miércoles, 21 de enero de 2015

EL GRAN MIEDO, PRELUDIO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA



Aunque no lo parezca, la Economía y la política siempre han estado muy ligadas. Ciertamente, por mucho que un político quiera cumplir su programa, si no tiene unos recursos financieros adecuados, no podrá realizarlo. Otra forma de hacerlo es subiendo los impuestos y dejando aún más en la pobreza a sus administrados, con lo cual, corre el peligro de que lo echen cuanto antes.
Evidentemente, eso se puede hacer ahora, pues la democracia permite, mediante unas elecciones, cambiar de gobierno cada 4 años. Pero, como vamos a ver ahora, esto antes no era así y la gente tenía que rebelarse para que el gobernante se decidiera a irse.
El reinado de Luis XVI, que había empezado en 1774 se destacó por afrontar graves problemas económicos y por no saber luchar contra ellos. Tal vez más por la oposición de las clases altas, las cuales formaban el primer y el segundo Estado, más que por la falta de voluntad del rey, que estaba más por la labor de intentar arreglar esa situación.
La cosa es que él quería que el Estado continuara teniendo los mismos ingresos, pero que los impuestos se pagaran entre todos. Algo a  lo que no estaban dispuestos ni el clero ni los nobles.
Así, los súbditos del país vecino, entre las guerras frecuentes, el esfuerzo colonial y las malas cosechas, se iban arruinando cada vez más.
El año 1788 fue especialmente malo para el campo. Al principio, hubo una sequía muy importante para luego seguir con unas lluvias muy fuertes que provocaron inundaciones en muchas zonas. La cosecha fue la peor que se había visto en muchos años y tanto el hambre, como las enfermedades, se extendieron por todo el país.

No obstante, como la nobleza tenía que aparentar vivir en un lujo constante, los impuestos subieron y los campesinos llegaron a vivir en la miseria más absoluta, porque, además, tampoco pudieron pagar los arrendamientos a los nobles.
También les quitaron a los campesinos sus tierras comunales. Unos terrenos que, en los pueblos, siempre había considerado como propios y donde llevaban su ganado a pastar, recogían la leña para el fuego, etc.
El dinero de la venta de esos terrenos sirvió para enriquecer aún más a la clase dirigente, dejando aún más en la miseria a los campesinos.
En algunos sitios, como Grenoble, se produjeron disturbios en 1788, donde la multitud se enfrentó a una guarnición de Infantería de Marina, sita en esa ciudad. Entre los heridos se encontraba el futuro general Bernardotte, posteriormente, también rey de Suecia.
También el famoso escritor Henri Beyle, más conocido como Stendhal, nacido en Grenoble, narró estos hechos en su novela “La vida de Henri Brulard”.
A la vista de la situación económica, al rey no se le ocurrió otra cosa que convocar a los Estados Generales, que es como se llamaba allí a lo que nosotros conocemos como el Parlamento.
Evidentemente, el rey los convocó, después de muchos años sin hacerlo, para pedirles más pasta, con la esperanza de que nadie se le opusiera. La cosa se le puso muy cuesta arriba, porque llevaba muchos años gobernando sin tener en cuenta para nada las necesidades de su pueblo.
Incluso, para ganar popularidad ante sus súbditos, les
 permitió que le enviaran los llamados “Cuadernos de quejas”, donde la población expresaba sus necesidades y le pedían que eliminara una serie de tributos y privilegios feudales, para poder llevar una vida más digna.
Está claro que la gente, hasta ese momento, no echaba para nada la culpa de esa situación económica al rey, sino que culpaba a sus ministros de la misma. Esto también lo podemos ver con los inicios de la Revolución Inglesa, en el siglo XVII, que le costó, literalmente, la cabeza a Carlos I, y hasta con la Revolución Rusa, en pleno siglo XX.
Conviene no olvidar que, durante la Edad Media, a los reyes franceses se les reconocía la potestad de poder sanar a un enfermo con sólo tocarlo con sus manos. No sé si a esas alturas todavía se creyera mucha gente ese rollo, pero seguro que todavía algunos que se lo creyeran y vieran a sus reyes como a unos  semidioses.
Los campesinos quedaron entusiasmados con la medida tomada por el rey para que se aumentaran los miembros del Tercer Estado en los estados Generales, a fin de combatir el poder de los nobles, con los que también estaba enfrentado el monarca.
La precaria situación económica dio lugar a pequeñas revueltas muy localizadas a lo largo de toda Francia. Es posible que no fueran a más, porque, en esa época, las comunicaciones no estaban aún desarrolladas.
Es cierto que existían bandas de saqueadores, pero esto dio lugar a que los rumores magnificaran estos episodios y cundiera aún más el miedo por todas partes.
También se extendieron rumores de que los países vecinos se preparaban para atacar Francia y eso hizo que cundiera el pánico. Algunos autores afirman que, posiblemente, los autores de esos rumores fueron los mismos nobles, para infundir miedo sobre los campesinos, para que acudieran a postrarse ante ellos. No olvidemos que, teóricamente, los nobles se encargaban de defender al pueblo y por eso no pagaban impuestos.
Algunos autores franceses desarrollan la idea de un “complot aristocrático”, mediante el cual, los nobles, pagaron a una serie de esbirros para que se dedicaran a estropear algunos cultivos, a fin de que los campesinos no pudieran gozar de buenas cosechas y pasaran hambre. Así tendrían que pedir préstamos a los nobles y dependerían aún más de ellos.
También aumentó el miedo a nivel nacional ante la ausencia de noticias sobre la reunión de los Estados Generales que se estaba celebrando por entonces en París.
Al proclamarse la Asamblea Constituyente, se produjo un derrumbamiento del poder que llevaba gobernando Francia durante siglos. Parece ser que en muchos pueblos y ciudades se produjo la huida de nobles, magistrados y funcionarios de la Corona
y eso provocó una parcial ausencia de poder, que paralizó el país.
Este miedo se metió tanto dentro del sentimiento colectivo que una explosión fortuita de un polvorín en el castillo de Quincey, hizo pensar a la gente que había estallado la guerra.
Lo mismo ocurrió en un pueblo de la región de Champaña, donde la polvareda producida por un tradicional paso de ganado hizo cundir el pánico, al pensar que se trataba de la llegada de un ejército enemigo.
En otros sitios se hizo correr la voz de que la nobleza estaba acaparando todo el grano posible con fines especulativos, para hacer suculentos negocios por la escasez del mismo.
Esto dio lugar a que algunos grupos de campesinos asaltaran castillos y abadías, llevándose el grano allí almacenado y quemando los archivos donde estaban los documentos en los que figuraban los privilegios que tenían éstos sobre los campesinos. Así conseguían de una forma efectiva lo mismo que habían pedido en los Cuadernos de quejas.
Normalmente, la violencia iba dirigida hacia ciertos individuos, odiados por el pueblo, y no al conjunto de la nobleza.
En otros lugares, debido al miedo generalizado, los súbditos pidieron a los nobles  la organización de unas milicias y les dieron el mando de las mismas.
Todas estas revueltas hicieron temer en París un levantamiento generalizado del campesinado. Así que hizo que los diputados se apresuraran a aprobar la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, por la que se suprimieron los privilegios feudales y se estableció la
igualdad de todos los franceses ante la Ley y a la hora de pagar sus impuestos.
Como todo tiene su explicación o, por lo menos, de alguna manera hay que intentar buscarla, algunos autores han puesto sus ojos nada menos que en Islandia.
Actualmente, es de sobra conocido que la erupción de uno de los volcanes de esa isla puede trastocar las comunicaciones y el clima europeo.
Evidentemente, en aquella época no existían las comunicaciones aéreas, pero sí es cierto que la economía estaba más basada en el campo que ahora y dependían en exclusiva de que el  clima no sufriera grandes alteraciones.
Entre junio de 1783 y febrero de 1784 se produjo uno de estos fenómenos. En el volcán Grimsvötn apareció una gran fisura a la que se denominó como Laki, la cual dio lugar a un gran escape y produjo nada menos que 130 cráteres, provocando grandes emisiones de cenizas y gases sulfurosos a la atmósfera.
Estas cenizas estuvieron flotando en el cielo unos 8 meses, incidiendo notablemente en el clima, pues, según todos los testimonios, ese año no tuvieron verano y las temperaturas fueron las más frías de los últimos 400 años. Incluso, en muchos sitios, como el Reino Unido, se sabe que contaminaron el suelo agrícola, por  la caída continua de cenizas al suelo, durante varios meses. Algunos expertos dicen que expulsó más cenizas que el conocido volcán Pinatubo.
También, como no fue posible evacuar a la población de Islandia, ni supongo que se lo plantearan, se cree que murieron, a causa de las emanaciones de gas, entre el 20% y el 25% de la misma. Incluso, posteriormente, murió mucha más gente en toda Europa a causa del frío. Se calcula que, de ese modo, murieron unos 6.000.000 de personas.
Parece ser que la causa de la muerte de esta gente estaba en que, al respirar esas cenizas, que había por todas partes, éstas se mezclaban con el vapor de agua, que hay en el aparato respiratorio y eso les provocaba asfixia a las víctimas. No olvidemos que antes la mayoría de la gente trabajaba al aire libre.
Evidentemente, Islandia se llevó la peor parte. Allí murió mucha gente a causa del hambre producida por haberse envenenado las plantas con estas emanaciones y también el ganado, tras habérselas comido.
Desde entonces, todos los niños islandeses reciben formación en las escuelas sobre la erupción de sus volcanes y los peligros de la lava y de las emanaciones de los mismos.
Incluso, el hambre también afectó a Norteamérica, según los escritos que nos han llegado del famoso inventor Benjamín Franklin, el cual fue uno de los primeros que relacionó el hambre con este fenómeno natural.
Incluso, algunos investigadores han llegado a afirmar que este fenómeno
fue el causante de una gran sequía en el Valle del Nilo, que dio lugar a la muerte de miles de personas.
Es más, la ausencia de nubes en la zona de la India y zonas aledañas hizo que ese año las lluvias monzónicas fueran muy débiles, la cosecha muy escasa y la temperatura media aumentó 2ºC.
Hay algunos investigadores que se han aventurado a afirmar que estas erupciones, que duraron hasta finales de 1784, provocaron un cambio radical en el clima durante todo el final del siglo XVIII y mediados del XIX.
Es preciso recordar que este volcán sigue activo, pues en 1998 también nos “obsequió” con otra de sus erupciones. Menos mal que esta vez fue mucho más pequeña.
Con esto, más o menos, se ha visto claramente que un fenómeno natural puede cambiar la Historia de la Humanidad.

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