ESCRIBANO MONACAL

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lunes, 26 de mayo de 2025

GUTENBERG, EL INVENTOR DE LA IMPRENTA DE TIPOS MÓVILES.

 

Recuerdo que, ya en 2011, cuando empecé a escribir este blog, dediqué mi primer artículo a la aparición del libro electrónico. Algo que me pareció muy positivo, porque podía terminar o, al menos, atenuar, las diferencias culturales entre los chicos de las grandes ciudades y los de los pueblos, ya que podrían acceder a cualquier publicación desde su PC o teléfono móvil. Incluso, podrían tener acceso a bibliotecas de otros países.

Así que hoy voy a dedicar este artículo al fundador de la imprenta, porque hizo que se abaratase mucho el precio de los libros y así el saber llegó a casi todas partes.

Aunque parezca mentira, no hay muchos datos sobre este personaje. Ni siquiera comenzó llamándose Johannes Gutenberg. Tampoco tenemos ningún retrato de él. Todos los que hay son inventados.

Tampoco está muy claro que naciera en 1400. Eso lo acordó la Sociedad Gutenberg para celebrar su quinto centenario en 1900.

Supongo que le pusieron de nombre Johannes, o sea, Juan, porque, según dicen, nació un 24 de junio, día de San Juan. Ya sabemos que antes era costumbre bautizar a los niños con el nombre del santo, que se celebraba el día de su nacimiento. Vemos que tuvo mucha suerte, porque a otros les tocaron otros nombres mucho más feos.

Gutenberg perteneció a una de las familias más distinguidas de Maguncia (en alemán, Mainz). Una ciudad situada al oeste de Alemania, a unos 200 km de la frontera con Luxemburgo.

Su padre fue Friele Gensfleisch zur Laden. Por lo visto, se dedicaba al comercio de telas, aunque procedía de una familia rica y también gozó de varios cargos importantes en el ayuntamiento de esa ciudad. Otros dicen que también se dedicaba a la orfebrería.

Friele casó en segundas nupcias con Else Wirich zum Steinen Krame, hija de un comerciante más modesto, cuya familia era originaria de Eltville. De ese matrimonio nació nuestro personaje, que, en un principio, se llamó Johannes Gensfleisch zur Laden.

Entre 1411 y 1413 la familia tuvo que huir de Maguncia a causa de una sublevación de los miembros de los gremios y se exiliaron en una finca de su madre en Eltville am Rhein.

No obstante, Johannes disfrutó de una educación bastante buena, ya que asistió a colegios religiosos un poco caros. Incluso, se cree que pudo estudiar en la Universidad de Erfurt, ya que, en aquella época, se matriculó alguien llamado Johannes de Eltville, que podría ser nuestro personaje.

En 1419 murió su padre y, como suele ocurrir en muchas familias, hubo mucha discusión por la herencia entre él y los otros dos hermanos.

Por lo visto, fue entonces cuando se cambiaron el apellido por el de Gutenberg, que era el nombre del caserón en el que vivían en Maguncia.

Parece ser que, a partir de entonces, nuestro personaje estuvo residiendo en Estrasburgo, donde montó un taller de pulido de piedras preciosas, numismática y orfebrería. También fabricaban espejos, que vendían como recuerdo a los peregrinos, que iban a ver las reliquias, depositadas en la catedral de Aquisgrán. En su momento, esa peregrinación fue tan importante como ir a Santiago de Compostela.

Parece ser que no le fue muy bien, porque necesitó varios socios para ese negocio, que invirtieron fuertes sumas en él. Sin embargo, debido a una epidemia de peste, esas peregrinaciones se suspendieron durante 3 años y los inversores le demandaron para recuperar su capital invertido en ese negocio.

Parece ser que en 1448 regresó a Maguncia. Por lo visto, ya tenía planeado construir una imprenta de tipos móviles, porque la de tipos fijos ya era conocida.

Para ello, se puso en contacto con varios personajes a fin de que
invirtieran en aquel invento. Por lo visto, los únicos que quisieron invertir en ello fueron su primo, Arnold Gelthus y el comerciante y banquero Johannes Fust, también nacido en Maguncia, el cual tenía la misma edad que Gutenberg.

Hacia 1450 ya empezó a utilizar, con mucho éxito, su imprenta de tipos móviles. Empezó imprimiendo diccionarios, gramáticas, calendarios, etc.

Sin embargo, su mayor éxito fue cuando, en 1452, publicó la llamada Biblia de Gutenberg o B42, porque tiene 42 líneas en cada página. Esto fue posible gracias a un nuevo préstamo de Fust.

Hay quien dice que esta obra surgió porque alguien hizo una apuesta con Gutenberg para ver si era capaz de imprimir una Biblia con su nuevo invento.

Así que, supongo, que los monjes de los conventos, que se ganaban la vida a base de copiar a mano textos religiosos y laicos, seguro que se acordarían de toda su familia.

Las Biblias confeccionadas en esos monasterios eran unos productos de lujo, mientras que las que imprimía Gutenberg eran mucho más baratas y estaban al alcance de todos los bolsillos.

Gutenberg no se conformó con imprimir 150 Biblias en papel, sino que hizo otras 30 en pergamino, copiando en todas ellas el tipo de letra que solían utilizar los monjes de los conventos. No obstante, algunas de esas Biblias llevaron incorporados dibujos realizados a mano, al margen de las páginas. Fueron publicadas en dos volúmenes, correspondientes al Antiguo y al Nuevo Testamento.

Nuestro personaje logró imprimir todas esas Biblias en un plazo de 2 años. Ese solía ser el tiempo que necesitaban los monjes para copiar un solo libro a mano.

Desgraciadamente, hoy en día, sólo se conservan 49 de aquellas Biblias. Incluso, algunas de ellas sólo tienen un volumen y en otras sólo hay fragmentos.

En 1455 empezaron las discusiones entre Gutenberg y Fust. Supongo que este último, que era un avispado comerciante, supo ver que allí había un buen negocio. Así que demandó a Gutenberg, alegando que el dinero que le había prestado para imprimir las Biblias lo había utilizado para otras cosas.

Desgraciadamente, Gutenberg perdió ese juicio y, como no podía reembolsarle el préstamo, tuvo que cederle a Fust tanto el taller como las Biblias ya impresas. Así que éste continuó con el negocio, utilizando la imprenta y la plantilla de trabajadores de ese taller, encabezada por su oficial, Peter Schöffer.

Según parece, Schöffer, se casó con una hija de Jacob, un hermano de Johannes Fust.

Por el contrario, Gutenberg tuvo que regresar a vivir a la casa de su familia, donde consiguió instalar otra imprenta, con la ayuda de otros inversores.

Como se cree que inventó la imprenta de tipos móviles en 1450, se llaman incunables a los libros publicados entre ese año y 1500.

Por lo que se refiere a su vida familiar, se desconoce si se casó y si tuvo algún hijo.

No sé si le fue muy bien con su nueva imprenta. Sin embargo, sí sabemos que, en 1465, el arzobispo de Maguncia, Adolfo II de Nassau, le concedió una pensión anual, consistente en cereales, vino y ropa y le permitió no tener que pagar impuestos. Así que supongo que ya habría hecho las paces con la Iglesia. No olvidemos que el arzobispo de Maguncia era uno de los 7 personajes, que elegían al nuevo emperador del Sacro Imperio

Es posible que Gutenberg ya no pudiera trabajar, porque algunos autores afirman que se había quedado ciego.

Parece ser que murió en febrero de 1468 y fue enterrado en el cementerio del convento franciscano de Maguncia. Sin embargo, varios siglos más tarde, este convento fue demolido. Así que ya no sabemos dónde está su sepultura.

Otra de sus grandes innovaciones fue la tinta empleada en sus libros. Según las investigaciones posteriores se ha comprobado que estaba compuesta por hollín, aceite de linaza, clara de huevo, plomo y cobre.

Era una tinta lo suficientemente viscosa como para adherirse con facilidad a los tipos móviles, pero no eran tan líquida como para mojar también los huecos de las letras.

Las tintas utilizadas hasta esa fecha estaban realizadas a base de agua. Por eso, la impresión no era tan duradera como la utilizada por Gutenberg.

Por lo que se ve, el invento de la imprenta de Gutenberg fue muy bien aprovechado por los protestantes.

Como todos sabemos, el protestantismo comenzó cuando Martin Lutero clavó un papel con sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Supongo que lo hizo la víspera del día de todos los santos para que las leyera todo el mundo que fuera, al día siguiente, a misa.

Como una de las exigencias de los protestantes es que lean la Biblia muy a menudo, pues necesitaban que todo el mundo supiera leer y escribir y pudiera comprar una a un precio económico. Así que les vino muy bien el nuevo invento de Gutenberg y lo supieron aprovechar al máximo.

Curiosamente, la primera imprenta que se instaló en España fue en el año 1472 en Segovia.

Parece ser que el obispo de Segovia, Juan Arias Dávila, se trajo a un impresor llamado Johannes Parix desde Alemania para montar un taller a fin de proporcionar obras al Estudio General de Segovia.

Su primer libro impreso fue el “Sinodal de Aguilafuente”. Se trataba de un texto, publicado en castellano, donde se recogían las actas de un sínodo celebrado en esa localidad en 1472.

No sé si ese Estudio perduró poco tiempo, porque el obispo fue trasladado a otro obispado o porque uno de los libros impresos por Parix requirió la atención de la Inquisición. Así que éste optó por huir y refugiarse en Toulouse hasta su muerte.

Otras ciudades españolas en las que, muy pronto, se instalaron imprentas fueron Valencia, en 1474, y Zaragoza y Barcelona en 1475.

Por lo que se refiere a Zaragoza, el iniciador de la imprenta fue un personaje muy enigmático, llamado Mateo Flandro del que algunos suponen que era de Flandes.

Sólo imprimió una obra titulada “Manipulus curatorum”, escrita en latín con letra gótica. Además, fue la primera obra publicada en España con el llamado colofón, o sea, fecha, lugar y nombre del impresor. Hay quien dice que se marchó y otros que murió durante una epidemia de peste ocurrida en ese año.

Por lo que respecta a Valencia, el iniciador de la imprenta fue el alemán Lambert Palmart, cuya primera obra fue un libro en valenciano. Éste sí estuvo realizando su labor durante unos 20 años en esa ciudad.

En Barcelona, el iniciador de la imprenta fue un impresor llamado Johannes Gherlings, también conocido popularmente como Juan de Salzburgo. Así que ya sabemos de dónde procedía.

En cambio, en Sevilla se publicaron los primeros libros en 1477. Se citan tres nombres de los que apenas tenemos datos. Así que no se sabe si eran los impresores o los financieros de estos. Sus nombres fueron Antonio Martínez, Alfonso del Puerto y Bartolomé Segura.

Ya a finales del siglo XV llegó a Sevilla el alemán Jacob Cromberger, acompañado de su familia. Publicaron libros de una gran calidad. Llegando a ser uno de los talleres más importantes de Europa.

Incluso, su hijo y sucesor, Juan, envió a un grupo de sus empleados a América para instalar allí uno de sus talleres de impresión. El primer taller fue instalado en ciudad de México.

En 1539, Juan consiguió del emperador Carlos V la licencia para obtener la exclusiva de la fundación de nuevos talleres de impresión en los territorios españoles de Ultramar. Esto hizo que en esos territorios existiera un nivel cultural tan alto como en Europa.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

 

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