A lo mejor al leer este título la
gente puede pensar en algún rey español, como Isabel II, que nunca fue muy
adecuada para su cargo. Quizás, Fernando VII, con el cual Napoleón hizo lo que
quiso o su padre, Carlos IV, que todavía era más bobo.
Pues
no. Esta vez voy a referirme a un rey que todo el mundo lo tuvo, en su momento,
como muy inteligente.
Luis
XIV de Francia se casó en 1660 con la infanta española María Teresa de Austria.
Parece ser que para ella fue un amor a primer avista, pero él no pensó lo mismo
e hizo a sus amigos unos comentarios no muy elogiosos sobre su prometida.
De
todas formas, como una de sus máximas era cumplir la razón de Estado, se limitó
a cumplir el pacto que había firmado con España, donde se incluía esa boda.
El
matrimonio fue efectivo durante sus primeros meses, pero, como la Corte
francesa estaba llena de bellezas femeninas y el rey era muy mujeriego, la
reina ya no pudo retener a su marido. Esto le provocó una fuerte depresión.
El
rey tenía un primo que era almirante. Este, al regresar de uno de sus viajes,
se presentó en la Corte acompañado por un joven esclavo pigmeo. El marino, al
percatarse del mal humoir de la reina, le regaló el esclavo para que le hiciera
compañía.
Fue
bautizado con el nombre de Nabo y pronto dio muestras de su ingenio con el que
podía entretener al círculo de la reina.
Así
se creó una nueva moda y toda la nobleza francesa compitió por tener un esclavo
negro de ese tipo en sus mansiones. Incluso, muchos de ellos aparecen hoy en
día en las pinturas, retratados junto a sus amos.
En
noviembre de 1664, la reina se hallaba embarazada y a punto de dar a luz a su
tercer hijo. El día 16 de ese mes, tuvo lugar el parto, el cual fue muy difícil
y a punto estuvo de costarle la vida a la reina. Le resultado fue una hermosa
niña negra. Lógicamente, los médicos y cuantos la asistieron en el parto
quedaron asombrados.
Los
médicos no sabían qué explicación dar y se inventaron algunas verdaderamente
muy trabajadas, pero ninguna coló.
Nadie
decía nada, pero a todos se les ocurrió relacionarla con el famoso Nabo, el
cual, según decían, había fallecido hacía pocos meses.
La
versión oficial dijo que la niña había nacido con muy mala salud y murió antes
de cumplir mes y medio, peo no había testigos directos de la muerte de la niña.
La
prima del rey, duquesa de Montpensier, nos contó en sus memorias:
“El hermano del rey me contó
lo difícil de la enfermedad de la reina, de cómo su primer capellán se había
desmayado de aflicción, y el príncipe y toda la gente junto con él se habían
reído de la cara que puso la reina cuando vio que la hija que había dado a luz,
se parecía a un pequeño moro que el señor de Beaufort había traído, que era muy
bonito y que siempre estaba con la reina; cuando se dieron cuenta de que su
hija se le podía parecer, se lo llevaron, pero ya era demasiado tarde, y le
dijeron que la niñita era horrible, que no viviría y que no se lo dijera a la
reina porque se moriría."
La
reina murió casi 20 años después de este episodio, en 1683. Doce años más
tarde, en 1695, una monja negra tomaba los hábitos en un convento benedictino,
en Moret.
Curiosamente, se dio cita allí toda
la Corte para escuchar la lectura de los votos de la nueva monja. Para más
datos, el mismo Luis XIV se dignó concederle una pensión vitalicia de 300
libras, aparte de que la Casa Real llevaba 10 años pagando sus estudios de
noviciado.
Era visitada muy a menudo por la
marquesa de Maintenon, la cual se dedicó durante bastante tiempo a los hijos
bastardos del rey.
También pasaron mucho por allí el
propio Delfín de Francia y sus hermanos, lo que hacía a todo el mundo
preguntarse quién podría ser esa monja.
Evidentemente, no podía ser hija de
los reyes, porque era de raza negra.
También se pensaba que podría haber
sido el fruto de alguna relación del rey con una mujer negra, porque al rey le
daba igual lo de la raza, se acostaba con todas.
De todas formas, tampoco podría ser
posible, porque tenían a bien registrar cuidadosamente todos los hijos frutos
de esas relaciones del rey, aparte de que en Francia había, en esa época, muy
pocas negras.
La teoría más probable, con la que
estuvo de acuerdo el propio Voltaire, es que esta niña fue el fruto de una
relación entre la reina y el esclavo.
Para más pruebas, podemos indicar
que el nombre de la monja era Luisa María Teresa y que falleció en 1732.
En fin, otro misterio más dentro del
reinado de Luis XIV. Recordemos que también hay una leyenda que dice que tenía
un hermano gemelo y que podría ser el prisionero de la Máscara de hierro. Eso
lo dejaremos para otra entrada.
Qué fuerte… Hubiera pensado que en la Corte del Rey Sol estaban de cachondeo al difundir esa historia de no ser porque, es conocida de todos la historia de que Carlos V, respondiendo a ruegos de su abuelo Fernando el Católico, se ocupó de hacerle compañía a su abuelastra, Germana de Foix. Vale, que eran de la misma raza, pero ¡era su abuelastra! Lo que siguió fue una hija en común de Carlos y Germana y que, como todas las mujeres de la época que no tenían donde encajar, fue a parar a un convento.
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