Seguro que casi todos habréis
oído hablar de la infame Guerra Fría, que, durante muchos años, llevó al mundo
al borde de una guerra nuclear y una destrucción total.
Hoy voy a narrar la historia de
un hombre, del que no se sabe mucho, pero que abrió los ojos de los gobiernos
de Occidente sobre las verdaderas intenciones del Gobierno de la URSS.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Igor Sergeyevich Gouzenko. Nació en 1919 en una pequeña ciudad, llamada
Dmitrov, perteneciente a la provincia de Moscú, en Rusia. Ya sabemos que la
antigua URSS no se fundó hasta 1922.
Su familia era de origen
ucraniano, siendo él el menor de 4 hermanos. Nació en unos tiempos muy duros.
Fue la época de la guerra civil en Rusia. Su padre combatió en ella del lado de
los bolcheviques.
Como en todas las guerras, dio
lugar a una gran hambruna. La cual provocó la muerte del padre y el hermano
mayor de Igor. Así que la madre, que era profesora de Matemáticas, tomó la
decisión de enviar a sus hijos con sus abuelos, que vivían en el campo.
Parece ser que Igor fue un
estudiante brillante. Incluso, llegó a ingresar en el Instituto de Arquitectura
de Moscú. Allí conoció a Svetlana Gouseva, con la que se casó poco tiempo
después.
Supongo que la cercanía de la II
Guerra Mundial haría que lo enviaran a formarse en la Academia militar de
ingenieros. De allí salió con el despacho de teniente y especializado en codificar
mensajes.
Tras la invasión de la URSS, por
parte de las tropas alemanas, fue destinado a los servicios centrales del GRU,
el espionaje militar.
En junio de 1943, fue destinado a
la Embajada de la URSS en Canadá. Allí iba a realizar el mismo trabajo que en
Moscú, estando a las órdenes del coronel Nikolai Zabotin.
Parece ser que a esa pareja les
llamó mucho la atención la forma de vivir de Occidente y les gustó mucho más
que su vida en la URSS.
Es preciso decir que la URSS
nunca había tenido una embajada en Canadá. Estos dos países establecieron
relaciones diplomáticas en 1942, tras la invasión de la URSS y el paso de este
país al bando de los aliados.
Supongo que Gouzenko fue
destinado a Canadá, porque es posible que fuera reclamado por su antiguo jefe,
el coronel Nikolai Zabotin, que había sido nombrado jefe del espionaje
soviético en Canadá.
Por otro lado, es muy posible que Gouzenko, al dedicarse al cifrado y descifrado de mensajes, se enterase de muchos secretos y a Stalin no le hacía mucha gracia la gente que sabía demasiado.
Supongo que se mosquearía mucho, cuando, en julio de 1945, recibió
la orden de regresar a la URSS. Me imagino que ya conocería el destino de muchos a los que les habían llamado y a la mayoría de ellos los habían asesinado, nada más pisar territorio soviético.Así que, en principio, consiguió
que su jefe retrasara su partida, pero, a primeros de septiembre de 1945, el
matrimonio decidió que Igor desertase.
Por entonces, Igor era un joven
de 26 años, al cual no se le había ocurrido otra cosa, que salir de la Embajada
con un maletín lleno de mensajes descifrados y las instrucciones para descifrar
aún más.
Tomó una decisión un tanto
extraña. Primero se dirigió a la redacción del periódico local Ottawa Journal,
pero el editor no le hizo ningún caso.
Luego le dijeron que fuera al Ministerio de Justicia. Pidió ver al ministro, pero, lógicamente, no le autorizaron a hablar con él.
Sin embargo, le aconsejaron que solicitase la ciudadanía canadiense y eso hizo.Sin embargo, el primer ministro
de Canadá fue informado de que había un miembro de la Embajada de la URSS, que
afirmaba que su país estaba espiando a sus aliados y creó una comisión para
investigar el hecho.
Por lo visto, esa noche, Igor y
su familia tuvieron la precaución de pasar la noche en la vivienda de un vecino.
Hicieron muy bien, porque, esa
misma noche, su vivienda fue allanada por varios agentes del antiguo NKVD
(después KGB y ahora FSB).
Sin embargo, alguien llamó a la
Policía y allí aparecieron varios agentes de la famosa Real Policía Montada del
Canadá, que consiguieron detener a los agentes soviéticos.
Parece ser que ya se tomaron a Igor más en serio. Esta vez se lo llevaron a un campamento llamado X, donde los canadienses solían formar a sus espías.
Allí fue interrogado por agentes canadienses, del MI5 y del FBI. Organismos que se ocupan del contraespionaje en sus respectivos países.Parece ser que el primer ministro
canadiense no era partidario de apoyar a Igor y así enemistarse con sus aliados
de la URSS. Sin embargo, cuando le llevaron un informe, basado en los
documentos y el interrogatorio realizado a nuestro personaje, tuvo que cambiar
de opinión. Por eso, les concedieron el asilo y luego la ciudadanía canadiense.
A finales de septiembre de 1945,
el primer ministro canadiense, viajó primero a USA, para reunirse con el
presidente Truman, y luego a Londres, donde se reunió con el primer ministro
Attlee. Así que pusieron de acuerdo sobre las medidas a tomar. Por un lado, no
querían enemistarse con sus aliados en la URSS. No podían olvidar que, en buena
parte, debían la derrota de las tropas alemanas a las muchas bajas en los
enfrentamientos con los soviéticos. Sin embargo, no podían tolerar que les
estuvieran espiando.
Así que ocultaron esa noticia hasta febrero de 1946, cuando fue publicada por un periódico de USA. Posteriormente, nombraron a dos jueces del Tribunal Supremo de Canadá para que instruyeran este proceso.
Parece ser que varios técnicos
canadienses habían trabajado en el famoso Proyecto Manhattan, por el que USA
consiguió fabricar aquellas bombas atómicas que lanzó sobre Japón, durante la
II Guerra Mundial.
Por ese motivo, las autoridades
canadienses se tomaron el tema muy en serio y llegaron a detener a unos 39
ciudadanos canadienses, acusados de estar espiando para la URSS. De ellos, 18 fueron
condenados a diversas penas.
En el Reino Unido arrestaron a
los físicos nucleares Alan Nunn May y Klaus Fuchs, los cuales fueron condenados
a varios años de prisión.
Incluso, en USA, investigaron muy
a fondo todo este tema y eso fue lo que llevó a detener a varias personas, como
el matrimonio formado por Julius y Ethel Rosemberg. Condenados a muerte y
ejecutados en 1953.
No obstante, el Gobierno canadiense, ordenó la expulsión inmediata de todos los funcionarios de la Embajada de la URSS.
El propio coronel Zabotin fue
llamado a Moscú y, desde allí, fue enviado a un campo de trabajo en Siberia. En
1953, logró ser puesto en libertad con motivo de la muerte de Stalin.
Como ya sabemos, Stalin era muy
dado a tomar represalias con las familias de los desertores. Así que arrestaron
a las familias de ambos. Eso dio lugar a la muerte de la madre y una hermana de
Igor, en la prisión donde se hallaban encarceladas.
Lógicamente, el Gobierno
canadiense, les dio otra identidad falsa y una forma de poder vivir, ya que
llegaron a tener 8 hijos.
Aunque siempre estuvieron
protegidos por la Policía canadiense, Igor siempre temió poder ser encontrado y
asesinado por los agentes soviéticos.
No obstante, Gouzenko no se quedó
sin hacer nada. Escribió dos libros, en los que explicaba los motivos de su
deserción y su biografía. Incluso, llegó a presentarlos en una emisora de TV.
Eso sí, siempre oculto por una capucha. Como las de los verdugos medievales. También
se dedicaba a pintar cuadros.
Incluso, llegaron a proponerlo
para el Premio Nobel de Literatura. Ya se sabe que esos académicos tienen unos
gustos literarios muy extravagantes.
En 1948, la famosa productora
Twentieh Century Fox, llevó a las pantallas de cine una película titulada La
cortina de hierro, cuyo guion estaba basado en una serie de artículos, que
había publicado Gouzenko en la revista Cosmopolitan.
Se considera que la Guerra Fría
comenzó tras la revelación de los documentos de Gouzenko. Él solía decir que
“el Gobierno soviético se está preparando para una Tercera Guerra Mundial… y
está creando en los países democráticos una Quinta Columna…”.
También escribió que la URSS “nunca
ha abandonado la idea de establecer una dictadura comunista en todo el mundo”.
Desgraciadamente, Gouzenko, que
ya acarreaba muchos problemas de salud, debido a su diabetes, que le había
dejado casi ciego, murió en 1982, en una localidad de Ontario, a causa de un
ataque cardíaco.
Hasta hace pocos años, ni siquiera
habían escrito nada en su lápida para identificar dónde estaba enterrado.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
DE WWW.GOOGLE.ES
No hay comentarios:
Publicar un comentario