domingo, 6 de diciembre de 2015

LA MILICIA FRANCESA, SOLDADOS FRANCESES NAZIS



Ya sabemos todos que los franceses son gente que se “vende” muy bien a todos los niveles. Eso es algo que lo hemos estado comprobando muy recientemente.  En España, hemos sufrido miles de atentados y casi nunca, que se sepa, ha venido ningún país a ayudarnos.
Lógicamente, cuando alguien quiere “vender bien” sus productos, tiene que esconder otra serie de cosas debajo de la “alfombra”.
Esta vez, vamos a hablar de uno de los grupos que organizó el Gobierno de la República Francesa, en la zona no ocupada, para ayudar en las tareas de policía a los invasores nazis.
La Milicia francesa fue una fuerza de tipo paramilitar, creada por el Gobierno colaboracionista de Vichy, presidido por Pétain, el 30/01/1943.
Su labor consistió en luchar contra la propia Resistencia en Francia y así facilitar el trabajo a las tropas alemanas de ocupación.
Es preciso aclarar que, hoy en día, se calcula que los efectivos de la Resistencia nunca fueron más allá del 2% de la población de Francia en ese momento, aunque gozaron de muchas simpatías entre el pueblo.
También es curioso el dato de que, a pesar de que hoy vemos a los de la Resistencia como unos simples jóvenes revolucionarios algo exaltados, la mayoría de ellos eran gente casada, con hijos y con un trabajo estable.
Dentro de la Resistencia, los comunistas al igual que los judíos tuvieron un papel muy importante, ya que eran los colectivos más perseguidos por los nazis y sus aliados. Tampoco deberíamos olvidar la cantidad de exiliados españoles que pagaron con su sangre el haber combatido dentro de la Resistencia.
No obstante, también se unieron a ellos gentes de todas las tendencias políticas, incluidos, nacionalistas franceses, conservadores, antiguos militares y miembros de la Iglesia.
El  líder político de la Milicia fue el presidente del Gobierno, Pierre Laval, mientras que su líder, en la práctica, fue el ministro fascista francés, Joseph Darnand, que llegó a ser ministro del Interior, por las presiones de los invasores nazis.
El uniforme de estas milicias era de color azul, con una camisa de color marrón y una boina azul oscuro, con el escudo en el lateral derecho de la misma.
El antecedente de este grupo fue el Servicio de Orden Legionario, creado para participar, junto con los alemanes y las milicias de otras naciones, en la invasión de la URSS, en 1942.
Parece ser que, en un principio, conformaron esta milicia solamente gente procedente de grupos de extrema derecha. Seguramente, muchos de ellos habrían pertenecido al grupo llamado Acción Francesa, que, antes de la guerra, se dedicó a hostigar, mediante atentados terroristas a los partidos de izquierda de Francia.
Posteriormente, tras complicarse la marcha de la economía en Francia, muchos se alistaron para poder gozar de un salario fijo y bien remunerado y unas provisiones de comida, no sujetas al racionamiento generalizado.
También, según dicen, muchos lo hacían para asegurarse que no iban a ser deportados a Alemania, para trabajar allí como obreros forzados.
En sus inicios, sólo actuaron dentro de la Francia no ocupada, pero, al comprobar su efectividad, los nazis, les dejaron operar en toda Francia, situando su cuartel general en París.
Aparte de combatir continuamente contra los maquis y matarlos allí mismo, donde los encontraran, también fueron muy efectivos para dar caza a los judíos y, lógicamente, entregarlos a los SS.
La conocida como Batalla de Glieres, fue el mayor combate que realizaron los miembros de esta milicia. El hecho se produjo en la zona de la Alta Saboya, muy cerca de la frontera con Suiza. Los maquis les plantaron cara y resistieron duramente hasta que a la Milicia le llegaron refuerzos del Ejército alemán.
Parece ser que los miembros de estas Milicias fueron utilizados en muchas ocasiones para los fusilamientos y las torturas contra los combatientes de la Resistencia.
Al mismo tiempo, sirvieron como fieles ayudantes de la Gestapo, ya que conocían ampliamente las ciudades y el idioma francés y podían infiltrarse en las redes de la Resistencia, así como  localizar fácilmente a los judíos.
A causa de la ferocidad de esta Milicia, que llegó a competir con la de la Gestapo, la Resistencia dio orden de asesinar a algunos de ellos. Ese fue el caso de Philipe Henriot, ministro de la Propaganda, que cayó abatido a tiros en su propio apartamento parisino, por unos miembros del Maquis, disfrazados con los uniformes de la Milicia.
Desgraciadamente, la Milicia no se quedó quieta y, como respuesta, asesinó a varios miembros de la Resistencia que se hallaban entonces encarcelados en varias prisiones francesas.
Incluso, un mes después, no se cortaron un pelo, a la hora de matar a todos los presos de la Resistencia, que se habían amotinado en la cárcel parisina de la Santé.
Tras el célebre Desembarco de Normandía, un acontecimiento que cambió radicalmente la historia de la II GM, al igual que proliferaron las acciones de la Resistencia, también ellos se encargaron de matar a todo lo que “oliera” a la misma, incluidos los parientes de los que militaban en ella.
Realmente, aunque era una fuerza absolutamente ilegal,  siempre funcionó a las órdenes directas del Gobierno de Vichy y sus acciones estuvieron perfectamente coordinadas con las de la Gestapo y las SS.
En 1944, el general Pétain, al ver acercarse las tropas aliadas, para intentar salvar el pellejo, no se le ocurrió otra cosa más estúpida que protestar contra las acciones de esta Milicia. Las cuales, según él, eran “una mancha en la historia francesa”.
A estas declaraciones, le respondió el líder de esta Milicia, el ministro del Interior, Joseph Darnand, extrañándose de estas declaraciones, pues, desde el Gobierno, siempre habían elogiado el trabajo de sus hombres por los servicios prestados a su régimen.
El caso es que Darnand, a pesar de pertenecer a las Waffen SS, siempre se consideró más fascista que nazi. Sin embargo, siempre odió a los judíos y a la Resistencia, por considerar que estaban a las órdenes de la URSS.
Darnand consiguió escapar del castillo de Sigmaringen, donde los nazis habían llevado a todos los cabecillas fascistas franceses. Logró llegar hasta Merano, en el norte de Italia. No obstante, tras la llegada a esa localidad de las fuerzas USA, fue entregado a las nuevas autoridades francesas.
Durante su juicio, no negó estos crímenes, aunque se quiso escudar en que, como tenía tantos cargos en el Gobierno, no podía controlar la actividad diaria de las milicias.
No obstante, fue condenado a muerte y ejecutado en el Fuerte militar de Chatillon, dos días antes que su antiguo presidente, Pierre Laval.
Desgraciadamente, la población francesa, durante la II GM,  tuvo que aguantar la lucha entre estos dos bandos. Incluso, en cierta ocasión, se le dieron instrucciones a la guerrilla del Maquis para quemar algunos campos y así fomentar el descontento entre la población. Algo que aprovechó la Milicia para aumentar la represión contra la misma.
Esta unidad llegó a contar con unos 35.000 hombres, cifra que se fue reduciendo tras el Desembarco de Normandía.
Al final, unos 6.000 milicianos huyeron a Alemania con su líder, y muchos de ellos lucharon contra los soviéticos en Berlín.
Algunos de ellos formaron la 33 División de Granaderos SS Carlomagno, que participaron en varios combates contra las fuerzas aliadas.
Otros se camuflaron en otras zonas de Francia, donde nadie les conociera, para empezar una nueva vida, sin tener que rendir cuentas ante la Justicia.

También, unos pocos, lograron huir hacia España o Suiza, donde pudieron vivir tranquilamente el resto de sus días, gracias a las malas relaciones entre estos países.
Los que no tuvieron tiempo de salir corriendo, en su mayoría, fueron capturados por los miembros de la Resistencia. Algunos fueron encarcelados por traición a Francia y otros, los menos afortunados, fueron asesinados al ser apresados.
Como se suele decir, en la Historia, las cosas nunca son blancas o negras,  existiendo siempre una gran cantidad de gamas de grises.
Me refiero a que, a pesar de que la mayoría de los fascistas franceses apoyaron a los invasores alemanes, no todos hicieron lo mismo.
Por ejemplo, el dirigente fascista francés, François de la Rocque, líder del movimiento la Cruz de Fuego, que, inicialmente, apoyó al Gobierno de Vichy, luego colaboró durante toda la guerra con la Resistencia y a causa de ello fue encarcelado por los nazis, aunque logró sobrevivir al conflicto.

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