Supongo que esta vez mis lectores
no podrán decirme, como hacen a menudo, que escribo sobre personajes
desconocidos para el común de los mortales. Lo cierto es que, aunque todo el mundo
haya leído algunas obras de este escritor, es muy probable que desconozca
muchos aspectos de su vida.
Su nombre completo era Charles
John Huffan Dickens y nació en febrero de 1812 en la ciudad costera de
Portsmouth, base principal de la Armada británica. Precisamente, su padre era
un funcionario civil de la Armada y prestaba sus servicios en la pagaduría de
esa base.
Parece ser que el sueldo del
padre era demasiado escaso y eso le llevó a contraer deudas, que no pudo pagar
a tiempo. Lo que dio lugar a que tuvieran que vender los muebles y la vajilla. Parece
ser que eso no fue suficiente y John fue encarcelado por impago de deudas.
Esa terrible situación dio lugar
a que Charles tuviera que dejar el colegio a los 10 años y se puso a trabajar
en una apestosa fábrica, donde embotellaban betún y que estaba llena de ratas.
Más tarde, el padre cobró una
pequeña herencia, con la que consiguió recuperar su libertad, tras haber pagado
todas sus deudas.
También eso permitió que Charles dejase de trabajar en la fábrica y volviera a la escuela, donde estuvo hasta los 15 años.
Posteriormente, entró a trabajar
en un bufete de abogados, en Londres. Allí aprendió algo que le sería muy útil,
la taquigrafía.
Por lo visto, siempre se le dio
muy bien la taquigrafía y eso le abrió el camino hacia el mundo del periodismo.
Empezó acudiendo a las sesiones del Parlamento y, más tarde, consiguió que se
publicasen sus artículos en varios periódicos.
Dickens solía pasear por los barrios modestos londinenses y luego escribía sobre lo que había visto. Incluso, mencionaba las actividades de algunos personajes, que le habían llamado la atención, como criadas, caballeros arruinados, etc. Algo muy novedoso en aquella época.
A la vista del éxito obtenido,
unos editores le ofrecieron escribir una novela sobre esos mismos personajes. En
España la conocemos como Los papeles póstumos del Club Pickwick, cuya
traducción se la debemos a uno de sus grandes admiradores, Benito Pérez Galdós.
Como en aquella época la mayoría
de los libros no estaban al alcance de la gente modesta, en el Reino Unido,
optaron por publicarla por entregas, las cuales salieron a la luz entre 1836 y
1837.
Incluso, como había mucha gente analfabeta,
solían acudir a alguien que les fuera leyendo cada una de las entregas.
A partir de entonces, aparecieron
otras novelas, aunque, quizás, la más conocida por todos sea Oliver Twist. También
dirigió una revista y escribió algunas obras para el teatro.
Todo ello, le hizo ganar mucho
dinero, el cual invirtió en una casa en un elegante barrio londinense, donde ahora está su museo.
En 1843, apareció el conocido
relato Cuento de Navidad, donde aparece el personaje avaro de Ebenezer Scrooge.
A partir de entonces, tomó la costumbre de escribir unos relatos cortos para
festejar la Navidad.
Sus buenos ingresos le permiten
viajar por muchos países y eso lo plasmó en un libro de viajes, publicado en
1846.
Dos años más tarde, publicó la
novela que le dio más fama, David Copperfield y de la que siempre se sintió más
orgulloso. De hecho, confesó que allí plasmó algunos retazos de su propia vida.
Es posible que el tener nada
menos que 10 hijos le hicieran meditar sobre su propia infancia.
Por ello, siempre intentó mejorar
la sociedad en la que vivía. Denunció el trato dado a los huérfanos en los orfanatos,
pero también el horrible espectáculo de las ejecuciones públicas. Incluso,
financió la creación de un centro para prostitutas reformadas.
Todo ello dio lugar a que mucha
gente abriera los ojos sobre el estado de la sociedad en la que vivía y
presionaron al Gobierno para realizar muchas reformas. Las cuales se hicieron
realidad en años sucesivos.
En 1857, Charles fue a ver una
obra teatral de un amigo suyo y allí conoció a una joven actriz, llamada Ellen
Ternan.
Parece ser que las relaciones
entre Charles y su esposa, Catherine, ya no eran tan buenas y eso dio lugar a
que él se enamorase de esa joven, que sólo tenía 18 años, la misma edad que su
hija mayor, mientras que él ya había cumplido los 45.
Al año siguiente, su mujer
descubrió un brazalete de oro, que le iba a regalar Charles a Ellen y pidió el
divorcio.
A partir de entonces, Charles y
Ellen vivieron juntos, aunque nunca se casaron ni reconocieron que fueran una
pareja.
Dos años después, se publicó otra
de sus novelas más conocidas, Grandes esperanzas.
A partir de 1858, se dedicó a
realizar lecturas públicas de sus novelas. Por lo visto, tuvo mucho éxito y eso
le llevó a realizarlas en muchos lugares, tanto del Reino Unido como de USA.
Parece ser que esos viajes
constantes le acarrearon graves problemas de salud, ya que siempre había
padecido problemas renales y cardíacos.
Desgraciadamente, murió en 1870, dejando su última obra sin terminar.
Parece ser que había dicho a sus
familiares que quería un entierro sin lujos de ningún tipo y en un cementerio
de una zona rural.
Sin embargo, el famoso diario The
Times inició una campaña para que uno de los escritores más famosos que había
dado el Reino Unido fuera enterrado en un lugar mucho más importante. De esa manera,
consiguió que fuera enterrado en el panteón de la famosa Abadía de Westminster.
Concretamente, en el llamado rincón de los poetas. Allí acudieron miles de
personas a llevarle ramos de flores y rendirle homenaje por sus obras.
Su fama ha llegado hasta nuestros
días. No sólo en el campo de la literatura, sino que también se han hecho
varias películas y series de TV sobre las mismas.
Para resumir, Dickens vivió en un
período en el que tuvieron lugar muchas transformaciones en el Reino Unido.
El final de las guerras contra Napoleón no había traído mucha prosperidad. Ello unido a que hubo una serie de acontecimientos volcánicos y meteorológicos, que supusieron muy malas cosechas.
La vida política estaba dominada
por las grandes familias de siempre, que se dedicaban, sobre todo, a la
explotación del campo, y seguían aliadas con la Iglesia anglicana. Los católicos
no estaban muy bien vistos y solían sufrir discriminación.
Sin embargo, las élites de ese
país tuvieron el acierto de ir haciendo reformas con las que consiguieron que
las revoluciones de 1848, que surgieron en toda Europa, no tuvieran éxito en
ese país.
No obstante, hasta las reformas de
Disraeli, sólo 800.000 personas tenían derecho al voto en un país con 32.000.000
de habitantes.
El gran desarrollo británico vino
por su apuesta por la industria, el incremento de las máquinas, el aumento del
crédito bancario, el apogeo de los ferrocarriles y su marina, que le permitía
el comercio a gran escala. Todo ello creó una fuerte burguesía industrial.
Aunque muchas de las grandes familias vieron crecer su riqueza, también es cierto que se creó una clase media, compuesta por comerciantes, profesionales liberales, etc, que solían vivir en las grandes ciudades. A mediados del siglo XIX, Londres ya tenía una población de 4.000.000 de habitantes.
En 1868, empezó a gobernar el
liberal Gladstone, el cual introdujo varias medidas muy importantes, como el reconocimiento
de los sindicatos obreros, la ampliación del sufragio electoral, la entrada de
los partidos izquierdistas en la Cámara de los Comunes, el escrutinio secreto
de los votos en las elecciones y la enseñanza primaria pública y gratuita.
Realmente, se dice que Dickens
nunca fue un revolucionario, sino una persona amante del orden, pero que
criticaba muchos aspectos de la sociedad en la que vivía.
Una de sus grandes preocupaciones
era la educación. Decía que sólo una buena formación haría posible que mucha
gente pudiera salir de la pobreza. Por ello, criticó la labor de ciertos
maestros, que abusaban de la memorización y despreciaban la creatividad de sus
alumnos.
Tampoco quedaron fuera de sus críticas
el sistema carcelario, la explotación infantil en las fábricas, la corrupción
política y el Parlamento.
De esa forma, aunque la sociedad
británica tenía una visión muy optimista de la marcha de su país, él les descubrió
la otra cara de la moneda: la de los desheredados.
A su muerte, su amigo, Thomas
Carlyle, dijo: “Es un acontecimiento universal. Un talento único se ha
extinguido repentinamente y ha eclipsado la ingenua alegría de los pueblos”.
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Muy interesante.
ResponderEliminarMuchas gracias. En este blog tiene otros 604 artículos, por si le gusta la Historia. Saludos.
EliminarQué interesante, Juan; lástima la falta de tiempo para leer pero te sigo para echar un vistazo de vez en cuando.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario y saludos.
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