lunes, 10 de septiembre de 2012

EPISODIOS OLVIDADOS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1)


Me gustaría abrir una serie de entradas sobre este tipo de episodios, porque creo que merecen ser conocidos por todos.


            Al hilo de la entrada anterior, acerca del comandante Bayo, me gustaría contar un acontecimiento de sucedió tras su retirada de la isla de Mallorca.


            Junto a estas tropas, habían desembarcado un grupo de enfermeras de la Cruz Roja Internacional. Tras la retirada republicana, quedaron en la isla muchos heridos y cinco de ellas se quedaron cuidándolos.


            Hay que aclarar que el barco Marqués de Comillas, donde embarcó el personal sanitario, llevaba a bordo unas 300 personas entre médicos, especialistas, expertos en transfusiones, practicantes, auxiliares, etc.


Por lo que se refiere a las enfermeras, había dos equipos. Uno estaba compuesto por las convocadas por el Colegio oficial y otro era el de las voluntarias de la Cruz Roja. En total, unas 100 personas.
 

En particular, nuestras enfermeras desembarcaron en Mallorca el 28/08/1936, aunque el desembarco de tropas había tenido lugar el 16 del mismo mes. Fueron destinadas a un hospital de campaña creado en unas casas abandonadas en una finca llamada Sa Torre Nova. Al día siguiente, las enviaron a un puesto más cercano al frente de combate en las proximidades de Son Carrió. Allí, a pesar de tener izada continuamente la bandera de la Cruz Roja, son diariamente bombardeadas por aviones nacionales.

 
El 04/09/1936 el Gobierno republicano dio la orden de retirada, la cual fue realizada de manera organizada, pero quedaron en la isla unos 200 soldados, junto con estas 5 enfermeras, que no recibieron esa orden, y los enfermos a su cargo.


            Al poco tiempo, las tropas nacionales tomaron esa zona y al frente de ellas estaba un fascista italiano, Arconovaldo Bonacorsi, llamado “el conde Rossi”. A este individuo no se le ocurrió cosa mejor que fusilar a estas chicas, a pesar de que pertenecían a una organización internacional y además dos de ellas tenían nacionalidad mejicana.


            No hay que olvidar que España había firmado hacía bastantes años el convenio de Ginebra sobre el trato a los prisioneros de guerra y no podía tratar  como beligerantes ni al personal de la Cruz Roja ni a los heridos a su cargo.


            No obstante, antes de su triste final, fueron violadas repetidas veces por sus captores en la Escuela Graduada, donde estuvieron encarceladas, y paseadas como un triunfo, por las calles de Manacor. Se dice que fueron también maltratadas por el personal médico que las custodiaba. Aunque llevaban uniformes de milicianas, en la foto se puede ver perfectamente que llevaban en la manga el emblema de la Cruz Roja.


            En lugar de respetarlas, se les paseó en un camión y, con las manos atadas, se las expuso ante la gente de la población de Sa Bassa (Manacor) para que las insultaran llamándolas continuamente prostitutas.
 

            Por supuesto, ningún miembro de la Iglesia protestó, salvo un fraile capuchino, el padre Atanasi de Palafrugell, que fue a pedir clemencia al citado Rossi, pero no le hizo ningún caso.


Su fusilamiento se realizó públicamente, a las 11 de la mañana del 05/09/1936 en el cementerio de Son Coletes y fueron enterradas en una fosa común.
 

Los datos de las chicas de nacionalidad mexicana son Daría y Mercé Buxadé i Adroher, de 22 y 18 años, respectivamente. Eran hijas de Joan Buxadé y de María Adroher.  Su padre era catalán y emigró muy joven a Cuba y luego a México, donde nacieron sus hijas. En 1920, la familia volvió a España, residiendo primero en Santa Coloma de Farnés y, posteriormente, a partir de 1926, en Barcelona. Allí el padre montó una confitería con cafetería, igual a las que había tenido en América. Las hijas se formaron en el colegio del Inmaculado Corazón de María de la Ciudad condal.
 

De las otras 3 fusiladas sabemos poco. Una de ellas se llamaba María García y otra, Teresa. De la última no sabemos nada, salvo que escribió una especie de diario, donde mostraba que las 5 se llevaban muy bien y que había trabajado en Telégrafos. Incluso, se sabe que alguna de ellas tocaba el piano a los enfermos.


            No hará falta decir que este elemento, ni era conde, ni se llamaba Rossi. Simplemente, era un abogado  italiano con espíritu aventurero, al cual Mussolini quiso quitarse de en medio.


            Aparte de ello, no hay que olvidar que Mussolini tenía puesta la vista en las Baleares y en más de una ocasión le sugirió a Franco que podría ser el pago de su ayuda en tropas y armamento. Así que el mencionado “conde”, desde que llegó con sus refuerzos, se convirtió en dueño y señor de la isla. Se paseaba por las calles bien a caballo o a bordo de un coche deportivo rojo.

 
            Tras la retirada de las fuerzas de Bayo comenzó una represión terrible que empezó por fusilar a todos los supervivientes de la expedición republicana, después fusilaron a todos los obreros de izquierda que pillaron y hasta a un barbero mallorquín que les había atendido. Se calculan unas 2.000 víctimas a causa de estos hechos.


            Parece ser que Rossi creó una unidad llamada los Dragones de la muerte, compuesta por 52 estudiantes falangistas, la mayoría entre los 18 y los 20 años, a los que les “lavó el cerebro” y les peló al cero. Les impuso una especie de objetivos sobre fusilamientos diarios.


Esta situación duró unos 6 meses, hasta que Franco se cansó de él y, temiendo que aumentara la influencia italiana en las islas, le pidió a Mussolini que lo relevara del puesto.
 

Los italianos dicen que lo repatriaron a causa de las presiones efectuadas por los británicos al conde Ciano, al objeto de no permitir a los italianos que crearan un protectorado en las islas.
 

Volvió a Italia, pero luego  retornó a España para combatir dentro de las fuerzas italianas en la conquista de Málaga y, posteriormente, de Cataluña.


Posteriormente, participó en la II Guerra Mundial, en la zona de Somalia y acabó la guerra cayendo prisionero de los británicos, los cuales, más adelante, le pusieron en libertad.


Tras la guerra, defendió a algunos criminales de guerra. Fue elegido diputado por un partido neo-fascista y murió en el 62 a causa de una infección tras una operación de urgencia.


Durante la guerra, la importancia de las Baleares aumentó, pues fue una de las bases principales de los nacionales y, desde allí, podían bombardear sin peligro todo el Levante peninsular, aparte de tener controlado el tráfico de mercantes hacia esa costa. De hecho, actualmente, se está intentando vaciar de carga un petrolero hundido frente a Castellón, en esa época, por un submarino italiano.
 

En fin, como dijo Bayo en sus memorias: “perdimos las Baleares y perdimos la guerra”.

 

           

           

 

 

2 comentarios:

  1. He llegado de rebote desde la página «guerraenmadrid.blogspot.com».
    Me parecen escalofriantes todas estas historias (como la de las enfermeras mártires de Somiedo). Aún puedo entender la violencia en un frente de guerra y los muertos como consecuencia directa, pero JAMÁS podré entender el sadismo en estos casos.
    Cada día que pasa me siento menos identificado con el género humano y me avergüenza pertenecer a una especie que es capaz de cometer tanta barbaridad.
    Como decía Hitler: «Cuanto más conozco a los hombres, más amo a mi perro.» Es triste tener que citar a un loco, pero, al menos en este caso, tenía razón.

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    1. El problema de las guerras civiles es que son la culminación de unos odios que llevan mucho tiempo dándose dentro de una sociedad.
      En el caso de la Guerra Civil española, me da la impresión de que fue la continuación de la lucha entre diferentes fuerzas políticas, pero esta vez usando los medios propios de un Estado.
      Supongo que los italianos vinieron a hacer lo mismo que hacían en sus colonias africanas. O sea, asesinar a la gente de los pueblos sometidos para amedrentrar a los demás.
      Es muy duro decirlo, pero fue así.
      Muchas gracias por su comentario y saludos.

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