lunes, 19 de febrero de 2024

LA ODISEA DEL DOCTOR FÉLIX KERSTEN

 

Hoy voy a narrar la historia de otro de esos personajes, que, hoy en día, están casi olvidados, pero que fue muy importante para salvar miles de vidas, durante la II Guerra Mundial.

Tal y como dice el título, nuestro personaje se llamaba Félix Kersten. Nació en 1898, en el seno de una familia alemana, residente en la actual Estonia, que entonces pertenecía al Imperio Ruso.

Por ello, en la I Guerra Mundial, luchó en el bando alemán. Posteriormente, estuvo en la guerra civil finlandesa. Se quedó residiendo en ese país y llegó a ser nombrado oficial de su Ejército.

Tras haber sido desmovilizado, se dedicó a estudiar Fisioterapia en Helsinki. Posteriormente, se trasladó a Berlín, donde, a partir de 1922, fue discípulo de un médico tibetano, llamado Dr. Ko.

Estuvo 2 años aprendiendo su técnica y, en 1925, el Dr. Ko le dijo que ya no podía enseñarle más, así que le traspasó su consulta y regresó al Tibet.

Dicen que Kersten se decidió por estudiar Fisioterapia al haber sufrido artritis reumatoide y ver que mejoraba con los masajes.

Poco a poco, Kersten empezó a ser famoso, ya que sus masajes eran muy efectivos. Entre sus muchos clientes estaban el príncipe, esposo de la reina de Holanda y el conde Ciano, yerno de Mussolini.

Eso también le hizo conocer gente muy influyente. Algo que le beneficiaría en el futuro.

Parece ser que esta gran cartera de clientes hizo que amasara una buena fortuna, la cual le permitió comprar una elegante casa de campo a las afueras de Berlín.

También, en aquella época, se casó con una mujer alemana de una familia muy influyente y tuvieron tres hijos.

Alemania era un país con muchos problemas, tanto económicos como de orden público y eso propició la llegada al poder de los nazis. No sé si sería por eso, pero lo cierto es que Kersten vivió en Holanda entre 1928 y 1934.

Uno de los líderes nazis era Heinrich Himmler, el temible jefe de las SS. Himmler era un hombre con muchos problemas de salud. Sobre todo, sufría de fuertes dolores en el estómago y en las articulaciones y los médicos no sabían cómo curarle. Así que, en 1939, se pusieron en contacto con él para que intentase remediar esos dolores.

En principio, a Kersten no le hizo mucha gracia la idea, porque le parecía un tipo muy peligroso, así que se negó a tratarle. No obstante, después le convencieron.

En marzo de 1939, Kersten fue a visitarlo al cuartel general de las SS. Algo que muchos consideraban un suicidio. Hasta su esposa estaba preocupada por la vida de su marido.

Durante la reunión, Kersten le propuso un tratamiento de dos semanas de masajes para averiguar de dónde venían sus males. Himmler aceptó de inmediato. Así que, ese mismo día, le dio el primer masaje y parece que el paciente quedó muy satisfecho.

Una vez acabado ese plazo, Himmler le pidió que siguiera siendo su masajista y él lo aceptó, aunque impuso algunas condiciones.

No sé si Kersten tendría miedo de no salir vivo de esas oficinas, lo cierto es que, tras cada una de las sesiones, se dedicó a redactar sus memorias, en las que mencionó todo lo que vio y oyó y las personas con las que contactó en ese edificio.

Las condiciones propuestas por Kersten eran tratar a Himmler como a cualquier otro paciente, salvo que no acudiría a su consulta, sino que él iría al cuartel general a darle los masajes. También le dijo que no quería ingresar en la SS, ni nada por el estilo. Aparte de ello, le comentó que él tenía la ciudadanía finlandesa y no tenía las obligaciones de los alemanes. Himmler aceptó sus tres condiciones, porque, hasta llegar a conocerlo, los médicos sólo sabían recetarle unas inyecciones, que no le habían servido para nada.

Otra de las cosas que hace Kersten es darle consejos para mejorar su salud, diciéndole que sus dolores están influidos por sus actos. Así que debería de cambiar su forma de vida para aliviar sus dolores.

Tras el comienzo de la II Guerra Mundial, Kersten ya no pudo salir de Alemania para tratar a sus pacientes de otros países, como Holanda.

Dado que se sabía que tenía la confianza de Himmler, le empezaron a llegar peticiones de algunos amigos suyos, como la de un empresario, que le pidió que dejasen en libertad a uno de sus colaboradores, el cual había sido detenido por la Gestapo.

A Kersten no se le ocurrió otra cosa que decirle a Himmler que, en lugar de pagarle sus honorarios, lo pusiera en libertad y lo consiguió. Ésta fue su primera victoria.

La gran influencia de Kersten sobre Himmler no era algo que le pasara desapercibido al líder nazi Reinhard Heydrich. Éste sospechaba que Kersten podría ser un agente de los aliados. Así que tenía muchas ganas de “hincarle el diente”, pero Himmler se lo impidió.

La llegada de la guerra empeora los dolores, que padece Himmler, por lo que se hace más dependiente de los masajes que le da Kersten.

Incluso, cuando Himmler se desplazó, en su propio tren, al frente soviético, Kersten tuvo que acompañarlo.

A base de escuchar las conversaciones de los oficiales de las SS, Kersten se enteró, en 1942, de que los nazis estaban masacrando a los judíos en los campos. Parece ser que se lo preguntó a Himmler, pero no quiso responderle.

Posteriormente, parece ser que Himmler le dijo que él no estaba a favor de matar a los judíos, sino de expulsarlos de Alemania y que fue Hitler el que dio la orden de matarlos.

Parece ser que Kersten le solía pedir que liberase a algunos prisioneros y Himmler se lo concedía, salvo en el caso de los judíos, donde se mostraba inflexible.

En 1943, Kersten le pide permiso para viajar con su familia a Suecia a fin de que ellos residan allí por ser un país neutral y se lo concede. Eso le permite ser una especie de correo diplomático con Suecia y Finlandia.

Kersten mantuvo varias reuniones en Estocolmo con Abraham Hewitt, directivo de la OSS, antecesora de la CIA.

En ellas, le informó de que Himmler estaba interesado en que Alemania firmase una paz por separado con las potencias occidentales a fin de concentrarse en la guerra contra la URSS.

Más o menos, lo mismo que hicieron los alemanes, durante la I Guerra Mundial, solo que al revés.

Sin embargo, una vez informado de ello, el presidente Roosevelt se negó a aceptar esa propuesta y prefirió continuar con la guerra.

Su única idea era destruir Alemania, para que no provocase más guerras, y enjuiciar a los líderes alemanes.

No obstante, Kersten siguió insistiendo en conseguir la liberación de los judíos. Por fin, consigue ablandar a Himmler y éste da la orden de que dos convoyes, donde transportaban a más de 2.000 judíos a los campos de exterminio, sean desviados hacia la frontera con Suiza.

Parece ser que Kersten se convirtió en un mediador entre Himmler y la Cruz Roja sueca. Una organización que siempre fue muy respetada por los jerarcas nazis.

Por lo visto, Kersten le convenció de que, como ya estaban perdiendo la guerra, le convenía dar una imagen de magnanimidad de cara a los aliados.

Así que, como le iban llegando peticiones de varios países para liberar a sus ciudadanos, presos en los campos alemanes, éste se las hacía llegar a Himmler y éste le dijo que podía liberarlos, pero no tenía medios para trasladarlos a otro sitio.

Así que, a mediados de abril de 1945, la Cruz Roja de Suecia, envió una gran cantidad de autobuses, pintados de blanco y con una cruz roja bien visible a los campos de concentración nazis.

De esa manera, transportaron a decenas de miles de personas rumbo a Suecia.

Sin embargo, se negaba a liberar a los judíos. Por ello, a mediados de abril de 1945, Kersten se desplazó en un avión alemán desde Estocolmo a Berlín, acompañado por un delegado del Congreso Mundial judío.

La reunión entre estos tres personajes tuvo lugar en la vivienda de Kersten, situada al norte de Berlín.

Allí acuerdan no dinamitar los campos con los presos dentro y la llegada de más autobuses blancos de la Cruz Roja para evacuar a todos los presos, incluidos, los judíos.

A finales de abril de 1945, llegaron varios cientos de autobuses, fletados por la Cruz Roja de Suecia, en los que transportaron a decenas de miles de judíos hacia Suecia.

El mismo Congreso Mundial judío le agradeció haber liberado nada menos que a 60.000 judíos de las garras de los nazis.

Lamentablemente, al final de la guerra, se trasladó a Suecia, con la idea de residir en ese país, que era dónde vivía su familia. Sin embargo, las autoridades suecas, se negaron a permitir que residiera allí, acusándole de nazi, y aconsejándole que se fuera a Finlandia.

Evidentemente, no quería volver a Finlandia, porque ese era un país dominado por la URSS y lo más probable era que los soviéticos exigieran su extradición al Gobierno finlandés, por su relación con los jerarcas nazis.

Parece ser que el Gobierno sueco no quería que se desvelase su papel de haber colaborado con los nazis, ya que Europa se hallaba en un proceso de desnazificación y ellos querían estar dentro del lado de los buenos de la película. Así que no les interesaba proteger a personas que habían estado tan cerca de los jerarcas nazis.  

Por ello, Kersten se puso en contacto con la propia reina de Holanda, la cual envió a su embajador a hablar con el rey de Suecia para obligarle a que tratasen mejor a Kersten.

Eso dio lugar a que se crease una comisión, que investigase las actividades de Kersten en la Alemania nazi. Eso hizo que le declarasen inocente de todo lo que se le acusaba y le dieran un permiso de residencia permanente en Suecia.

Desgraciadamente, Kersten murió en 1960, cuando viajaba a través de Alemania hacia Francia, para recibir la Legión de Honor, por parte del Gobierno francés.

También fue condecorado por el Gobierno de Holanda, ya que impidió que muchos holandeses fueran deportados a los campos nazis, aunque algunos historiadores ponen en duda esa historia.

Sin embargo, aunque parezca mentira, nunca tuvo ningún reconocimiento, por parte del Estado de Israel.

Sus famosas memorias fueron publicadas en 1947, primeramente, en Holanda, y, posteriormente, fueron reeditadas en 1956.

En 1958, publicó un nuevo libro titulado “El poder curativo de las manos”, en el que ya no mencionó a Himmler.

Aparte de ello, Kersten también aparece en algunos libros y películas en los que se narra la época de Hitler.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

2 comentarios:

  1. Pues por mucho menos otros han sido declarados "Justos entre las Naciones" a pesar de cumplir todos los requisitos

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    1. Efectivamente, pero supongo que les molestaría que saliera en las fotos junto a Himmler. Lo curioso es que se reunieran Kersten, Himmler y un delegado del Congreso Mundial Judío.

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