domingo, 25 de junio de 2023

EL MISTERIO DE JOACHIM PEIPER

 

Hoy voy a narrar la historia de un oficial nazi, que tuvo un final muy extraño. Observaréis que no he puesto un oficial alemán, sino, directamente, nazi, porque es lo que fue.

Joachim Peiper, que era cómo se llamaba, nació en Berlín en 1915. Su familia era acomodada, ya que su padre, Waldemar, era un militar en activo y su madre, Charlotte, pertenecía a la baja nobleza alemana. A pesar de haber nacido en Berlín, sus padres procedían de Silesia, una región que, actualmente, pertenece a Polonia.

La familia tuvo 3 hijos, siendo Joachim el menor de los tres. El mayor de ellos, Hans-Hasso, sufría problemas mentales y murió en 1942. Bueno, no sé si moriría solo o los médicos nazis le llevaron a la muerte, que era lo que solían hacer con los enfermos mentales.

El segundo de ellos, Horst, inició su carrera como oficial del Ejército, pero murió en 1941, en el territorio invadido de Polonia.

En cuanto a Waldemar, luchó en la I Guerra Mundial en las colonias alemanas del África Oriental y fue herido en varias ocasiones. Posteriormente, padeció la malaria y fue evacuado a Alemania. Casi al final de ese conflicto, fue destinado a Turquía, pero la malaria le produjo
daños en el corazón y tuvo que ser dado de baja en el Ejército.

No obstante, durante el período de entreguerras, se le vio luchando en los temidos freikorps. Unos cuerpos paramilitares, formados por veteranos de guerra, que se enfrentaron a los comunistas y a los anarquistas en las calles de Alemania.

Volviendo a nuestro personaje de hoy, en 1933, se afilió a las SS, empezando su carrera como simple soldado. Parece ser que pronto llamó la atención del propio Himmler y lo tomó bajo su protección.

En 1935, fue enviado a la academia de oficiales de las SS. Saliendo un año después con el despacho de teniente.

A partir de 1938, se convirtió en un oficial de Estado Mayor del cuartel general de Himmler. De hecho, solía acompañarle en todos sus viajes.

Ese mismo año, conoció a una secretaria de esa misma oficina, llamada Sigurd Hinrichsen, que, además, era muy amiga de la esposa del malvado Heydrich y de Hedwig Potthast, secretaria y amante de Himmler.

Joachim y Sigurd se casaron en junio de 1939 y residieron en Berlín hasta que, una vez iniciada la II GM, la capital sufrió frecuentes bombardeos. Así que tomaron la decisión de que Sigurd y los 3 hijos que tenían, se trasladaran a vivir a un pueblo de Baviera.

Al comienzo de la guerra, Joachim fue nombrado oficial de enlace entre Himmler y Hitler.

No obstante, no se puede decir que desconociera las crueldades de las SS, pues acompañó a Himmler a algunos lugares, donde le demostraron cómo asesinaban a los prisioneros. Incluso, cómo se deshacían de los pacientes con enfermedades mentales.

Es más, estuvo muy al tanto de los planes de las SS para despoblar, rápidamente, Polonia a fin de repoblarla con ciudadanos alemanes. Por sus manos pasaban todos los planes y estadísticas sobre los asesinatos de judíos y polacos en Polonia. Lo mismo ocurrió en el caso de la URSS.

Incluso, acompañó a Himmler en la visita que realizó, en 1940, a España. Se le puede ver en algunas fotos justo detrás de Himmler.

Ese mismo año, pidió ser destinado a una unidad de combate y destacó en la invasión de Francia. Fue ascendido a capitán y condecorado en varias ocasiones.

En octubre de 1941 fue destinado, nuevamente, a unidades de combate. Esta vez fue en la antigua URSS y empezó su progresión en dos ciudades que ahora nos suenan mucho: Mariupol y Rostov del Don.

Parece ser que siempre fue uno de esos oficiales que no gustan demasiado a sus soldados, ya que utilizaba unas tácticas muy agresivas, que daban lugar a una gran cantidad de bajas entre sus tropas.

También fue siempre un militar despiadado con los prisioneros de guerra y la población civil. Era muy dado a ejercer una cruel represión hacia ambos, quemando pueblos enteros, con sus habitantes encerrados en el interior de sus casas.

Esto hizo que lo condecorasen y que apareciera en varios periódicos nazis, los cuales le calificaron como un héroe de guerra.

En septiembre de 1943, Italia firmó la paz con los Aliados. Por ello, Hitler dio la orden de invadir ese país.

Peiper recibió la orden de marchar hacia allí con su unidad. Lucharon en una escaramuza con un grupo de partisanos italianos. Estos hicieron varios prisioneros alemanes.

En un principio, Peiper, se mostró partidario de realizar un intercambio. Sin embargo, tras entregarle los prisioneros, mataron a los partisanos y prendieron fuego al pueblo de Boves, en el Piamonte.

Parece ser que Peiper no sólo fue cruel con el enemigo, sino también con sus propios hombres. Cualquier indisciplina era castigada con el fusilamiento.

El famoso Desembarco de Normandía lo pilló con su unidad en Bélgica. No obstante, los enviaron al Paso de Calais, que es donde pensaban que iba a tener lugar

el desembarco principal, por ser el sitio más cercano a la costa británica.

Esta vez no le fue tan bien. La superioridad aérea de los Aliados hizo que perdiera muchos de sus carros de combate y esto le provocó una crisis nerviosa por la que tuvo que ser hospitalizado.

En 1944, el Alto Mando alemán puso en marcha la ofensiva de las Ardenas. Era su última oportunidad para intentar frenar el avance de los Aliados.

A Peiper le dieron la misión de tomar los puentes sobre el río Mosa, junto a la ciudad belga de Lieja. Dado que el talón de Aquiles del Ejército alemán siempre había sido la escasez de combustible, otra de las misiones que le encargaron fue tomar unos depósitos, que había cerca de esos puentes y que pertenecían al Ejército USA.

Parece ser que logró conquistar esos depósitos, pero no los puentes y tuvo que desviarse hacia Malmedy. Allí se enfrentó y venció a una unidad de Artillería.

Ordenaron a los prisioneros que permanecieran sentados en una pradera hasta que llegaron unos camiones y, sorprendentemente, los ametrallaron. De esa forma, asesinaron a 84 prisioneros, aunque hubo algunos que se salvaron huyendo hasta que llegaron a sus líneas y pudieron contarlo todo.

Posteriormente, continuaron asesinando militares y también a cientos de civiles belgas, que no habían participado en los combates.

Cuando mejoró el tiempo consiguieron despegar los aviones aliados y destrozaron su unidad. De los 3.000 hombres con los que empezó la ofensiva, sólo regresaron unos 700.

El final de la guerra le pilló en Hungría y, en lugar de entregarse a las tropas USA, optó por volver a su casa en Baviera, donde fue detenido en mayo de 1945.

Lógicamente, estaba en el punto de mira del Ejército USA, por el 

asesinato de los prisioneros de guerra en Malmedy.

Parece ser que, durante los interrogatorios, siguió defendiendo sus ideas antisemitas y anticomunistas.

En mayo de 1946 comenzó en el campo de Dachau el juicio contra el teniente coronel Peiper y varias decenas de miembros de las SS, acusados de crímenes de guerra.

Aunque el fiscal no pudo demostrar de manera fehaciente que Peiper había dado la orden de matar a los prisioneros de guerra el Malmedy, el tribunal lo condenó a muerte.

Ya se sabe que, cuando ocurren estas cosas, la gente se agarra a un clavo ardiendo. Parece ser que uno de los que le ayudó para que conmutaran su pena fue el famoso general Guderian, que, según parece, tenía muy buenas relaciones con los Aliados.

Lo cierto fue que, en 1951, le fue conmutada la pena de muerte por la cadena perpetua y, sólo 3 años después, por la de 35 años de prisión.

Increíblemente, en 1956, fue puesto en libertad condicional. Algo muy extraño para un tipo que era culpable de asesinar a cientos de personas.

Posteriormente, la red de antiguos miembros de la SS le consiguió un trabajo en la empresa de automóviles Porsche. No obstante, siguió manteniendo el contacto con sus antiguos camaradas de las SS.

Sin embargo, como esa compañía tenía muchos obreros italianos en sus fábricas, estos se quejaron a sus sindicatos por trabajar en esa empresa el asesino de los habitantes de Boves. Eso unido a que el rumor llegó a USA y bajaron sus ventas en ese país, dio lugar a su despido.

Posteriormente, fue contratado como jefe de vendedores de la empresa Volkswagen, pero también fue despedido por el mismo motivo.

En 1964, la Justicia de la República Federal Alemana le llevó a 

juicio por la matanza de Boves. Sin embargo, lo tuvieron que dejar en libertad, porque el fiscal no pudo probar su responsabilidad directa en dar las órdenes para esas matanzas.

En 1972, Peiper y su mujer se mudaron a un pequeño pueblo del este de Francia, que tenía unos 350 habitantes. Parece ser que le gustó ese país, desde que intervino en su invasión. Allí vivieron discretamente en una casa de campo de la que apenas salían y trabajó como traductor para una editorial alemana.

Sin embargo, sólo 2 años más tarde, fue reconocido por un 

antiguo miembro de la Resistencia, el cual lo denunció ante el PCF. Los comunistas investigaron el asunto y confirmaron que era él.

Precisamente, el Gobierno francés, sabía que residía allí y le había dado un permiso de residencia temporal por 5 años.

En 1976, el PCF, publicó y repartió miles de octavillas en ese pueblo para informar a sus conciudadanos que uno de sus vecinos era un criminal de guerra. Incluso, publicaron un artículo sobre ese tema en el diario comunista L’Humanité.

Curiosamente, concedió entrevistas a los cientos de periodistas que acudieron a verlo a su casa, en la localidad de Traves, y les dijo que él ya había pagado con sus años de cárcel.

No obstante, como las amenazas no cesaron, se cuenta que él le dijo a su mujer que regresara a Alemania y que él iría unos días después.

Sin embargo, el 14/07/1976, fiesta nacional de Francia, apareció su 

casa de Traves envuelta en llamas.

Cuando los bomberos consiguieron sofocar el incendio, sólo encontraron un cadáver irreconocible de alguien que tenía un arma en la mano.

Los investigadores afirmaron que aquella persona había muerto, no por el incendio, sino por la inhalación de humos, pero no pudieron confirmar que se tratara de Peiper.

Unos días más tarde, un grupo antinazi llamado Los Vengadores, se atribuyó este incendio.

Lo cierto es que, al año siguiente, la Policía cerró el caso, declarando que no habían podido saber si el cuerpo era de él o no. Lo cual dio lugar a muchos rumores, que insinuaban que pudo idear esa treta para escapar de sus perseguidores.

 

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