas en la zona.
También atacaron, aparte de la emisora de radio en Gleiwitz, un puesto aduanero, una gasolinera. Sin embargo, lo que produjo más víctimas fue la explosión de una bomba en la sección de equipajes de la estación ferroviaria de Tarnow, la cual produjo 20 muertos y 35 heridos.
Aunque la explosión destrozó la tercera parte del edificio, no hubo más muertos, porque acababa de salir de allí un tren repleto de soldados, que podrían haber muerto, si el tren hubiera salido unos minutos más tarde. Además, ya no había mucha gente en la estación, porque eran más de las 11 de la noche.
Parece ser que el autor del atentado fue un miembro de esa minoría alemana en Polonia, llamado Tumores Anthony. Se encontraba entonces en el paro y esto fue aprovechado por la SS alemana para captarlo. Lo reconoció así cuando fue capturado en Cracovia.
Para el caso de que hubieran hecho falta, los alemanes tenían previstos unos 200 incidentes contra Polonia, para intentar convencer al mundo de que se estaban defendiendo de un ataque polaco y así tener maniatados a los británicos y a los franceses. Cosa que, en un principio, consiguieron, pues el Estado Mayor alemán no daba garantías de ganar la guerra si se abrían los dos frentes a la vez.
Está claro que los alemanes tenían previsto hacer, al menos, una guerra de tipo local. Más o menos, lo mismo que tenían pensado los austriacos, sin embargo, desgraciadamente, las múltiples alianzas internacionales dieron lugar a la I Guerra Mundial.
La prueba evidente de la movilización alemana era que Alemania retrasó el inicio del curso escolar, que solían comenzar el 15/08, para poder alojar en los colegios, con cierto disimulo,  a los soldados movilizados hacia la frontera polaca.
Los incidentes causados por esta operación fueron muy parecidos al llamado “incidente de Mainila”, que tuvo lugar a finales de noviembre del mismo año, en la frontera común entre Finlandia y la URSS y que produjo la guerra entre ambos países.
Todavía está en discusión por qué los aliados se opusieron a que el mariscal Rydz-Smigly, jefe del Estado,  decretara la movilización total de las fuerzas polacas. Algo que había decretado el 30/08, y le obligaron a dar marcha atrás.
Sin embargo, viendo cómo evolucionaba este asunto, el mismo mariscal dio al día siguiente, de nuevo, la orden de movilización general, pero ya era tarde. Así, el ejército alemán pudo luchar con todas sus fuerzas disponibles, mientras el polaco sólo pudo utilizar un 65% de las suyas.
Es más, se sabe que, como los nazis conocían este tema, uno de los objetivos preferentes de su aviación fue el bombardeo de los trenes repletos de soldados, que se dirigían hacia el frente, que, de esa manera, no pudieron hacer frente a los alemanes.
Por otra parte, los aliados también presionaron a este mariscal polaco para que, antes de que comenzara la previsible guerra, evacuara a sus mejores unidades navales hacia puertos británicos. Así, a regañadientes, les ordenó a sus 3 destructores que navegaran el día 29/08 hacia las costas británicas. Eso se denominó la “Operación Pekín”.

Aunque, durante el viaje, se encontraron con varias unidades navales alemanas, que iban en sentido contrario, no hubo ningún combate, pues la guerra aún no había comenzado. Así, estas 3 unidades operaron durante toda la guerra bajo el mando de la Royal Navy.

sábado, 6 de diciembre de 2014

EL PALACIO DE LA MALMAISON Y SUS BENEFACTORES


A veces, se puede pensar que los edificios tienen algo parecido a un alma, y sólo esperan a que pase alguien por delante de ellos y se ocupe de darles el lustre que se merecen. Es posible que eso ocurriera con este palacete francés.
Se trata de un palacete situado a unos 12 km. de París, rodeado de jardines y de zonas boscosas.
Se sabe que, desde el siglo XIV hasta mediados del XVIII había pertenecido a la familia Goudet. Una estirpe muy relacionada con el mundo militar francés.
Cuando a esta familia le pilló una crisis financiera tuvo que venderla. Parece ser que la adquirió la familia Couteux du Molay, cuya esposa abrió allí un salón literario.
Es posible que, de esa manera, Josefina, la esposa de Napoleón I, llegara a conocer este edificio y se encaprichara de él.
Así, en 1799, cuando Napoleón se hallaba luchando en Egipto, Josefina compró este palacete y se mudó allí.
Aparte de los 325.000 francos que se gastó ella para comprar el edificio, cosa que no gustó nada a Napoleón, cuando volvió de Egipto, luego se gastaron otro tanto en obras de reforma y restauración de sus instalaciones.
Estas obras les fueron encargadas a los arquitectos Charles Percier y Pierre Leonard Fontaine y duraron entre 1800 y 1804.
El lugar pasó de ser un mísero palacete rural sin pretensiones a dotarse de un lujo propio de una pareja que ambicionaba con una corona imperial. La cual consiguió un poco más tarde.

Los arquitectos mencionados, tras su visita a Italia, habían regresado muy influidos por las construcciones romanas que se estaban descubriendo en la villa de Pompeya y las desarrollaron en este edificio.
Percier fue siempre el diseñador de las obras y Fontaine el ejecutor de las mismas. Así, pudieron realizar un proyecto donde se fundían el interior de una villa romana con unas habitaciones más al gusto neoclásico, que era el dominante por esa época.
De esa manera fueron construyendo el gran vestíbulo, al estilo de los atrium romanos, donde el pater familias recibía regularmente a su clientela.
Este daba paso al comedor, una biblioteca bien surtida, varias salas de audiencia y unos salones para escuchar música o jugar al billar.
En el piso de arriba estaban las habitaciones privadas de los Bonaparte, donde se encontraban los dormitorios de la pareja imperial, los de los hijos de Josefina y el de la madre de Napoleón.
En el exterior se hallaba una galería acristalada, donde Josefina se dedicaba a  sus grandes pasiones: la jardinería y las antigüedades.
También se construyó un pequeño teatro para entretener a las visitas importantes que aparecían por  la casa de vez en cuando.
 No es de extrañar que construyeran tantas cosas, pues convirtieron una propiedad de menos de 60Ha en otra que llegó a tener 726 Ha.
El jardín lo diseñó Jean Marie Morel, el mejor especialista de la época en construir jardines de tipo inglés. Algo muy curioso para un emperador que odiaba a muerte a los ingleses.
Este paisajista, aparte del jardín,  les construyó varias instalaciones,  simulando unas casas suizas y una vaquería, algo muy de moda en la época.  
Los mismos arquitectos se hicieron cargo del mobiliario, el cual se ve muy sobrio, pero ciertamente elegante.
Como Josefina era caribeña, quizás echaría de menos la tierra donde se crió. Así que encargó al construcción de un gran invernadero, donde plantó especies de plantas exóticas, aunque siempre tuvo verdadera pasión por las rosas. Para su jardín botánico fue asesorada por algunos expertos que habían viajado con Humboldt.
Supo sacarle algún beneficio al jardín, pues encargó a algunos pintores que dibujaran grabados sobre estas plantas, los cuales llegaron a venderse muy bien.
También se dedicó a criar animales de todos los puntos del globo, como avestruces, llamas, canguros, orangutanes o cebras.
Este palacio, durante la época del Consulado, fue el hogar de los Bonaparte. Más tarde, cuando fueron coronados, ya tuvieron que mudarse al palacio de las Tullerías, más propio de la realeza francesa.
Más tarde, tras el divorcio, este edificio pasó a ser  propiedad exclusiva de Josefina y allí se retiró ella a pasar sus últimos años, tras realizar previamente unas nuevas reformas.
Estas obras las realizó el gran especialista Berthault, gran conocedor de los gustos de la propietaria. Construyó una especie de templo dedicado al Amor, una gruta rocosa y un monumento a la Melancolía.
También construyó un lago interior y aumentó la capacidad del invernadero, el cual podía contener árboles de hasta 5 metros de altura.
Se cree que plantó con éxito unas 200 plantas, absolutamente nuevas en Francia. En cambio, dado el enorme gasto que suponía mantener las especies animales que le habían regalado, tuvo que cederlas a un zoo.
Josefina no tuvo mucha suerte, pues falleció allí mismo, en 1814, con sólo 51 años,  mientras Napoleón se hallaba recluido en la isla de Elba.
Él volvió a vivir allí algún tiempo después, hasta su derrota en Waterloo, que le obligó a exiliarse en la isla de Santa Elena.
Unos años más tarde, en 1842,  esta finca fue adquirida por María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII y madre de Isabel II, la cual se trasladó allí a causa de haber sido obligada a exiliarse por el general Espartero. También fueron a vivir con ella su marido, el duque de Riansares y su numerosa descendencia.
Como esta finca era muy querida por los Bonaparte, en 1861, fue vendida al futuro emperador Napoleón III.
Se encontró la casa en estado de abandono y la llenó con mobiliario procedente de los almacenes reales, junto con objetos de la época de su ilustre pariente.
Ya en 1877, tras la caída de Napoleón III, el Estado francés, lamentablemente, dedicó este bonito edificio a acuartelamiento de tropas y luego lo vendió a una sociedad británica, la cual se dedicó a parcelar el jardín, vendiendo la propiedad por trozos. Por ello, ahora sólo tiene 6 Ha.
Como ya he dicho en un principio, este edificio tiene un cierto carisma que atrae a algunas personas. Eso, posiblemente, fue lo que ocurrió en 1896, cuando el financiero Daniel Iffla se hizo con él.
Dicen que Iffla, que era de origen judío, debía buena parte de su fortuna a sus inversiones en la construcción del ferrocarril en España. Es muy curioso esto, pues se sabe que mucha gente se arruinó con esta inversión, ya que fue  muy poco rentable.

Hay que tener en cuenta que España es un país muy montañoso, que requiere, para este tipo de construcciones,  mayores fondos que otros donde su suelo es más llano.

Por otra parte, parece ser que la ruina vino también por el elevado precio de los billetes, que no estaba en consonancia con el nivel económico, ni las tradiciones de un país, por entonces, muy poco desarrollado.

De hecho, se dice que muchos de los que perdieron sus inversiones con este negocio, fueron los que luego apoyaron la revolución de 1868, liderada entre otros por el general Prim, que obligó a Isabel II a exiliarse.

Volviendo al personaje de Iffla, se puede decir de él que tenía una gran afición por las glorias del gran Bonaparte, dedicándose a adquirir muchos objetos que pertenecieron a éste.

Parece ser que adquirió la Malmaison cuando ya se hallaba en muy mal estado, a punto de ser derribada,  y se gastó una enorme fortuna en su restauración.

Luego,  en 1903, la cedió al Estado francés, con la única condición de que se instalara en ella un museo dedicado a la figura de Napoleón I. Pero ¿quién era este personaje?

Daniel Iffla nació en 1825 en Burdeos, en el seno de una familia de comerciantes judíos. Estudió hasta los 17 años y luego se incorporó a una agencia de Bolsa, propiedad de unos amigos de su padre.

Su buen olfato para los negocios hizo que destacara y fue ascendiendo en la Empresa donde trabajaba.

Siempre se mostró muy crítico con la religión judaica y, sobre todo con los rabinos. Así que no es de extrañar que se casara con una joven católica. Desgraciadamente, su esposa muere antes de dar a luz y esto le marcará de por vida.

Tras quedarse viudo, se dedica a otro tipo de actividades, centrándose en la vida artística, científica y literaria. En esta época consiguió que se antepusiera a su nombre el nombre de Osiris. Es posible que se cambiara el nombre para ocultar su origen judío, pues ese colectivo no estaba muy bien visto en esa época.

Como buen seguidor de Bonaparte, erigió un monumento en Waterloo, rememorando esta batalla, donde combatió uno de sus abuelos.

Otro de sus admirados personajes fue Juana de Arco. En un principio, pretendió comprar su casa en el pueblo de Donremy, pero su dueño, que era, en ese momento, el cura del pueblo, se negó a vendérsela a un judío. No obstante, erigió dos estatuas dedicadas a esta santa. Una en París y otra en Nancy.

En 1889, con ocasión de la Exposición Universal de París, instituyó un premio importante para recompensar actos públicos dignos de mención.

En 1902 donó una fuerte cantidad a la ciudad de Lausana para erigir una estatua dedicada al héroe suizo Guillermo Tell y también pagó la construcción de una sinagoga en dicha ciudad.

También pagó la edificación de 7 sinagogas más en otras tantas ciudades de Francia. Decía estar muy agradecido a la República Francesa por haber dado a la comunidad judía, en 1790, los mismos derechos que a las demás.

Eso sí, en todas las construcciones para las que aporta fondos exige que se coloque un cartel donde se indique su nombre y el de sus amigos y en algunas, impone el arquitecto y los planos para realizar la obra.

También entregó los fondos suficientes para construir 6 fuentes públicas en su villa natal de Burdeos, exigiendo que una de ellas estuviera en su barrio.

No hay que olvidar que, muchos años antes, donó una buena cantidad de fondos para que la gente pobre en diversos barrios de París, pudiera comer.

También dio préstamos sin interés a muchos comerciantes parisinos, los cuales, en muchas ocasiones, renovaba en iguales condiciones.

En 1907, legó a su muerte a su ciudad, la creación de un barco asilo, donde se pudieran refugiar y comer todos los pobres. Estuvo en servicio hasta la II Guerra Mundial, durante la cual fue destruido.

En su testamento, donó buena parte de su inmensa fortuna a obras e instituciones de caridad. También donó fondos para premiar a los escolares más estudiosos.

Legó la parte esencial de sus bienes al Instituyo Pasteur, “para favorecer los descubrimientos científicos, que puedan contribuir al alivio de la Humanidad”. Ha sido el mayor legado recibido por esta Entidad en toda su historia.


Una de sus sobrinas se casó con el famoso compositor Claude Debussy y otra con el actor Sacha Guiltry.

Fue enterrado en el cementerio de Monmartre, en París. Sobre su tumba, su amigo el escultor Antonin Mercié, esculpió una estatua copiada del famoso Moisés de Miguel Ángel. Esta tumba estaba justo en la frontera entre un barrio católico y otro judío.

A su lado estaba la tumba de su esposa. Antes las separaba un muro, pero hoy día, afortunadamente, ya no existe.

En fin, creo que está claro que fue un hombre digno de admiración y todavía lo es hoy en día.