jueves, 7 de marzo de 2013

LA MEDIDA DEL TIEMPO A TRAVÉS DE LA HISTORIA


Hoy día es muy fácil calcular el tiempo. Hablamos con precisión de horas, minutos y segundos. Incluso podemos medir décimas, centésimas y milésimas de segundo y en todas partes se mide igual, pero esto no siempre fue así. Aquí vamos a ver lo problemático que fue este tema durante la época medieval.

            La gente, en general, era muy despreocupada al respecto y, ni siquiera, se molestaba por saber los años que tenía cada uno.

            Sin embargo, la alta nobleza laica y eclesiástica sí que se preocupaba por ello y por intentar conocer lo que les había ocurrido a sus antecesores.

            Para marcar algunos importantes acontecimientos de la vida civil, como el feliz nacimiento de un heredero, hacían grandes fiestas con muchos invitados, para que la gente comprobase su riqueza y recordara cuándo había ocurrido el hecho.

            También se citaba algún acontecimiento relacionándolo con otro más popular, como, por ejemplo, esto ocurrió el año de la boda del príncipe…

            Oficialmente, el tiempo medieval es la continuación del clásico, con su calendario juliano y sus días, semanas y meses. Pero, realmente, se impuso más a nivel popular el religioso, con sus oficios y sus fiestas de guardar.

            Para medir cortos periodos de tiempos se utilizaba el sistema litúrgico, además de las observaciones de la Naturaleza, como “al amanecer”, “al atardecer”, etc.

            Ese reglamentado horario de los monasterios es el que regía verdaderamente las jornadas. Las horas canónicas no suelen coincidir con las horas solares y tienen una duración variable. Para marcar el pase de una hora a otra se utilizaban las campanas. Esto era muy normal en las sociedades rurales.

            Entre los instrumentos para medir el tiempo podemos destacar el reloj de sol, el cuadrante solar, los relojes de agua, de arena, las velas o velones y los astrolabios para las estrellas.

            Sobre las doce de la noche se llamaban a maitines. A las 3 eran los laudes. A las 6 era la prima y se tocaban 3 campanadas. También, entre los musulmanes, a esa hora llamaba el almuecín a la oración.  A las 9 eran las tercias y se tocaban 2 campanadas. A las 12 era el ángelus y se tocaba una campanada. El almuecín llamaba al rezo del mediodía. A las 15 horas eran las nonas y se tocaban 2 campanadas. El almuecín llamaba al rezo de la tarde. A las 18 eran las vísperas y se tocaban 3 campanadas. El almuecín llamaba al rezo del atardecer. Por fin, a las 21 horas eran las completas y se tocaban 4 campanadas. El almuecín llamaba al rezo de la noche.

            Tanto los chinos como los musulmanes estaban más adelantados en la técnica que medir el tiempo, pero no quisieron compartir sus secretos con los europeos.

            Los primeros relojes de contrapeso empezaron a funcionar en el siglo XIV y se popularizaron en el XV, aunque eso era un privilegio de ciudades con muchos recursos.

            Así, al medirse las horas con mayor precisión, los obreros empezaron a cobrar por horas civiles y no canónicas. A pesar de ello, los cronistas siguen usando las horas canónicas, como siempre.

            Desde el 46 AC se siguió el calendario juliano, de Julio César, por el cual el año tenía 365,25 días, pero en el XVI se llegó a demostrar que sólo tenía 365,241 días, así que, con esa diferencia en el cómputo de días, ya las estaciones no empezaban donde tenían que hacerlo. Así que el Papa Gregorio XIII ordenó que se pusiera en marcha el nuevo calendario Gregoriano y que, para corregir el problema, se pasara del 4 de octubre al 15 de octubre de 1582.

            Para los ciclos largos, los hombres medievales tenían dos formas de hacerlo. Uno era el de las labores del campo: época de la siembra, de la recogida de la vid, del barbecho, etc. El otro sistema era el de la Iglesia, o sea, época de la Natividad, de la Cuaresma, de Pascua, etc.

            En realidad, muchas veces coincidían, pues varias fiestas cristianas se habían ubicado en el mismo día que otras anteriores paganas para celebrar algún hecho natural, como los solsticios.

            Sin embargo, el calendario de la Iglesia era más concreto, pues databa con fechas las diferentes fiestas, como el día de Pascual, el de san Miguel, el de Navidad, etc.

            También fue muy común datar los años de manera diferente. En Castilla fue muy común según la Era hispana, la cual empezaba a contar desde la conquista de Hispania por Roma, en el 38 AC, según Augusto.

            Por ello, si en un documento se indica que “esta carta fue hecha en la era de 1138”, realmente fue en 1100 de la era cristiana.

            El sistema actual, en el que el año empieza el 1 de enero,  procede del antiguo Calendario Juliano y se llama Estilo de la Circuncisión o de Gracia. Comenzó a aplicarse en España y de ahí pasó a Europa en el siglo XV, pero estuvo conviviendo con otros sistemas diferentes. Esto dio lugar a muchos problemas.

            Otros estilos fueron el de la Natividad, donde el año comenzaba el 25/12. En el Imperio Bizantino empezaba el 01/09. En Roma y las repúblicas italianas comenzaba el 25/12. En Inglaterra, Alemania y Francia, el 24/09. En Siena, el 18/09. En Florencia, el 25/03. En Pisa el 25/03 del año anterior. En Venecia, el 01/03. En Francia, en los siglos X-XII, el Domingo de Resurrección.

            El famoso Concilio de Troyes, célebre hoy en día, porque en él se aprobó la Orden del Temple, aparece en los documentos de la época como 29/01/1128. Sin embargo, en nuestro cálculo actual sería el 29/01/1129.

            También aparece en algunos documentos algún hecho relevante, como “el segundo año de su pontificado”.

            Con respecto a otras religiones también hay diferencias. El año 1 de los musulmanes sería el 623 DC de los cristianos, el 4383 de los judíos y el 3320 de los chinos.

            Este sistema los musulmanes lo empezaron a aplicar en el 632 DC, pero hay que tener en cuenta que utilizan los años y meses lunares, que son más cortos que los nuestros.

 

2 comentarios: