viernes, 5 de diciembre de 2014

LAS RADIOS NEGRAS DURANTE LA II GUERRA MUNDIAL

Como siempre, voy buscando en mis artículos la historia de personajes o acontecimientos poco conocidos, porque los más populares ya han sido publicados muchas veces y la gente los conoce de sobra. Esta vez traigo al blog una práctica que se utilizó bastante durante la II Guerra Mundial y sobre lo que no se ha publicado casi nada.
El invento de la radio ya empezó a utilizarse por ambos bandos durante la I Guerra Mundial, pero, como aún no estaba muy perfeccionado, no le pudieron sacar mucho partido.
Fue ya en la II Guerra Mundial, donde ambos bandos lo utilizaron profusamente, sobre todo, para intentar minar la moral del bando contrario.

Solían instalarse en el territorio del propio bando, pero simulaban ser gentes opositoras localizadas en el país del otro bando. Lógicamente, para esa labor buscaban locutores que hablaran el idioma del enemigo, sin acentos extraños.

Al principio, los nazis montaron una emisora llamada “radio Humanité”, con un nombre parecido al del periódico oficial del PC francés. Evidentemente, emitía en ese idioma, y transmitía mensajes contra la política del Gobierno francés, diciendo a los galos que no lucharan en una guerra del capitalismo imperialista.


 Lógicamente, ellos se hacían pasar por miembros del PCF, opuestos a la política del Gobierno francés.

La emisora estaba instalada en un lugar de la Prusia Oriental. Una zona que ahora pertenece a Polonia.

Un personaje importante de este extraño tipo de guerra fue el periodista Sefton Delmer. Éste había nacido en 1904 en Berlín, pero cuyo origen era australiano. Su padre fue profesor de literatura inglesa en la Universidad de Berlín. Incluso, escribió un manual muy utilizado en las escuelas alemanas.

Al llegar la I Guerra Mundial, su familia fue internada en un campo de concentración alemán y luego, tras ser intercambiada por otros prisioneros alemanes en manos británicas, se fueron a vivir al Reino Unido. Así, completó sus estudios en centros británicos.

Por eso, hablaba perfectamente alemán, sin acento. En cambio, si se le notaba cierto acento extranjero al hablar en inglés.

Tras acabar su licenciatura en Periodismo, fue contratado por el Daily Express, para su corresponsalía en Berlín. Allí, gracias a su amistad con Emil Röhm, líder de las SA, logró la primera entrevista de un periodista británico nada menos que con Hitler.

Incluso, viajó con Hitler varias veces en su avión privado y estuvo presente con él en varias de sus visitas oficiales a diferentes puntos de Alemania. Tan es así que muchos, en el Reino Unido, llegaron a pensar que sólo era un nazi.

Mientras tanto, los líderes nazis le empezaron a investigar, no fuera a ser un agente del temido MI6 británico. Incluso, algunos pensaron que era un agente soviético.

Para evitar suspicacias, su periódico lo trasladó a Francia en 1933, el año de la llegada de Hitler al poder, como jefe de la corresponsalía en París.

Desde allí pudo cubrir acontecimientos como la Guerra Civil española o el comienzo de la II Guerra Mundial, con la invasión de Polonia.

No olvidemos que esa invasión comenzó el día antes con el incidente de Gleiwitz, donde unas fuerzas de las SS, disfrazadas de soldados polacos,
atacaron una emisora alemana de radio en la frontera entre ambos países. Ese fue uno de los pretextos para el ataque alemán.

Volvió al Reino Unido y trabajó para el servicio alemán de la BBC. A mediados de 1940 se integró en al PWE, un órgano que se encargaba de la guerra psicológica contra el Eje.

Crearon una estación de radio llamada GS1, donde  pasaron por ser militantes nazis, fervorosos partidarios de Hitler y donde insultaban a Churchill y a los comunistas, por haber traicionado al nazismo.

Durante sus emisiones, advertía a los soldados alemanes del peligro de unas defensas montadas por los británicos, que harían arder combustible sobre el mar, para que se quemaran las naves alemanas, si intentaban desembarcar en las Islas Británicas.

Una de las actividades de la emisora clandestina era enseñar inglés a los soldados alemanes, que les podría ser útil si un día desembarcaran en el Reino Unido.

Así, algunas que les enseñaron en inglés fueron:  “Estamos cruzando el canal”, “navegamos en una lancha de desembarco”, “yo me quemo, tú te quemas…”, “nuestro capitán de las SS está ardiendo…”.

Otra emisora organizada por Delmer fue Soldatensender Calais, para intentar desmoralizar a los soldados alemanes. Mezclaba informaciones auténticas con otras falsas, para confundir al enemigo.

Entre otras cosas, les decían que, mientras ellos estaban en el frente, defendiendo a Alemania, sus esposas se acostaban habitualmente con los trabajadores extranjeros, llegados de todos los países. Algo que, seguro, que le puso los pelos de punta a más de uno.

Su éxito fue cada vez mayor y hasta los USA le dejaron utilizar sus sistemas, mucho más perfeccionados y de mayor alcance, para con seguir una mayor desmoralización de las fuerzas enemigas.

También montó una emisora de tipo religioso para apelar a la conciencia de los cristianos alemanes a fin de que se opusieran a los campos de concentración.

En estas emisiones también trabajó un alemán llamado Otto John, el cual, a pesar de llegar a ser, en la posguerra,  el primer jefe de la Inteligencia alemana, desertó de improviso a la Alemania comunista, para volver, unos años después, a la Alemania Occidental.
 
Seguramente, cuando tenga un rato, le dedicaré otro de mis artículos, porque tuvo una vida digna de una novela de espías, de esas que tuvieron mucho éxito durante el período de la Guerra Fría.

Incluso, los aviones USA lanzaron miles de ejemplares con los guiones de estas emisoras, por si los ciudadanos alemanes no podían escucharles con sus aparatos. No olvidemos que, en aquel momento, en Alemania, estaba prohibido escuchar emisoras de radio extranjeras, lo cual se castigaba con la pena de muerte.

Con el avance de la guerra, crearon otras emisoras, donde se hacían pasar por alemanes opositores a los nazis, pidiendo que dejaran de resistir a los aliados para acabar cuanto antes con la guerra.

Parece ser que los alemanes también probaron suerte contra los británicos con este tipo de emisoras. Crearon un organismo denominado Buró Concordia, liderado
por el Dr. Erich Hetzler, el cual creó 4 emisoras, cada una estaba dedicada a un segmento diferente de la población enemiga. Por supuesto, emitían en todas las bandas, para asegurarse ser escuchadas en territorio enemigo.

Una de ellas se llamaba la New British Broadcasting Station, buscando en su nombre una pronunciación parecida a la del nombre de la oficial BBC. Su director fue apodado como Lord Haw Haw.
 
Otra de las emisoras decía representar al inexistente Christian Peace Movement Station, que decía buscar la paz entre las naciones, y cuyo objetivo era que  los ciudadanos se negaran a empuñar las armas.

La siguiente se llamaba Workers Challenge Station y apelaba a la revolución contra el sistema capitalista por parte de los trabajadores británicos.

La última se llamaba radio Caledonia, la cual se encargaba de incitar a los escoceses a la rebeldía contra los ingleses.

Se buscaron otros locutores diferentes a los habituales en los servicios en inglés transmitidos por las emisoras alemanas. También se cuidó dar algunos detalles locales, para dar a entender que las emisoras estaban situadas en territorio británico.

Incluso, utilizaron para sus emisiones a un grupo de prisioneros británicos capturados en Alemania. Para ello, les facilitaron un modo de vida más confortable del que tenían en esos campos y les permitieron tener una casa propia y vestir con ropa civil.

Parece ser que, en un principio, emitieron desde una localidad cercana a Berlín, para, posteriormente, hacerlo desde las cabinas de prensa que se habían utilizado en el mismo Estadio Olímpico, con ocasión de los Juegos Olímpicos, que se celebraron en esa capital en 1936.
 
Evidentemente, en el caso alemán, nunca les dejaron meterse con Hitler, para poder camuflarse mejor como emisoras británicas.

En el caso de la emisora para trabajadores británicos, procuraron utilizar un lenguaje propio de los obreros, el cual nunca se había trasmitido por radio en el Reino Unido.

Por lo que respecta a la radio para Escocia, se permitieron informar que, si se independizaran del Reino Unido, se podría firmar una paz separada entre Alemania y Escocia.

También los alemanes intentaron dar a conocer sus emisoras, dejando los guiones impresos de sus programas en las butacas de algunos cines de Londres.

Más tarde, informaron que se habían lanzado varios centenares de paracaidistas alemanes, vestidos con trajes civiles,  en algunas importantes ciudades británicas, siendo bien acogidos por miembros de la “quinta columna”.

Por supuesto, todo ello era falso, aunque los alemanes se molestaron en lanzar unos cuantos paracaídas sin paracaidistas, sobre el territorio británico, para dar más veracidad a esa noticia.

Tras el desembarco de Normandía y el bombardeo de sus emisoras en esa zona, crearon otras, cuidando que sonaran exactamente igual que las destruidas e incitando a que la gente huyera de las zonas de combate a fin de detener el avance de las tropas aliadas.

Al final de la guerra, las emisoras alemanas se trasladaron a Helmstadt y transmitieron desde allí hasta que esa ciudad fue ocupada por las tropas USA.

Los locutores no alemanes, a pesar de que llevaban una identificación como si tuvieran esa nacionalidad,  fueron capturados y entregados a sus respectivos países, para llevarlos ante la Justicia.

El director de estas emisoras, Dr. Erich Hetzler, quemó todos los archivos y las grabaciones en el patio de un hotel de esa ciudad.

William Joyce, apodado por los británicos, lord Haw Haw, fue capturado y juzgado por alta traición. Una vez sentenciado a muerte, fue ahorcado en Londres en 1946.




2 comentarios:

  1. ¡Gracias por el artículo! Me ha ayudado bastante en un trabajo de la universidad.

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    1. Me alegro mucho. Espero que te pongan una buena nota.

      Saludos.

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