Siempre se ha dicho que las
guerras le han cambiado la vida a mucha gente. En muchos casos es así. A
continuación, vamos a ver cómo le cambió
la vida a nuestro personaje de hoy.
Edward Arnold Champman, nació en
1914 en un pueblo del condado de Durham, al noreste de Inglaterra.
Parece ser que nunca fue muy amante
de la disciplina. En su niñez, solía escapar de la escuela para ir al cine o a
la playa.
Como no encontró otra cosa mejor,
se metió en el Ejército. Estuvo destinado en la capital, en un regimiento de la
Guardia Real, cuya sede estaba ubicada junto a la Torre de Londres.
Parece ser que, durante un
permiso, conoció a una chica muy joven y se fugaron juntos. Así que el Ejército
le buscó y le arrestó, siendo condenado a pasar una buena temporada en una
prisión militar. Lógicamente, al finalizar su condena fue expulsado del Ejército.
Posteriormente, se fue a vivir al
barrio del Soho, donde sólo encontró algunos empleos temporales. Lo cierto es
que llevaba una vida muy desordenada, aparte de que jugaba y bebía mucho.
Más adelante, formó con otros
tipos una banda que se dedicaba a volar y desvalijar cajas fuertes. Durante un
tiempo, esa fue su única actividad, hasta que fue arrestado por la Policía en
Escocia.
Los agentes le llevaron ante el
juez y éste le puso en libertad bajo fianza. Lo cierto es que nuestro personaje
huyó al sitio que le pareció más recóndito. Se trataba de la isla de Jersey,
una de las Islas del Canal. Hace tiempo escribí un artículo sobre ellas.
Aún así, la Policía detectó su
llegada y una noche fueron a atraparlo. Sin embargo, en este caso, Eddie, llegó
a realizar una auténtica huida más propia de una película, al lanzarse por una
ventana, que se hallaba cerrada, y lograr escapar de los agentes.
Ese mismo día, intentó realizar
otro de sus robos. En este caso, la Policía consiguió arrestarlo y el juez le
impuso una pena de dos años de cárcel en la isla de Jersey.
Aunque parezca increíble, las
Islas del Canal, fueron el único territorio de las Islas Británicas, que fue
ocupado por las fuerzas alemanas, durante la II Guerra Mundial. Lo cierto es
que los británicos no hicieron ningún intento por defender esas islas.
Cuando llegaron los nazis a la
isla de Jersey, en junio de 1940, se encontraron a los presos todavía en sus
celdas. Así que los soltaron a todos.
Chapman se había hecho amigo de
otro antiguo preso, llamado Faramus, originario de esa isla. A la salida de la cárcel, fundaron una peluquería, donde atendieron
tanto a los isleños como a los invasores alemanes.
Parece ser que a los dos se les
ocurrió que la mejor manera de salir de esa isla era escribir una carta a las
autoridades alemanas de ocupación, exponiendo que ellos deseaban espiar a favor
de Alemania.
Así fue cómo les llamaron y les
hicieron ir a Francia. Parece ser que solamente les interesó Chapman, al que
pusieron como apodo Fritz. Así que durante un tiempo le entrenaron en las
técnicas que suelen utilizar los espías (comunicaciones, manejo de explosivos,
paracaidismo, etc).
Su primera misión tuvo lugar a
mediados de diciembre de 1942. Consistía en volar en un bombardero alemán y
lanzarse sobre territorio británico. Allí tendría que volar la fábrica de aviones Havilland, situada al este de
Inglaterra.
Parece ser que tuvo algunas
dificultades para lanzarse en paracaídas, pero al final lo consiguió, aunque
cayó en un lugar un poco alejado de su objetivo.
En aquella época, el Ejército
británico, ya había descifrado las claves alemanas. Así que ya tenían noticias
de la venida de este espía y sólo tuvieron que enviar un avión de la RAF, para
seguir al de Chapman, y ver dónde se lanzaba en paracaídas. A partir de ahí,
sólo tuvieron que alertar a la Policía del lugar y muy pronto fue capturado.
Desde el mismo momento en que
comenzó su interrogatorio, declaró que quería ser agente británico. Así que fue
trasladado a las oficinas del MI5 (el servicio de contraespionaje) para tomar
una decisión sobre Chapman.
Consiguió que lo contrataran, a
cambio de un buen sueldo, claro, y le
apodaron “ZigZag”. Parece ser que les convenció cuando les dijo que los
alemanes le habían prometido ir a una de las típicas concentraciones nazis,
donde ocuparía una de las primeras filas y así podría asesinar al propio
Hitler.
Lo cierto es que les gustó la
presumible valentía de este hombre, pero le convencieron para que no realizara
esa misión suicida. No obstante, algunos autores creen que la idea de matar a
Hitler no fue suya, sino de su tutor alemán, von Gröning, que fue el que le
buscó ese sitio en el mitin de Hitler.
Es muy llamativo que el MI5
admitiera a este personaje entre los suyos, siendo un conocido delincuente,
porque la mayoría de los agentes de ese servicio procedían de la clase alta
británica. En el bando británico, su tutor sería el coronel Tommy Robertson.
Al poco tiempo el MI5 concibió un
falso ataque sobre esa factoría. La explosión fue vista desde el aire y
fotografiada por los aviones de reconocimiento alemanes, que solían sobrevolar
el territorio británico.
Parece ser que los británicos
encargaron este truco, como otros muchos, al famoso ilusionista Jasper Maskelyne, al que ya dediqué otro de mis artículos.
Algo más tarde, el MI5, organizó
la vuelta de Chapman a Alemania. Mandó un mensaje para ser evacuado por medio
de un barco o un submarino. Sin embargo, los alemanes, le contestaron que
volviera a través de Lisboa.
Este comportamiento hizo dudar a
los formadores británicos de Chapman, así que lo prepararon para afrontar el
interrogatorio a que iba a ser sometido a su llegada a Alemania.
Posteriormente, se enroló en un
barco mercante, cuyo destino era el puerto de Lisboa. Allí fue recibido por
agentes alemanes. Para demostrar su lealtad, les pidió que le dieran dos bombas
para hundir el barco en el que había venido, durante su regreso al Reino Unido.
Los alemanes le dieron dos explosivos camuflados en trozos de carbón. Sin embargo,
él los entregó al capitán del barco.
Lógicamente, no explotaron, pero
al llegar a Inglaterra, se publicó en la prensa que la Policía había encontrado
dos bombas camufladas entre el cargamento de carbón, que no habían llegado a
explotar. Era una ingeniosa forma para que los alemanes no desconfiaran de
Chapman.
Parece ser que los alemanes
habían picado el anzuelo y, como premio a su “hazaña” por haber volado la
fábrica de aviones, fue condecorado con la Cruz de Hierro, siendo el primer
británico que obtuvo ese galardón. Aparte de darle una gran cantidad de dinero
y hasta un yate.
Tras el famoso Desembarco de
Normandía, que fue una auténtica chapuza y del que hablaré en un próximo
artículo, Chapman, fue enviado de nuevo al Reino Unido.
Esta vez, su misión consistía en
comprobar dónde iban cayendo las bombas volantes V-1 y transmitirlo a los
alemanes, para que fueran corrigiendo el tiro.
Tal y como le habían ordenado en
el MI5, les iba diciendo a los alemanes que las bombas estaban cayendo en el
centro de Londres, cuando lo cierto era que estaban bombardeando los barrios y
la campiña situada al sur de la capital. Sin embargo, los alemanes, nunca se
dieron cuenta de que les estaba engañando.
Desgraciadamente, a su vuelta a
Londres, Chapman, se dedicó, nuevamente, a la buena vida y a tener relaciones
con bandas de delincuentes. Aparte de que no supo ser discreto.
Así que, en noviembre de 1944, el
MI5 lo despidió, le dio una buena indemnización. Incluso, le consiguió el
indulto de la pena de cárcel, que estaba cumpliendo en la isla de Jersey.
Durante su trabajo como espía,
Chapman, había tenido dos amantes. Una en el Reino Unido y otra en Noruega,
donde estuvo en una academia alemana de espías.
En una ocasión, le llegó a decir
a su amante noruega que él era un espía británico. Afortunadamente, ella
pertenecía a la resistencia de ese país y no lo denunció. Sin embargo, tras la
guerra, ella fue condenada a una pena de 6 meses de cárcel, por haberse relacionado
con un oficial alemán, o sea, Chapman. De hecho, no pudo demostrar que era un
error, porque ella creía que él había muerto. Parece ser que volvieron a verse
en 1994. Es la que aparece en el centro de la foto.
En la posguerra, se casó con una
antigua novia suya, Betty Farmer, que vivía en el Reino Unido y tuvieron una
hija. Parece ser que fue la misma chica por la que desertó del Ejército.
Según parece, Chapman volvió a sus orígenes y se volvió a relacionar
con bandas de delincuentes de todo tipo. Fue detenido varias veces, pero siempre
se le soltó, porque el MI5 declaró que había realizado grandes servicios a su
país durante la guerra.
En los años 50, escribió sus
memorias para ganar algo de dinero. Sin embargo, el Gobierno prohibió su publicación
y le pusieron una pequeña multa por intentar desvelar secretos oficiales. Algo más
tarde, publicó otra biografía suya, pero aligerada de todos los detalles que
figuraban en la primera.
Unos años más tarde, escribió
otra biografía sobre un soldado británico que desertó para combatir en el bando
alemán. Su nombre fue Eric Pleasants. Chapman afirmaba haberlo conocido cuando
ambos estuvieron presos en Jersey.
Parece ser que la magnífica
película “Triple Cross” (1966) está basada en la vida de nuestro personaje y
eso le dio celebridad durante un tiempo. Así que lo contrataron en un diario
londinense para escribir relatos sobre crímenes.
En esa película, el personaje de
Chapman fue interpretado por el actor Christopher Plummer, que alcanzó gran
fama al protagonizar la película “Sonrisas y lágrimas”, en el papel del capitán
von Trapp.
Posteriormente, el matrimonio
Chapman, compró una granja y un castillo en Irlanda, donde recibieron a algunos
de los amigos que habían hecho durante la guerra. Uno de ellos fue Stephan von Gröning, su tutor, mientras
estuvo al servicio de la Inteligencia alemana. Parece ser que este oficial
alemán hablaba muy bien inglés, porque su madre era de USA.
Curiosamente, algunos autores
dicen que von Gröning era contrario al régimen nazi y pronto se dio cuenta de que
Chapman era un espía doble. Incluso, algunos se atreven a decir que lo fomentó,
sin que lo supieran sus superiores, claro está.
Otros dicen que von Gröning
estaba muy interesado en que Chapman siguiera con ellos, incluso, aumentando la
importancia de ese agente, porque se estaba quedando con una buena parte de su
sueldo. Cantidad con la que estaba adquiriendo cuadros para su colección.
Lo cierto es que eso nunca se
sabrá, porque el propio almirante Canaris, jefe máximo de la Abwehr, también
fue siempre anti-nazi y se cree que, durante la guerra, facilitó ciertos
secretos a los aliados. Este militar fue ejecutado tras el complot contra Hitler.
Nunca se perdió la amistad entre
Chapman y su tutor alemán, aunque tardaron unos años en reunirse, tras la
guerra. Parece ser que el alemán utilizó siempre el seudónimo Dr. Graumann y
nuestro personaje desconocía cuál era su verdadero nombre. Es más, Gröning y su
esposa estuvieron entre los invitados a la boda de la hija de Chapman.
Parece ser que los alemanes le
trataron mucho mejor que los británicos. Estos últimos, nunca se fiaron mucho
de él a causa de sus antecedentes penales.
Parece ser que la figura de von
Gröning no se parecía en nada al personaje que aparecía en la mencionada
película, interpretado por el célebre Yul Brynner. Gröning no era un tipo que
tuviera una personalidad con un marcado carácter militar prusiano y, salvo
error, tampoco estuvo implicado en el complot contra Hitler.
También se dice que los
británicos exageraron demasiado la importancia de lo que le había confesado
Chapman sobre los secretos alemanes para así poder decir que no sabían nada de
ello, hasta que se los contó éste.
Cuando la verdad es que, desde
hacía tiempo, sabían mucho más que eso gracias al descifrado del código de las
máquinas Enigma. Algo que llegaron a ocultar hasta a sus propios aliados. Así
que a Chapman también lo utilizaron para sus intereses.
Al final, el barón Stephan von
Gröning, que había nacido en 1898, en Bremen, murió en la misma ciudad en 1982.
En la posguerra lo pasó muy mal, pero, gracias a unos amigos, consiguió un
modesto empleo en un museo de su ciudad.
Mientras que Eddie Chapman, el
cual, a causa de sus actividades delictivas, le fue prohibida la entrada en
varios países, como Francia e Italia, murió en 1997, a los 83 años, a causa de
un fallo cardiaco.