miércoles, 14 de febrero de 2018

SOFÍA CASANOVA, TESTIGO DE UNA REVOLUCIÓN


Nuestro personaje de hoy fue toda una pionera en el oficio del periodismo, más concretamente, en la rama del mismo que se dedica a una actividad que sigue siendo muy peligrosa aun hoy en día. Me refiero a la corresponsalía de guerra.
Sofía Guadalupe Pérez Casanova, que así era cómo se llamaba, nació en septiembre de 1861, en una aldea de la provincia de La Coruña, actualmente, en la comunidad autónoma de Galicia (España).
Parece ser que su infancia no fue envidiable, pues su padre abandonó a su mujer y a sus tres hijos y tuvieron que irse a vivir con su abuelo materno.
Sofía terminó brillantemente sus estudios, destacando en el área de la poesía y la declamación. Parece ser que eso último es de lo que “cojean” muchos poetas, los cuales escriben muy bien sus versos, pero luego no saben leerlos correctamente.
Lo cierto es que ella ya empezó a componer versos desde muy niña. En cierta ocasión, su madre encontró unos, cuando limpiaba su habitación, y los envió al periódico El Faro de Vigo, donde se los publicaron. Así empezó a darse a conocer entre el gran público.

Más adelante, con sólo 14 años llegó a Madrid con su familia y se puso bajo la protección del famoso poeta asturiano Ramón de Campoamor. Posteriormente, también gozaría de la protección del que, más tarde, sería nombrado conde de Andino y tutor del rey Alfonso XIII. Éste, junto con el marqués de Valmar, cuñado del Duque de Rivas, célebre escritor romántico, la introdujeron en la Corte de Alfonso XII, donde se solían recitar poemas.
Parece ser que el rey le llegó a tener en tanta estima que pagó la edición de su primer libro de poesías. Es posible que eso le abriera el camino para conocer a otros intelectuales de su época, tales como Bernard Shaw o Emilia Pardo Bazán e, incluso, Zorrilla.
También participaba en algunas tertulias literarias, donde llegó a conocer a muchos escritores del momento. De hecho, con sólo 20 años ya gozaba de cierta notoriedad entre el público y la crítica.
Según algunos, fue el propio Campoamor el que le presentó a un diplomático polaco, recién llegado a Madrid, llamado Wincenty Lutoslawski. Se enamoraron y se casaron en marzo de 1887.
Posteriormente, se fueron a vivir a una ciudad del norte de Polonia. Por entonces, territorio del Imperio Ruso. No olvidemos que Polonia no volvió a existir hasta después de la I Guerra Mundial y, en aquel momento, se hallaba en manos de tres imperios: Rusia, Prusia y Austria-Hungría.
La labor diplomática de su marido le obliga a trasladarse, frecuentemente,  de unos países a otros. No obstante, ella, que llegó a tener 4 hijos, aunque sólo tres de ellos llegaron a la edad adulta, lo aprovecha para aprender los idiomas de los sitios por donde va residiendo. En esos viajes llegó a conocer personajes tan importantes como Marie Curie o Tolstoi. También en esa época comienza a escribir en los periódicos españoles, publicándose su primer artículo en el diario La Iberia, de Madrid. En ellos, se dedica a  relatar sus experiencias vividas en los países que va visitando, empezando por Polonia.

Como no todo va a ser color de rosa, la pareja pasó por una crisis, que según dicen algunos, pudo estar motivada por no tener hijos varones o por las continuas depresiones e infidelidades de su marido. Así que se separaron.
En 1904 regresa a España, donde sigue escribiendo para varios periódicos. Gracias a la fama alcanzada, la contratan en muchos sitios para pronunciar conferencias sobre diversos temas. En muchas de ellas, se dedica a dar su visión de España, comparando a nuestro país con otros que ha ido conociendo a lo largo de sus muchos años residiendo en el extranjero. Una de las cosas que más le apenan es la alta tasa de analfabetismo que existía en nuestro país.
En esa época, se dedica a escribir una serie de artículos para intentar mejorar las condiciones de higiene y salud de las familias, así como la educación infantil y la de las futuras madres, antes de dar a luz.
Al año siguiente, fue  elegida  nuevo miembro de la recién fundada Real Academia Gallega, cuya sede está en La Coruña.
En 1913, se estrenó su primera obra de teatro. Esta llevaba por título “La madeja” y criticaba las ideas feministas, que estaban llegando desde América a Europa. Parece ser que no tuvo mucho éxito y la obra duró poco tiempo en cartel.
En 1914, llevaba ya varios años viviendo en España, pues su marido vendió, por su cuenta, la casa que tenían en Polonia. Sin embargo, viajaba de vez en cuando a esa nación, ya que una de  sus hijas se casó con un polaco y residían en ese país.
Precisamente, en una de esas estancias temporales, le pilla el comienzo de la I Guerra Mundial. Ya había cumplido los 53 años. Parece ser que puede ver la guerra desde muy cerca, porque colabora como enfermera en un hospital militar. Incluso, tuvo que ayudar, en muchas ocasiones, al entierro de los cadáveres de los
soldados que iban muriendo.
Según parece, escribió una carta al Gran Duque Nicolás, protestando porque los sanitarios habían recibido una orden para atender exclusivamente a los heridos rusos, dejando que los alemanes se murieran solos.
También, desde allí, envía una carta al director de ABC, en la que protesta por la injustificada adhesión de muchos españoles a la causa del bando alemán.
Luca de Tena, director de ABC, le contesta proponiéndola que sea la corresponsal de su periódico, durante ese conflicto y ella acepta. Así se convirtió en la primera española que fue corresponsal de guerra.
Como los alemanes consiguieron romper ese frente, a ella y a sus hijas y nietos, que vivían no muy lejos de la frontera con Alemania, no les quedó otra que huir hasta Varsovia y desde allí hasta Minsk y San Petersburgo. Parece ser que, en Polonia, su casa estaba muy cerca de donde tuvo lugar la célebre batalla de los Lagos Masurianos. A causa de ello, su vivienda fue totalmente destruida.
En Rusia, donde vivió durante 3 años, fue testigo nada menos que de la caída de los zares de la dinastía Romanov, de la muerte de Rasputin, etc. Incluso, llegó a entrevistar al famoso revolucionario Trotsky. Todo ello fue publicado en ABC.
Por supuesto, pudo narrar en directo la Revolución Rusa. Incluso, durante la represión de las famosas manifestaciones del 3 de julio, fue atropellada por la gente que corría hacia todos lados y sufrió un golpe en la cara, tras el cual jamás pudo volver a ver bien. Hay que decir que, antes de eso, ya había tenido ciertos problemas visuales.
En sus crónicas periodísticas, se puede apreciar claramente que, como buena periodista, tiene muy buenos contactos para enterarse de lo que va a ocurrir. No obstante, también se ve que suele patear las calles, algo que en esos momentos parece muy arriesgado, y habla con todo el mundo para enterarse de lo que ocurre.
Casi se puede decir que narra en directo el ataque del crucero Aurora contra el Palacio de Invierno, en el actual San Petersburgo.
Con el final de la guerra, Polonia, recupera su independencia y ella regresa a España, donde es recibida como una heroína, pues se ha hecho muy popular con la publicación de sus artículos sobre ese conflicto. Incluso, recibe varias condecoraciones en nuestro país.
En los años 20 escribe varios libros y multitud de artículos en la prensa. Parece ser que en 1925 fue propuesta nada menos que para el Nobel de Literatura. Precisamente, ese año se lo llevó su amigo George Bernard Shaw.
Casualmente, en 1931, le pilla en España la proclamación de la II República y ella dice que esto llevará al país al caos, tal y como ocurrió en Rusia.
Afortunadamente, se libra de la Guerra Civil, porque la pilla en Varsovia, residiendo en la casa de una de sus hijas, donde sigue escribiendo para ABC y para varios periódicos de Sudamérica, al igual que para algunos de Polonia. No obstante, dada su mentalidad conservadora, enseguida toma partido por el bando nacional.

Incluso, en 1938, viaja a Burgos, invitada por Franco, donde se entrevista con él y da unas charlas, apoyando al bando nacional. Para ella, el golpe de Estado va a traer bienestar al país.
En 1939, regresó a Polonia para estar con sus hijas y allí le pilla el comienzo de la II Guerra Mundial. Es lo que se suele llamar estar en el sitio adecuado y en el momento adecuado.
A pesar de vivir en medio de ese conflicto, huyendo de un lado a otro, tiene suerte, pues el embajador español se interesa por ella y las trasladan, a ella y a su familia, hasta un lugar seguro. Más tarde, regresaría a España junto con la División Azul.
Ya estaba prácticamente ciega. Como no podía escribir por sus propios medios, dictaba sus pensamientos a sus nietos, los cuales iban escribiendo todo lo que les decía.
Aparte de su labor literaria, también se dedicó a la traducción de textos, gracias a su dominio de varios idiomas. Incluso, sus propias obras también se tradujeron a otros idiomas.
Como corresponsal en el extranjero envió más de un millar de crónicas, que se publicaron en varios periódicos. Principalmente, en ABC.
Siguió viviendo con sus hijas en Polonia, hasta el día de su muerte, la cual se produjo, en enero de 1958, en la ciudad polaca de Poznan. Ya había cumplido los 96 años.
Hoy en día, se puede decir que es una escritora casi desconocida en España, a pesar de que, en su momento, gozó de mucha popularidad. Hay quien dice que esto es debido a que siempre vivió entre Polonia y España, siendo el primero su lugar habitual de residencia. Casi se puede decir de ella que se la considera una escritora extranjera, que venía de vez en cuando a España.

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