martes, 6 de noviembre de 2018

EL TRÁGICO DESTINO DEL GENERAL ARANGUREN


El personaje que traigo hoy al blog me pareció que dio a todos un ejemplo de honor y lealtad   a la palabra dada.
Vayamos por partes. Comenzando con la estructura habitual de mis artículos, he de decir que nació en la localidad coruñesa de Ferrol en 1875.
Es una cosa que me ha llamado mucho la atención. Suelo escribir artículos sobre personajes famosos y, para mi sorpresa, veo que muchos de ellos han nacido en esa misma localidad.
Ejemplos de ello son Pablo Iglesias (fundador del PSOE y la UGT), el político Canalejas, el general Martínez Anido, los hermanos Franco, la escritora Concepción Arenal, el escritor Torrente Ballester, el historiador Santos Juliá, etc.
Supongo que muchos de esos famosos han sido militares, porque Ferrol siempre ha sido una plaza donde han estado destinados muchos militares. Sobre todo, de la Armada. Ya se saben que muchos hijos de militares suelen elegir también la carrera militar.
El caso es que nuestro personaje de hoy, que se llamaba José Aranguren Roldán, nació en esa localidad, donde estaba destinado su padre, José Aranguren Pérez de la Quintana, que llegó a ser comandante de Artillería. Desgraciadamente, tuvo que retirarse anticipadamente, debido a una grave enfermedad, que le llevó a la muerte cuando nuestro personaje tenía tan sólo 8 años.
A partir de ahí, la pensión de su padre sería muy escasa, porque dejó a su familia, compuesta por su mujer y sus cuatro hijos, sumida en la pobreza. Así que, nuestro personaje, se decidió muy pronto por seguir también la carrera militar.
Con sólo 16 años, ingresó en la Academia de Infantería, sita en Toledo. Nada más acabar sus estudios, solicitó su ingreso en la Guardia Civil. Algo un tanto extraño para un joven teniente,
porque, a esa edad, lo único que se pretende es ascender cuanto antes. Sin embargo, en la Guardia Civil, se ascendía muy lentamente, porque había una menor cantidad de plazas.
Lo cierto es que estuvo destinado en varias localidades de su Galicia natal. Ello fue así hasta 1924, en que fue destinado a la infame Guerra de África, donde combatió junto a alguno de esos famosos militares, que he mencionado anteriormente.
Había olvidado mencionar que, en 1901, se casó con María de la O de Ponte y de la Peña, natural de Puerto Rico.
Ese matrimonio tuvo seis hijos, tres de ellos varones: José, Juan y Carlos. El primero coincidió con su padre, durante la Guerra de África y murió en ese conflicto a causa de las heridas recibidas en un combate, cuando mandaba tropas de Regulares. De los otros dos, hablaré más adelante.
En 1931, la proclamación de la II República, le pilló, ya siendo coronel, como director del Colegio de Guardias Jóvenes “Duque de Ahumada”, situado en Valdemoro (Madrid).
Allí fue donde conoció a los principales dirigentes del Gobierno, durante una visita de estos a ese centro de enseñanza. Parece ser que vieron en él a un militar del que se podrían fiar.
No obstante, en 1932, coincidió en La Coruña con Franco. En ese momento, éste ya era general de brigada y mandaba una brigada de Infantería, mientras que Aranguren era el coronel jefe de las tropas de la Guardia Civil en esa región. Parece ser que coincidieron en muchos actos, pero no llegaron a tener una cierta amistad.
Precisamente, ese mismo año, tuvo lugar otro intento de golpe de Estado y a la cabeza del mismo se hallaba el general Sanjurjo, un militar que fue compañero de promoción de Aranguren en la Academia de Toledo y que también fue director general de la Guardia Civil.
Curiosamente, la actuación de Sanjurjo había sido clave para la llegada de la II República, porque Alfonso XIII contaba con que la Guardia Civil intervendría a su favor. Sin embargo, Sanjurjo, que era su jefe, se puso del lado de los republicanos.
Volviendo a nuestro personaje, en 1936, el Gobierno lo ascendió a general de brigada. Hasta entonces, los generales de la Guardia Civil, procedían de otras ramas del Ejército, pero no de ese cuerpo.
Ya sabemos que los gobiernos republicanos siempre tuvieron problemas con los militares. Así que buscaron poner en los sitios clave a gente de su máxima confianza.
Por ese motivo fue destinado como jefe de la Guardia Civil en Cataluña y, por ello, le pilló la sublevación del 18 de julio en Barcelona.
Parece ser que los que estaban implicados en ese complot, previamente, le habían sondeado para que se uniera a ellos, porque siempre había tenido fama de ser una persona conservadora y muy católica. Sin embargo, siempre se negó a sublevarse.
Por lo visto, mantuvo una conversación telefónica con el general Goded, donde éste le amenazó con fusilarle, en el caso de que vencieran los sublevados. Aranguren le contestó: “Si mañana me fusilaran, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares. Pero si mañana le fusilaran a Vd., fusilarían a un general que ha faltado a su palabra y a su honor”. En fin, toda una lección de valentía y de lealtad militar y más cuando Goded tenía un grado más que él.
Incluso, el mismo Goded, le echó en cara que Aranguren se pusiera del lado de los “rebeldes del pueblo”. A lo que el otro le contestó: “Aquí no hay más rebeldes que Vds.”.
Así que, como ocurrió en otras localidades donde la Guardia Civil defendió a la II República, el golpe fracasó. En el caso de Barcelona y otras localidades cercanas, los que consiguieron vencer a los sublevados fueron nuestro personaje y el entonces coronel Escobar.
Posteriormente, todos los militares sublevados fueron detenidos. Los cabecillas tuvieron que rendir cuentas ante diversos consejos de guerra.
Los principales cabecillas, que fueron los generales Goded y Burriel, estuvieron encarcelados en el barco militar Uruguay. De allí, el 11/08/1936, fueron llevados ante un consejo de guerra, acusados de traición a la Patria. Ambos fueron condenados a muerte y fusilados, al día siguiente, en los fosos del Castillo de Montjuich.
Como muchos militares españoles, la Guerra Civil, dividió a sus familias. Así que los otros dos hijos de Aranguren, que también fueron militares decidieron apoyar al bando nacional.
Desgraciadamente, ambos murieron a causa de ese conflicto. Juan, que era oficial de la Guardia Civil, murió, en abril de 1938, durante unos combates en la zona de Guadalajara.
Por su parte, Carlos, que combatió como alférez provisional, fue herido en diversas ocasiones, finalizando la guerra con el grado de capitán. Murió poco después a causa de esas heridas.
Supongo que todo esto llenaría de amargura a nuestro personaje. Padre e hijos combatiendo en bandos opuestos.
Casualmente, me viene a la memoria el caso del general Pozas, que también optó por el bando republicano y además fue inspector general de la Guardia Civil. Sin embargo, su hermano Gabriel, se decantó por el bando nacional. Fue ayudante del general Mola y ambos murieron en un famoso accidente aéreo.
Esto creo que es algo que debería de hacer reflexionar a esos que ahora apoyan tanto la llamada “Memoria Histórica”.
Regresando a nuestro personaje de hoy, tras el comienzo de la Guerra Civil, fue nombrado jefe de la IV División Orgánica y de las fuerzas de la Guardia Civil, ambas radicadas en Cataluña.
Posteriormente, ya no tuvo tanto éxito, pues no pudo aplacar los graves sucesos que se dieron en mayo de 1937 en Barcelona. Durante esos días, hubo una especie de pequeña guerra civil entre los comunistas, apoyados por la Generalitat, y los anarquistas. Eso dio lugar a su cese.
Esta vez, su nuevo destino estaría en Valencia, como jefe de la III División Orgánica. Allí le pilló el final de la Guerra Civil.
Parece ser que se negó a abandonar la ciudad, pues tenía muy claro que él no había hecho otra cosa que cumplir con su deber. No obstante, unos amigos le convencieron para que se refugiara en el Consulado de Panamá en esa ciudad.
Allí fueron  fuerzas de la Guardia Civil a detenerle , las cuales le condujeron hasta Barcelona. En esa ciudad, sería juzgado ante un consejo de guerra.
Como a otros muchos militares, le aplicaron esa especie de comodín, que se inventaron en el bando franquista, culpándole de “rebelión militar”.
Algunos me dirán que les puede parecer increíble, pues los que se rebelaron fueron los otros. Sin embargo, al comienzo de la guerra, el bando franquista publicó un decreto en el que decía ser el verdadero Ejército español y que todos los que se enfrentaran con ellos serían culpados de rebelión militar.
Curiosamente, nada más comenzada la Guerra Civil, el general Fanjul, cabecilla de la sublevación en Madrid y encerrado en el Cuartel de la Montaña, tras su detención, fue llevado ante un consejo de guerra, acusado de rebelión militar. Por este motivo, fue condenado a muerte y ejecutado. Con este ejemplo, se puede apreciar que ese delito fue utilizado por ambos bandos, aunque más profusamente por el nacional.
Volviendo al general Aranguren, parece ser que su estado de salud no era muy bueno, pues ya tenía 64 años y, unos días antes, había sufrido una caída de un caballo. Lo que le impedía estar de pie.
Curiosamente, fue defendido por un abogado gallego y falangista. No obstante, Aranguren también fue condenado a muerte.
Ni siquiera valieron para salvar su vida las muchas misivas que le llegaron a Franco. Incluso, de la Nunciatura Apostólica en España.
Parece ser que Franco estaba especialmente empeñado en que lo fusilaran, aunque estuviera en una camilla.
Así fue. El 21/04/1939, fue llevado al Campo de la Bota, en Barcelona, y fusilado sentado y atado a una silla.
También su antiguo subordinado, el general Escobar, aquel que el 18 de julio mandó las tropas de la Guardia Civil y consiguió hacerse con el control de la situación, derrotando a los sublevados en las calles de Barcelona, tuvo el mismo final.
Al final de la guerra, se rindió en el frente de Ciudad Real ante el general Yagüe. Fue detenido y llevado hasta Barcelona donde fue juzgado por un consejo de guerra. Como tampoco sabían de qué culparle, pues le acusaron de “rebelión militar”. Como ya dije anteriormente, el comodín legal que se solía utilizar en esa época. Lo cierto es que fue condenado a muerte y fusilado en el foso del castillo de Montjuich en febrero de 1940.
Como ya mencioné, anteriormente, muchas de las familias de militares quedaron divididas por la guerra. En este caso, uno de sus hijos, el teniente José Escobar, se decantó por el bando nacional, muriendo en la batalla de Belchite.
Curiosamente, tras la muerte de ambos, siguen estando separados. Parece ser que otro de sus hijos pidió que enterraran a ambos en el Valle de los Caídos. Sin embargo, sólo se aceptó enterrar allí al hijo, pero no al padre, que sigue enterrado en Barcelona.
También es preciso decir que, de los 59 generales de brigada, que estaban en activo cuando comenzó la Guerra Civil, 42 de ellos fueron fieles a la II República y sólo 17 militaron en el bando nacional. Esta proporción se invirtió entre los oficiales más jóvenes del Ejército.

8 comentarios:

  1. Una historia tristísima. Y digo yo si los hijos no estarían defendiendo sus intereses, en vez de defender sus ideales, como hizo su padre.

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    1. No lo sé. Yo creo que muchos militares, como Aranguren, se vieron en una encrucijada. Por un lado, habían jurado lealtad a la II República. Por el otro, tenían una ideología conservadora y eran muy católicos. Precisamente, contra lo que luchaba el Gobierno del Frente Popular.
      Te recuerdo que Aranguren, antes de servir fielmente a la II República, había servido de la misma manera a la Monarquía.
      Realmente, es un tema de lealtad, algo que nunca supo comprender el Gobierno republicano, porque nunca se fió de sus militares y a muchos de ellos les puso unos comisarios para espiarlos continuamente.
      También es cierto que muchos de los generales no se sublevaron, porque estaban agradecidos al Gobierno republicano, que les había promocionado.
      Por otro lado, en un principio, los sublevados, afirmaron que su movimiento no iba en contra de la II República, sino del Gobierno del Frente Popular. O sea, que, teóricamente, lo que querían ellos era modificar el Gobierno, pero no cambiar de régimen. De hecho, hasta finales de agosto de 1936, los dos bandos lucharon con la misma bandera.
      Como siempre, muchas gracias por tu comentario y saludos.

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  4. Si en España en vez de estar siempre buscando la division, incluso dentro de las familias y lo digo por experiencia propia, fueramos todos a una, España seria aun mas grande de lo que es y los españoles viviriamos mejor y mas felices.














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    1. Completamente de acuerdo, pero todos sabemos que es muy difícil poner de acuerdo a dos españoles, cuanto más a toda la población.
      Corrientemente, suele decirse que donde hay dos españoles, hay tres opiniones. Eso ocurre, porque todo el mundo piensa que es más listo que el vecino y así nos va.
      Muchas gracias por su comentario y saludos.

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  5. Permítame que le corrija y haga una precisión.
    El General Aranguren, cuando la proclamación de la República, ya no era Director del Colegio de Guardias Jóvenes, sino Jefe Superior de Policía de Madrid para el que había sido nombrado por Real Decreto de 28 de marzo de 1931 y del que dimitió el 18 de abril de 1931.
    Por otra parte, coincidiendo en La Coruña, las familias Franco y Aranguren, mantuvieron una cierta relación, con visitas de unos a casa de los otros, pues los Franco presumían que por parte de su madre existía un cierto parentesco con la esposa de Aranguren, maría de la O de Ponte y de la Peña, nieta del Conde de Vigo y sobrina segunda de Concepción Arenal.

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    1. Ante todo, muchísimas gracias por sus precisiones. Siempre es bueno tener lectores que aporten una serie de datos que no es fácil encontrar por ahí.
      Espero que le haya gustado este artículo y le animo a seguir leyendo otros artículos de mi blog.
      Muchas gracias y saludos.

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