Seguramente que todos hemos leído
de pequeños o visto en el cine o en la TV algunos célebres cuentos.
Lo
que no sabe mucha gente es que los hemos llegado a conocer gracias a la callada
labor de de unos cuantos autores. Por ello, hoy voy a hablar de dos de estas
personas: los Hermanos Grimm.
Jacob
y Wilhelm Grimm eran dos hermanos que nacieron en la ciudad alemana de Hanau,
en Hesse a finales del siglo XVIII.
A
los 20 años Jacob alcanzó el puesto de bibliotecario y Wilhelm era su secretario
en la biblioteca de su localidad.
Posteriormente,
se dedicaron a la Filología y fueron profesores en la Universidad de Kassel, en
1829-39.
Más
tarde, fueron despedidos de la Universidad de Gotinga por protestar contra el
rey Ernesto Augusto I de Hannover. Parece ser que, fieles a su mentalidad
democrática, redactaron escritos criticando la Gobierno de Hannover.
Gracias
a que ya eran famosos por sus publicaciones, fueron llamados por el rey
Federico Guillermo IV de Prusia a Berlín, para dar clases en la Universidad
Humboldt, de esa ciudad.
Tras
la revolución de 1848, Jacob fue elegido miembro del parlamento de Frankfurt.
Su
labor, aparte de ir por los pueblos recopilando historias que convirtieron en
cuentos famosos, también se dedicaron a
la docencia, como ya hemos mencionado, y a la investigación lingüística. Sus
estudios sobre la historia de la lengua alemana dejaron una profunda huella en
su país. Lógicamente, sus teorías sobre el origen divino del lenguaje fueron
pronto desechadas.
También
comenzaron la redacción de un imponente diccionario alemán con 33 tomos, el
cual no pudo ser concluido hasta 1960.
Publicaron
estudios sobre la Gramática alemana, las leyendas, la mitología, etc. También
redactaron lo que se conoce como la Ley de Grimm, donde explican de una manera
muy técnica la evolución del germánico desde la lengua indoeuropea. Por ello,
se les considera los pioneros de la Filología alemana.
Aparte
de ello, también publicaron una serie de romances españoles en su obra “Silva
de romances viejos”.
Se
cuenta que conocieron en 1803 a unos autores románticos alemanes que les
hicieron comprender la importancia de no perder la tradición de las antiguas
narraciones transmitidas verbalmente. Así surgió su interés por recopilar este
tipo de historias.
Parece
ser que la mayor parte de los cuentos, que empezaron a recopilar en 1806, les
fueron narrados por gentes de origen hugonote, o sea, protestantes exiliados de
Francia. Entonces ellos eran simplemente un par de jóvenes recién licenciados
en Derecho y no tenían aún muy claro a qué iban a dedicarse.
Los
narradores fueron Dorothea Viehmann y las familias Hassenflug y la del
farmacéutico Wild. Posteriormente, una de las hijas de esta familia se casó con
Wilhelm en 1825.
De
ahí salieron cuentos tan conocidos como Blancanieves, Cenicienta, Hansel y
Grettel, la Bella durmiente, Pulgarcito, etc. Quizás les quedaron tan bien que
sus cuentos publicados han desplazado casi por completo de la memoria los que
se transmitían de forma oral.
Algunos
de sus cuentos fueron muy criticados, pues contenían una fuerte dosis de
violencia y alusiones sexuales claras. Ellos replicaban argumentando que no
habían escrito los cuentos para los niños. No obstante, debieron de plegarse a
los gustos de la época y fueron recortando todos estos episodios.
También,
cuando pretendieron publicar un libro de cuentos verdaderamente alemán,
tuvieron que prescindir de algunos de origen francés, como El gato con botas o
Barba azul.
En
1812 publicaron el primer tomo de “Cuentos para la infancia y el hogar” y en
1814 se publicó el segundo. Luego surgieron otras ediciones en 1837 y 1857.
Para
la publicación del segundo tomo contaron con la ayuda las familias nobles
Haxthausen y Droste Hülsoff y de la verdulera Viehmann, una verdulera viuda que
tenía una memoria tan sorprendente que era capaz de repetir una y otra vez los
cuentos con las mismas palabras.
Como
hemos dicho antes, ellos no tenían pensado escribir para un público infantil,
así que no quisieron adornar las primeras ediciones con ilustraciones. Sin
embargo, no olvidaron incluir anotaciones eruditas a pie de página.
Ellos
entendían su misión como una recuperación de las tradiciones alemanas para
buscar una futura unificación del país. No olvidemos que pertenecieron a la
cultura romántica, de donde surgieron los nacionalismos europeos. Además, por
aquellas fechas, los territorios alemanes habían sido invadidos por Napoleón,
el cual había dado orden de suprimir todas las tradiciones locales de los
territorios conquistados.
A
partir de 1825 publicaron una segunda edición, de la que vendieron muchos más
ejemplares, pues se habían decidido por incluirle ilustraciones, muchas de
ellas realizadas por su hermano Ludwig. Esta denominada “Pequeña edición” sí
iba ya dirigida al público infantil. De hecho se reeditó varias veces. Parece
ser que Wilhelm rectifico las narraciones dándoles una forma más atractiva para
los niños.
Como
en algunos sectores de América del Norte sus narraciones no eran bien recibidas
por los padres y los educadores, debido a los detalles violentos que figuraban
en los cuentos, fueron edulcorando estos cuentos para que se pudieran vender con mayor facilidad.
En
total, publicaron unos 210 cuentos, los cuales han sido traducidos a todos los
idiomas. Posteriormente, tanto los cuentos como sus personajes han sido
utilizados por el teatro, el cine, la ópera, las historietas, la TV, la
publicidad, etc.
Unos
originales de estos manuscritos de los Hermanos Grimm se hallan en la
biblioteca de la Universidad de Kassel y están protegidos por la UNESCO.
En
España fueron traducidos directamente de su versión alemana y publicados en
1879.
En
el siglo XX su popularidad aumentó gracias a la lucha contra el analfabetismo
infantil.
Incluso,
el cine de animación, capitaneado por el famoso Walt Disney, utilizó estas
narraciones para hacer grandes películas, que nos traen muchos recuerdos de la
infancia.
Todavía
hoy en día existe gente, como la actual ministra de Familia del Gobierno de
Angela Merkel que confiesa que le preocupa lenguaje sexista que ve en estos
cuentos y que sólo se los leerá a sus hijos de una manera dosificada.
Este
año se conmemora el “Año Grimm” en memoria de estos narradores, que, además,
gracias a sus importantes estudios, son considerados los fundadores de la
Filología alemana.
Vivieron
sus últimos años en la capital de Prusia, Berlín. Alemania les ha dedicado gran
cantidad de calles, museos, premios y puso su efigie en el último billete
emitido de 1.000 Marcos, justo antes de la llegada del euro.
Este post me trae bonitos recuerdos pues de niña leía y releía los cuentos de los Grimm. He de reconocer mi ignorancia en algunas cosas: siempre creí que Jacob tiraba más hacia los trabajos lingüísticos y Wilhelm hacia los cuentos, pero aquí veo que estaban codo con codo más de lo que pensaba. Y lo que ya me ha descolocado es que tenían otro hermano más.
ResponderEliminarPues sí, estaba Ludwig Emil, el cual fue un artista más o menos conocido en su momento. El más pequeño de la familia.
ResponderEliminarhttp://en.wikipedia.org/wiki/Ludwig_Emil_Grimm
Realmente, yo creo que ninguno de los dos había pensado dedicarse a los cuentos, pero como vieron que allí podían ganarse un futuro, los siguieron haciendo. La prueba evidente es que todo el mundo los conoce por haber escrito estos cuentos y casi nadie sabe que fueron unos lingüistas de reconocido prestigio.
Igualmente, me viene ahora a la memoria el caso de Martín Lutero. Todo el mundo lo conoce por el autor de la Reforma, pero casi nadie sabe, salvo en Alemania, que la traducción que hizo al alemán de la Biblia, partiendo de la edición en griego de Erasmo, se considera como uno de los puntos de partida para la homologación del alemán en todas las zonas de ese país. Dicen que, para hacerlo más accesible y que todo el mundo pudiera leer esta obra no la escribió en un alemán muy culto, sino en el que oía cuando visitaba los mercados y las calles de su país.
Saludos.
Seguramente tuvieron un éxito mayor porque estaba por entonces de moda el nacionalismo y la gente demandaba una serie de cosas que dieran forma al nacionalismo alemán y lo hicieran diferente del resto de las naciones. Además, necesitan algún vínculo que uniera a todos los alemanes, sin importar de que pertenecieran a uno u otro Estado de los muchos que había entonces en esa zona.
ResponderEliminarNo hay más que ver que los Grimm fueron muy amigos de Achim von Arnim o Clemens Brentano, ambos miembros del Cenáculo romántico de Heidelberg
Posiblemente, sus cuentos no fueran una cosa tan inocua como parece, sino una forma de establecer una conciencia alemana. Quizás, por eso, ellos, en principio, decían que sus cuentos no iban dirigidos a los niños.
http://es.wikipedia.org/wiki/Los_siete_de_Gotinga
Luego, es posible que cambiaran sus intenciones cuando vieron que podrían ser un sustancioso negocio.
No hará falta recordar que, por esa época, muchos historiadores alemanes se pusieron manos a la obra, quizás contratados por alguien o por iniciativa propia para entresacar de la Historia los acontecimientos que, a su juicio, podrían ser más importantes para establecer una épica alemana y así crear un nexo que uniera a los diferentes Estados que había allí.
Tampoco hay que olvidar que, por aquella época, se puso de moda el neogótico, pues andaban buscando sus orígenes en la Historia Medieval.
Como verás, no hay nada que sea inocente en esta historia. Más o menos, todo tiene su explicación.
Saludos.