domingo, 30 de octubre de 2016

LA SITUACIÓN EN FRANCIA DURANTE LA REVOLUCIÓN FRANCESA



Como ya os dije antes, para una lectura más fácil, había decidido dividir este artículo en dos. Así que aquí va la segunda parte.
Tras la toma de la Bastilla, de la que hablaré en otro artículo,  se dio una situación de violencia por todo el país. Parece ser que hubo bandas de salteadores que aterrorizaron a los campesinos, incendiando sus campos. Algunos autores dicen que estos delincuentes estaban a sueldo de los nobles.
El 04/08/1789, la Asamblea Nacional, reunida en París, aprueba la abolición de los privilegios de los nobles y la Iglesia, cuyo origen procedía nada menos que de la época feudal.
Más tarde, el 26 del mismo mes, aprobaron la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Una cosa que hoy en día, nos podría parecer poco importante, pero que fue trascendental, en ese momento. Aparte de que fueron precursores del respeto a los Derechos Humanos.
No obstante, aunque el 11 de agosto, se intentó reflejar en un documento la abolición de los privilegios feudales, las deudas de los campesinos y los diezmos que había que pagar a los privilegiados, fue una tarea casi imposible.
Los estamentos privilegiados maniobraron para que en la norma figurara que habría que seguir pagándoles hasta que la Asamblea buscase otra forma de mantener al clero y de indemnizar a la aristocracia. Así que los campesinos pasaron a ser libres, pero no así sus tierras.
El rey, como todos los reyes absolutos, se negó a firmar estas medidas, porque, supongo, que entendería que le dejaban sin poderes. Así que los revolucionarios le apretaron un poco más las tuercas. A primeros de octubre, una manifestación de mujeres fue hasta Versalles y obligó a la familia real a trasladarse a París.
La única forma de que siguiera funcionando la Iglesia fue la nacionalización de los bienes del clero. Con lo cual, la Iglesia pasaba a ser un organismo más del Estado. Realmente, la Iglesia francesa nunca fue muy independiente del rey de Francia. También se crearon los asignados, que eran una forma de Bonos del Estado para pagar estas deudas y que no tuvieron mucho éxito.
Dado que los revolucionarios encontraron cierta resistencia en el clero y la nobleza, en julio de 1790, aprobaron la Constitución Civil del Clero, para englobar a la Iglesia dentro de la Administración Pública francesa y convertir a los clérigos en unos funcionarios más del estado.
Evidentemente, esa medida no gustó nada a la mayoría del clero. Así que se formaron dos bandos: los juramentados, que habían jurado fidelidad a la Constitución Civil del Clero, y los refractarios, que se negaron a hacerlo y, luego, fueron perseguidos por ello.
Tal y como estaba la cosa, la familia real no vio otra salida que la fuga. El problema es que los planes se fueron demorando y corrieron muchos rumores sobre esa huida.
No obstante, la comitiva, convenientemente disfrazada, consiguió llegar hasta un punto cercano a la frontera con el Imperio de Austria, donde reinaba un hermano de María Antonieta.
El 21/06/1791, la carreta de los monarcas se detuvo en un control, donde uno de los milicianos reconoció al rey, porque su efigie aparecía en todas las monedas de la época. Como suele ocurrir en todos los países.
Tras ese intento de fuga y la vuelta obligada de los monarcas a la capital, la monarquía tenía los días contados.
En julio de ese año, los jacobinos, que eran los más radicales, organizaron en París una manifestación, donde ya pedían la abdicación del rey.
Sin embargo, el monarca, juró la Constitución en septiembre de 1791. No obstante, a pesar de ser ya, al menos, teóricamente, un rey constitucional, se vio que no había buenas relaciones entre la Asamblea y el monarca.
Por otra parte, el hambre seguía haciendo mella entre el pueblo y, como no acababan de llegar las medidas para resolver esta situación, varios jacobinos aprovecharon para agitar a las masas. Así se produjeron muchos desórdenes en los primeros meses de 1792.
Desde siempre, principalmente, hubo dos partidos. Por una parte estaban los girondinos, que eran más moderados y se conformaban con establecer una monarquía constitucional. Como la que existía en el Reino Unido.
Por otro lado, estaban los jacobinos o cordeliers, llamados así porque, en un principio, se reunían en un convento franciscano. Estos no querían saber nada de la monarquía y querían, simplemente, fundar una república.
Tras las continuas amenazas del Imperio Austriaco, la Asamblea, declaró la guerra a ese país en abril de 1792. Evidentemente, los franceses que estuvieron en contra de la revolución, lucharon en el bando austriaco.
En un principio, los austriacos, obtuvieron algunas importantes victorias, porque poseían un Ejército más organizado y, además, tenían muchos nobles franceses que luchaban en su bando, y eran gentes habituadas a combatir. Secretamente, la familia real francesa, apoyó a ese bando, como una forma de vencer a la Revolución y devolver el poder absoluto al rey.
El jefe del Ejército de Prusia, que combatía en el bando liderado por Austria,  cometió un grave error. Publicó un manifiesto en el que amenazó a los revolucionarios con graves castigos, si se atrevieran a tocar a Luis XVI.
Tras este bando, los revolucionarios se dieron cuenta de que el rey se había aliado con el enemigo. Así que, en agosto de 1792, asaltaron el Palacio de las Tullerías, donde estaba la familia real y se los llevaron a la prisión del Temple.
Robespierre empieza a ser el hombre fuerte del momento. Se aprueba la abolición de la monarquía y el comienzo de la república. Hubo también muchos asaltos a las cárceles, produciéndose el asesinato de varios miles de personas. Evidentemente, en su mayoría, nobles y clérigos.
A finales de septiembre ya se reúne la Convención, cuyos miembros han sido elegidos por sufragio universal, aunque solamente masculino.
También, por esas fechas, se produce la famosa batalla de Valmy, donde el Ejército revolucionario consigue, por vez primera, vencer a los prusianos, lo cual marca un cambio de rumbo en la guerra.
El órgano superior de esta nueva república es la Asamblea, que acoge en su seno a los tres poderes del Estado.
Hasta junio de 1793, dominan los girondinos, o sea, los moderados. Los principales problemas de este momento son la guerra contra las coaliciones europeas, las sublevaciones monárquicas en algunas regiones como la Vendée, a la que ya dediqué otro de mis artículos, y el juicio contra el monarca.
Así, Francia, pasa a ser un país casi  militarizado, porque se producen continuas levas de varones hacia el frente. Creándose el Ejército nacional, o sea, de la nación, porque antes era del rey.
Lógicamente, a Francia, estas continuas guerras, le estaban ocasionando un gran perjuicio, porque casi todos los hombres válidos estaban en el frente y se habían abandonado los puestos de trabajo. Aparte de los destrozos y las bajas a causa de los combates.
También, durante el juicio a Luis XVI, se vio que existían dos opiniones enfrentadas. Por una parte, los girondinos, no estaban a favor de
condenarle a muerte, a pesar de que se estaba demostrando ampliamente la traición del rey hacia Francia.
Lo cierto es que no pudieron seguir protegiéndole a partir del descubrimiento de una serie de documentos comprometedores para el rey, en una caja fuerte de las Tullerías.
En cambio, los jacobinos, que dominaban más la calle que el Parlamento, movilizaron desde el principio a sus partidarios para que se condenara a muerte al monarca.
Para ellos, esa ejecución se convertiría en una llamada de atención para todos los que quisieran enfrentarse a la república.
Como todos sabemos, el rey, fue guillotinado el 21/01/1793 y eso dio lugar a que aumentara el número de países en guerra contra Francia. Como fue el caso de la España de Carlos IV.
El clima político se fue radicalizando y los revolucionarios veían traidores por todas partes. Así que a primeros de septiembre de 1793, la Convención, votó a favor de aumentar la represión contra los contrarrevolucionarios. Lo que se llamó el Terror.
Me recuerda a lo que ocurrió en la España republicana, durante la Guerra Civil, cuando se veían espías y colaboradores del bando nacional por todas partes. Con lo cual, no estoy justificando de ninguna manera la excesiva violencia que se utilizó en ese momento.
A la cabeza de esa represión en Francia estuvo el Comité de Salvación Pública. Otros lo llaman de Salud Pública.
Estaba presidido por el conocido político Maximilien Robespierre y como ayudante tuvo a Louis Saint Just. En total, lo formaban diez personas.
Estas medidas excepcionales, que ocasionaron la muerte de muchos miles de personas,  acabaron tras la victoria del Ejército revolucionario en la batalla de Fleurus, en junio de 1794.
Robespierre, también se aprovechó de este periodo dictatorial para eliminar a los políticos que  pudieran hacerle sombra. Como fueron los casos de Hebert, Danton y Desmoulins.
Se dice que, tras esta batalla, ya no tenía ningún sentido la labor de ese Comité. Lo cierto es que la detención y ejecución de Robespierre se dio en un momento en que él pensaba llevar a la guillotina, incluso, a algunos miembros del mismo comité. Así que, por lo visto, estos pudieron conocer esta noticia y se lo cargaron a él antes de que fuera al contrario.
Es posible que el comité notara que su influencia estaba en declive. Seguramente, por eso mismo, aceleró el funcionamiento de la guillotina. Así que en sus últimos estertores hubo una media de 26 ejecuciones diarias.
También se puede pensar que los que le derrocaron temían que Robespierre quisiera hacer una depuración entre sus mismos colaboradores, ya que en sus últimos días ni se molestaba en ir a las reuniones y echaba pestes de sus antiguos compañeros. Ni siquiera le dieron la opción de un juicio justo. Supongo que lo harían para que no abriera la boca. Incluso, algunos autores dicen que el tiro que le dieron en la mandíbula fue con esa intención, pues la oratoria era su mejor arma.
Parece ser que el famoso Fouché fue el que contactó con el resto de los implicados en el derrocamiento de Robespierre, para presionarles, anunciándoles que estaban en la lista de las próximas ejecuciones, al igual que él.
Durante el período de vigencia del Comité, se practicaron unas medidas económicas propias de una economía de guerra.
El valor de los citados asignados cayó un 60%. Los saqueos se dieron por todas partes. A  fin de luchar contra el hambre de la población, se decretaron una serie de medidas, como la de limitar los precios y los salarios, condenar a muerte a los acaparadores de productos, prohibir la salida de divisas al extranjero, cierre de la Bolsa, represión contra los especuladores financieros, confiscación de tierras a los ricos, etc. Fue un rotundo fracaso.
También decretaron otra serie de medidas sociales, que, en general, me parecen muy positivas. Como la abolición de la esclavitud, obligar a la gente a tutearse, reparto de las herencias entre todos los hermanos, reparto de los bienes comunales que hubiera en cada localidad, ayudas a los pobres con los bienes confiscados a los ricos, etc.
Podemos destacar entre las medidas religiosas y culturales la supresión de las órdenes religiosas,
las universidades y las academias; creación del famoso calendario republicano; creación de una especie de nueva religión basada en la Razón; miles de clérigos dejaron los hábitos; establecimiento de la educación primaria obligatoria y gratuita, etc.
El 1 de agosto se derogó la peligrosa Ley de sospechosos, por medio de la cual se habían ejecutado a miles de personas,  y nueve días después se excarceló a unos 3.500 presos. Entre ellos estaba Josefina, la que luego se convertiría, en segundas nupcias, en la primera esposa de Napoleón Bonaparte. Su primer marido no tuvo la misma suerte, pues fue guillotinado unos días antes.
En septiembre de ese mismo año, comenzó la represión contra los que antes habían ejercido el Terror. Se juzgó a 103 detenidos en la etapa del Terror en Nantes, que no habían sido excarcelados.  Los cuales, esta vez, pudieron explicar lo que había ocurrido en esa ciudad. Así que el tribunal les absolvió y enjuició a los miembros del Comité nacional y a los del mismo organismo en Nantes.
Se buscaron como chivo expiatorio a un tipo llamado Jean Baptiste Carrier. Así que esta vez sólo fueron guillotinados este individuo y dos miembros del Comité en Nantes.
Tampoco se olvidaron del odiado fiscal Fouquier de Tinville, al que arrestaron junto con 15 personas más. Fueron juzgados, unos meses después, y ejecutados el mismo día en que se leyó la sentencia.
Evidentemente, los que habían sido anteriormente represaliados y pudieron salir con vida no se quedaron con las manos cruzadas y ahora intentaron hacer lo mismo, pero al revés.
Así que detuvieron a los miembros del Comité y de la Comuna y hasta a los funcionarios municipales y, en un solo día, guillotinaron a 71 personas. Parece ser que, en total, enviaron a la guillotina a 108 seguidores del difunto Robespierre, apodado “El Incorruptible”.
Curiosamente, algunos, como el antiguo revolucionario Fréron, supongo que para salvar el pellejo, se apuntaron al bando contrario y, desde su periódico, se dedicaron a denunciar a
todos los revolucionarios, que habían tenido alguna responsabilidad en la época del Terror.
En 1795, en Aviñón, fueron más perfeccionistas. Capturaron a unos de los jueces más brutales del periodo anterior. Lo apalearon, lo tiraron al río y, no contentos con ello, lo remataron con un gran arpón.
También se prodigó por todo el país la práctica de detener a los antiguos revolucionarios en sus casas, por parte de unos tipos disfrazados de guardias, y matarlos en cualquier parte. Evidentemente, fueron unos precursores de los famosos “paseos”, que se prodigaron durante la Guerra Civil española.
En Marsella no fueron tan concienzudos. Simplemente, le prendieron fuego a la cárcel, donde estaban encerrados todos los jacobinos y mataron a hachazos a todos los que intentaron huir de la misma.
No obstante, la situación económica seguía igual o, incluso, peor. El invierno de 1794 fue terriblemente frío, con lo cual, las carreteras y los ríos se helaron, sin poder trasladar los suministros a las ciudades. Los precios aumentaron en una media del 50%. Algunos productos llegaron a subir hasta un 90%.
En abril de 1795, se convocaron huelgas generales y hubo enfrentamientos, entre los antiguos sans culottes y los miembros de la Guardia nacional, ayudados por algunos voluntarios monárquicos.
Sin embargo, en mayo, se unieron esos dos bandos y consiguieron entrar en la Convención.   Enseguida, consiguieron convencer a los diputados. Lo hicieron de una forma muy simple,
entraron en la sala con la cabeza de un diputado, que se había opuesto a esta invasión, la cual llevaban clavada en una pica.
No obstante, un poco más tarde, los más conservadores, volvieron a retomar el poder. Consiguieron tener de su parte a la Guardia Nacional, la cual castigó a los sans culottes y enjuiciaron a los miembros más radicales de la Convención.
Para ir acabando, a mediados de 1795, se promulgó una nueva Constitución, que no tenía nada que ver con de 1793 y se parecía más a la organización del Estado durante el período monárquico. Incluso, se volvió al voto censitario, o sea, que había que tener un cierto patrimonio y una cierta edad para poder votar. No hará falta mencionar que a las mujeres no las dejaron votar, aunque tuvieran esa cierta edad y patrimonio.
Se formó un Directorio, compuesto por 5 personas, como la máxima autoridad de Francia. Incluso, en las elecciones sólo se permitió elegir a un tercio de los miembros de las dos cámaras. Los otros dos tercios los elegirían los miembros de la antigua Convención, por si acaso se les colaba algún monárquico.
Como el descontento seguía existiendo, en octubre de ese año, se organizó otra insurrección de sans culottes, que se encaminó hacia la Convención. Allí les estaban esperando varios miles de soldados dotados de gran cantidad de artillería, al mando de Napoleón. Evidentemente, los insurrectos, esta vez,  fracasaron y, desgraciadamente, también las víctimas fueron muchas.
Al mes siguiente, se formó el primer Directorio. Este sistema estuvo en funcionamiento durante cuatro años, hasta que en 1799, el mismo general Bonaparte, dio un golpe de Estado y se autoproclamó primer y único cónsul de la República. El resto, creo que ya lo conocemos casi todos.

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