jueves, 22 de enero de 2015

BORIS I, EL EXTRAÑO REY DE ANDORRA



Hoy voy a intentar abandonar el tono lúgubre de mis recientes artículos. Por eso, he optado por uno que me parece mucho más divertido, dentro de lo que cabe.
Esta vez traigo a un curioso personaje que podría parecer de otra época, pero no, resulta que vivió en pleno siglo XX.
Boris Skossyreff, que ese era su nombre, nació el 12/01/1896 en Vilna, que ahora es la
capital de Lituania, pero que, en ese momento, era una ciudad más del inmenso Imperio ruso.
Perteneció a una familia de la pequeña nobleza rusa, con gran tradición militar. Obviamente, cuando triunfaron allí los comunistas, tuvo que salir zumbando de su país, como muchos otros.
No se sabe mucho de su vida durante el exilio. Parece ser que se fue al Reino Unido y allí prestó servicios en la Armada británica.
La razón por la que se dirigió a ese país es porque conocía al diputado conservador Oliver Locker Lampson, con el que coincidió durante la I GM, pues ambos habían combatido juntos en una unidad mixta ruso-británica formada por vehículos blindados.
Algunos dicen que también trabajó  para el Foreign Office o para los Servicios Secretos y que esto le llevó a recorrer el mundo. Pero no parece muy claro que los británicos dejaran trabajar en una entidad gubernamental tan secreta a un exiliado político del que apenas sabían nada.
En 1925 dejó ese supuesto trabajo y se trasladó a Holanda, con un pasaporte Nansen, que es el que se les da a los que no tienen una patria que los defienda.
En 1931, gracias a su don de gentes, consiguió casarse con una mujer marsellesa más o menos rica, la cual era 10 años mayor que él. Así que muy pronto se decidió por buscarse otra pareja.
Hasta aquí, vemos que era un tipo como ese “Nicolás” que está ahora tan de moda. Tenía una buena presencia, buena preparación intelectual, buenos modales, facilidad para los idiomas y donde gentes que le permitía cautivar a su audiencia.
Como dice el refrán: “buena pinta y buenos modales abren puertas principales”. Más o menos, eso es lo que le pasó a él.
Se creó una imagen aristocrática, siempre bien vestido y con un monóculo en el ojo derecho. Algo que se veía un poco pasado de moda ya en esa época.
Iba por ahí diciendo que tenía el título de conde de Orange, lo cual tiene que ser absolutamente falso, pues es un título que sólo lo pueden llevar los miembros de la Casa Real de Holanda.
También mentía cuando presumía de haber estudiado en los mejores colegios de París y en la Universidad de Oxford. Ya por aquella época, la policía holandesa lo estuvo investigando y hay una ficha de él donde se afirma que es un estafador internacional.
En 1932 visitó por primera vez Andorra y allí habló con mucha gente para hacerse a la idea de la realidad de ese país. Por lo visto, en 1934, ya le hizo alguna proposición, en ese sentido, al Síndico de Andorra y el Consejo General le advirtió que no se metiera más en sus asuntos.
A finales de mayo de ese año, el administrador judicial francés firmó una orden de expulsión contra nuestro personaje, por haber publicado que los franceses explotaban a los andorranos.
No se le ocurrió otra cosa que exiliarse en la vecina localidad de la Seo de Urgell, donde ya se comportó como una especie de monarca exiliado y se dedicó a conceder entrevistas a la prensa y hasta habló telefónicamente con diarios tan importante como The Times o The Daily Herald.
En el  verano de ese año se trasladó a la localidad veraniega de Torredembarra, desde donde declaró en una entrevista al diario madrileño Ahora “Lo hago únicamente como caballero para entender que defiendo los derechos de los españoles que residen en Andorra y son vejados por la República vecina”.
Intentó fortalecer su postura poniéndose en contacto con los legitimistas franceses, o sea, los que quieren volver a ver un rey en Francia.
En Perpiñán se reunió con un representante del duque de Guisa, Juan de Orleans, por entonces, pretendiente al trono de Francia.
Intentó obtener su apoyo diciéndole que los jefes de Estado de Francia estaban gobernando de manera ilegal en Andorra, siendo éste un dominio privado de la Casa de Orleans, heredera directa de la dinastía de Foix. Con esta afirmación, creo que equivocó a Andorra con Navarra. Será porque ambas tienen la misma terminación y un extranjero no puede apreciarlo.
Su tesis se basaba en que, como en Andorra no había tenido lugar ninguna revolución, como ocurrió en Francia, pues los monarcas franceses no tendrían por qué haber perdido sus derechos sobre ese país.
Realmente, tuvo mucha aceptación entre los legitimistas franceses. A lo mejor, porque hacía tiempo que no se llevaban ninguna alegría, y se pusieron a publicar las pretensiones de Boris en sus boletines. Mientras tanto, él ya se autoproclamó, por su cuenta, como lugarteniente del rey de Francia.
A partir de ese momento, se dedicó a recibir a los periodistas, conceder recepciones “oficiales” y organizó actos del mismo tipo, como una misa por Francesc Maciá, presidente de la Generalitat de Cataluña, que había muerto el año anterior.
Incluso, se hizo fotos oficiales, como príncipe de Andorra y hasta se permitió escribir borradores de leyes que serían promulgadas por él cuando fuera reconocido como soberano en Andorra.
Más adelante, su osadía le llevó a imprimir unos folletos donde decía más o menos que los andorranos no estaban a gusto al ser administrados por el presidente de la República Francesa, la cual no era la legítima heredera de la Corona de Francia.
El mismo duque de Guisa seguro que se quedaría impactado por este atrevimiento, porque no dijo nada y se limitó a esperar a ver cómo acabaría esta broma pesada.
Como la cara dura de este hombre no tenía límites, pues esta vez redactó una Carta Constitucional para Andorra, en la cual figuraba un nuevo sistema político caracterizado por una mayor libertad en todos los aspectos e, incluso, para calificarlo como paraíso fiscal y así atraer a las inversiones extranjeras.
Es posible que nuestro personaje, como vivía cerca de allí, estuviera al corriente de la situación social de Andorra.
En 1933, grupos de jóvenes de ese país protestaron contra su normativa electoral y pidieron el sufragio universal masculino y el derecho de poder elegir a cualquier persona para un puesto político. Incluso, llegaron a ocupar por un día la sede del Consejo General.
Esto dio lugar a que, unos 3 meses después, este Consejo, aprobara el sufragio universal masculino para los mayores de 25 años.
A fuerza de insistir, consiguió que, tras una entrevista con el Síndico General de los Valles, éste convocara urgentemente una reunión del Consejo general el 07/07/1934.
El síndico se dirigió a los consejeros para exponerle que nuestro personaje
le había propuesto convertir Andorra en uno de los sitios con mayor nivel de vida del mundo, como ya ocurría con Mónaco, Liechtenstein o Luxemburgo. Además, les prometía fomentar el turismo y los deportes, para atraer aún más gente a ese pequeño país.
 Desde luego, hay que reconocer que este hombre tenía visión de futuro, pero es extraño que lo aceptaran en un sitio tan conservador como Andorra.
De hecho, él había vivido unos años en la Costa Azul y conocía muy bien Mónaco. Incluso, aprendió catalán para conocer mejor Andorra y a los andorranos.
A cambio de que él lograra mejorar claramente el nivel de vida de los andorranos, pedía a cambio ser nombrado príncipe o rey  de Andorra.
Tras la votación del Consejo, se vio que la propuesta había sido aprobada casi por unanimidad. De los 24 consejeros, sólo uno de ellos votó en contra.
Así que Boris ya se pudo instalar en Andorra con su séquito. Para ello, provisionalmente, eligió una fonda en un pueblo cercano a la capital.
Al día siguiente, el consejero que votó en contra, se entrevistó con el obispo de la Seo de Urgell, Justí Guitart, uno de los copríncipes de Andorra, para explicarle este asunto con todo lujo de detalles.
Por otra parte, el presidente de Francia, el otro copríncipe de Andorra, dijo que

su Gobierno no quería inmiscuirse en los asuntos andorranos y daban por válida esa monarquía, si era aprobada como tal. También se debatió este tema en el Consejo de ministros de España.
 Tres días después, se realizó una nueva votación en el Consejo y el resultado fue el mismo. Sólo un voto en contra.
A partir de entonces, nuestro aventurero personaje, se proclamó como rey de Andorra, con el nombre de Boris I.
Así que, una semana después, se publicó esta decisión en el Boletín del Gobierno Provisional de Andorra, junto con la Constitución del Estado libre de Andorra, que sólo tenía 17 artículos. De esa forma, se decretaban las libertades políticas, religiosas y de imprenta. Se proclamó una amnistía general, se eliminó la censura y se convocaron elecciones para el 1 de agosto. Todo ello, muy novedoso, para una sociedad tan conservadora como era la andorrana.
Incluso, tanto él como su amante, por entonces una millonaria de USA, se aclimataron pronto. Paseaban tranquilamente por la calle con sus respectivas barretinas en la cabeza y bebían vermut en porrón de cristal.
Tras mandar imprimir varios miles de ejemplares de la nueva Constitución de Andorra, uno de ellos cayó en poder del obispo de la Seo de Urgell, el cual, por lo visto, se cabreó muchísimo al leerla.
El clérigo hizo unas declaraciones nada amistosas contra Boris I y a éste no se le ocurrió otra cosa que firmar “una declaración de guerra”. No sé qué ejército pensaba utilizar, porque allí no lo había.
Así que el obispo, en su calidad de copríncipe legal de Andorra lo denunció ante la Guardia Civil y esta institución envió el 21/07/1934 nada menos que un destacamento compuesto por un sargento y 4 guardias para detener a nuestro personaje.
Los agentes detuvieron y se llevaron esposado a Boris hasta la Seo de Urgell, sin que nadie se opusiera a ello. De ahí lo trasladaron a Barcelona y, posteriormente, fue enviado a Madrid, aplicándosele la Ley de Vagos y Maleantes.
El 23/07 llegó a la capital de España, donde le esperaban un montón de periodistas, que se pelearon por entrevistarle.
Fue ingresado en la tristemente célebre, Cárcel Modelo de Madrid, donde siguió adoptando sus modales de monarca exiliado. Tras una pequeña temporada encerrado en esa prisión,
fue expulsado a Portugal, donde vivió hasta 1935, ya sin su amante y protectora americana, que había regresado a USA cuando fue detenido.
En 1938 obtuvo el permiso para regresar a Francia, donde se reunió con su esposa legal, aquella que le llevaba 10 años.
Al comenzar la II GM, su situación fue más precaria. Primero fue enviado al campo de concentración de Rieucros, donde encerraban a los extranjeros, por no tener sus papeles en regla, para luego pasar al pirenaico de Le Vernet, donde nuestros amigos galos encerraban a todo aquel que consideraban “extranjero indeseable”. O sea, a los republicanos españoles y a los ciudadanos de países que se acababa de anexionar Hitler. En ese campo también hubo mujeres y niños.
A partir de entonces, las fuentes no se aclaran sobre su destino. Algunos hablan de que estuvo en ese último campo hasta 1942, año en que fue trasladado a otro de la antigua URSS.
Lo cierto es que no me cuadra mucho, porque los soviéticos fueron amigos de los alemanes y de la Francia de Vichy hasta la invasión de la URSS, el 22/06/1941. También es verdad que ese campo fue evacuado en 1942 por la Gestapo y llevados sus presos a Alemania.
Es más, los comunistas franceses no movieron un dedo ante el invasor nazi de Francia y no se pasaron a la Resistencia hasta que Hitler invadió la URSS.
Incluso, se dice que fue encerrado, en 1947, en uno de esos terribles  campos del gulag de Siberia y liberado del mismo en 1956. Posiblemente, tras la muerte de Stalin.
De allí se trasladó, junto con su esposa, a la antigua Alemania Occidental, concretamente a la ciudad de Boppard, en Renania-Palatinado.
Allí le llegó la muerte a nuestro personaje, el 27/02/1989, a la edad de 93 años, según indica su lápida en el cementerio de esa ciudad.
Ciertamente, el modelo que él proponía para Andorra, con el tiempo, es el que ha dado mejor resultado para esa nación. Quizás no al nivel tan alto, pero sí es cierto que ha logrado cambiar la cara de ese país. Desde luego, no se puede negar que este país está atrayendo capitales de todas partes.

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