Recuerdo que, ya en 2011, cuando
empecé a escribir este blog, dediqué mi primer artículo a la aparición del
libro electrónico. Algo que me pareció muy positivo, porque podía terminar o,
al menos, atenuar, las diferencias culturales entre los chicos de las grandes ciudades
y los de los pueblos, ya que podrían acceder a cualquier publicación desde su
PC o teléfono móvil. Incluso, podrían tener acceso a bibliotecas de otros
países.
Aunque parezca mentira, no hay
muchos datos sobre este personaje. Ni siquiera comenzó llamándose Johannes
Gutenberg. Tampoco tenemos ningún retrato de él. Todos los que hay son
inventados.
Tampoco está muy claro que
naciera en 1400. Eso lo acordó la Sociedad Gutenberg para celebrar su quinto
centenario en 1900.
Supongo que le pusieron de nombre
Johannes, o sea, Juan, porque, según dicen, nació un 24 de junio, día de San Juan.
Ya sabemos que antes era costumbre bautizar a los niños con el nombre del
santo, que se celebraba el día de su nacimiento. Vemos que tuvo mucha suerte,
porque a otros les tocaron otros nombres mucho más feos.
Gutenberg perteneció a una de las
familias más distinguidas de Maguncia (en alemán, Mainz). Una ciudad situada al
oeste de Alemania, a unos 200 km de la frontera con Luxemburgo.
Friele casó en segundas nupcias
con Else Wirich zum Steinen Krame, hija de un comerciante más modesto, cuya
familia era originaria de Eltville. De ese matrimonio nació nuestro personaje,
que, en un principio, se llamó Johannes Gensfleisch zur Laden.
Entre 1411 y 1413 la familia tuvo
que huir de Maguncia a causa de una sublevación de los miembros de los gremios
y se exiliaron en una finca de su madre en Eltville am Rhein.
En 1419 murió su padre y, como
suele ocurrir en muchas familias, hubo mucha discusión por la herencia entre él
y los otros dos hermanos.
Por lo visto, fue entonces cuando
se cambiaron el apellido por el de Gutenberg, que era el nombre del caserón en el
que vivían en Maguncia.
Parece ser que no le fue muy
bien, porque necesitó varios socios para ese negocio, que invirtieron fuertes
sumas en él. Sin embargo, debido a una epidemia de peste, esas peregrinaciones
se suspendieron durante 3 años y los inversores le demandaron para recuperar su
capital invertido en ese negocio.
Parece ser que en 1448 regresó a
Maguncia. Por lo visto, ya tenía planeado construir una imprenta de tipos
móviles, porque la de tipos fijos ya era conocida.
invirtieran en aquel invento. Por lo visto, los únicos que quisieron invertir en ello fueron su primo, Arnold Gelthus y el comerciante y banquero Johannes Fust, también nacido en Maguncia, el cual tenía la misma edad que Gutenberg.
Hacia 1450 ya empezó a utilizar,
con mucho éxito, su imprenta de tipos móviles. Empezó imprimiendo diccionarios,
gramáticas, calendarios, etc.
Sin embargo, su mayor éxito fue
cuando, en 1452, publicó la llamada Biblia de Gutenberg o B42, porque tiene 42
líneas en cada página. Esto fue posible gracias a un nuevo préstamo de Fust.
Hay quien dice que esta obra surgió
porque alguien hizo una apuesta con Gutenberg para ver si era capaz de imprimir
una Biblia con su nuevo invento.
Así que, supongo, que los monjes
de los conventos, que se ganaban la vida a base de copiar a mano textos
religiosos y laicos, seguro que se acordarían de toda su familia.
Las Biblias confeccionadas en esos monasterios eran unos productos de lujo, mientras que las que imprimía Gutenberg eran mucho más baratas y estaban al alcance de todos los bolsillos.
Gutenberg no se conformó con
imprimir 150 Biblias en papel, sino que hizo otras 30 en pergamino, copiando en
todas ellas el tipo de letra que solían utilizar los monjes de los conventos. No
obstante, algunas de esas Biblias llevaron incorporados dibujos realizados a
mano, al margen de las páginas. Fueron publicadas en dos volúmenes, correspondientes
al Antiguo y al Nuevo Testamento.
Nuestro personaje logró imprimir
todas esas Biblias en un plazo de 2 años. Ese solía ser el tiempo que
necesitaban los monjes para copiar un solo libro a mano.
Desgraciadamente, hoy en día,
sólo se conservan 49 de aquellas Biblias. Incluso, algunas de ellas sólo tienen
un volumen y en otras sólo hay fragmentos.
En 1455 empezaron las discusiones entre Gutenberg y Fust. Supongo que este último, que era un avispado comerciante, supo ver que allí había un buen negocio. Así que demandó a Gutenberg, alegando que el dinero que le había prestado para imprimir las Biblias lo había utilizado para otras cosas.
Desgraciadamente, Gutenberg perdió
ese juicio y, como no podía reembolsarle el préstamo, tuvo que cederle a Fust
tanto el taller como las Biblias ya impresas. Así que éste continuó con el
negocio, utilizando la imprenta y la plantilla de trabajadores de ese taller,
encabezada por su oficial, Peter Schöffer.
Según parece, Schöffer, se casó
con una hija de Jacob, un hermano de Johannes Fust.
Como se cree que inventó la imprenta
de tipos móviles en 1450, se llaman incunables a los libros publicados entre
ese año y 1500.
Por lo que se refiere a su vida
familiar, se desconoce si se casó y si tuvo algún hijo.
No sé si le fue muy bien con su
nueva imprenta. Sin embargo, sí sabemos que, en 1465, el arzobispo de Maguncia,
Adolfo II de Nassau, le concedió una pensión anual, consistente en cereales,
vino y ropa y le permitió no tener que pagar impuestos. Así que supongo que ya
habría hecho las paces con la Iglesia. No olvidemos que el arzobispo de Maguncia era uno de los 7 personajes, que elegían al nuevo emperador del Sacro Imperio
Es posible que Gutenberg ya no pudiera trabajar, porque algunos autores afirman que se había quedado ciego.
Parece ser que murió en febrero
de 1468 y fue enterrado en el cementerio del convento franciscano de Maguncia. Sin
embargo, varios siglos más tarde, este convento fue demolido. Así que ya no
sabemos dónde está su sepultura.
Otra de sus grandes innovaciones
fue la tinta empleada en sus libros. Según las investigaciones posteriores se
ha comprobado que estaba compuesta por hollín, aceite de linaza, clara de
huevo, plomo y cobre.
Era una tinta lo suficientemente
viscosa como para adherirse con facilidad a los tipos móviles, pero no eran tan
líquida como para mojar también los huecos de las letras.
Las tintas utilizadas hasta esa
fecha estaban realizadas a base de agua. Por eso, la impresión no era tan
duradera como la utilizada por Gutenberg.
Como todos sabemos, el
protestantismo comenzó cuando Martin Lutero clavó un papel con sus 95 tesis en
la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Supongo que lo hizo la
víspera del día de todos los santos para que las leyera todo el mundo que
fuera, al día siguiente, a misa.
Como una de las exigencias de los
protestantes es que lean la Biblia muy a menudo, pues necesitaban que todo el mundo
supiera leer y escribir y pudiera comprar una a un precio económico. Así que
les vino muy bien el nuevo invento de Gutenberg y lo supieron aprovechar al
máximo.
Parece ser que el obispo de
Segovia, Juan Arias Dávila, se trajo a un impresor llamado Johannes Parix desde
Alemania para montar un taller a fin de proporcionar obras al Estudio General
de Segovia.
Su primer libro impreso fue el “Sinodal
de Aguilafuente”. Se trataba de un texto, publicado en castellano, donde se
recogían las actas de un sínodo celebrado en esa localidad en 1472.
No sé si ese Estudio perduró poco
tiempo, porque el obispo fue trasladado a otro obispado o porque uno de los libros
impresos por Parix requirió la atención de la Inquisición. Así que éste optó
por huir y refugiarse en Toulouse hasta su muerte.
Por lo que se refiere a Zaragoza,
el iniciador de la imprenta fue un personaje muy enigmático, llamado Mateo
Flandro del que algunos suponen que era de Flandes.
Sólo imprimió una obra titulada “Manipulus
curatorum”, escrita en latín con letra gótica. Además, fue la primera obra
publicada en España con el llamado colofón, o sea, fecha, lugar y nombre del
impresor. Hay quien dice que se marchó y otros que murió durante una epidemia
de peste ocurrida en ese año.
Por lo que respecta a Valencia,
el iniciador de la imprenta fue el alemán Lambert Palmart, cuya primera obra
fue un libro en valenciano. Éste sí estuvo realizando su labor durante unos 20
años en esa ciudad.
En Barcelona, el iniciador de la imprenta
fue un impresor llamado Johannes Gherlings, también conocido popularmente como
Juan de Salzburgo. Así que ya sabemos de dónde procedía.
Ya a finales del siglo XV llegó a
Sevilla el alemán Jacob Cromberger, acompañado de su familia. Publicaron libros
de una gran calidad. Llegando a ser uno de los talleres más importantes de
Europa.
Incluso, su hijo y sucesor, Juan,
envió a un grupo de sus empleados a América para instalar allí uno de sus
talleres de impresión. El primer taller fue instalado en ciudad de México.
En 1539, Juan consiguió del
emperador Carlos V la licencia para obtener la exclusiva de la fundación de nuevos
talleres de impresión en los territorios españoles de Ultramar. Esto hizo que
en esos territorios existiera un nivel cultural tan alto como en Europa.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
DE WWW.GOOGLE.ES
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