martes, 30 de mayo de 2023

EL MISTERIO DE ETTORE MAJORANA

 

Estoy seguro de que, al leer el título de este artículo, a la mayoría de la gente, no le haya sonado este nombre de nada. He de decir que, hace unos pocos meses, a mí me ocurrió lo mismo. 

 

Ettore Majorana nació en Catania (Sicilia, Italia) en 1906. Parece ser que nació en el seno de una familia con grandes inquietudes intelectuales. 

 

Su abuelo, Salvatore, fue abogado, senador, profesor universitario y ministro. Quirino, tío de Ettore, se graduó en ingeniería con sólo 19 años y en Física y Matemáticas con 21. También fue profesor universitario. 

 

Otro familiar, llamado Ángel Majorana, acabó la carrera de Derecho con 16 años y luego se doctoró muy pronto. Siendo profesor de Derecho en 3 universidades. A los 29 años fue rector de la Universidad de Pavía y, posteriormente, ministro de Finanzas. 

 

Fabio fue el padre de Ettore. También se graduó, con sólo 19 años, en Ingeniería y luego en Física y Matemáticas. Se especializó en telefonía, que era de lo más moderno en aquella época. Fue director de la Compañía Telefónica de Catania y luego obtuvo un alto cargo en el Ministerio de Comunicaciones. 

 

Ettore tuvo 2 hermanos y 2 hermanas. Durante su infancia, no fue al colegio,

sino que fue educado por su padre y su abuelo. 

Con sólo 4 años, aprendió a resolver operaciones matemáticas, como las raíces cuadradas. Parece ser que también se le daba muy bien jugar al ajedrez. 

 

En 1921, su familia se mudó a Roma y fue entonces cuando lo matricularon en un colegio de los jesuitas. Allí coincidió con algunos alumnos, que luego fueron colegas suyos, como Emilio Segrè. 

 

En 1922, se graduó el famoso Enrico Fermi en la Universidad de Pisa. Era sólo 5 años mayor que Majorana y tuvo una gran relación con nuestro personaje. Posteriormente, se trasladó a Alemania, para ampliar sus estudios. 

 

En ese mismo año, se matricularon Majorana y Segrè en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de la Sapienza, en Roma. 

Parece ser que allí conocieron a Fermi. Éste daba clases en Florencia, pero, en algunas ocasiones, le invitaban a dar charlas en otras universidades y dio algunas en la suya. 

 

Por lo visto, los físicos italianos estaban un poco atrasados. Sin embargo, cuando Fermi regresó de Alemania, se dedicó a explicarles las nuevas tendencias como la Mecánica cuántica. 

 

Supongo que estas charlas fueron las que les hicieron cambiar de opinión, tanto a Segrè como a Majorana, para abandonar sus estudios de Ingeniería Industrial y dedicarse de lleno a la Física.

 

En los últimos años de la carrera, ambos amigos estuvieron haciendo prácticas en el laboratorio de Física de Fermi, sito también en Roma, donde realizaban investigaciones sobre la estructura del átomo. A este grupo le llamaban los muchachos de la calle Panisperna, que era el lugar donde estaba situado ese centro. También le llamaron el Grupo de Roma.

El trabajo que desarrolló Fermi en ese laboratorio dio lugar a muchos descubrimientos. Todo ello le valió el Nobel de Física en 1938.

 

Por el contrario, Majorana, se dedicó a la Física teórica, llegando a publicar varios artículos sobre el tema. Incluso, se decía que dominaba las Matemáticas mejor que Fermi.

 

Majorana se graduó en 1929 con la máxima nota y cuando ya había cumplido los 23 años y, poco después, le fue aprobada su tesis doctoral, que trataba sobe los núcleos radiactivos.

 

Parece ser que siempre fue un hombre superdotado, que estaba siempre

resolviendo problemas matemáticos, incluso, los resolvía de cabeza, sin necesidad de apuntes.

Era una persona generosa, al que le gustaba ayudar a sus amigos a resolver sus problemas y veía a la Ciencia como una forma de resolver los problemas de la gente y no al contrario.

 

No obstante, siempre se mostró remiso a publicar sus trabajos. Sólo se conocen 9, que fueron publicados entre 1928 y 1937. Sin embargo, sus teorías fueron muy bien acogidas por la comunidad científica.

 

Su nombre se asocia a los neutrinos de Majorana, unas partículas que son sus propias antipartículas y que podrían tener relación con la llamada materia oscura.

 

Parece ser que le apodaron el gran inquisidor, porque era una persona muy perfeccionista. Tanto para los demás como para sí mismo.

 

En 1933, Fermi le consiguió una beca para viajar a Alemania, dotada por el Consejo Nacional de Investigación.

 

En Leipzig conoció al famoso Heisenberg, premio Nobel de Física en 1932. Aprendió mucho con él y les unió una buena amistad. Parece ser que también le animó a publicar más a menudo, pero tampoco le hizo caso.

En 1933, regresó a Italia, pero ya no era el mismo. Estaba enfermo. Sufría una gastroenteritis aguda y agotamiento nervioso. Así que tuvo que someterse a una dieta muy estricta, lo cual hizo que su carácter fuera aún más introvertido.

 

No sé qué le habría ocurrido, pero me da la impresión de que descubrió que en Alemania estaban usando esos conocimientos sobre el átomo para utilizarlos en una próxima guerra. No olvidemos que Heisenberg era el máximo responsable del programa nuclear de Alemania. 

O sea, la construcción de una bomba atómica.

Esto le afectó mucho a Majorana, el cual, durante unos años, se desentendió de la Física y se interesó por otras cosas, como la Economía, la Filosofía o la Política.

 

Por fin, en 1937, se decidió por encauzar su vida y fue nombrado profesor de Física Teórica en la Universidad de Nápoles.

 

Parece ser que no tuvo mucho éxito, porque sus clases tenían un nivel demasiado alto y muchos de sus alumnos no podían seguirle.

 

A finales de enero de 1938 le mandó una carta a su hermano para que le transfiriera el saldo de su cuenta bancaria en Roma a otra que tenía en Nápoles.

 

El 12/03/1938 fue a visitar a su familia en Roma. Esa sería la última vez que lo verían.

 

El 25/03 envió una extraña carta a su familia, donde les decía: “Sólo tengo un deseo: no vistan de negro por mí. En caso de que deseen o deban, por las costumbres sociales, usen otra señal de luto, pero no más de 3 días. Luego sólo deberé quedar en sus recuerdos y, si son capaces de hacerlo, olvídenme”.

 

También le envió otra carta al decano de su Facultad, Antonio Carrelli, en la que le decía: “He tomado una decisión inevitable. No hay en ella egoísmo. Pero sé que mi inesperada desaparición será un inconveniente para usted y los estudiantes”.

 

A las 17.00, fue a coger un barco con destino a Palermo. Estuvo 

hospedado en el Grand Hotel Solé de esa capital. Desde allí, le envió un telegrama al decano, en la que decía que había cambiado de idea.

El día 26/03, le envió una carta muy extraña, en la que le decía: “El mar me rechazó sin remedio. Regresaré mañana al Hotel Boloña (el lugar donde se hospedaba en Nápoles). Pero dejo la enseñanza. Estaré a su disposición para darle más detalles”.

 

En la tarde de ese mismo sábado se le vio cogiendo el barco, que hacía el recorrido entre Palermo y Nápoles. Pero ahí es dónde se le pierde la pista.

 

Parece ser que un pasajero de ese barco, al principio, admitió haber viajado con él, aunque luego dijo no estar muy seguro de que fuera él.

 

Sin embargo, una enfermera que le conocía admitió haberle visto paseando por las calles de Nápoles el 26/03.

 

Incluso, el propio Enrico Fermi acudió a Mussolini para que pusiera más medios para buscarlo, ya que, según le dijo, se trataba de un genio a la altura de Newton o Galileo. Aún así, nunca se le encontró.

 

Surgieron muchas hipótesis y algunas pistas. Como su foto apareció en todos los periódicos, algunas personas llamaron a las autoridades. El abad de un monasterio en Nápoles dijo que un joven con ese mismo aspecto había acudido allí para que se le admitiera como huésped. Como el abad no parecía muy convencido, el joven se fue.

 

Otro abad de otro convento contó una historia parecida. En ese caso, el joven se marchó porque no fue admitido.

 

Surgieron otras pistas, como la del físico chileno Carlos Rivera. Éste contó que había vivido en Buenos Aires en los años 50. La anciana del lugar donde se hospedó vio que él tenía, entre sus cosas, unos artículos de Majorana y le dijo que su hijo conocía a un hombre que se llamaba así. Pero no lo encontró.

 

Incluso, en los años 60, un camarero de un restaurante le informó que solía ir por allí un cliente que se llamaba así y se pasaba el rato escribiendo fórmulas en las servilletas de papel. Pero tampoco lo encontró.

 

En los años 70, Blanca Mora y Araujo, viuda del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura en 1967, visitó Italia.

 

Al enterarse de que la familia de Majorana había retomado su 

búsqueda, comentó que, en los años 60, tuvo conocimiento de que alguien con ese nombre era muy amigo de dos hermanas llamadas Eleonora y Lilo Manzoni Cometta. Todos ellos residían en Buenos Aires.

 

Parece ser que Majorana tenía mucha amistad con Eleonora por el hecho de ser profesora de Matemáticas.

 

Sin embargo, la viuda de Asturias dijo no saber nada más y los remitió a hablar con su hermana o con Lilo, ya que Eleonora había fallecido. Estas dos personas tampoco quisieron dar más datos.

 

Ciertamente, hubo muchas más hipótesis. Como que se hallaba trabajando en una bomba atómica para la URSS. Incluso, que estuvo en Venezuela en la década de los 50 con un nombre falso.

 

En cierta ocasión, Fermi dijo: “Si, verdaderamente, Ettore Majorana hubiera decidido desaparecer sin dejar rastro, lo habría hecho fácilmente, con una inteligencia como la que poseía”.

 

El mismo Leonardo Sciascia publicó en 1957 una novela titulada “El caso 

Majorana”. En ella, exponía la hipótesis de que el físico se había dado cuenta del enorme potencial bélico de la energía nuclear y no quería facilitar la bomba para que la usara Mussolini.

 

En 2006, con motivo del centenario de su nacimiento, se creó la Medalla Majorana para premiar trabajos de Física teórica.

 

En 2011, la Fiscalía de Roma reabrió el caso en base a las declaraciones de unos testigos. Parece ser que encontraron ciertas similitudes entre la cara de una persona, que aparece en una foto tomada en Buenos Aires en los años 50 y la suya.

 

También afirmaron que era muy posible que hubiera vivido en la ciudad de Valencia (Venezuela), entre los años 1955 y 1959 con un nombre falso.

 

Por ello, como creen que se fue voluntariamente, no han apreciado ningún tipo de delito y han cerrado oficialmente el caso.

 

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

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