viernes, 31 de marzo de 2017

OPERACIÓN PASTORIUS, SABOTAJES NAZIS EN USA



Supongo que, a estas alturas, todo el mundo sabrá que la clave de la victoria de las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial y, sobre todo, de los USA, fue que pudieron fabricar una mayor cantidad de armamento que los alemanes.
La razón principal era que sus fábricas no estaban al alcance de los bombarderos enemigos. Justo lo contrario de lo que les ocurría a las fábricas alemanas, que eran bombardeadas diariamente.
En resumen, la II Guerra Mundial, desde el principio, fue concebida como una guerra industrial. Así que la potencia militar que pudo producir mayor cantidad de material fue la que ganó.
De hecho, tanto los aliados como los alemanes, sabían que se tardaba mucho menos tiempo para fabricar un montón de aviones que para formar un piloto. Así que, si os fijáis, podréis comprobar que a los pilotos que caían prisioneros, de uno y otro bando, se les encerraba en campos situados lo más lejos posible del frente, para que, en caso de escaparse, les fuera muy difícil llegar hasta sus líneas y volver a combatir contra ellos.
Incluso, al principio de la guerra, Alemania, no tuvo ningún problema para vencer en el combate naval. De hecho, en 1942, sus submarinos fueron capaces de hundir 13 mercantes con bandera USA en tan sólo 17 días.
Por otra parte, los componentes del Alto Mando aliado tampoco eran nada del otro mundo. Muchos de ellos, como Eisenhower o Bradley, nunca habían combatido en primera línea y al que sabía un poco de eso, como Patton, nunca le hicieron mucho caso.
Lo que quería decir, con todo este rollo que os he soltado, es que, como los alemanes eran conscientes de que sus bombarderos no podían llegar al territorio USA y de que su industria les estaba haciendo mucho daño en el frente de batalla, pues idearon un plan para intentar nivelar esta situación.
No hay que olvidar que todas las industrias del automóvil de USA fueron reconvertidas en fábricas de material bélico.
En USA siempre ha habido una gran colonia de ciudadanos de origen alemán. Actualmente, se estima que hay más de 50.000.000 de ciudadanos USA, cuyos orígenes están en Alemania.
Es más, hay ciudades USA, como Cincinnati, en Ohio, donde había tanta población alemana, que la gente solía hablar en alemán y no en inglés.  Lógicamente, tras la I Guerra Mundial, la cosa cambió un poco. Supongo que para no llamar mucho la atención.
Lo cierto es que, tras la Crisis de 1929,  también calaron las ideas de tipo nazi entre estos ciudadanos de origen alemán. Se calcula que, antes de la II Guerra Mundial, ese partido llegó a tener unos 300.000 afiliados en USA y lucían sus uniformes, al igual que lo hacían en Alemania.
Curiosamente, en Alemania, en 1919, cuando Hitler ingresó en el partido nazi, éste sólo tenía unos 60 afiliados. Lo cierto es que a los carnets del partido les pusieron unos números muy altos, como si tuvieran miles de afiliados.
Posteriormente, cuando intentaron dar el golpe de Estado en Múnich, conocido como Putsch de la cervecería,  ya llegaban a los 50.000.
Evidentemente, algunos de estos alemanes emigrados a USA, volvieron a territorio germano. Unos porque no habían tenido mucha suerte en la vida y otros porque había comenzado la II Guerra Mundial y, aunque todavía no había entrado USA en ella, querían luchar por Alemania.
El problema es que muchos de ellos se encontraron con una Alemania muy diferente a la que ellos habían conocido. Habían dejado un país democrático y muy culto y se encontraron otro sin libertades y dirigido férreamente por la dictadura nazi. Todo un conflicto para muchos
de ellos.
Muy pronto, los nazis se dieron cuenta que aquí tenían un filón. Así que concentraron a un grupo de estos emigrados retornados. Para ellos, eran gente muy valiosa, porque habían vivido muchos años en USA, acababan de volver y conocían perfectamente sus costumbres y, lo más importante, hablaban inglés sin ningún tipo de acento que les pudiera delatar.
Parece ser que el cine británico estrenó, en 1940, una película donde, precisamente, se narraba el desembarco de unos saboteadores en las costas de Canadá. Algo muy parecido a lo que luego hicieron nuestros personajes.
Todavía no he presentado a nuestros personajes de hoy. La Abwehr, uno de los servicios de Inteligencia de Alemania, al mando del almirante Canaris, reclutó a muchos de ellos, eligiendo a 8 personas para llevar a cabo una serie de sabotajes en USA.
Todos ellos eran alemanes que habían vivido varios años en USA. Se trataba de George John Dasch, que fue el encargado de esta operación, Edward John Kerling, Richard Quirin, Heinrich
Harm Heinck, Hermann Otto Neubauer y Werner Thiel. Incluso, se les unieron Ernst Burger y Herber Haupt, que eran ciudadanos USA y militaban en el partido nazi de ese país.
Parece ser que le pusieron ese nombre a la operación en honor a Francis Daniel Pastorius, que fue el primer alemán que fundó una colonia estable en USA, en el siglo XVII, llamada Germantown. Curioso nombre para una operación bélica, porque, Pastorius, era cuáquero, o sea, pacifista.
El grupo de agentes recibió una formación intensiva en una casa de campo a las afueras de Berlín. El responsable de su formación fue el teniente Walter Kappe, un hombre con una gran experiencia en el entrenamiento de saboteadores.
Este grupo de 8 agentes se dividió en 2 grupos de cuatro, con unos objetivos diferentes para cada uno. También se les dijo que deberían de hacer proselitismo dentro de la comunidad alemana de USA a fin de formar más saboteadores dentro del país para utilizarlos en el futuro.
A finales de mayo de 1942, cada grupo navegó a bordo de un submarino alemán. Ambos partieron de la base de Lorient, en la Francia ocupada.
El primer grupo desembarcó, el 14 de junio de ese año,  en una pequeña playa de Long Island, cerca de Nueva York. Iban vestidos de uniforme, por si los capturaban, no los pudieran acusar de espionaje, conforme a las leyes de guerra.
Como, en principio, no vieron a nadie, se despojaron de sus uniformes y los metieron en las cajas de armamento y munición, que escondieron bajo la arena de la playa.
Desafortunadamente, un vigilante perteneciente a los guardacostas, que paseaba desarmado por la playa, los descubrió.
Intentaron convencerle de que se habían perdido y, como no lo consiguieron, pasaron a sobornarle. Tras pagarle una cantidad de dinero, el vigilante se fue. Sin embargo, se dirigió a ver a sus superiores para denunciarles.
Cuando los militares llegaron al lugar, los saboteadores, ya se habían ido. No obstante, el vigilante, John C, Cullen,  les mostró dónde habían escondido las cajas con la munición y los uniformes. Así que montaron una discreta guardia, por si volvían a por el contenido de las cajas. No obstante, dieron el aviso al FBI, que, inmediatamente, informó a Hoover y éste al presidente. Por supuesto, no publicaron nada sobre este tema.
En cambio, el segundo grupo, que desembarcó el día 17 en una playa de Florida, al mando de Edward John Kerling,  tuvo más suerte, porque no fueron descubiertos. Así que se dirigieron hacia los objetivos marcados en Cincinnati y Chicago. Como dije antes, ambas ciudades están llenas de emigrantes de origen alemán y, seguramente, podrían encontrar allí muchos posibles contactos.

Los objetivos que les habían marcado eran estaciones de ferrocarril, presas como la de las cataratas del Niágara, fábricas de aluminio (esencial para la fabricación de aviones), grandes almacenes, cuyos dueños fueran judíos, etc.
Ahora viene lo inexplicable. El primer grupo ya se hallaba en Nueva York, cuyas estaciones de ferrocarril estaban entre sus objetivos a sabotear. Sin embargo, por alguna extraña razón, Dasch convenció a Burger y ambos decidieron entregarse a la Policía.
En un principio, Dasch, llamó al FBI, pero nadie le hizo caso. Más tarde, dejando a Burger al frente de la misión, fue a la sede central del FBI en Washington. Allí, tras mostrarles los fajos de dinero que portaba,  fue interrogado por uno de los jefes del contraespionaje USA y le convenció de que era un agente alemán. Les contó lo ocurrido, con todo lujo de detalles y, además, delató a los demás, explicando también dónde se hallaban escondidos. El interrogatorio duró varios días y  sus declaraciones ocuparon 250 páginas.
Así que el FBI no tuvo ningún problema para atrapar a los miembros de los dos grupos. Precisamente, la captura de estos saboteadores le valió una condecoración a Hoover, fundador de esa agencia.
En un principio, iban a ser juzgados por un tribunal civil. Sin embargo, el presidente Roosevelt, quería unas condenas ejemplarizantes. Así que se optó por juzgarles ante un tribunal militar. De todas formas, no está muy claro que ellos fueran civiles o militares capturados en tiempo de guerra.
Otra versión dice que, si hubieran sido juzgados por un tribunal civil, como mucho, les hubieran impuesto una pena de dos años y unas multas de unos miles de dólares.
Sin embargo, al hacerlo por la vía militar, se aseguraban una condena mínima de 30 años y la posibilidad de la pena de muerte, que es lo que pretendía Hoover y logró convencer al presidente para que así se hiciera.
Esta decisión de que unos civiles fueran juzgados por la vía militar, en USA, se cree que fue un peligroso precedente para la orden que dio el presidente Bush hijo, en ese mismo sentido, tras el atentado de las Torres Gemelas, en 2001.
Tampoco hay que olvidar que, entre nuestros personajes,  dos de ellos eran ciudadanos USA y, legalmente,  tenían derecho a ser juzgados por un tribunal civil, pero ese “pequeño detalle” se lo saltaron a la torera.
Realmente, nunca había ocurrido esto, desde que los militares juzgaron a todos los civiles  implicados en el asesinato del presidente Lincoln.
Casualmente, el propio presidente Roosevelt, designó a los 7 generales, que presidieron el Consejo de Guerra, entre los cuales no había ningún jurista,  y a los abogados de los procesados. Estos últimos, que eran dos coroneles, hicieron lo imposible para que el juicio fuera desviado a un tribunal civil, pero no  les fueron admitidos sus recursos.

Curiosamente, uno de los fiscales era el Fiscal General  y ministro de Justicia de USA, Francis Biddle. Posteriormente, fue uno de los jueces que presidieron los famosos Juicios de Nüremberg.
A pesar de que Hoover  y Biddle pidieron una atenuación en las penas para Dasch y Burger, lo cierto es que todos fueron condenados a muerte, como quería el presidente.
Otra versión dice que Hoover estaba muy contento con la condecoración que le había sido otorgada y no quería que Dasch, que era muy locuaz, explicara que el FBI había detenido a los dos grupos gracias a su delación. Así que ordenó que lo encerraran en una celda en régimen de aislamiento, sin que se le permita  hablar  con los guardines y sin poder disponer de ningún objeto que le sirviera para escribir.
Sin embargo, estos dos agentes, tuvieron mucha suerte, porque, unos días después,  falleció el presidente y su sucesor, Truman, aceptó conmutar las penas de muerte de estos dos reos por las de 30 años. Así que fueron encerrados en un penal de Georgia.
Posteriormente, en 1948, aceptó otorgarles el indulto y ambos fueron deportados a la zona de Alemania, que estaba ocupada por los USA. No obstante, nunca les perdonaron oficialmente, como les habían prometido, por haber colaborado con la Justicia USA.
La verdad es que siempre les engañaron. Parece ser que en el FBI le dijeron a Dasch que lo juzgarían con los demás, para despistar a los alemanes y que, en un plazo máximo de 6 meses, lo pondrían en libertad con un indulto del presidente, pudiendo volver a residir en USA.
Los otros seis condenados no tuvieron la misma suerte. Todos ellos fueron ejecutados en agosto de 1942, por medio de la silla eléctrica. Sus cadáveres fueron enterrados en un cercano cementerio, bajo unas lápidas donde sólo se habían grabado unos números, sin ningún nombre que los identificara.
El caso de Dasch es muy llamativo. Realmente, no sabemos si fue un saboteador nazi o un agente al servicio de USA. Hay que recordar que, durante su larga estancia en esa nación, concretamente, 19 años, tuvo varios trabajos. Incluso, se alistó en el  Ejército USA y hasta se casó con una ciudadana de ese país. Curiosamente, también había servido en el Ejército alemán al final de la I Guerra Mundial.
Hay otra versión que dice que no regresó a Alemania para luchar a favor de su país, sino porque su madre estaba gravemente enferma. Así que intentó volverse cuanto antes a USA, porque no le gustó nada el régimen de Hitler, y así poder reunirse con su esposa.
Parece ser que lo que pretendía Dasch, al cooperar con el FBI, era salvar su vida y quedarse en USA, a fin de participar en emisiones de radio de propaganda contra el régimen de Hitler.
En el caso de Burger, era un mecánico que ya se había afiliado al Partido Nazi, antes de emigrar a USA. Allí trabajó en varios oficios y se nacionalizó USA. Incluso, se alistó en la Guardia Nacional, siendo destinado a Michigan y a Wisconsin.
Tras la Crisis de 1929, regresó a Alemania y al Partido Nazi, pasando a militar en las SA a las órdenes directas de Ernst Röhm.
Parece ser que escribió un artículo criticando los violentos procedimientos de la Gestapo y eso le valió su encierro en un campo de concentración. Precisamente, allí lo encontró la Abwehr y lo fichó para esta operación.
Posteriormente, también fueron procesados los familiares de los procesados, que aún vivían en USA. Varios de ellos fueron encarcelados, durante unos años, y luego deportados a Alemania.
También he leído en alguna parte que el material que les aportaron era de baja calidad y hasta muchos de los dólares que les entregaron ya no estaban en circulación desde 1933. Con lo cual, llamarían mucho la atención y les seguirían el rastro muy fácilmente.
Así que es posible que las verdaderas intenciones de Alemania no fueran enviar unos comandos para hacer unos cuantos actos de sabotaje, sino aterrorizar a la sociedad de ese país, haciéndoles pensar que habían enviado muchos comandos a ese país.
Incluso, se rumoreó que el propio Canaris había boicoteado esta operación y les había dado pistas a los aliados, sobre la misma.
Lo que está claro es que Alemania quería, de alguna manera, hacerles ver a los ciudadanos USA y a sus empresas, que no estaban a salvo en su país, aunque estuvieran fuera del
alcance de los bombarderos alemanes.
Lo cierto es que los dos saboteadores que sobrevivieron no recibieron una buena acogida en Alemania. Allí fueron calificados como unos traidores, que habían causado la muerte de sus compañeros.
Además, estropearon ese proyecto y, según parece,  Alemania no volvió a enviar más saboteadores al territorio USA. Sin embargo, es sabido que envió a muchos espías a México, país fronterizo con USA y, por entonces, con una frontera que se podía cruzar muy fácilmente.
Se sabe que Dasch pidió numerosas veces poder regresar a USA, pero todas ellas le fueron denegadas. Su vida no fue muy feliz en su país, pues no encontró ningún buen trabajo y, en cambio, tuvo que soportar continuamente amenazas de muerte. Murió en 1992 a la edad de 88 años y nunca le llegó el prometido perdón presidencial.
Su compañero, Burger, había muerto en 1975, a la edad de 69 años. Se rumoreó que, durante unos años, estuvo residiendo en España.

5 comentarios:

  1. Muy muy interesante la historia Juan. Siempre me han apasionado los artículos de saboteadores en época de guerra y más apasionante todavía que este tipo de sabotajes se hicieran en Estados Unidos. Felicidades

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    1. Me alegro que te haya gustado mi nuevo artículo.
      Lo cierto es que hubo algunos intentos más de organizar sabotajes en USA, pero éste es el más conocido y del que se tienen más datos.
      Muchas gracias y saludos.

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  2. Me alegro que te haya gustado mi nuevo artículo.
    Lo cierto es que hubo algunos intentos más de organizar sabotajes en USA, pero éste es el más conocido y del que se tienen más datos.
    Muchas gracias y saludos.

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  3. Algo similar fue la operación Greif. No se que esperaban los alemanes de este tipo de operaciones que mas parecían misiones suicidas con resultados muy pobres.
    Saludos aliado, siempre dando un giro inesperado en los temas que tocas.

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    1. A la Operación Greif ya le dediqué otro de mis artículos. Creo que ambas se dieron en momentos históricos totalmente diferentes.
      Cuando se montó la Operación Pastorius, Alemania, iba ganando la guerra. Mientras que en el caso de Greif, se veía muy claro que la tenía perdida.
      En mi opinión, ambas fueron unas operaciones muy brillantes y me parece que lo único que pretendían es que los aliados ya no se fiaran ni de su sombra. Cosa que consiguieron.
      Aparte de que los USA tenían dentro de su territorio un enemigo potencial, consistente en millones de ciudadanos de ese país, cuyo origen estaba en Alemania. A lo mejor no los encerraron en campos de concentración, como hicieron con los de origen japonés, porque, seguramente, ya eran demasiados y muchos de ellos estaban, incluso, dentro del propio Gobierno USA, como el caso de Morgenthau.
      Sin embargo, en México, sí que encerraron a algunos de ellos en un campo de concentración. También es verdad que la colonia alemana en ese país no era tan grande, como la de su vecino del norte.
      Pastorius, en su origen, fue una operación muy ingeniosa. Lo curioso es que, en plena II Guerra Mundial, se demostró claramente que los USA no tenían bien vigiladas sus costas. En el caso del primer grupo de desembarco, los sorprendió un vigilante a quien hubieran matado muy fácilmente, si hubieran querido, porque ni siquiera iba armado. Sin embargo, los del segundo grupo no encontraron ningún obstáculo en su camino.
      Muy posiblemente, esas operaciones estaban siendo boicoteadas por los propios militares alemanes, ya que muchos de ellos no podían ver a Hitler ni en pintura y, además, muchos de ellos, estaban en contra de utilizar al Ejército para realizar matanzas contra la población civil.
      Precisamente, cuando se dio el fallido golpe de von Stauffenberg, se vio que muchos de esos mandos estaban en contacto con los aliados a fin de conseguir una rendición favorable para Alemania. De hecho, posteriormente, algunos de los supervivientes, llegaron a ocupar puestos de gran importancia en la OTAN.
      Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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