viernes, 28 de noviembre de 2014

REGINA GARCÍA, UNA MUJER QUE FUE VÍCTIMA DE LAS DOS ESPAÑAS

Esta vez traigo al blog la vida de una mujer de esas que nunca aparecen en los libros de Historia. Bueno, ésta,  por lo menos, aparecía de vez en cuando en la prensa de su época.
Su paso por este mundo se puede resumir en un afán continuo por superarse cada día más. Quizás, eso es lo que pretendemos todos, pero en su caso fue mucho más difícil que para los demás y ahora os contaré por qué.
Bueno, lo suyo es ir directamente a contar su historia. Regina García López nació en 1898 en una aldea o concejo, como las llaman allí,  perteneciente a Luarca (Asturias).
Celestino, su padre había construido un aserradero en su pueblo, con el que pensaba sacar adelante a su numerosa familia, compuesta por el matrimonio y 8 hijos.
Un domingo de agosto de 1907, cuando Regina tenía 9 años,  acudió con su padre al aserradero. No se sabe lo que ocurrió, lo cierto es que la maquinaria comenzó a funcionar y pilló el vestido de la niña, serrándole los dos brazos a la altura de los hombros. Se la operó durante horas, pero sin éxito.
Uno de esos indianos asturianos se interesó por su caso y pagó su educación en un colegio de Luarca.
También intentó adoptarla y llevársela a Argentina, pero sus padres se negaron. Así que, más tarde, trajo a un cirujano alemán, el cual intentó colocarle unos brazos artificiales, pero tampoco funcionaron.

Entre tanto, Regina, se fue preparando y logró adquirir una gran cultura. No obstante, seguía viendo que su vida no podría ser igual a las demás chicas de su pueblo.
Con 17 años intentó estudiar Magisterio, pero las familias ricas a las que pidió una ayuda, le recomendaron que se metiera en un asilo y se dedicara a rezar toda su vida.
Un día pasó un circo por su pueblo y ella se fijó en las habilidades de los monos para manejarse con los pies. Evidentemente, ella probó a hacer lo mismo y en poco tiempo lo consiguió.
A partir de entonces, decidió ser artista, cosa que no gustó mucho a su madre. Sin embargo, ella ya había conseguido escribir, coser hasta bordar con los pies.
En el verano de 1918 volvió su mecenas indiano y, maravillado por sus progresos, la llevó a debutar en el teatro Jovellanos de Gijón, nada menos que ante la infanta María Isabel de Borbón, más conocida popularmente como “la Chata”.
Desde entonces, se dedicó a representar su espectáculo por 42 países y hasta llegó a actuar ante el presidente USA Franklin D. Roosevelt, que también era un discapacitado físico.
Como anécdota, se puede citar que al presidente le gustó tanto su actuación que fue a hablar con ella. Cuando éste le alargó su mano derecha para estrechársela, ella, obviamente, le ofreció su pie. Espero que no se ofendiera por ello.
Durante una de sus actuaciones, concretamente, en Badajoz, conoció al que luego sería su marido, Juan Dámaso Cisneros, un admirador suyo. Se casaron en 1922 y tuvieron tres hijos.
Ella siguió actuando por todo el mundo, mientras su marido dejó de ser empleado de Correos y ejerció como representante suyo. Ella se presentaba en los lugares donde iba a actuar conduciendo un veloz coche con los pies y luego  fumándose un  cigarrillo, tras haber liado antes el papel del mismo.
Lo más notorio de su carácter es que siempre fue una librepensadora. En una ocasión, cuando se enteró de que el párroco de su pueblo quería cobrar una cantidad abusiva a una familia pobre, por realizar una misa funeral por el entierro de su hijo de un año, no se le ocurrió otra cosa que dedicarle una poesía satírica, la cual no gustó nada en el Obispado de Oviedo.
A partir de 1935, cuando ya había conseguido una pequeña fortuna, gracias a sus actuaciones, regresó a Luarca para dedicarse a labores de mecenazgo.
Buscaba niños y niñas con buenas actitudes para el estudio con el fin de que no se desaprovecharan sus conocimientos por vivir en pueblos pequeños.

Aparte de invertir parte de sus ahorros en esta idea, a la que llamó “Selección”,  también dio conferencias y actuaciones para recaudar fondos.
No obstante,  la Iglesia la seguía teniendo en su punto de mira, pues un periódico de la zona la acusó de querer “una enseñanza sin Dios”. Cosa que ella negó.
Es normal que lo hicieran, porque ella estaba atentando contra una de las mayores fuentes de ingresos de la Iglesia, que era la enseñanza. Aparte de ser una forma muy eficaz de adoctrinar a la gente desde su más temprana infancia para que no se metieran con el orden social establecido por las clases dirigentes.
Incluso, se desplazó a Madrid, donde estuvo actuando en el Teatro de la Zarzuela, desde el 13/06/1936 y allí le pilló el comienzo de la guerra civil.
Se movió mucho por el Madrid republicano e, incluso, hizo algunas gestiones para liberar algunos presos encerrados en las famosas checas.
En una de estas gestiones llegó a entrevistarse con Ángel Pedrero, uno de los responsables del Servicio de Inteligencia de la II República. Como le vio ese donde gentes y ese dominio de varias lenguas extranjeras, llegó a proponerle trabajar para ellos como espía en Francia, pero ella rechazó el trabajo.
No sé si sospecharían de ella por este motivo o por ser indiferente, cosa que nunca gustó a ninguno de los dos bandos.
 Lo cierto es que Pedrero ordenó su detención en abril de 1937 y, además, en régimen de aislamiento en la prisión de Ventas. Lo que fue aún peor para una persona tan sociable como ella.
Es posible que esto trajera como consecuencia que, aún durante la guerra, estuviera ingresada de manera temporal en varios manicomios. Pasó nada menos que 11 meses incomunicada.
Además, es muy llamativo que Pedrero hiciera esto con ella, sabiendo cuál era el fin de la recaudación de sus actuaciones, pues él, unos años antes, se dedicó, como maestro que era, a organizar escuelas nocturnas para obreros.
Por si a alguien le sirve de consuelo, Pedrero, junto con varios integrantes del SIM republicano, fue detenido por el entonces capitán Gutiérrez Mellado, cuando todos ellos esperaban un barco en el puerto de Alicante, para poder escapar de España.  Algún tiempo después, fue juzgado y fusilado.
Evidentemente, al acabar la guerra, Regina,  fue puesta en libertad de manera inmediata, pero, desgraciadamente, no por mucho tiempo.
Una tarde fue al cine a ver una película y, al final, era costumbre, por entonces, tocar el himno nacional y ponerse todos los espectadores en pie y brazo en alto, haciendo el saludo fascista.
Un joven falangista  se acercó a ella y le exigió que levantara el brazo, como hacían todos los demás, porque “esta era la España de Franco”.
Ella, que nunca se cortó ni un pelo, le dijo: “yo no levanto el brazo ni aunque me lo pida el mismísimo Franco”, lo cual, supongo, arrancaría alguna carcajada.
Eso no creo que le hiciera ninguna gracia a este tipo y se la llevó detenida. Luego, les explicó que no tenía brazos y que acababa de salir de la cárcel republicana. Así que, tras comprobarlo,  la pusieron en libertad.
Este incidente atrajo la atención de los servicios de seguridad franquistas y un día le propusieron que trabajara para ellos, denunciando a todos los que conociera. Como ella se negó, volvió a ser encerrada en la cárcel de Ventas.
Esta vez, las condiciones de su encierro fueron bastante peores, pues la prisión se hallaba a rebosar de detenidas y había un continuo miedo a las sacas para llevarse a las reclusas al paredón, para su ejecución. Con estas condiciones, es normal que su estado mental empeorase.
Por lo que he leído sobre su juicio, me ha parecido un poco extraño. Por lo que se ve duró varias horas, cuando lo acostumbrado en esa época era despachar a estos pobres presos,  cuanto antes al paredón, sin piedad alguna.
Parece ser que hubo declaraciones de todo tipo, como la de la Policía Militar, que indicó que era afecta al nuevo régimen. Sin embargo, la Guardia Civil de su pueblo la calificó como “propagandista del comunismo y muy peligrosa para la causa”. Ya sabemos que nadie es profeta en su tierra, aunque hubiera ayudado, con su “Selección”, a los niños de 110 colegios de la zona.
El fiscal, como casi siempre, pidió para ella la pena de muerte o la reclusión perpetua. Menos mal que el informe psiquiátrico la diagnosticó como “parafrenia sistemática”. Así que el juez la absolvió de los cargos que se le imputaban, pero ordenó su ingreso en un manicomio, quedando a disposición del juzgado militar.
Ya no pudo superar esa situación y murió al poco tiempo, en mayo de 1942, con sólo 44 años, a causa de un tifus exantemático, contagiado a través de los piojos, durante su estancia en la cárcel, debido al hacinamiento que había en esa época y a las malas condiciones sanitarias de estos centros.
Esta vez no se ve muy claro el motivo por el que el franquismo se empeñó en quitarse del medio a nuestro personaje. Yo pienso que ella fue una persona adelantada a su tiempo y partidaria de la justicia social. Por tanto, una persona con una mentalidad muy crítica, que no gustaría nada a los jerarcas del nuevo régimen y con el tiempo tendría que haberse exiliado de España.
Por supuesto, supongo que, debido a su carácter, si hubieran ganado la guerra los republicanos, le hubiera ocurrido una cosa parecida, porque en ninguno de los bandos tuvieron cabida los críticos al régimen.

Alguien me dijo una vez que en la guerra civil había muerto la mejor gente de España y creo que tenía toda la razón.

4 comentarios:

  1. Me ha dado una tristeza enorme leer tu artículo, Aliado. No puede ser más cruel esa mala costumbre que se tiene de tildar de desequilibrado mental al que no encaja en ningún sitio.

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  2. Yo creo que su abogado consiguió que la acusaran de ser una perturbada mental, para que no fuera al paredón, como muchos miles de españoles de entonces.

    Seguro que la Iglesia ya le habría echado el ojo y tendría especial interés por quitársela del medio.

    Saludos.

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  3. Una mujer muy interesante y luchadora. Respecto a lo que dices de que en la guerra civil murió lo mejor de España supongo que también moriría alguien de lo peor. Eso sí, lo mejor para unos ya se sabe que es lo peor para otros.

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  4. Bueno, pero yo no me refiero a eso. En un concepto más amplio, quería decir que en la Guerra Civil pereció lo mejor de la juventud, pero también mucha gente muy válida.

    Aparte de eso, otra mucha gente que no pereció y que tuvo posibilidades de exiliarse, también se notó en España, pues muchos intelectuales de segunda fila acapararon los puestos de los que verdaderamente valían e hicieron retroceder varios decenios el nivel intelectual del país.

    Por no hablar de las purgas que hicieron muy gustosamente los ministros de Educación en la primera etapa franquista.

    Muchos de esos profesionales tuvieron que dedicarse a otras actividades, muy por debajo de su formación, por estar fichados por el régimen y no encontrar trabajo por ninguna parte.

    Yo creo que en la Guerra Civil, casi se puede decir que a lo que menos se dedicaron los dos bandos fue a matarse en el frente, porque hubo muchos meses, en la misma, que murió más gente en la retaguardia, debido a los fusilamientos, que en el frente.

    Saludos.

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