Como ya os dije antes, para una lectura más fácil, había
decidido dividir este artículo en dos. Así que aquí
va la segunda parte.
Tras la toma de la Bastilla, de
la que hablaré en otro artículo, se dio
una situación de violencia por todo el país. Parece ser que hubo bandas de salteadores
que aterrorizaron a los campesinos, incendiando sus campos. Algunos autores
dicen que estos delincuentes estaban a sueldo de los nobles.
El 04/08/1789, la Asamblea Nacional,
reunida en París, aprueba la abolición de los privilegios de los nobles y la
Iglesia, cuyo origen procedía nada menos que de la época feudal.
Más tarde, el 26 del mismo mes,
aprobaron la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Una
cosa que hoy en día, nos podría parecer poco importante, pero que fue
trascendental, en ese momento. Aparte de que fueron precursores del respeto a los Derechos
Humanos.
No obstante, aunque el 11 de
agosto, se intentó reflejar en un documento la abolición de los privilegios
feudales, las deudas de los campesinos y los diezmos que había que pagar a los
privilegiados, fue una tarea casi imposible.
Los estamentos privilegiados
maniobraron para que en la norma figurara que habría que seguir pagándoles
hasta que la Asamblea buscase otra forma de mantener al clero y de indemnizar a
la aristocracia. Así que los campesinos pasaron a ser libres, pero no así sus
tierras.
El rey, como todos los reyes
absolutos, se negó a firmar estas medidas, porque, supongo, que entendería que
le dejaban sin poderes. Así que los revolucionarios le apretaron un poco más
las tuercas. A primeros de octubre, una manifestación de mujeres fue hasta
Versalles y obligó a la familia real a trasladarse a París.
La única forma de que siguiera
funcionando la Iglesia fue la nacionalización de los bienes del clero. Con lo
cual, la Iglesia pasaba a ser un organismo más del Estado. Realmente, la
Iglesia francesa nunca fue muy independiente del rey de Francia. También se crearon
los asignados, que eran una forma de Bonos del Estado para pagar estas deudas y
que no tuvieron mucho éxito.
Dado que los revolucionarios
encontraron cierta resistencia en el clero y la nobleza, en julio de 1790, aprobaron
la Constitución Civil del Clero, para englobar a la Iglesia dentro de la Administración
Pública francesa y convertir a los clérigos en unos funcionarios más del
estado.
Evidentemente, esa medida no
gustó nada a la mayoría del clero. Así que se formaron dos bandos: los
juramentados, que habían jurado fidelidad a la Constitución Civil del Clero, y los
refractarios, que se negaron a hacerlo y, luego, fueron perseguidos por ello.
Tal y como estaba la cosa, la
familia real no vio otra salida que la fuga. El problema es que los planes se fueron
demorando y corrieron muchos rumores sobre esa huida.
No obstante, la comitiva,
convenientemente disfrazada, consiguió llegar hasta un punto cercano a la
frontera con el Imperio de Austria, donde reinaba un hermano de María
Antonieta.
El 21/06/1791, la carreta de los monarcas
se detuvo en un control, donde uno de los milicianos reconoció al rey, porque
su efigie aparecía en todas las monedas de la época. Como suele ocurrir en
todos los países.
Tras ese intento de fuga y la
vuelta obligada de los monarcas a la capital, la monarquía tenía los días
contados.
En julio de ese año, los
jacobinos, que eran los más radicales, organizaron en París una manifestación,
donde ya pedían la abdicación del rey.
Sin embargo, el monarca, juró la
Constitución en septiembre de 1791. No obstante, a pesar de ser ya, al menos, teóricamente,
un rey constitucional, se vio que no había buenas relaciones entre la Asamblea
y el monarca.
Por otra parte, el hambre seguía
haciendo mella entre el pueblo y, como no acababan de llegar las medidas para
resolver esta situación, varios jacobinos aprovecharon para agitar a las masas.
Así se produjeron muchos desórdenes en los primeros meses de 1792.
Desde siempre, principalmente,
hubo dos partidos. Por una parte estaban los girondinos, que eran más moderados
y se conformaban con establecer una monarquía constitucional. Como la que
existía en el Reino Unido.
Por otro lado, estaban los
jacobinos o cordeliers, llamados así porque, en un principio, se reunían en un convento
franciscano. Estos no querían saber nada de la monarquía y querían,
simplemente, fundar una república.
Tras las continuas amenazas del
Imperio Austriaco, la Asamblea, declaró la guerra a ese país en abril de 1792.
Evidentemente, los franceses que estuvieron en contra de la revolución,
lucharon en el bando austriaco.
En un principio, los austriacos,
obtuvieron algunas importantes victorias, porque poseían un Ejército más
organizado y, además, tenían muchos nobles franceses que luchaban en su bando,
y eran gentes habituadas a combatir. Secretamente, la familia real francesa,
apoyó a ese bando, como una forma de vencer a la Revolución y devolver el poder
absoluto al rey.
El jefe del Ejército de Prusia,
que combatía en el bando liderado por Austria, cometió un grave error. Publicó un manifiesto
en el que amenazó a los revolucionarios con graves castigos, si se atrevieran a
tocar a Luis XVI.
Tras este bando, los
revolucionarios se dieron cuenta de que el rey se había aliado con el enemigo. Así
que, en agosto de 1792, asaltaron el Palacio de las Tullerías, donde estaba la
familia real y se los llevaron a la prisión del Temple.
Robespierre empieza a ser el
hombre fuerte del momento. Se aprueba la abolición de la monarquía y el
comienzo de la república. Hubo también muchos asaltos a las cárceles,
produciéndose el asesinato de varios miles de personas. Evidentemente, en su
mayoría, nobles y clérigos.
A finales de septiembre ya se
reúne la Convención, cuyos miembros han sido elegidos por sufragio universal, aunque
solamente masculino.
También, por esas fechas, se
produce la famosa batalla de Valmy, donde el Ejército revolucionario consigue,
por vez primera, vencer a los prusianos,
lo cual marca un cambio de rumbo en la guerra.
El órgano superior de esta nueva
república es la Asamblea, que acoge en su seno a los tres poderes del Estado.
Hasta junio de 1793, dominan los girondinos,
o sea, los moderados. Los principales problemas de este momento son la guerra
contra las coaliciones europeas, las sublevaciones monárquicas en algunas
regiones como la Vendée, a la que ya dediqué otro de mis artículos, y el juicio
contra el monarca.
Así, Francia, pasa a ser un país
casi militarizado, porque se producen
continuas levas de varones hacia el frente. Creándose el Ejército nacional, o
sea, de la nación, porque antes era del rey.
Lógicamente, a Francia, estas continuas
guerras, le estaban ocasionando un gran perjuicio, porque casi todos los
hombres válidos estaban en el frente y se habían abandonado los puestos de
trabajo. Aparte de los destrozos y las bajas a causa de los combates.
También, durante el juicio a Luis
XVI, se vio que existían dos opiniones enfrentadas. Por una parte, los
girondinos, no estaban a favor de
condenarle a muerte, a pesar de que se estaba
demostrando ampliamente la traición del rey hacia Francia.
Lo cierto es que no pudieron
seguir protegiéndole a partir del descubrimiento de una serie de documentos
comprometedores para el rey, en una caja fuerte de las Tullerías.
En cambio, los jacobinos, que
dominaban más la calle que el Parlamento, movilizaron desde el principio a sus
partidarios para que se condenara a muerte al monarca.
Para ellos, esa ejecución se
convertiría en una llamada de atención para todos los que quisieran enfrentarse
a la república.
Como todos sabemos, el rey, fue
guillotinado el 21/01/1793 y eso dio lugar a que aumentara el número de países
en guerra contra Francia. Como fue el caso de la España de Carlos IV.
El clima político se fue radicalizando
y los revolucionarios veían traidores por todas partes. Así que a primeros de
septiembre de 1793, la Convención, votó a favor de aumentar la represión contra
los contrarrevolucionarios. Lo que se llamó el Terror.
Me recuerda a lo que ocurrió en
la España republicana, durante la Guerra Civil, cuando se veían espías y
colaboradores del bando nacional por todas partes. Con lo cual, no estoy justificando
de ninguna manera la excesiva violencia que se utilizó en ese momento.
A la cabeza de esa represión en Francia
estuvo el Comité de Salvación Pública. Otros lo llaman de Salud Pública.
Estaba presidido por el conocido
político Maximilien Robespierre y como ayudante tuvo a Louis Saint Just. En total,
lo formaban diez personas.
Estas medidas excepcionales, que
ocasionaron la muerte de muchos miles de personas, acabaron tras la victoria del Ejército revolucionario
en la batalla de Fleurus, en junio de 1794.
Robespierre, también se aprovechó
de este periodo dictatorial para eliminar a los políticos que pudieran hacerle sombra. Como fueron los casos
de Hebert, Danton y Desmoulins.
Se dice que, tras esta batalla, ya
no tenía ningún sentido la labor de ese Comité. Lo cierto es que la detención y
ejecución de Robespierre se dio en un momento en que él pensaba llevar a la
guillotina, incluso, a algunos miembros del mismo comité. Así que, por lo
visto, estos pudieron conocer esta noticia y se lo cargaron a él antes de que
fuera al contrario.
Es posible que el comité notara
que su influencia estaba en declive. Seguramente, por eso mismo, aceleró el
funcionamiento de la guillotina. Así que en sus últimos estertores hubo una
media de 26 ejecuciones diarias.
También se puede pensar que los
que le derrocaron temían que Robespierre quisiera hacer una depuración entre
sus mismos colaboradores, ya que en sus últimos días ni se molestaba en ir a
las reuniones y echaba pestes de sus antiguos compañeros. Ni siquiera le dieron
la opción de un juicio justo. Supongo que lo harían para que no abriera la
boca. Incluso, algunos autores dicen que el tiro que le dieron en la mandíbula
fue con esa intención, pues la oratoria era su mejor arma.
Parece ser que el famoso Fouché
fue el que contactó con el resto de los implicados en el derrocamiento de
Robespierre, para presionarles, anunciándoles que estaban en la lista de las próximas
ejecuciones, al igual que él.
Durante el período de vigencia
del Comité, se practicaron unas medidas económicas propias de una economía de
guerra.
El valor de los citados asignados
cayó un 60%. Los saqueos se dieron por todas partes. A fin de luchar contra el hambre de la población,
se decretaron una serie de medidas, como la de limitar los precios y los
salarios, condenar a muerte a los acaparadores de productos, prohibir la salida
de divisas al extranjero, cierre de la Bolsa, represión contra los especuladores
financieros, confiscación de tierras a los ricos, etc. Fue un rotundo fracaso.
También decretaron otra serie de
medidas sociales, que, en general, me parecen muy positivas. Como la abolición
de la esclavitud, obligar a la gente a tutearse, reparto de las herencias entre
todos los hermanos, reparto de los bienes comunales que hubiera en cada
localidad, ayudas a los pobres con los bienes confiscados a los ricos, etc.
Podemos destacar entre las medidas
religiosas y culturales la supresión de las órdenes religiosas,
las
universidades y las academias; creación del famoso calendario republicano;
creación de una especie de nueva religión basada en la Razón; miles de clérigos
dejaron los hábitos; establecimiento de la educación primaria obligatoria y gratuita,
etc.
El 1 de agosto se derogó la
peligrosa Ley de sospechosos, por medio de la cual se habían ejecutado a miles
de personas, y nueve días después se
excarceló a unos 3.500 presos. Entre ellos estaba Josefina, la que luego se convertiría, en segundas nupcias,
en la primera esposa de Napoleón Bonaparte. Su primer marido no tuvo la misma suerte,
pues fue guillotinado unos días antes.
En septiembre de ese mismo año,
comenzó la represión contra los que antes habían ejercido el Terror. Se juzgó a
103 detenidos en la etapa del Terror en Nantes, que no habían sido
excarcelados. Los cuales, esta vez,
pudieron explicar lo que había ocurrido en esa ciudad. Así que el tribunal les
absolvió y enjuició a los miembros del Comité nacional y a los del mismo
organismo en Nantes.
Se buscaron como chivo expiatorio
a un tipo llamado Jean Baptiste Carrier. Así que esta vez sólo fueron
guillotinados este individuo y dos miembros del Comité en Nantes.
Tampoco se olvidaron del odiado
fiscal Fouquier de Tinville, al que arrestaron junto con 15 personas más. Fueron
juzgados, unos meses después, y ejecutados el mismo día en que se leyó la
sentencia.
Evidentemente, los que habían
sido anteriormente represaliados y pudieron salir con vida no se quedaron con las
manos cruzadas y ahora intentaron hacer lo mismo, pero al revés.
Así que detuvieron a los miembros
del Comité y de la Comuna y hasta a los funcionarios municipales y, en un solo día,
guillotinaron a 71 personas. Parece ser que, en total, enviaron a la guillotina
a 108 seguidores del difunto Robespierre, apodado “El Incorruptible”.
Curiosamente, algunos, como el
antiguo revolucionario Fréron, supongo que para salvar el pellejo, se apuntaron
al bando contrario y, desde su periódico, se dedicaron a denunciar a
todos los
revolucionarios, que habían tenido alguna responsabilidad en la época del
Terror.
En 1795, en Aviñón, fueron más
perfeccionistas. Capturaron a unos de los jueces más brutales del periodo
anterior. Lo apalearon, lo tiraron al río y, no contentos con ello, lo remataron
con un gran arpón.
También se prodigó por todo el
país la práctica de detener a los antiguos revolucionarios en sus casas, por parte
de unos tipos disfrazados de guardias, y matarlos en cualquier parte. Evidentemente, fueron unos precursores de los famosos “paseos”, que se prodigaron durante la Guerra
Civil española.
En Marsella no fueron tan
concienzudos. Simplemente, le prendieron fuego a la cárcel, donde estaban
encerrados todos los jacobinos y mataron a hachazos a todos los que intentaron huir de la
misma.
No obstante, la situación
económica seguía igual o, incluso, peor. El invierno de 1794 fue terriblemente
frío, con lo cual, las carreteras y los ríos se helaron, sin poder trasladar los
suministros a las ciudades. Los precios aumentaron en una media del 50%. Algunos
productos llegaron a subir hasta un 90%.
En abril de 1795, se convocaron
huelgas generales y hubo enfrentamientos, entre los antiguos sans culottes y
los miembros de la Guardia nacional, ayudados por algunos voluntarios
monárquicos.
Sin embargo, en mayo, se unieron
esos dos bandos y consiguieron entrar en la Convención. Enseguida, consiguieron convencer a los
diputados. Lo hicieron de una forma muy simple,
entraron en la sala con la
cabeza de un diputado, que se había opuesto a esta invasión, la cual llevaban
clavada en una pica.
No obstante, un poco más tarde, los
más conservadores, volvieron a retomar el poder. Consiguieron tener de su parte a
la Guardia Nacional, la cual castigó a los sans culottes y enjuiciaron a los
miembros más radicales de la Convención.
Para ir acabando, a mediados de
1795, se promulgó una nueva Constitución, que no tenía nada que ver con de 1793
y se parecía más a la organización del Estado durante el período monárquico. Incluso,
se volvió al voto censitario, o sea, que había que tener un cierto patrimonio y
una cierta edad para poder votar. No hará falta mencionar que a las mujeres no
las dejaron votar, aunque tuvieran esa cierta edad y patrimonio.
Se formó un Directorio, compuesto
por 5 personas, como la máxima autoridad de Francia. Incluso, en las elecciones
sólo se permitió elegir a un tercio de los miembros de las dos cámaras. Los otros
dos tercios los elegirían los miembros de la antigua Convención, por si acaso
se les colaba algún monárquico.
Como el descontento seguía
existiendo, en octubre de ese año, se organizó otra insurrección de sans culottes,
que se encaminó hacia la Convención. Allí les estaban esperando varios miles de
soldados dotados de gran cantidad de artillería, al mando de Napoleón. Evidentemente,
los insurrectos, esta vez, fracasaron y,
desgraciadamente, también las víctimas fueron muchas.
Al mes siguiente, se formó el
primer Directorio. Este sistema estuvo en funcionamiento durante cuatro años,
hasta que en 1799, el mismo general Bonaparte, dio un golpe de Estado y se
autoproclamó primer y único cónsul de la República. El resto, creo que ya lo
conocemos casi todos.