domingo, 2 de agosto de 2015

JOHN AMERY, UN FASCISTA BRITÁNICO



Siempre se ha dicho que los anglosajones y, concretamente,  los británicos, son gente muy patriota. Por eso, es muy extraño que uno de ellos traicionara a su patria y fuera el primer ajusticiado por ello, nada menos que desde el siglo XVII.
Nuestro personaje de hoy nació en 1912 en el distinguido barrio londinense de Chelsea, una zona donde sólo vive gente de la clase alta.
Su padre, Leo Amery, era miembro del parlamento británico, por el partido
conservador y hasta llegó a ser dos veces ministro.
Cuando se convirtió en el Primer Lord del Almirantazgo, o sea, ministro de Marina, se mudaron, como era costumbre,  a la Casa del Almirantazgo, en White Hall.
Para más señas, su familia bautizó al bebé nada menos que en la cripta de la Cámara de los Comunes.
Incluso, se dice que su familia ofrecía grandes fiestas en su mansión y tampoco era extraño verlos en el palacio del duque de Westminster.
Es curioso que nuestro personaje se metiera en esos líos, cuando, según parece, su padre ya tenía ascendencia judía. Sus abuelos eran unos banqueros originarios de Hungría, que habían emigrado el Reino Unido.
Desde pequeño, siempre actuó como un niño muy rebelde, pasando por multitud de colegios. Incluso, estuvo en el prestigioso colegio Harrow, pero se volvió pronto.
Allí se dice que se escapaba a menudo para visitar clubes de prostitutas, con sólo 14 años. Así que le expulsaron del colegio por su degradación moral y por robar en una tienda.
Tras haber sido reconocido por un psicólogo, éste le diagnosticó que no tenía sentido moral sobre lo que era el bien y el mal.
Incluso, fue enviado por sus padres a un internado en Suiza para chicos ingleses, pero volvió pronto por haber sido contagiado de sífilis.
Aunque pudo haber entrado en Oxford, lo rechazó y luego, tuvo la ocurrencia de dedicarse al cine, concretamente, a las tareas de producción, pero fracasó estrepitosamente. Para esta empresa consiguió que su padre le diera la, por entonces,  enorme cantidad de 100.000 libras.
Los británicos lo calificaban como un perturbado y excéntrico inglés que sólo mostraba interés por los coches veloces y los hoteles de lujo, adonde llevaba  siempre con él a su osito de peluche.
Precisamente, cuando tenía sólo 20 años, ya fue citado por la Justicia, acusado de dejar su coche obstruyendo una calle, mientras estaba bebiendo. Parece ser que entonces se supo que ya había tenido antes otras 73 demandas contra él.
Con 21 años se casó con una antigua prostituta, pero seguía sin tener oficio ni beneficio. Así que dependía de las transferencias de su padre.
Como siempre fue muy anticomunista, dejó el Reino Unido para irse a Francia y allí conoció a algunos líderes fascistas, con los que viajó a otros países para ver los logros del fascismo. También se dice que abandonó su país para huir de sus acreedores.
En una ocasión, les comunicó a sus familiares que estaba combatiendo en el bando nacional, durante la Guerra Civil española, pero luego se demostró que era falso.
Parece ser que sí es cierto que estuvo en España, tras acabar la guerra civil y aquí pudo ver algunas cámaras de tortura de las checas, como le relató en una carta a su padre. Esto le hizo aumentar su sentimiento anticomunista.
La pareja se casó en Atenas, por ser él menor de edad y no contar con el permiso paterno. También en Grecia fue demandado por haber pagado con un cheque sin fondos. En esa ocasión, también le tuvo que ayudar su familia para salir de ese trance. Se decía que siempre llevaba encima un arma de fuego, para espantar a sus numerosos acreedores.
Durante la invasión de Francia se quedó allí y luego intentó trabajar para el Gobierno colaboracionista de Vichy, pero fue rechazado.
Parece ser que el MI6, el servicio de espionaje británico, ya andaba tras de él, pero no le consideró más que un borrachín nada peligroso para sus intereses.
Más tarde, le dejaron ir a Alemania, donde fueron recibidos muy bien, él y su esposa, como los señores Brown. Allí convenció a éstos para organizar una unidad de soldados británicos, para combatir a favor de los nazis.
Para empezar, buscó voluntarios entre los civiles británicos encerrados en campos de concentración, pero no tuvo mucha suerte.
Luego, buscó entre los prisioneros de guerra y ahí encontró algunos voluntarios más, aunque no demasiados.
Las Waffen SS asumieron esa nueva unidad, el Britisches Freikorps,  como propia y destinaron a Amery a las transmisiones de propaganda nazi realizadas por radio hacia el Reino Unido.
Curiosamente, se metían mucho con la alianza bélica entre su país y la URSS y acusaban al Reino Unido de estar “dominado y comprado por los judíos”. Es llamativo que esto lo dijera un descendiente de judíos.
Algunos dicen que tuvo esta actitud para intentar demostrarle al mundo que no quería ser judío. Aunque su misma madre hubiera nacido en un barrio judío de Budapest.
Además, esto también afectó a su padre, pues, aparte de la vergüenza de que todos oyeran a su hijo meterse con su país y su Gobierno, él era por entonces Secretario de Estado para la India. Así que tuvo que ir a hablar urgentemente con el primer ministro, Churchill, que eran amigos desde la infancia, para aclarar esta situación y poner su cargo a disposición del premier.
Incluso, cuando los periodistas fueron a casa de su padre, para preguntarle sobre las actividades de su hijo, él les dijo que pensaba que había sido raptado por la Gestapo y hacía todo esto bajo amenazas.
También se dice que fue a ver al rey Jorge VI, para explicarle todo esto y a continuación se citó con su abogado para desheredar a su hijo, porque, según él, cometió un “delito abominable”.
A finales de 1944 le permitieron residir en Italia, para apoyar la nueva república creada por Mussolini en el norte de Italia, llamada República de Saló.
Antes de ello, pasó por París, donde se casó con otra prostituta, llamada Michelle Thomas. Parece ser que a este hombre le iban las prostitutas. Aparte de que cometió bigamia, porque no se había divorciado de la anterior.
Precisamente, allí fue capturado por un grupo de partisanos italianos y entregado a los británicos.
Lo mandaron primero a un campo de concentración en Terni, donde no hacía más que preguntar por su osito de peluche.
Fue inmediatamente enviado al Reino Unido, donde quedó encerrado en la prisión de Wadsworth, cerca de Londres. Allí llegó vestido con su uniforme fascista.
Precisamente, el oficial encargado de su custodia y traslado de vuelta a su país, fue el capitán Alan Whicker, que se convirtió en la posguerra en un famoso presentador de TV.
Su hermano, Julián, que ya era un importante parlamentario conservador británico, intentó mover los hilos para poder demostrar que John había tomado la nacionalidad española y así no poder ser acusado de alta traición.
Incluso, su madre fue a pedir al rey, Jorge VI, que le conmutara la pena, pero no obtuvo ningún resultado.
Los jueces del juzgado número 1 de Old Bailey no aceptaron este alegato y su abogado, Gerald Osborne,  le aconsejó que se mostrara como un enfermo psiquiátrico. Incluso, su padre le dijo al tribunal que su hijo no estaba en su sano juicio.
Los jueces tampoco consideraron los informes de expertos psiquiatras, aportados por su familia.
Al inicio del juicio, el 28/11/1945, le leyeron a John todas las acusaciones
que había contra él y, para sorpresa de todos, se declaró culpable. Incluso, parecía satisfecho de haberlo hecho.
Hasta el mismo juez, el magistrado Humphreys,  le informó que no debería declararse culpable, pues podría ser castigado con la pena de muerte. Seguro que con un miembro de la clase baja no hubiera tenido tantos miramientos.
No obstante, él volvió a declararse culpable y el juicio se dio por concluido a los 8 minutos de haber comenzado. Se declaró como un anticomunista y no un nazi y nunca le había hecho daño a su patria.
El 19/11/1945 fue colgado en su misma prisión por el famoso verdugo Pierrepoint y enterrado también en la misma. Este verdugo cuenta en sus memorias que le consideraba el hombre más valiente de todos los que ejecutó a lo largo de su carrera.
Incluso, al estar enterrado dentro de un recinto carcelario, a su madre siempre se le negó el acceso para poder poner flores sobre su tumba.
En 1996, su familia consiguió exhumar sus restos, incinerarlos y esparcir sus cenizas por territorio francés.

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