Nuestro personaje de hoy se
llamaba Salvador Vila Hernández y nació en Salamanca, en 1904.
Fue
el cuarto de los hijos de un abogado. Al terminar sus estudios secundarios,
ganó una importante beca que le sirvió para pagarse la carrera y hacer su
doctorado en el extranjero.
Entre
1920 y 1924 estudio a la vez Filosofía y Letras y Derecho en la
Universidad de Salamanca
Allí
fue donde conoció al famoso escritor Miguel de Unamuno, con el que hizo una
buena amistad, declarándose siempre discípulo de éste.
Desde
entonces se interesó por el arabismo, trasladándose, en 1924, a la Universidad
de Madrid para hacer su doctorado en esa especialidad.
A
partir de entonces tuvo algunos problemas con el Gobierno de turno. Durante la
Dictadura de Primo de Rivera, fue detenido en 1925 por repartir panfletos
contra éste.
Al
año siguiente, tras haber increpado, junto con otros estudiantes, a un miembro
del Tribunal que le quitó la cátedra de Griego a Unamuno, que estaba desterrado
en Fuerteventura y se la dio a un clérigo salmantino, fue desterrado a las
islas Chafarinas.
Allí
compartió la soledad con otros conocidos personajes de la época, como Jiménez
de Asúa, Francisco Cossío, etc.
No
obstante, no estuvieron más de 2 semanas, pues fueron devueltos a la Península
con motivo de la celebración del cumpleaños de Alfonso XIII.
En
1927 pudo leer su tesis doctoral, denominada “Capítulo del matrimonio del
formulario notarial de Abén Moguit”, la cual fue calificada como sobresaliente
y en 1928 obtuvo el premio extraordinario del grado de doctor, tras aprobar una
oposición.
Entre
1928-29 residió en Alemania para ampliar sus estudios en la Universidad de
Berlín. Allí conoció a su futura esposa, hija de un redactor-jefe de un periódico
judío y muy bien relacionado con el Gobierno alemán de entonces.
A
su vuelta, comenzó a trabajar como catedrático de Literatura española en el
Instituto de Baeza, igual que el insigne poeta Antonio Machado.
En
1930 obtuvo la plaza de profesor temporal en la Facultad de Letras de la
Universidad de Madrid.
En
1933 alcanzó su meta, al conseguir la cátedra de Cultura árabe e instituciones
musulmanas de la Universidad de Granada.
También,
ese mismo año, fue secretario del Tribunal que juzgó la tesis de Melchor
Martínez Antuña, otro gran especialista en la materia y que también fue,
desgraciadamente, fusilado en la Guerra Civil.
En
1934 fue profesor de la Escuela de estudios árabes, de Granada, dependiente de
esa Facultad, en cargado de la sección de Derecho e Instituciones Islámicas.
Al
final de 1935, tras la marcha del conocido arabista Emilio García Gómez a
Madrid, fue nombrado nuestro personaje para ocupar ese puesto de Director del
mencionado Centro.
En
1936 fue nombrado representante de su facultad en la Junta de Gobierno de la
citada Universidad.
El
22 de abril del mismo año fue nombrado rector interino, en sustitución de
Antonio Marín Ocete, que había dimitido y que, posteriormente, fue nombrado de
nuevo.
Parece
ser que esta dimisión vino provocada por un suceso en el cual unos estudiantes
falangistas atacaron a un catedrático republicano. Como el Rectorado no quiso
hacer nada, pues el Claustro le retiró su confianza y tuvieron que dimitir
tanto el rector como el vicerrector.
Tras
las algaradas estudiantiles de final de curso, tomaron la decisión de anular la
convocatoria de exámenes de junio, lo cual no sentó nada bien a los
estudiantes.
El
18/071936 le pilló de vacaciones, junto a su familia, en Salamanca. El 24 del
mismo mes fue destituido de su cargo de rector y nombrado de nuevo el anterior.
En
Salamanca tuvo algunas discusiones con Unamuno, porque éste, en un principio,
apoyó al bando nacional. Esto hizo que algunos intelectuales republicanos
renegaran del gran maestro, pero nuestro personaje siguió siendo su amigo.
Fue
detenido cuando estaba paseando junto a Unamuno y trasladado a Granada el 8 de
octubre. Es encarcelado allí, junto a su mujer. Ella fue liberada gracias a la
intercesión de Manuel de Falla y, además, fue obligada a bautizarse, pues era
judía.
Tras
unos meses esperando en la cárcel, fue llevado al famoso barranco de Víznar,
junto a otros 28 detenidos, el 22/10/1936, y fusilado, arrojando su cuerpo a
una fosa común.
Algunos
autores explican su asesinato con la presión sobre Unamuno, pues los dos eran
muy amigos.
Incluso,
se sabe que Unamuno pidió que no fuera fusilado, por ser uno de sus alumnos
predilectos, pero como sus relaciones con el nuevo régimen fueron de mal en
peor, el bando nacional no tuvo en cuenta su petición.
Además,
se puede ver que la fecha fue en días posteriores a los sucesos del Paraninfo
de la Universidad de Salamanca, 12 de octubre, provocados por una agria
discusión entre Unamuno y el general Millán Astray. Esto dio lugar al cese
fulminante, el 22/10, como rector de la Universidad de Salamanca.
El
régimen franquista quiso borrar su memoria y quitó su retrato de la sala de
rectores, no pudiéndose volver a colgar hasta la llegada de la Democracia.
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