A partir de este artículo, voy a
comenzar un ciclo sobre los personajes fundadores de lo que, actualmente, se llama Unión Europea.
Ciertamente, a ellos debemos mucho del progreso que disfrutamos en
nuestro continente. Sobre todo, si vivimos en alguno de los países que no están
entre las grandes potencias de Europa.
Tampoco quiero olvidarme que,
gracias a ellos, Europa ha pasado de ser una continua fuente de conflictos, en
ella se originaron las dos guerras mundiales, a ser un remanso de paz, lo que
ha traído una prosperidad nunca conocida para todas las naciones que forman
este continente.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Robert Schuman y nació en junio de 1886 en Luxemburgo, capital del Gran
Ducado del mismo nombre. Uno de esos mini Estados que subsisten en Europa.
No hay que confundirlo con el
célebre compositor, que tenía un nombre muy parecido, Robert Schumann.
Su madre era luxemburguesa,
mientras que su padre había nacido en la región de Lorena, cuando pertenecía a
Francia. Tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana de 1870, esta
región junto con Alsacia, pasaron a pertenecer al Imperio de Alemania.
Por esa razón, su padre, que
nació siendo francés e incluso combatió en esa guerra del lado francés, al regresar
a su tierra, pasó a tener la nacionalidad alemana. Algo que nos podría parecer
un poco extraño hoy en día.
Posteriormente, se mudó a
Luxemburgo, donde se dedicó a la Agricultura, pero nunca perdió su nueva
nacionalidad alemana. Allí fue donde nació nuestro personaje.
Curiosamente, según parece, a
pesar de tener la nacionalidad alemana, toda la familia siempre se sintió muy
francesa, aunque no tenían nada en contra de los alemanes.
Otra cosa que nos podría llamar
la atención sobre este personaje es su fuerte apego a la religión católica que
le inculcaron sus padres, aunque estaban viviendo en una zona de mayoría protestante.
Por supuesto, su formación fue
plenamente alemana. Comenzó sus estudios en Metz, capital de la Lorena. Posteriormente,
realizó su formación universitaria en Munich, Bonn y Berlín, en las que estudió
Derecho. Acabando la carrera en Estrasburgo, capital de Alsacia. Actualmente,
en esta ciudad, tienen su sede varios organismos europeos, como el Parlamento
Europeo, Europol, Tribunal de Derechos Humanos, etc.
Desgraciadamente, en 1900, murió su padre, cuando él sólo tenía 14 años.
Además era hijo único. Parece ser que eso le afectó mucho.
En 1912, cuando acababa de abrir
su bufete como abogado en la ciudad de Metz, falleció también su madre a causa
de un accidente de tráfico.
Tras este penoso suceso, su vida
dio un vuelco y decidió irse a vivir a un monasterio. Parece ser que allí le
convencieron de que sería más útil para Dios fuera que dentro del convento. Por
esa razón, abandonó la vida de monje y volvió a su bufete en Metz, aunque nunca
se casó.
Con el comienzo de la I Guerra
Mundial, en 1914, su vida dio otro vuelco. Lógicamente, fue movilizado para
luchar en el Ejército alemán, aunque, debido a su mala salud, se le destinó a
un puesto en la retaguardia, realizando labores de oficina y llevando, a la
vez, su bufete de abogados en Metz.
Supongo que los alemanes tampoco
se fiarían mucho de estos franceses reconvertidos en alemanes.
Al terminar ese conflicto, como
todo el mundo sabe, Alsacia y Lorena, fueron reintegradas al territorio de
Francia. Parece ser que esto provocó gran nerviosismo entre sus habitantes. Por
una parte, los de habla alemana, temían perder sus propiedades a manos de los
franceses, que pedían una revancha contra Alemania. En ese momento, pasó a ser francés.
Por otra, los católicos de habla
francesa, que hasta el momento habían sido protegidos por el Estado alemán, ahora
temían caer en las garras del Estado francés, que tenía una mentalidad muy
laica, la cual le había hecho enemistarse con la Iglesia católica. Llegando, en
1902, a la disolución de las órdenes religiosas.
Así que, en ese momento, Schuman,
un hombre situado en esa “frontera” ideal entre lo francés y lo alemán, podría hacer un gran
papel en la política, defendiendo los intereses de su región. Así que realizó una gran labor en ese sentido.
Por ese motivo, en 1919, fue
elegido diputado por la circunscripción de Mosela, ante la Asamblea Francesa.
Por supuesto, allí no se les pasó el detalle de que nuestro personaje había
pertenecido al Ejército alemán y más de una vez se lo echaron en cara. Algo
normal después de una guerra tan sangrienta como esa.
Tristemente, siempre fue un
hombre al que los franceses vieron como a un alemán y los alemanes como a un francés.
En los años 20, su prestigio fue
utilizado por el presidente Aristide Briand, al objeto de crear unas vías de
diálogo con la nueva República de Weimar, que es como se conocía a la nueva
Alemania del periodo de entreguerras. Un puesto idóneo para una persona que
dominaba la lengua y conocía la cultura de ambos países.
Su postura política era la de un
republicano conservador y católico, militando en un partido regional cercano al
de Poincarré, al que ya dediqué otro de mis artículos.
En 1940, entró en el Gobierno
francés, siendo nombrado subsecretario encargado de los refugiados, en el
gabinete de Reynaud y, posteriormente, en el de Pétain.
Durante la ocupación alemana de
Francia, regresó a Mosela, que volvía a estar dentro del territorio de
Alemania. Así que, como al principio,
volvió a ser ciudadano alemán.
Posteriormente, fue detenido por
la Gestapo. Parece ser que fue recluido en un hotel, donde podía moverse
libremente.
Más tarde, al enterarse de que
iba a ser deportado al campo de concentración de Dachau, por no querer
colaborar con el III Reich, logró
escapar hasta la Francia no ocupada.
Cuando esta zona también fue
ocupada por los alemanes, se escondió en varios conventos hasta el final de la
guerra.
Afortunadamente, los alemanes no
consiguieron capturarle, aunque ofrecieron una recompensa de 100.000 marcos a
todo el que les diera una pista sobre su paradero.
Al final de la misma, fue
nombrado asesor del famoso general de Lattre de Tassigny para los asuntos
relacionados con la zona de Alsacia y Lorena.
Parece ser que no las tuvo todas
consigo, porque inmediatamente fue tachado de colaboracionista, al haber
formado parte del Gobierno de Petain. Así que fue arrestado y volvió a su
tierra natal. Fue exculpado y puesto en libertad.
A mediados de 1945, consiguió ser
recibido por el nuevo hombre fuerte, el general De Gaulle, el cual le perdonó de
nuevo y además le nombró ministro de Finanzas. Desde luego, no le tocó un
momento apetecible para estar en el Gobierno, pues Francia, tras la guerra,
había quedado completamente arruinada.
No lo haría tan mal cuando, en
1947, fue nombrado presidente del Gobierno. Aunque sólo ocupó este cargo hasta finales
del siguiente año.
En 1948, fue nombrado ministro de
Asuntos Exteriores, puesto que ocupó durante los siguientes cuatro años. Por
supuesto, en más de una ocasión le recriminaron su pasado alemán. Esto parece
muy lógico para un país con una mentalidad tan nacionalista como Francia y que,
además, acababa de salir de una cruenta guerra contra Alemania, la cual había invadido
su territorio.
En ese puesto, se demostró partidario
de desmantelar el militarismo alemán e intentar una política de buena vecindad
entre ambos países.
En 1948, tras la llegada al poder
de los comunistas en la antigua Checoslovaquia, los gobiernos del resto de
Europa se alarmaron. Así que crearon la Unión Europea Occidental (entre
Francia, el Reino Unido y el Benelux). Posteriormente, sobre esa primitiva alianza
militar se fundaría la actual OTAN.
A partir de ahí, se empezaron a
experimentar las uniones aduaneras. La primera de ellas fue la de los pequeños
países que forman el Benelux. O sea, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
Unos años antes, había conocido a
otro de los personajes fundadores de la Unión Europea, el francés Jean Monnet.
Juntos prepararon una propuesta,
la cual dieron a conocer a la prensa el 9 de mayo de 1950, donde desarrollaban
sus ideas sobre una Europa que podría caminar unida y no como hasta ese
momento. Esta fecha es considerada como el nacimiento de la Unión Europea y, anualmente,
también se conmemora el Día de Europa.
En un principio, se propuso que
las siempre rivales, Francia y Alemania, se asociaran para explotar sus yacimientos
de carbón, que se hallaban a un lado de la frontera, junto con los de hierro,
que estaban del otro lado, y así desarrollar, conjuntamente, sus industrias de fabricación de acero. De esa
manera, una de ellas no se podría armar sin contar con la otra, porque esos
recursos serían administrados de una forma conjunta por los países integrados
en esa alianza. Así se formó esa alianza, creando intereses comunes entre
diversos países.
Este discurso, que es conocido
como la Declaración Schuman, se
pronunció en el lujoso Salón del Reloj del Ministerio de Asuntos Exteriores de
Francia, ya que, por entonces, Schuman, era el responsable de ese ministerio.
Curiosamente, alguien olvidó
citar también a los fotógrafos y a las emisoras de radio. Así que, unos días
después, tuvieron que escenificar de
nuevo esa declaración ante esos medios.
Desde el primer momento, esta
declaración fue del agrado de varios gobiernos europeos y hasta del de USA.
Así que, en abril de 1951, tras
la firma del Tratado de París se fundó la CECA (Comunidad Europea del Carbón y
del Acero) de la que formaron parte Francia, Alemania, Italia, Holanda, Bélgica
y Luxemburgo. Ese fue el comienzo de las instituciones de la actual Unión
Europea.
Otro de sus proyectos fue fundar
un Ejército común europeo. Sin embargo, conociendo la mentalidad de los
franceses es fácil de entender que enseguida echaran abajo ese proyecto.
Promovió un referéndum en la
región del Sarre. Otra de esas regiones fronterizas entre Francia y Alemania y
que, tras la II Guerra Mundial, había sido ocupada por Francia. En esa
consulta, los ciudadanos del Sarre decidieron volver a pertenecer a Alemania y se
respetó la voluntad de los mismos.
Tras cesar en el Gobierno de
Francia gozó de otros cargos importantes como el de presidente del Movimiento
Europeo, el de presidente de lo que actualmente se denomina Parlamento Europeo.
Cuando abandonó ese puesto, el Parlamento, le concedió el título de “Padre de
Europa”.
También llegó a presidir la
Comunidad Económica Europea, el antecedente de la UE, que se fundó en 1957, tras
la firma del Tratado de Roma.
Incluso, en 1958, recibió el
codiciado premio Carlomagno por sus esfuerzos encaminados a unir los países del
continente europeo.
Desgraciadamente, su salud se
resintió a partir de 1959. Año en que le fue diagnosticada una esclerosis
múltiple.
En 1961, aunque los médicos le
habían aconsejado no realizar caminatas por el campo, salió de su casa, sita en
la localidad de Scy-Chazelles, cercana a la frontera con Luxemburgo, y no regresó.
Su sirvienta pensó que se habría
ido a comer a casa de un am igo. Sin embargo, había sufrido un
desvanecimiento
que le dejó en el suelo, perdiendo el conocimiento. Fue encontrado, al día
siguiente, por un guardia forestal. Se hallaba totalmente empapado por la
lluvia caída durante la noche.
En 1963, su estado de salud
empeoró claramente. Ya no podía ni siquiera pronunciar una palabra. Hasta el
Papa Pablo VI se interesó por él. En septiembre de ese mismo año falleció en su
casa de Scy-Chazelles. Fue enterrado en esa misma localidad.
Parece ser que, los franceses,
todavía no le habían perdonado haber sido ciudadano alemán. A su entierro sólo
asistió un vicepresidente de la Asamblea Francesa. Algo que me parece realmente
vergonzoso.
No obstante, en los años 80,
durante la presidencia de Mitterrand se pensó en trasladar sus restos al Panteón
de París, donde se hallan enterrados los grandes personajes de Francia. Sin
embargo, el Ayuntamiento de la localidad donde fue enterrado se opuso a ello.
Parece ser que los franceses van
cambiando de opinión con respecto a este personaje. Hace unos años, comenzó el
proceso de beatificación de nuestro personaje y éste fue apoyado tanto por los
europarlamentarios franceses como por los alemanes.
Nunca quiso tener como vecina a
una Alemania derrotada, como ocurrió tras la I Guerra Mundial. Siempre los
trató con mucho respeto e intentó tender puentes para que los dos países se entendieran
perfectamente y en igualdad de condiciones.
Yo creo que acertó plenamente al
diseñar una nueva Europa que se reconstruiría desde la alianza entre Francia y
Alemania. No hay que olvidar que, en un principio, se invitó al Reino Unido a
integrarse en esa nueva alianza y se negó a ello.
Posteriormente, cuando, sólo unos años
después, cambiaron de opinión, no pudieron ingresar a causa del veto impuesto
por el general De Gaulle. Se ve que todavía se acordaba de lo mal que lo
trataron durante la II GM.
Sin embargo, en 1963, el mismo
general De Gaulle, firmó con el canciller Adenauer, el famoso tratado del Eliseo
por el que se inició el llamado Eje franco-alemán, que siempre ha sido el motor
que ha hecho avanzar a la Unión Europea.
Curiosamente, el nuevo presidente
de Francia, Emmanuel Macron, tras haber tomado posesión de su cargo, al día
siguiente, realizó su primera visita a Alemania, para reunirse con la canciller
Ángela Merkel.