martes, 19 de diciembre de 2023

EL COMPLOT DE LOS MÉDICOS SOVIÉTICOS

 

Hoy voy a narrar un hecho que tuvo lugar en los últimos años de la vida de Stalin. Un hombre, que vivió siempre obsesionado con los complots, verdaderos o falsos, contra su persona.

Parece ser que el origen de todo esto fue la muerte de Horlogin Choibalsan, ocurrida en 1952. Se trataba de un gobernante comunista de Mongolia, que padecía un cáncer de riñón y estaba siendo tratado en la URSS.

Por lo visto, siempre fue muy amigo de Stalin. Sin embargo, en sus últimos años, tuvieron algunas disputas y hay quien afirma que su muerte no se debió al cáncer que padecía, sino a la intervención de agentes soviéticos.

Según parece, en un cierto momento, cuando Stalin estaba rodeado de su habitual corte de pelotas de todo tipo, exclamó lo siguiente: “Van muriendo uno detrás de otro…” (citó los nombres de varios políticos y generales muertos en los últimos años, entre los que estaba el líder de Mongolia).

Terminó diciendo: “Deberíamos cambiar los viejos médicos por otros nuevos”. Así que, supongo que muchos de aquellos pelotas tomarían buena nota.

Como era su costumbre, Stalin pasó el verano de 1952 de vacaciones en la ciudad costera de Sochi, a orillas del Mar Negro.

A su regreso, tenía muy mal aspecto. Hay que decir que ya estaba en la 

setentena. Padecía una grave hipertensión y, en lugar de cuidarse, solía fumar y beber hasta altas horas de la noche. Aparte de sufrir una grave arteriosclerosis.

Por ello, le fue a visitar su médico de cabecera, el Dr Vladimir Vinogradov, que era considerado una eminencia.

Al pobre médico no se le ocurrió otra cosa que recomendarle reposo absoluto en la casa de campo que tenía Stalin. Sin embargo, parece ser que el paciente se lo tomó como si le estuviera diciendo que se jubilase y lo despidió a gritos.

Posteriormente, escribió una nota al temible y leal Beria, en la que se podía leer “encárgate de Vinogradov”.

Por otro lado, le llegó una carta, escrita por una doctora, que trabajaba en el Kremlin, llamada Lidya Timashuk, en la que afirmaba que ciertos médicos estaban tratando de manera incorrecta a los políticos soviéticos y esto les estaba provocando la muerte. No hará falta decir que fue condecorada por ello.

Como ya mencioné en otro de mis artículos, Stalin apoyó la creación del Estado de Israel. Sabía que entre los líderes israelíes predominaban los de izquierda y eso le hizo pensar que ese nuevo Estado sería aliado de la URSS y no de USA.

Cuando se dio cuenta de que no iba a ser así, sino todo lo contrario, cambió su

política y se dedicó a perseguir a los judíos, que residían en la URSS. Otro tanto hicieron los líderes de los países comunistas de la Europa oriental.

Por otro lado, en el Ministerio del Interior de la URSS había un viceministro, llamado Mijail Ryumin, que tenía como ambición quitarle el puesto a su jefe, Viktor Abakumov.

Así que se tomó muy en serio el tema de este supuesto complot y consiguió que Stalin le ordenase el arresto de 9 doctores muy prestigiosos, una cifra que luego ascendió a 37 y después fueron cientos. Empezando por Yakov Ettinger, el cardiólogo más importante de la URSS. No hará falta decir que, casualmente, la mayoría de estos médicos eran judíos. Así que se multiplicaron las detenciones de médicos judíos.

De hecho, unos días antes, Stalin había pronunciado las siguientes palabras: “Todo sionista es agente del espionaje americano. Los nacionalistas judíos piensan que su nación fue salvada por los Estados Unidos. Los judíos creen que tienen una deuda con ellos. Entre los médicos hay numerosos sionistas”.

Automáticamente, el periódico Pravda y la agencia oficial de noticias Tass se

pusieron manos a la obra, informando de las detenciones realizadas para frenar una gran conspiración. En sus páginas, los calificaban como “terroristas” o “criminales con batas blancas”.

Pravda tituló uno de sus titulares con la frase: “Espías y asesinos viciosos bajo la máscara de médicos académicos”.

Para colmo, explotó una bomba en la Embajada de la URSS en Israel. Como represalia, se ordenó la detención de María Weizmann, hermana del primer presidente de Israel y ciudadana soviética.

No hará falta decir que los médicos fueron torturados durante sus interrogatorios. Como muchos de ellos no se querían autoinculpar, Stalin les ordenó a sus agentes: “Golpeadles hasta la muerte”.

Evidentemente, el mencionado Ryumin se tomó eso al pie de la letra, porque llegó a estrangular con sus propias manos al célebre doctor Yakov Ettinger.

Pero el cruel Stalin no se conformó con eso. Dio la orden

de detener al ministro Abakumov, por no haber detectado este complot a tiempo. Así que también fue interrogado y torturado por sus propios agentes.

El mismo Kruschov, sucesor de Stalin, estuvo a punto de ser detenido. Parece ser que lo acusaron de haber filtrado documentos secretos. Sin embargo, éste tuvo la habilidad de acusar a Poskrebyshev, secretario personal de Stalin y encargado de la custodia de los documentos secretos. Éste sólo fue detenido, pero luego fue puesto en libertad.

Parece ser que se trataba de alguien muy leal a Stalin. Ni siquiera intercedió por su esposa, cuando la detuvieron, condenaron y ejecutaron en 1941.

Por lo visto, los molieron a palos para conseguir que se autoinculpasen. De esa forma, muchos de ellos llegaron a “confesar” que hasta habían matado a unos políticos búlgaros.

En otro de los casos, uno de esos médicos llegó a confesar haber sido, a la vez, nazi y agente británico. A pesar de que su familia había sido asesinada por los nazis.

Curiosamente, ahora gobierna López Obrador en México y también

se ha metido con los médicos mexicanos, acusándoles de falta de patriotismo. Una simple excusa para contratar médicos cubanos.

Incluso, el general Nikolai Vlasik, jefe de seguridad de Stalin, fue detenido por no haber hecho nada, después de haber recibido la carta de la doctora Lidya Timashuk.

Parece ser que Stalin tenía la intención de publicar una carta, que decía haber sido redactada y firmada por otros judíos leales a la URSS, donde repudiaban la conducta de

esos médicos.

Por supuesto, ya estaban preparando uno de esos juicios espectaculares, que solían realizar en Moscú para denigrar aún más a los acusados, antes de ejecutarlos.

Cuando estos médicos y sus familiares ya lo veían todo perdido, se obró el milagro. El 05/03/1953 murió repentinamente Stalin. Algunos dicen que, muy posiblemente, esos médicos lo podrían haber salvado, pero se hallaban encarcelados y lesionados por las sesiones de tortura.

Así que el 31/03/1953, Beria, nuevo ministro del Interior, publicó un decreto por el que todos esos médicos y también los demás detenidos, quedaban en libertad sin cargos.

Por el contrario, el viceministro Ryumin, fue detenido, acusado de haberse inventado el complot. Posteriormente, fue juzgado, condenado a muerte y 

ejecutado.

Increíblemente, Kruschov se aprovechó de esta situación para escalar hasta la presidencia de la URSS. En sus discursos, se dedicó a criticar todas las actuaciones de Stalin, como si él no hubiera tenido nada que ver en ello.

Según Kruschov, la represión hacia los médicos sólo era el primer paso de una estrategia ideada por Stalin para purgar a todo el Partido Comunista de la Unión Soviética.

También pensaba realizar una deportación masiva de judíos a una zona de Siberia, con la excusa de que así los protegería de la ira de los ciudadanos soviéticos, debida al complot de los médicos judíos.

Para terminar, con esto os quiero decir que nunca hay que perder la esperanza de que todo vaya a mejorar muy pronto.

¡¡OS DESEO UNAS FELICES NAVIDADES Y UN MUY FELIZ AÑO 2024!!

 

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