Hoy día es muy fácil calcular el
tiempo. Hablamos con precisión de horas, minutos y segundos. Incluso podemos
medir décimas, centésimas y milésimas de segundo y en todas partes se mide
igual, pero esto no siempre fue así. Aquí vamos a ver lo problemático que fue
este tema durante la época medieval.
La
gente, en general, era muy despreocupada al respecto y, ni siquiera, se
molestaba por saber los años que tenía cada uno.
Sin
embargo, la alta nobleza laica y eclesiástica sí que se preocupaba por ello y
por intentar conocer lo que les había ocurrido a sus antecesores.
Para
marcar algunos importantes acontecimientos de la vida civil, como el feliz nacimiento
de un heredero, hacían grandes fiestas con muchos invitados, para que la gente
comprobase su riqueza y recordara cuándo había ocurrido el hecho.
También
se citaba algún acontecimiento relacionándolo con otro más popular, como, por
ejemplo, esto ocurrió el año de la boda del príncipe…
Oficialmente,
el tiempo medieval es la continuación del clásico, con su calendario juliano y
sus días, semanas y meses. Pero, realmente, se impuso más a nivel popular el
religioso, con sus oficios y sus fiestas de guardar.
Para
medir cortos periodos de tiempos se utilizaba el sistema litúrgico, además de
las observaciones de la Naturaleza, como “al amanecer”, “al atardecer”, etc.
Ese
reglamentado horario de los monasterios es el que regía verdaderamente las
jornadas. Las horas canónicas no suelen coincidir con las horas solares y
tienen una duración variable. Para marcar el pase de una hora a otra se
utilizaban las campanas. Esto era muy normal en las sociedades rurales.
Entre
los instrumentos para medir el tiempo podemos destacar el reloj de sol, el
cuadrante solar, los relojes de agua, de arena, las velas o velones y los
astrolabios para las estrellas.
Sobre
las doce de la noche se llamaban a maitines. A las 3 eran los laudes. A las 6
era la prima y se tocaban 3 campanadas. También, entre los musulmanes, a esa
hora llamaba el almuecín a la oración. A
las 9 eran las tercias y se tocaban 2 campanadas. A las 12 era el ángelus y se
tocaba una campanada. El almuecín llamaba al rezo del mediodía. A las 15 horas
eran las nonas y se tocaban 2 campanadas. El almuecín llamaba al rezo de la
tarde. A las 18 eran las vísperas y se tocaban 3 campanadas. El almuecín
llamaba al rezo del atardecer. Por fin, a las 21 horas eran las completas y se
tocaban 4 campanadas. El almuecín llamaba al rezo de la noche.
Tanto
los chinos como los musulmanes estaban más adelantados en la técnica que medir
el tiempo, pero no quisieron compartir sus secretos con los europeos.
Los
primeros relojes de contrapeso empezaron a funcionar en el siglo XIV y se
popularizaron en el XV, aunque eso era un privilegio de ciudades con muchos
recursos.
Así,
al medirse las horas con mayor precisión, los obreros empezaron a cobrar por
horas civiles y no canónicas. A pesar de ello, los cronistas siguen usando las
horas canónicas, como siempre.
Desde
el 46 AC se siguió el calendario juliano, de Julio César, por el cual el año
tenía 365,25 días, pero en el XVI se llegó a demostrar que sólo tenía 365,241
días, así que, con esa diferencia en el cómputo de días, ya las estaciones no
empezaban donde tenían que hacerlo. Así que el Papa Gregorio XIII ordenó que se
pusiera en marcha el nuevo calendario Gregoriano y que, para corregir el
problema, se pasara del 4 de octubre al 15 de octubre de 1582.
Para
los ciclos largos, los hombres medievales tenían dos formas de hacerlo. Uno era
el de las labores del campo: época de la siembra, de la recogida de la vid, del
barbecho, etc. El otro sistema era el de la Iglesia, o sea, época de la
Natividad, de la Cuaresma, de Pascua, etc.
En
realidad, muchas veces coincidían, pues varias fiestas cristianas se habían
ubicado en el mismo día que otras anteriores paganas para celebrar algún hecho natural,
como los solsticios.
Sin
embargo, el calendario de la Iglesia era más concreto, pues databa con fechas
las diferentes fiestas, como el día de Pascual, el de san Miguel, el de
Navidad, etc.
También
fue muy común datar los años de manera diferente. En Castilla fue muy común
según la Era hispana, la cual empezaba a contar desde la conquista de Hispania
por Roma, en el 38 AC, según Augusto.
Por
ello, si en un documento se indica que “esta carta fue hecha en la era de
1138”, realmente fue en 1100 de la era cristiana.
El
sistema actual, en el que el año empieza el 1 de enero, procede del antiguo Calendario Juliano y se
llama Estilo de la Circuncisión o de Gracia. Comenzó a aplicarse en España y de
ahí pasó a Europa en el siglo XV, pero estuvo conviviendo con otros sistemas
diferentes. Esto dio lugar a muchos problemas.
Otros
estilos fueron el de la Natividad, donde el año comenzaba el 25/12. En el Imperio
Bizantino empezaba el 01/09. En Roma y las repúblicas italianas comenzaba el
25/12. En Inglaterra, Alemania y Francia, el 24/09. En Siena, el 18/09. En
Florencia, el 25/03. En Pisa el 25/03 del año anterior. En Venecia, el 01/03.
En Francia, en los siglos X-XII, el Domingo de Resurrección.
El
famoso Concilio de Troyes, célebre hoy en día, porque en él se aprobó la Orden
del Temple, aparece en los documentos de la época como 29/01/1128. Sin embargo,
en nuestro cálculo actual sería el 29/01/1129.
También
aparece en algunos documentos algún hecho relevante, como “el segundo año de su
pontificado”.
Con
respecto a otras religiones también hay diferencias. El año 1 de los musulmanes
sería el 623 DC de los cristianos, el 4383 de los judíos y el 3320 de los chinos.
Este
sistema los musulmanes lo empezaron a aplicar en el 632 DC, pero hay que tener
en cuenta que utilizan los años y meses lunares, que son más cortos que los
nuestros.
tan largo
ResponderEliminartan largo
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