sábado, 1 de noviembre de 2014

SOFONISBA ANGUISSOLA, UNA PINTORA POCO VALORADA HOY EN DÍA

Esta vez voy de una Sofonisba a otra. La verdad es que parece un poco extraño que a una mujer del siglo XVI le pongan un nombre de otra de la Antigüedad. De todas formas, el mundo está lleno de casualidades.
Lo cierto es que no he encontrado una explicación clara sobre el origen de su nombre. Hay unos autores que dicen que su padre le llamó así a ella y Asdrúbal a su hermano menor, para homenajear a los antiguos cartagineses, que, casi pusieron de rodillas a la poderosa Roma.
En aquella época, había una gran rivalidad entre las diferentes zonas de lo que hoy es Italia y veían a Roma como un Estado extranjero.

Otros se atreven a decir que su familia afirmaba estar emparentada con estos antiguos cartagineses.
Parece ser que su padre, Amilcare, era hijo natural de un rico comerciante de Cremona, el cual lo reconoció cuando él ya tenía 18 años.
Como su padre fue ennoblecido por el rey, Amilcare, se casó con una joven de la nobleza cremonesa, llamada Bianca Ponzone.
El matrimonio tuvo 6 hijas y un hijo, en sólo 5 años. Sin embargo, la madre murió joven, probablemente de una infección, que era la forma más común de morir tras un parto, en aquella época.
Sofonisba, que era la mayor de los 7 hermanos, nació en Cremona en 1532 y tuvo la suerte de tener un padre que les dio a todos sus hijos una educación esmerada y les dejó realizar su vocación, algo extraño para su época y más si se trataba de una mujer.
Aparte de ella, 4 de sus hermanas también se dedicaron a la pintura, aunque no con el mismo éxito, ni con la misma calidad, y la otra fue una erudita dedicada al estudio del Latín. Se dice que su hermana Lucía era la que mejor pintaba, pero murió muy joven.
Como su padre tenía una serie de cargos municipales, donde llevaba la administración del mantenimiento de algunos monumentos de la zona, conocía a algunos artistas del momento.
Con sólo 14 años, su padre las envió a su hermana Elena y a ella a estudiar con el pintor local Bernardino Campi, con el que estuvo iniciándose en la pintura, hasta que éste se mudó a otra ciudad.
Luego, siguió sus estudios con otro pintor local, Bernardino Gatti, con el que estuvo durante 3 años más. A esa época corresponde su obra “La partida de ajedrez”, donde retrata a sus hermanas. Esta vez no la acompañó su hermana Elena, pues ingresó en un convento.
En 1554 viaja a Roma, donde logra conocer al gran Miguel Ángel, por mediación de otros artistas que admiraban el estilo de nuestro personaje.
Dicen que el gran maestro, que era ya muy anciano, no estaba muy convencido de su talento, hasta que le encargó dibujar un niño riendo y otro llorando. Ella ejecutó toda una obra maestra, en la que se podía ver a un niño llorando, tras haber sido mordido por un cangrejo,  y él quedó convencido de sus grandes dotes como pintora.
Se conservan algunas cartas enviadas por su padre a Miguel Ángel, donde le agradecía que hubiera acogido como alumna a su hija. Sería para ella algo así como un sueño hecho realidad. Sobre todo, si tenemos en cuenta los prejuicios que había en esa época contra las mujeres.
De hecho, como, cuando empezó, se veía mal que una mujer cobrara por sus obras, solía recibir una serie de regalos que ajustaban antes de empezar a trabajar.
Durante 2 años aprendió junto al gran genio, el cual le enseñaba bosquejos de su cuaderno de notas, para que ella los dibujara y así, mientras él la corregía, fue llegando a su estilo personal.
Incluso, el famoso artista e historiador, Giorgio Vassari, autor del conocido libro “Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos” (1550) escribe grandes elogios sobre las obras de esta pintora.
A pesar de su elevada condición social, no pudo ejercitarse en algunos aspectos de su arte, porque no la dejaron estudiar la anatomía de los cuerpos desnudos.
Sofonisba, poco a poco, se fue especializando en la ejecución de retratos individuales o de un grupo, pero realizados desde unas poses informales.
En 1559 trabajó en Milán para el gran Duque de Alba, el cual la recomendó nada menos que al poderoso rey Felipe II de España.
Seguramente, como el oficio de pintor no estaba muy bien visto en la Corte de entonces, fue llamada por el rey para que fuera dama de honor de su nueva esposa, Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia.
Ya en la Corte de Madrid, se dedicó a dar clases de pintura, tanto a la reina, con la que hizo una gran amistad, a pesar de ser 14 años mayor que la soberana, como a las infantas y a otros personajes de la nobleza. Con ello ganó buena fama y se permitió trabajar con otros pintores de la Corte, como Sánchez Coello o Antonio Moro.
Realizó bastantes obras, pero, dado  que no acostumbraba a firmarlas, todavía hoy en día se duda de muchas de ellas y cada vez se le atribuyen más, que antes se pensaba que eran de otros autores, posiblemente por estar influidos por esta pintora.
Como no cobraba por sus cuadros, pues su cargo era el de dama de honor, pues tampoco se conservan documentos escritos donde se pudiera apreciar que se los encargasen.
Precisamente, un retrato muy conocido que, hasta hace poco, se le había atribuido desde siempre a Sánchez Coello, se ha demostrado que era de ella.
Su fama creció en 1561, cuando el Papa le encargó un retrato de la reina, el cual fue utilizado, posteriormente, como modelo por otros pintores, como Pantoja de la Cruz o hasta el mismísimo Rubens.
En 1567 realizó un retrato del desgraciado príncipe Carlos, hijo de Felipe II, el cual fue copiado varias veces, tras el fallecimiento de éste.
Tras la prematura muerte de la reina, Sofonisba, se quedó en la Corte, por expreso deseo del rey, encargándose de la educación de las infantas. Parece ser que, como tenía una gran amistad con la difunta, su muerte la afectó mucho y cayó en una depresión.
Poco después, en 1573, el rey intervino para que se casara con un noble al que unos llaman Fabrizio y otro Francesc de Moncada, hermano del virrey de Sicilia, dotando a la esposa de una importante dote.
La pareja se mudó a la isla y allí estuvieron viviendo unos años, hasta que, en 1579, su marido navegó hacia España para reclamar la dote de su esposa, que aún no se le había abonado. Durante el viaje, su barco fue atacado por unos piratas argelinos, los cuales, tras una dura lucha, consiguieron que cayera al agua y se ahogara.
Tras quedar viuda, volvió a su Cremona natal, hasta el año siguiente, en el cual se casó con el  marino genovés Orazio Armellino o Lomellino, que era mucho más joven que ella,  y se trasladaron a Génova, donde vivirían 35 años.
Parece ser que la boda no fue bien vista por algunos, ya que ella era noble y él no. Se conserva una carta de Francesco de Médicis, donde la advierte al respecto.
La pareja vivió en una espaciosa casa, donde pudo pintar muy cómodamente y no tuvo ningún problema financiero, gracias a la fortuna de su marido, más la pensión que el pagaba Felipe II. Allí recibía con frecuencia a otros colegas y hablaban sobre su oficio.
También recibió otras visitas, como las de la infanta Isabel Clara Eugenia, que había sido alumna suya, junto con su marido el archiduque Alberto de Austria, que iban de camino a Flandes, para tomar posesión de su puesto como gobernadora de ese territorio.
En 1615, ya con 83 años, se trasladó con su marido a Sicilia para fijar su residencia definitiva  en Palermo
Incluso, en 1623, la visitó el que luego sería un famoso pintor, Van Dyck. Él mismo confesó en sus memorias que, aunque ella tenía ya muchos problemas en la vista, le enseñó muchas cosas de su arte e, increíblemente, su mano no temblaba nada. No olvidemos que ya tenía 91 años, algo muy excepcional para su época.
Esta mujer que solía decir “La vida está llena de sorpresas; intento capturar estos preciosos momentos con los ojos bien abiertos”, murió en Palermo, el 16/11/1625, a la avanzada edad de 93 años.
Su segundo marido, como era mucho más joven que ella, pudo celebrar el centenario del nacimiento de la pintora y puso una lápida, donde elogiaba su figura.
Actualmente, se le atribuyen, con seguridad,  unas 50 obras, aunque se sospecha que pintó algunas más, sin embargo, por error, se les han atribuido a otros pintores. También pintó varios autorretratos en diferentes etapas de su vida.
Varias de sus obras han sido copiadas en infinidad de ocasiones, incluso, por autores que luego se harían muy famosos.
En el ámbito feminista fue toda una precursora, pues, tras ella, llegaron otras muchas mujeres que se pudieron dedicar libremente a la pintura.
No hay que olvidar que el ambiente de aquella época, a pesar de ser el período del Renacimiento, no era muy propicio para las mujeres. El mismo Bocaccio argumentaba que “El arte es ajeno al espíritu de las mujeres, pues esas cosas sólo pueden realizarse con mucho talento, cualidad casi siempre rara en ellas”.
Menos mal que su padre nunca tuvo esos prejuicios y supo educar a sus hijos para que se dedicaran a lo que quisieran hacer en la vida. Eso hizo que ahora podamos contemplar las impresionantes obras de esta gran pintora.

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES


4 comentarios:

  1. Una historia muy interesante.
    Un saludo.

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    1. Lamenta comentario sobre la vida erótica de la pintora pata indagar sus deseos y perfeccionar su técnica a otras regiones del cuerpo, ya que las mujeres tenían prohibido pintar modelos sin ropas.

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  2. Muchas gracias. Espero seguir viéndote por aquí.

    Saludos.

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  3. Muy buena presentación de Sofonisba Anguissola. Aquí te dejo otra con un vídeo documental por si puede ser de utilidad. Enhorabuena! https://gabrielrosselloblog.wordpress.com/2017/04/01/mujeres-en-la-historia-sofonisba-anguissola-a-la-sombra-de-miguel-angel/

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