Hoy traigo al blog un personaje
casi desconocido para la mayoría de la gente. Se trata de un financiero alemán
del siglo XVIII llamado Joseph Süss Oppenheimer.
Nació
en el seno de una familia de negociantes judíos, aunque también se ha dicho que
podría ser un hijo natural de un mariscal alemán y de la hija de un rabino de
Frankfurt, que ya estaba casada con Isaac S. Oppenheimer, el cual era mucho
mayor que ella.
Joseph
pasó su juventud en Heidelberg, donde escandalizó a la comunidad judía por no
querer respetar sus normas.
Más
tarde, se fue a Viena para trabajar con su tío Samuel, un rico hombre de
negocios con una mentalidad más abierta y una gran cultura.
Se
cuenta que fue llamado urgentemente por el emperador Leopoldo, sólo 3 años
después de haber expulsado a los judíos de Viena, para salvar al imperio austriaco de la
invasión de los turcos.
Tras
hacer varios préstamos, con fuertes sumas de dinero, así empezó la tradición de
los judíos de la Corte, los cuales modernizaron el sistema financiero del
Imperio.
Joseph
no se quedó mucho tiempo en Viena, sino que fue recorriendo Alemania, donde
tuvo diferentes trabajos. En algunos tuvo que recurrir a su parentesco con su
tío.
Llegó
a conocer y entablar amistad con la rica familia Thurn und Taxis, los cuales
disfrutaban de un monopolio postal sobre Ratisbona y una gran parte de
Alemania.
Parece
ser que acumuló riquezas a base de conseguir monopolios sobre la emisión de
dinero y la venta de éste. Eso lo hizo en varias ocasiones y se hizo con una
fortuna considerable.
También
ganó mucho dinero a base de prestar grandes cantidades a los príncipes o de
conseguir monopolios sobre la recaudación de impuestos.
En
el verano de 1732 hizo amistad con el príncipe Karl Alexander, casado con María
Augusta, princesa de Thurn und Taxis.
El
príncipe se encontraba sin tierras y viviendo plenamente a crédito, pues estaba
claro que iba a suceder al duque de Würtemberg, el cual ya estaba viejo y
enfermo.
Efectivamente,
como estaba previsto, al morir el duque, el príncipe pasó a gobernar Baden-Würtemberg
y Joseph se convirtió en su consejero para las finanzas.
Lamentablemente,
las finanzas de este Estado estaban en muy mala situación, pues los encargados
de las mismas lo habían hecho muy mal, a pesar de haberse enriquecido considerablemente.
Así,
Joseph no tuvo más remedio que “ponerse las pilas” y solucionar esos problemas
a base de fuertes subidas de impuestos, aparte de enrolar las tropas que le han
prometido al emperador y reforzar el poder ducal.
Siguiendo
su sistema habitual, instauró el monopolio ducal sobre la sal, el cuero, los
naipes, el tabaco, los licores, las ventas de cargos públicos. Así aumentaron
los fondos del duque y la confianza que tenía depositada en su consejero.
Aparte
de ello, Joseph, fundó un Banco y una fábrica de porcelana y se enriqueció
mucho con ambos negocios.
No
olvida a los judíos y les consigue los contratos de suministros para el
Ejército ducal.
Su
enriquecimiento y su tren de vida le llevan a granjearse muchas enemistades en
el ducado. De hecho, su vivienda fue asaltada en 1735.
También
se le acusa de tener muchos intereses en las casas de juego existentes en el
ducado.
Los
nobles intentan desacreditarlo delante del duque con acusaciones que unas veces
son ciertas y otras no.
De
todas formas, el duque lo necesita más que nunca para resolver sus problemas
financieros y así le permite montar un sistema de espionaje en el ducado.
El
duque preparaba un plan contra el Parlamento y los nobles para quitarles sus
privilegios y convertir a la mayoría de los habitantes del ducado en católicos.
Parece ser que a Joseph le daba igual, pero apoyó a su jefe en esta decisión.
El
problema surgió cuando el duque falleció de repente, víctima de una embolia
pulmonar y se nombró un Consejo de Regencia. Como éstos descubrieron lo que se
estaba tramando hicieron arrestar a todos los colaboradores del duque.
En
1737 comenzó el proceso contra Joseph con una larga lista de cargos a cual más
inverosímil. Incluso, se le acusó de utilizar la magia negra para cambiar la
voluntad del difunto duque.
Ese
mismo mes fue condenado a muerte, sin embargo, sus colaboradores cristianos no
fueron molestados.
Hay
que aclarar que una de las actividades de los judíos de la Corte era realizar
préstamos con grandes intereses, los cuales estaban expresamente prohibidos por
la Iglesia a los católicos. No obstante, estos judíos no tenían permitido
establecer relaciones con mujeres cristianas.
Aunque
él prácticamente se puede decir que sólo había cumplido la voluntad del difunto
duque, tras varias sesiones de tortura, se confesó culpable de todo lo
imaginable.
Cuando
se le dio la posibilidad de convertirse al Cristianismo, contestó que había decidido
morir como judío, pues era simplemente una víctima de una injusticia.
Para
mayor escarnio, fue llevado al lugar de la ejecución metido dentro de una jaula
de hierro y colgada en el sitio más alto de Stuttgart.
Ya
en aquella época hubo muchas discusiones sobre este caso y se difundieron
muchos panfletos contra los judíos y su posibilidad
de enriquecerse por estar al servicio de los príncipes.
Este
tema ha sido objeto de numerosas obras literarias a favor y en contra de nuestro
personaje. También se hicieron obras de teatro y algunas de las obras
publicadas fueron quemadas por los nazis en 1933.
En
los años 30, además, se hicieron películas sobre este tema, aunque con una
visión actualizada, haciendo que ocurriera en la Alemania de Hitler.
Para
contrarrestar esta mala propaganda, los nazis filmaron otra película en 1940 de
carácter claramente antisemita, la cual estuvo prohibida durante unos años de
la posguerra
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