Hoy en día que las comunicaciones
y, sobre todo el transporte por vía aérea, han avanzado tanto, es posible que
no demos importancia a las gestas de los primeros aviadores que surcaron los
cielos. Gentes que realizaron sus hazañas a base de echarle mucho valor y con
una fe ciega en las posibilidades del aparato que pilotaban.
Entre las grandes travesías que
realizó la Aviación Española en esos años, me gustaría mencionar el Plus Ultra,
que voló entre Palos de la Frontera (Huelva) y Buenos Aires (Argentina), unos
10.200 km. en unas 60 horas. La de la Escuadrilla Elcano, que voló del 5 al 13
de mayo de 1926, entre Madrid y Manila (Filipinas), unos 17.000 km. en 106
horas y 15 minutos. La Patrulla Atlántida, con un vuelo entre Melilla y Santa
Isabel (Guinea Ecuatorial), unos 6.830 km. en menos de 54 horas, entre los días
10 y 25 de diciembre del mismo año. El Jesús del Gran Poder, que voló d
esde
Sevilla a La Habana (Cuba), unos 22.000 km. (viajando a través de Brasil,
Chile, México y Cuba), en menos de 126 horas, entre el 24 de marzo y el 17 de
mayo de 1929.
Esta vez, dos pilotos se habían
propuesto llegar en un aparato llamado “Cuatro Vientos” desde Madrid hasta
México D.F., con escala en La Habana
(Cuba). Los nombres de estos pilotos eran el capitán Mariano Barberán Tros de
Ilarduya y el teniente Joaquín Collar Sierra.
El primero de ellos había nacido
en Guadalajara (España) en 1895 e ingresó en la Academia de Ingenieros, que
entonces existía en su ciudad, de la que salió como teniente en 1917, siguiendo
la tradición familiar, pues su padre era profesor en la citada academia.
Fue destinado a Melilla, donde
estuvo construyendo algunas carreteras. Como siempre fue un apasionado de la
aviación, su mayor ambición era ser piloto. El problema es que, al tener
bastantes problemas en la vista, pues lo tenía complicado.
Aún así, consiguió ser aceptado
como observador en aeroplanos y estuvo en una operación donde se intentó
rescatar con otro avión a dos pilotos españoles en manos de los rifeños. No
tuvieron mucha suerte, pero tampoco fueron capturados por los moros.
En 1923, por fin, consiguió
obtener su anhelado título de piloto. Aparte de ello, estudió Topografía e hizo
diversos experimentos con aparatos eléctricos, para intentar mejorar la
navegación aérea. Soñaba con hacer una
de esas travesías que ya habían realizado sus compañeros: “se arriesga la vida
volando, pero al menos se hace por algo grande”.
En 1924 resultó gravemente herido
al intentar abastecer por vía aérea una posición sitiada por el enemigo. No
obstante, se ofreció, más adelante, como observador para participar en otras
misiones, ya en su estado no podía pilotar un avión.
Más adelante, fue nombrado jefe
de la primera escuadrilla de aviones Breguet XIX, el más moderno en ese
momento.
Incluso, llegó a hacerle el
proyecto de vuelo a Ramón Franco para su viaje con el Plus Ultra y mejoró los
mandos del avión, para que se pilotara de una forma más cómoda.
Parece ser que hubo un
enfrentamiento entre él y el capitán Arias Salgado, que era el jefe de la otra
escuadrilla de Breguet XIX. Hubo algo más que palabras y de ahí se llegó a las
bofetadas y a un posible duelo, que fue parado por sus superiores. No obstante,
como Barberán, a pesar de ser muy apreciado por sus compañeros, tenía fama de
ser muy testarudo, pues no le gustó la forma en que el Mando arregló esa
disputa y pidió la baja en el servicio, en 1925.
Incluso, renunció a ir con Ramón Franco en su
vuelo con el Plus Ultra, a pesar de que habían contado con él desde el
principio.
En 1927 fue readmitido, pasando a
ser profesor de la escuela de observadores aéreos y director de la misma entre
1928 y 1931. Ese mismo año es destinado al servicio de Instrucción en Cuatro
Vientos (Madrid).
Allí consiguió que una de sus
grandes ambiciones se hiciera realidad; una travesía aérea hacia América.
Ahora toca presentar al otro
protagonista de este famoso vuelo. Se trata del teniente Joaquín Collar Sierra.
Nació en Figueras (Gerona), en 1906, en el seno de una familia de militares y
también se decidió por la Caballería, como su padre. Saliendo de la academia
como alférez en 1924 y ascendiendo a teniente en 1926. Estuvo destinado en
Larache, donde ya fue condecorado por unas operaciones bélicas.
En 1927 consiguió ser admitido
para el curso de aviación, obteniendo el título de observador aéreo en ese
mismo año y el de piloto en 1929.
Como participó, en 1930, en la
Sublevación de Cuatro Vientos a favor de
la República, fue procesado y expulsado del ejército en 1931.
Estuvo exiliado en Francia y
Portugal, pero volvió a España tras proclamarse la II República, siendo
readmitido en su anterior destino.
Como era uno de los mejores
pilotos del momento, además de haber sido profesor de la Escuela de Caza de
Alcalá de Henares, se le dio la oportunidad de volar en esta empresa.
Parece ser que los militares
siempre apoyaron estos vuelos transoceánicos para intentar levantar la moral
del Ejército, pues los ánimos estaban muy decaídos a causa de cómo iban las
cosas en la guerra de África. Evidentemente, en los años 30 ya no había guerra
en África, pero el país quería demostrar que ya no estaba tan atrasado
tecnológicamente.
En octubre de 1932, había
terminado sus cálculos para realizar su viaje y, junto al teniente Collar,
fueron a ver al general Soriano para presentarle el proyecto. A éste le gustó
la idea y la envió al Alto Mando, que la envió al Gobierno, el cual aprobó el
plan y se hizo cargo de todos los gastos.
Los fines declarados del vuelo,
aparte de estrechar relaciones con los países de Hispanoamérica, eran buscar
una nueva ruta aérea para volar hacia allí (la cual se usa todavía hoy en día)
y mostrar la capacidad de la industria aeronáutica española.
Se estudiaron varias rutas y,
según los meteorólogos, la más favorable era Sevilla-Madeira-Puerto Rico-Santo
Domingo y Cuba. En total, algo más de 8.000 km.
Para el vuelo se construyó una aeronave
al efecto. La fabricó CASA y se trata de un avión Breguet Supe4r Gran Raid, con
los depósitos modificados para que pudiera tener autonomía suficiente. El motor
era un Hispano-Suiza 12Nb construido en Barcelona. Al final, lo pintaron de blanco con unas
franjas rojas, para que llamara más la atención.
El 09/06/1933 el aparato despegó
de Madrid, rumbo a la base de Tablada, en Sevilla, adonde llegó ese mismo día
por la tarde.
Al día siguiente, los dos pilotos
se despidieron de sus compañeros y despegaron de esa base a las 04.40 horas.
Como en aquella época no existían
tantos instrumentos como ahora, tuvieron que comparar continuamente su posición
y rumbo ayudándose del Sol y de las estrellas.
A las 14.05 ya sobrevolaron
Guantánamo, en Cuba, y a las 15.39 aterrizaron en una base en Camagüey, donde
les recibieron unos miembros de las fuerzas aéreas de Cuba. No pudieron
aterrizar en La Habana a causa del mal tiempo. No obstante, tanto en Cuba como
en España celebraron la llegada de los pilotos a la isla.
El día 12 los pilotos se pusieron
sus uniformes y despegaron de esa base rumbo a La Habana. En el aeródromo de
Columbia, de esa capital, les esperaban más de 10.000 personas para celebrar su
éxito y agasajarles.
Recibieron multitud de homenajes
en La Habana entre los días 12 y 18 de ese mes y se
tomaron el 19 para
descansar antes de continuar su vuelo hacia México. Además, les habían invitado
a seguir su vuelo hasta Chicago para unirse a la Feria Internacional que se iba
a celebrar allí.
El día 20 de madrugada,
comprobaron que todo estaba en orden y, a pesar de que estaba lloviendo,
despegaron a las 05.52 rumbo a México.
Tomaron rumbo hacia Villa Hermosa y
luego decidirían si iban a seguir la vía ferroviaria hasta México D.F.
En el aeropuerto de la capital se
presentaron miles de personas para recibirles, pero nunca aparecieron.
Los aviones que les estaban
esperando para darle escolta despegaron y los estuvieron buscando, pero
tuvieron que volver al cabo de unas horas a causa de una tormenta y sin
haberles visto.
A partir de entonces no se
escatimaron medios para buscarles, pero nadie encontró nada. Hasta el mismo
Ramón Franco fue enviado por el Gobierno de la II República y tampoco encontró
nada. Incluso, el mecánico Madariaga, que les estaba esperando a la llegada,
también investigó sin resultado alguno.
Al final, el Gobierno condecoró a
ambos con la Medalla Aérea y dispuso que sus nombres figuraran permanentemente
en el Escalafón de la Aviación Militar, a la cabeza de sus respectivos empleos
en ese momento.
Según los últimos estudios sobre
este asunto, parece ser que Barberán tenía planeado al llegar a Yucatán, seguir
la vía férrea hasta la capital. El problema es que nadie les había informado
que allí había dos vías y tomaron la incorrecta. Se metieron con su aparato en
una zona de intensas nieblas y, al no tener buena visibilidad, rozaron con
algunos árboles y tuvieron que realizar un aterrizaje de emergencia.
Luego, según los interrogatorios
a los vecinos de la zona, se cree que
uno de los pilotos resultó herido en la maniobra. Parece ser que algunos
vecinos se acercaron a ellos y en lugar de auxiliarles, les mataron para
robarles todo lo que tenían, pues se dieron cuenta que llevaban mucho dinero
encima.
Algunos de sus efectos personales
han ido apareciendo con el tiempo en poder de gente de esta zona. Incluso, a alguna
vecina del lugar se le vio durante una temporada alardeando de que tenía muchos
dólares en su poder, sin querer explicar cómo los había conseguido. No hará
falta decir que los pilotos llevaban una abundante cantidad de divisa para el
viaje.
Por lo que respecta al avión, lo
hicieron desparecer y no se ha vuelto a saber nada más de él.
Magnífica entrada, Aliado, y como bien dices, inesperado final (la verdad es que me ha dejado mal cuerpo). Me has hecho pensar; me pregunto qué tipo de hazaña tendría que hacerse ahora para subir la moral, no sólo al Ejército sino a toda la población.
ResponderEliminarPues la verdad es que no lo sé. Supongo que estaría bien que metieran en la cárcel a los que se han estado forrando todo este tiempo y que bajaran los impuestos, para que a la gente le cundiera más y así podrían consumir más, fabricar más y dar empleo a más gente.
ResponderEliminarLas travesías aéreas durante un tiempo, en los años 20, estuvieron de moda. La del Cuatro Vientos ya se hizo un poco tarde, porque en los años 30 ya estaba la aviación bastante modernizada. Seguramente, la hicieron para presentar un producto de la industria española a ver si lo podían vender en Sudamérica.
También porque, posible, quisieron estrechar las relaciones con estos países de habla hispana, ya que desde la guerra de Cuba, había aumentado demasiado la influencia de USA en todo ese continente.
Saludos y muchas gracias.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEspero que te haya gustado mi artículo.
EliminarMuchas gracias y saludos.