miércoles, 17 de julio de 2013

EL BOMBARDEO DE BARI, UN EPISODIO OCULTO



Hoy, como siempre, os invito a viajar en el tiempo para conocer un hecho que siempre se intentó ocultar y, quizás, por ello, murió un montón de gente que podría haberse curado.
            Estamos en el mes de diciembre de 1943. Los aliados ya han invadido Italia y ahora se dedican a conquistarla de sur a norte.
            Por su parte, los alemanes, que ya no confían en sus aliados italianos, han invadido esa península y se defienden en ella como pueden.
            A pesar de tener una fuerza aérea en declive, los alemanes llevaban semanas preparando un ataque aéreo, para intentar frenar la ofensiva aliada.
            Por ello, en la tarde del 02/12/1943, un Me-210 de reconocimiento, pilotado por un joven teniente llamado Werner Hahn, sobrevoló, sin ser molestado, el puerto de la ciudad de Bari.
            A su regreso a la base, informó de la situación del puerto, los 30 barcos que en él había y la excesiva confianza de los aliados, que ni se molestan en disparar a las aeronaves enemigas.
            A la vista de su informe, el mariscal von Richthofen, pariente del conocido “Barón Rojo” y conocido en nuestro país por ser el jefe de la Legión Cóndor, la unidad de la fuerza aérea alemana que actuó en España, se decidió por atacar el puerto de Bari.
            Había conseguido reunir unos 105 aviones, la mayoría de guarnición en Italia, pero otros procedentes de la antigua Yugoslavia.
            Con una maniobra muy estudiada, hizo creer a los aliados que todos procedían de los Balcanes, al objeto de que no castigaran aún más las bases que tenían en suelo italiano.
            Con la aprobación del famoso Kesselring, los aviones se dirigieron por el Adriático hasta enfilar la vertical de ese puerto.
            Cuando llegaron eran ya las 19.20 y todo el mundo estaba muy confiado. Nadie les esperaba y ni siquiera se molestaron en apagar las luces del puerto.
            Los dos primeros aviones se dedicaron a lanzar unas tiras metálicas para “cegar” a la pantalla del radarista. Lo que no sabían es que el único radar instalado en esa zona llevaba bastante tiempo fuera de servicio.
            Con la primera oleada de bombardeos, los explosivos destruyeron un oleoducto e hicieron que las llamas se propagaran por la ciudad y el puerto. Incluso, alcanzaron al despacho del mismísimo general Doolittle, que se hallaba allí preparando nuevas operaciones. Aunque destruyeron su despacho, él consiguió salir ileso.
            Como el puerto estaba lleno de barcos pendientes de ser descargados, estas explosiones hicieron que las llamas pasaran de uno a otro, porque estaban todos muy juntos.
            Además, otra cosa que influyó para aumentar la destrucción es que muchos de ellos estaban cargados con municiones y explosivos e, in
cluso, había algunos que transportaban combustible.
            Son todos barcos mercantes, con unas tripulaciones que rondan entre los 40 y los 80 marineros. La mayoría son de la clase Liberty, construidos en USA.
            Había entre ellos un barco llamado John Harvey, dentro del cual sus 77  ocupantes lucharon con energía contra las llamas, hasta que, de pronto, una explosión destrozó el barco, matándolos a todos, produciendo una llamarada que alcanzó los 300 metros de altura. De esta nave hablaré más adelante.
            Las sucesivas ondas expansivas provocadas por estas explosiones dejaron a todo Bari sin tejas y los restos de las ventanas del c
uartel general del general Alexander aparecieron a varios kilómetros de allí.
            Además de eso, una ola con agua altamente contaminada empapó a muchos de los supervivientes.
            El ataque, que apenas duró media hora, consiguió plenamente su objetivo. Nada menos que 17 barcos habían resultado hundidos (5 de USA, 4 británicos, 3 italianos, 3 noruegos y 2 polacos) y otros 8 fueron muy dañados. Otras fuentes hablan de 28 hundidos y 12 dañados, de diversas nacionalidades. Algo parecido a Pearl Harbor.
            Por el contrario, las escasas defensas antiaéreas sólo consiguieron derribar a uno de los bombarderos alemanes.
            Se perdieron unas 38.000 Tm. de carga y el puerto tuvo que permanecer casi un mes cerrado.
            En cuanto al informe de bajas, las fuentes no se ponen de acuerdo. Rondan entre las 630 y algo más del millar. El número de bajas entre los ciudadanos de Bari es aún  desconocido.
            Tras el ataque comienza una segunda pesadilla. En el Brindisi, buque italiano que ha ido a socorrerlos, se da una rara epidemia entre los supervivientes.
            En el Bistra, que se dirige a Tarento con muchos heridos, la tripulación va quedándose ciega poco a poco y llega milagrosamente a su destino.
            En los hospitales nadie sabe qué está pasando, pues se están muriendo muchos pacientes, que no parecían tener nada serio. Incluso, a los sanitarios les está afectando a la vista.
            En el bando aliado comienzan a sospechar que los alemanes podrían haber utilizado durante el bombardeo agentes químicos y envían para allá al cirujano general Blesse, acompañado del teniente coronel Francis Alexander, un médico experto en las enfermedades producidas por las armas químicas.
            Este realizó un detallado informe, donde, a base de comprobar de qué barcos procedían las víctimas, llegó a adivinar cuál era el barco que llevaba esa carga venenosa y lo envió al Alto Mando.
            A las 14,15 del día siguiente, tiene lugar una reunión de 6 oficiales USA y otros 6 británicos, que sí conocen el secreto, donde deciden mantenerlo y no informar a la comisión médica sobre este asunto. Sólo ordenan que se vierta una tonelada de lejía para desinfectar una dársena.
            Las sospechas del teniente coronel Alexander de que allí ha actuado el gas mostaza, aumentadas por las declaraciones de algunos testigos afirmando que habían percibido un fuerte olor a ajo, característico de este gas, se demuestran tras recoger del fondo un trozo de un tipo de bomba que utilizan los USA para llevar este g
as en su interior. En un principio, pensó que los alemanes habían bombardeado con esa sustancia, pero luego vio claramente lo que había pasado.
            Evidentemente, si los servicios médicos hubieran sido avisados, se hubieran tomado una serie de medidas para que muchos heridos no murieran, como, simplemente, quitarse toda la ropa contaminada.
            Los gobiernos de los países aliados siguieron guardando en secreto todo lo relativo a este tema y las informaciones sobre el mismo fueron inmediatamente censuradas.
            Ya en marzo de 1944, el general Eisenhower nombró una comisión de investigación, la cual llegó a la conclusión de que la contaminación procedió de un barco que he mencionado al principio, John Harvey. Resulta que ese barco había sido cargado con diverso material y, discretamente, se había almacenado también en sus bodegas una gran cantidad de bombas cargadas con gas mostaza. Alrededor de unas 100 toneladas de bombas rellenas con este producto.
            El propio general Eisenhower comentó en sus memorias que, durante la II GM, siempre habían llevado con ellos ciertas cantidades de sustancias químicas, para poder responder a los alemanes si les daba por utilizarlas. En la misma obra se abstuvo de mencionar las víctimas producidas por este escape.
            Parece ser que Churchill dio la orden de eliminar de todos los archivos cualquier referencia a víctimas de este ataque, pues era para él un descrédito que se hubiera producido en una zona bajo la custodia británica.
            También, algunos autores sostienen que Churchill presionó al resto de gobernantes aliados para que mantuvieran en secreto este asunto.
            Este episodio fue desclasificado en 1959, sin darle ningún tipo de publicidad a este asunto.
            En los años 60 y 70 se escribió algún libro sobre el tema, incluso publicó uno el instituto naval USA.
            Ya en 1986, el Times de Londres publicó que los marineros británicos que fueron contaminados en Bari recibirían pensiones con carácter retroactivo.
            Parece ser que también en ese año, los USA tomaron las medidas oportunas para desinfectar plenamente la ciudad de Bari, pues hasta entonces se habían seguido produciendo muertes entre la población civil debidas a este gas. Es preciso recordar que Bari en la época de la II GM ya tenía unos 200.000 habitantes.
            Como no hay que olvidar que aún no se había acabado la guerra, los alemanes muy pronto se dieron cuenta de lo ocurrido y se prepararon para lo peor, pues pensaban que podrían ser atacados por los aliados con estas armas. Así que repartieron estos trajes entre sus tropas y  aceleraron su formación para este tipo de guerra.
            Incluso, la propia locutora propagandista, que trabajaba para los alemanes, Alexis Sally, a la cual le he dedicado hace tiempo otra entrada, decía por su emisora: “Chicos, veo que os están rociando con vuestro propio gas venenoso”.
            Los alemanes también consiguieron otro de sus objetivos, pues los desembarcos aliados en la zona de Anzio tuvieron que suspenderse y retirar las tropas por falta de suministros, aunque oficialmente lo achacaron al mal tiempo reinante en la zona.
            Tampoco la fuerza aérea del general Doolittle pudo actuar plenamente en esa zona hasta febrero de 1944.
            Lo único positivo de este asunto es que unos científicos, que estaban investigando sobre la grave enfermedad de la leucemia, encontraron cierto remedio con el gas mostaza. Resulta que la leucemia se caracteriza porque multiplica inmediatamente la cantidad de glóbulos blancos y con este gas, en pequeñas dosis, lo utilizaron para eliminarlos.  

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
           

8 comentarios:

  1. Muy buen post, Aliado. Me entran escalofríos cuando pienso en manos de quiénes podemos estar. Cómo me acuerdo de esa frase tan manida (pero no por ello menos cierta) que dice: "con amigos así no hace falta tener enemigos". No ser capaz de cargar con la responsabilidad que se tiene, aún a costa de costarle la vida a muchos inocentes, es la mayor cobardía.

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  2. Pues, aunque te parezca mentira, todavía sigue Churchill teniendo muchos seguidores en nuestros días. Hace unas horas he tenido uan discusión con uno de ellos y le he dedicado esta entrada.

    Aparte de eso, podrían haber liado una peor todavía, porque los alemanes, que deberían de estar muy bien informados, se enteraron de que, en un principio, le echaban la culpa de las armas químicas a ellos. Así que comenzaron a repartir equipos especializados entre sus tropas. Imaginad que hubieran lanzado un ataque preventivo de ese tipo para adelantarse al previsible ataque aliado. Hubiera sido un desastre desde todos los puntos de vista.

    Tampoco debemos de olvidar que, en esa época, ya habían firmado protocolos las grandes potencias para que no se usaran esas armas en futuras guerras. También estaba absolutamente prohibido atracar en un puerto con ese tipo de carga. En fin, que se saltaron a la torera un monton de normas.

    Por otra parte, si hubieran reconocido que llevaban ese armamento, desde un principio, pues los médicos habrían podido salvar a mucha gente.

    En fin, a saber cómo estará el Mediterráneo, pues tengo entendido que las armas químicas y bacteriológicas que estaban desarrollando en ese momento los italianos fueron lanzadas al mar y en el fondo estarán. Por cierto, no sé si sabéis que esas armas las probaron en España.

    Saludos.

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    1. No me extrañaría nada de que España hubiera sido campo de operaciones, recuerda sino, las bombas de Palomares: igual no fue un accidente...

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  3. Bueno, que yo sepa, el tema de las bombas de Palomares, fue un choque entre un avión cisterna KC-135 (o sea, un Boeing 707 en versión militar, como los que tiene el rey) y un B-52, que iba detrás. Estaban haciendo una maniobra de aprovisionamiento en vuelo y chocaron. Hubo mucha suerte, porque las bombas dentro del avión nunca van activadas y, por eso, no hubo ninguna explosión nuclear y sólo escapes radiactivos.

    En Madrid, el actual CIEMAT, antes llamado Junta de Energía nuclear, tuvo un reactor nuclear en plena Ciudad Universitaria de Madrid y eso dio lugar a algún que otro escape, que fue convenientemente silenciado en su momento.

    Sobre los italianos, lo que he leído es que trajeron aquí sus armas químicas y probaron algunas durante la guerra civil. Concretamente, lanzaron unas cargadas con tétanos.

    Por supuesto, en Etiopía, lanzaron todas las que les dio la gana, porque allí no había periodistas delante y la vida de los africanos no estaba igual de valorada como la de los europeos.

    Se sabe que el Ejército español lanzó varias de estas bombas sobre Marruecos durante la guerra de África.

    Saludos.

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    1. !Muy interesante el post! Acabo de leer la novela "La maldición de los Palmisano" de Rafel Nadal y habla sobre este bombardeo. Curioseaba en Internet para ver lo publicado sobre este tema y ha aparecido esta pagina, me ha gustado mucho.
      Cuando leo este tipo de hechos, me aterroriza pensar en los dirigentes que guían este mundo.
      Un saludo.

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    2. No sé si lo más peligroso es que hayan ocurrido estas cosas o que se silencien, para que nadie las conozca.
      Precisamente, hace un rato, he estado leyendo que las alarmas de una central nuclear china han estado apagadas durante tres meses. Ellos dicen que ha sido por un error.
      ¿Cuántas enfermedades graves se podrían haber prevenido de haberse sabido estas cosas a tiempo?
      Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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  4. También Churchill ocultó que él mandó a un buque co pasajeros noramericanos se dirigiera hscia un submarino alemán para que lo hundiera y así EUA entrara en la guerra a su lado

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    1. No sé si te refieres al hundimiento del Lusitania, pero eso fue durante la I Guerra Mundial, cuando Churchill era el ministro de Marina.
      Hace unos años, publiqué otro artículo sobre ese caso. Lo podrás leer en este mismo blog.
      Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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