martes, 15 de agosto de 2017

SENÉN ORDIALES, UN HÉROE OLVIDADO DE LA AVIACIÓN ESPAÑOLA

Nuestro personaje de hoy es de esos que, actualmente,  no suelen aparecer en la prensa, porque, según parece, no les interesa a determinados colectivos.
Senén Ordiles González nació a finales de 1900 en lo que hoy es el barrio de Carabanchel Alto, en Madrid.

Parece ser que siempre tuvo muy claro que quería ser militar. Así que en 1916 ingresó en la famosa Academia de Artillería, situada en Segovia.
Por si no lo sabéis, este año se cumple el 225 aniversario de la apertura del Laboratorio de Química en lo que entonces se llamaba Real Colegio de Artillería de Segovia. Esto tuvo lugar durante el reinado de Carlos III.
No deberíamos de olvidar que esta academia fue, en su momento,  uno de los centros científicos más punteros del mundo.
Incluso, el Gobierno español, llegó a contratar durante varios años al famoso científico francés Louis Proust. Un personaje que aparece en todos los libros de textos, referidos a la Química.
Precisamente, en el laboratorio de esta academia fue dónde, en 1799, enunció su famosa Ley de las Proporciones Definidas, también llamada Ley de Proust. Actualmente, se considera una de las Leyes Fundamentales de la Química.
Parece ser que este químico francés gozó de tal libertad de trabajo y de tan buenos medios en nuestro país, que renunció a muy buenas ofertas, que le solían llegar desde Francia.
Desgraciadamente, en 1806, tuvo que regresar a su país por motivos familiares y ya no volvió a causa de la guerra entre ambos países.
Si a alguno le suena esto un poco extraño, le puedo indicar que los artilleros, aparte de disparar con sus cañones, también los fabricaban, así como a las municiones de los mismos. Por eso, deberían de tener amplios conocimientos en diversas materias científicas.
Aparte de ello, para que veáis que siempre han tenido relación con otras materias, os puedo decir que, tras varios ensayos en esa Academia, bajo la dirección de Proust, en noviembre de 1792, los artilleros hicieron una demostración de vuelo en globo ante Carlos IV, que se hallaba en El Escorial.
Con ello demostraron que este artefacto podría servir para observar desde el aire las posiciones del enemigo y apoyar el avance de nuestras propias tropas.
Desgraciadamente, a causa de la guerra y del lamentable estado financiero del país, este avance no fue aprovechado, en España, hasta casi 100 años más tarde.
Volviendo a nuestro personaje, a su salida de la Academia de Artillería es destinado a un regimiento de esta arma ubicado en Valencia.
Como es un hombre muy inquieto, en 1922, solicita y consigue ser destinado a África, donde, desde hace varios años,  se está desarrollando una guerra entre España y las tribus de lo que hoy es Marruecos.
Allí tuvo su bautismo de fuego, luchando contra esos feroces guerreros africanos. Parece que esa vez salió sin un rasguño.
La Aviación militar española ya llevaba unos cuantos años actuando en esa guerra. No olvidemos que el Servicio Aeronáutico Militar fue creado por un decreto de 28 de febrero de 1913. En España, el Ejército del Aire, no se creó hasta después de la Guerra Civil.
Así que eso le debió de atraer mucho y en 1923 fue enviado al aeródromo militar de Tablada, en Sevilla, para hacer un curso elemental de vuelo.
De allí partió para el aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid, donde obtuvo su título de piloto militar, en abril de 1924. Posiblemente, estuvo dentro de la promoción 19 de este centro.
Posteriormente,  fue destinado al aeródromo militar de Nador, donde se reincorporó a la guerra de África.
Por cierto, todo el mundo podría pensar que la aviación comercial española nació en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, pues no es así. El primer vuelo comercial lo hizo, el 15.10.1921, un avión DH-9 de la antigua compañía CETA, presidida por el empresario e ingeniero Loring,  desde el aeródromo de Tablada hasta el de Larache, transportando exclusivamente sacas de correo.
Volviendo al personaje del que nos ocupamos hoy, cumplió decenas de misiones, siendo la mayoría de ellas consistentes en el bombardeo de las posiciones enemigas. Durante las cuales se distinguió por descender hasta una altura casi temeraria a fin de bombardear con mayor precisión sus objetivos.
Tras el Desastre de Anual, participó en la llamada “campaña de desquite”, donde atacaron cientos de objetivos y comprobaron las fuerzas del enemigo, mientras llegaban refuerzos de la Península. Lo cierto es que de esa manera consiguieron parar de una manera muy efectiva el avance de los moros hacia ciudades importantes, como Melilla.
También hay que decir que el ametrallamiento a baja altura produjo muchas bajas entre los pilotos, pues los rifeños se acostumbraron a esa maniobra y ya los esperaban parapetados en lo alto de las colinas, desde donde  disparaban a los aviones, que volaban por debajo de ellos. Por cierto, no vayáis a pensar que los rifeños sólo disponían de fusiles. También 
tenían algunas ametralladoras.
Aparte de que la mayoría de esos aviones estaban construidos a base de una estructura de madera forrada de lona. Lo cual les hacía muy frágiles ante los disparos del enemigo.
Incluso, se dio el caso de que un hidroavión fue derribado cerca de la costa, por una parada del motor,  y los pilotos tuvieron que defenderse a tiros, pues los rifeños les atacaron desde unas barcas, para intentar hacerse con el aparato. Cosa que no consiguieron, porque se presentó un torpedero para ayudarles. No obstante, uno de los oficiales resultó muerto por los disparos de los rifeños.
En abril de 1925 le ocurrió una cosa impensable con los actuales aviones. Cuando bombardeaba una posición, junto a otro avión, éste fue derribado por el enemigo.
Aunque ya había visto que los tripulantes del otro aparato habían perecido, no quiso dejarlos allí al capricho de los moros, los cuales solían tratar muy mal los cadáveres de los soldados españoles.
Así que, ni corto ni perezoso, aterrizó con su aparato modelo Bristol y tanto él como su artillero, se pusieron a disparar con sus fusiles contra el enemigo, hasta que pudieron llegar a esa zona unas fuerzas españolas para relevarles.
Acto seguido, despegaron y continuaron su misión de bombardeo, para luego retornar a su
 base, como si no hubiera ocurrido nada. Por este acto, le fue concedida la Medalla Militar individual.
Posteriormente, también participó activamente en el famoso desembarco de Alhucemas, bombardeando la cabeza de playa, donde luego llegarían las tropas españolas.
Poco después, siempre acompañado por su ametrallador, el sargento Gutiérrez Lanzas, que procedía de Intendencia,  pudieron ver que un grupo de moros estaba instalando un cañón para bombardear a las tropas de desembarco.
Así que, como ya era habitual en su forma de pilotar, descendió hasta unos pocos metros del suelo, y desde allí bombardeó la posición donde estaban instalando el cañón.
Desgraciadamente, en una primera pasada, el piloto es herido en la cabeza. Posteriormente. Lo fue también en la muñeca derecha y se lo vendó con una corbata.
Así y todo, consiguieron destruir el cañón y volver a su base. Esta vez tuvieron que ingresarlo urgentemente en un hospital por haber perdido mucha sangre.
En 1927, se reincorporó al servicio activo, como jefe de una escuadrilla en Marruecos, con el grado de capitán. Ese mismo año, por su anterior actuación, le conceden la preciada Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración militar española. Ese mismo año, también le condecoraron con la medalla de sufrimientos por la Patria.
El uso de los aviones se hizo casi imprescindible en esta campaña. No sólo en las misiones de observación,  bombardeo y ametrallamiento de las posiciones enemigas. También se utilizaron, habitualmente, para llevar suministros a aquellas pequeñas e indefensas fortificaciones en mitad de la nada, llamadas blocaos, que se erigían conforme avanzaba el Ejército español.
Aparte de lanzarles víveres y municiones, una de sus labores más importantes era lanzarles agua. Evidentemente,  no la llevaban en estado líquido, sino en barras de hielo de 12 kg, que era más fácil de transportar y no se les deshacía por el camino.
Tras la guerra de África, en 1929, es destinado a la Escuadrilla de Experimentación, ubicada en la base de Cuatro Vientos, en Madrid.
Esta escuadrilla estaba formada por pilotos e ingenieros aeronáuticos y se dedicaba a probar los nuevos aviones y las modificaciones realizadas en los que ya había. Digamos que eran una especie de pilotos de pruebas. Algo muy arriesgado, por cierto.
No obstante, como los pilotos siempre se han tomado estas cosas con un envidiable sentido del humor, crearon un emblema con mucha gracia.
En él, podemos ver un conejo de indias subido en una escoba y con un lema que dice: “Echar paja que no vuelo”.
Allí estuvo destinado durante varios años. Es preciso decir que la Aviación española, cuando se proclamó la II República, el 14/04/1931, en su mayoría, se demostró pro republicana.
De hecho, es posible que estuviera implicado en el intento de golpe de Estado a favor de la 

República, que intentaron realizar algunos pilotos de Cuatro Vientos. En un diario madrileño de febrero de 1931, aparece su nombre dentro de una larga lista de militares, que según parece, habían sido cesados por el Gobierno como pilotos militares.
De todas formas, parece que esa situación duró poco y muy pronto se reintegraron al servicio.
Sin embargo, en julio de 1936, se vió que este cuerpo estaba dividido, como le ocurrió al resto del Ejército o la Armada.
Parece ser que nuestro personaje se negó a combatir a favor del gobierno republicano del Frente Popular y, por tanto, fue encerrado en la, desgraciadamente,
famosa Cárcel Modelo de Madrid.
No se sabe que estuviera adscrito a ningún partido o sindicato. Supongo que, simplemente, quiso ser neutral en ese conflicto y no le dejaron.
Desafortunadamente, en una de las habituales sacas de prisioneros, ocurrida el 18 de agosto de 1936, fue conducido por unos milicianos fuera de la cárcel y asesinado. Precisamente, el mismo día en que se supone fue también asesinado Federico García Lorca, en Granada, por parte de las tropas del bando nacional.
Estaréis conmigo en que fue un triste final para todo un héroe de la Aviación española. Parece ser que no fue el primer piloto condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando, sino el noveno.

Así que hubo antes muchos más héroes de la Aviación que son prácticamente desconocidos hoy en día. Lo cual me parece toda una injusticia y creo que la sociedad española debería reivindicarlos como suyos.

2 comentarios:

  1. Que tragedia, si estabas en el bando vencido, ay de ti. Y si no estabas en ningún bando? igual, ay de ti.

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    1. Esa fue otra de las tragedias de esa guerra. Ninguno de los dos bandos admitió ni tibios, ni neutrales. Como el caso del general García Aldave, en Alicante.

      Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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