domingo, 8 de septiembre de 2013

LAS RUTAS NACIONALES DE GUERRA



Ya sé que algunos se van a frotar los ojos y otros pueden pensar que me he tomado una copa de más, pero hoy voy a hablar del turismo en la Guerra Civil española.

            Un periodista, Luis Bolín, muy amigo de Franco y del que se dice que fue uno de los organizadores del golpe militar del 18 de julio de 1936, fue el que dijo que el turismo y las guerras no tenían por qué ser incompatibles. Así qu
e, en febrero de 1938, anu
nció que en julio del mismo año, el Gobierno del bando nacional pondría a disposición de los turistas una serie de autobuses para realizar excursiones por todo lo largo y ancho de la zona nacional.

            La explicación es que Bolín, que ya tenía experiencia en este gremio, fue nombrado director general de turismo, por el primer Gobierno de Franco.

            Entre 1928 y 1931 fue delegado del Patronato nacional de Turismo en Andalucía, Marruecos y Canarias.

Argumentaba que España tenía que darse a conocer para que fuera visitada por aquellos que sólo leen periódicos extranjeros.

Ahora, el presupuesto que tiene es tan limitado que no tiene suficiente para comprar los autobuses necesarios para llevar a cabo esta misión.

Además, habría que reparar muchas carreteras y puentes destrozados por los combates. Así como preparar a los guías y adecentar los hoteles y restaurantes por donde iban a pasar los turistas.

Es todo un pionero en el turismo de guerra, pues, hasta esa fecha, no se había realizado esa actividad en ningún otro país. Lo que se llamaría ahora todo un emprendedor.

Empieza por encargar unos 20 autobuses marca Dodge, de los que se utilizan en USA para el transporte escolar.

Tiene éxito a medias, pues encuentra quién le preste el dinero, pero, justo antes de realizar la compra, el interventor general del Estado la paraliza, pues ese importe ha de ir a otras necesidades más prioritarias.

Como no es un hombre que se dé por vencido. Recorre la distancia que le separa del despacho del interventor, más de 200 km., y logra convencerlo.

Así que el 7 de junio se publica el decreto que autoriza la creación de la Ruta Nacional del Norte y a finales de junio esos autobuses llegan a Bilbao.

Tal y como estaba previsto, el 1 de julio, ya realiza la primera de las excursiones. Lleva en un autobús 3 monjas francesas y un periodista inglés.

Al principio, tiene pocos viajeros, pero, aunque cueste creerlo, no tardan mucho tiempo en llenarse los autobuses. Así es como nacieron las Rutas Nacionales de guerra.

La primera de ellas va desde la frontera francesa en Irún hasta Oviedo, con paradas en San Sebastián, Bilbao, Laredo y Santander. Mostrando lugares tan curiosos como el famoso “cinturón de hierro” de Bilbao, el puerto de Fito, Covadonga o los barrios de Oviedo que resultaron asolados por los bombardeos.

En total, se trata de unos 1.000 km., los cuales se realizan en 9 días. En cuanto al precio, son 8 libras esterlinas, pagaderas en cualquier divisa admitida internacionalmente. Este precio incluye el transporte, las 3 comidas diarias, hoteles y los servicios de los guías. Como se ve, una de las ideas principales era la obtención de divisas extranjeras, algo de lo que careció la España de Franco durante décadas.

Los nombres de los autobuses recuerdan los que más adelante llevaron los exiliados españoles que conquistaron París: Teruel, Alfambra, Belchite, etc.

Para aumentar el número de viajeros se llegaron a aceptar turistas sin el visado español y hasta sin pasaporte.

Entre los turistas había algunos que deseaban conocer cómo era la España nacional, otros eran simples turistas que sólo habían venido a conocer España (aunque la encontrarían un poco patas arriba). También hay quien viene a recoger datos para confirmar los relatos republicanos relativos a la represión en la zona nacional.

También se realizó un viaje con una amplia representación de periodistas y políticos portugueses afines a su Gobierno, al objeto de estrechar las relaciones entre los dos países. Incluso, les llegaron a mostrar un campo de concentración que había en Santander con unos 3.000 prisioneros de guerra.

Tal es el éxito de esta aventura empresarial que, antes de finalizar ese verano, se amplían las rutas hasta la frontera con Portugal en Tuy.

En el siguiente invierno, se crea una nueva ruta en Andalucía, con escalas en Sevilla, Jerez de la Frontera, Cádiz, Algeciras, Málaga, Granada y Córdoba. Tentando a la suerte, en las dos últimas ciudades, un autobús se salvó de milagro de un ataque republicano.

Estas fueron las primeras excursiones colectivas organizadas en nuestro país y durante más de 10 años estuvieron en funcionamiento.

No podemos olvidar que, desde el principio de la guerra civil, el bando nacional se da a conocer como protector de nuestros monumentos y tradiciones, “que son objeto de ataques por parte de las hordas comunistas”.

De alguna manera, se intenta asemejar la lucha de España contra el comunismo con la que ocurrió en el siglo XVI contra los protestantes.

Durante la II Guerra Mundial, la falta de turistas extranjeros fue suplida con otros llegados de todos los puntos de España.

Se organizaron viajes desde Madrid y Barcelona. A través del norte, en verano, y por el sur, en el frío invierno.

Terminada la II Guerra Mundial, Bolín, traspasó el negocio al sector privado. Subastó 16 de los autobuses y se quedó con los otros 4. También, con parte de los beneficios recauda
dos, compró 6 vehículos para su departamento y para la red de Paradores Nacionales.

En total, el beneficio fue 10 veces superior a la cantidad que le adelantó el Gobierno nacional para este servicio.

Como os habréis dado cuenta, Luis Bolín, era un tipo muy raro. Se trataba de un periodista muy conocido y una “rara avis” en la España de entonces. Así, aunque era madrileño, fue corresponsal de ABC en Londres y se dice que dominaba tan bien ese idioma que muchos lo confundían con un británico.

Fue el encargado de alquilar el famoso “Dragón rapide”, aquel avión tan raro que trasladó a Franco de las Canarias a Tetuán, para ponerse al frente de las tropas de África e iniciar la guerra civil. Para no despertar sospechas entre las Autoridades, también mandó en el avión un par de chicas rubias inglesas.
También fue el primer encargado de los servicios de prensa del bando nacional y de proyectar, ante los corresponsales extranjeros, una imagen positiva de ese bando.

Lo del dominio del inglés tiene un poco de trampa, pues, aunque él nació en Málaga, su madre era inglesa.

Así, con poco más de veinte añitos, pues había nacido en 1897, ya fue corresponsal de prensa en la I Guerra Mundial.
Como era un tipo con un porvenir muy brillante, con sólo 23 años ya lo tenemos
como jefe de prensa en la embajada española en Londres. Luego trabajó también en la Sociedad de Naciones y un poco más tarde, para ABC.

Durante la guerra civil fue el encargado de informar a los corresponsales extranjeros de los hechos, según la versión de su bando.

Un dato muy curioso es que fue por un período entre 1926 y 1932, cuñado de Constancia de la Mora, por estar casada con su hermano Manuel, y a la que ya dediqué hace tiempo otra entrada.  No olvidemos que Constancia realizaba la misma labor, pero en el otro bando.

Como siempre estuvo en contra de la II República, durante su estancia en Londres, antes de la guerra, formó la asociación de amigos de España, junto al duque de Alba y Juan de la Cierva, con el apoyo del partido conservador británico.

En sus memorias, nos comenta que fue el conde los Andes, un antiguo ministro de Alfonso XIII, el que le informó del futuro golpe militar y le propuso trabajar para el bando franquista.

También nos informa que alquiló el citado avión, que era igual que el del príncipe de Gales, con la ayuda de Juan de la Cierva, todo un experto en aviación.

Parece ser que Franco envió a Bolín, el 19 de julio, en el mismo avión, de vuelta a Londres, para ir luego a Alemania y a Italia. No se sabe por qué, Bolín, se dirigió primero a Roma, para comprar material bélico. Esa vez fracasó, pero no del todo, porque luego, los italianos, aceptaron la venta, gracias a una gestión de Franco con el cónsul italiano en Tánger.

Bolín ocupó en la posguerra diversos cargos. Sus últimos días los vivió en Washington, encargado de la consejería de información de la embajada española en USA.

También fue asesor del Banco Mundial en Marruecos y de la ONU en Argentina.


1 comentario:

  1. Hola. Sólo quería comentar que yo precisamente tuve una profesora de Turismo que nos trajo a clase un FOLLETO PUBLICITARIO de aquella época, escrito en inglés, sobre el turismo en la Guerra Civil. Todos nos quedamos impresionados de cómo estaba redactado (ensalzando a los soldados nacionales y los actos bélicos en sí) , de las fotografías de la época y sobre todo, de que era un documento absolutamente original, se notaba al tacto. Impresionante. Lo trajo la profesora Mª Victoria Calzado, que impartía un curso en el centro Fuenllana (Alcorcón), para más señas.

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