sábado, 29 de junio de 2024

TOUSSAINT LOUVERTURE, HÉROE DE HAITÍ

 

Hoy voy a narrar una historia conmovedora de un personaje del que ya se habla poco en la actualidad, pero que fue uno de los pioneros en la independencia de los actuales países de América.

Toussaint nació en 1743 en lo que entonces los franceses llamaban Saint Domingue y ahora se llama Haití.

Sus padres eran unos de esos millones de esclavos, que habían sido secuestrados en África y llevados por la fuerza a trabajar en las plantaciones de América.

Parece ser que su familia procedía de lo que antes se llamaba Dahomey y, en la actualidad, se conoce como Benin. Un país del oeste de África, situado junto al Golfo de Guinea.

Por lo visto, le cayó bien a su dueño. Así que éste le buscó un maestro para que le enseñase a leer y a escribir. Dicen que también era muy habilidoso para curar a los enfermos.

A pesar de que era bajito, trabajó como cochero y eso le daba cierta libertad para moverse por muchos sitios.

Aunque esto no está muy claro, parece ser que, en 1776, su dueño le otorgó la libertad. En un principio, Toussaint usó el apellido de Breda, porque había nacido en una plantación del conde de Breda.

En 1791 se produjo una rebelión de los esclavos. Por supuesto, nuestro personaje se unió ellos y estuvo entre sus jefes.

Ahí demostró su habilidad como estratega, cosechando varias victorias militares contra los franceses. También obtuvo el apoyo de los españoles, ya que no olvidemos que en la parte oriental de la isla la Española es donde se fundó la República Dominicana, pero entonces todavía no era independiente.

En esa época fue donde se cambió su apellido por el de Louverture, que viene a significar el que sabe abrir brechas en las filas del enemigo.

Por supuesto, los españoles apoyaron a estos esclavos, porque estaban en guerra contra los revolucionarios, que, unos años antes, habían tomado el poder en Francia.

En 1794, Toussaint se pasó al bando francés, atraído por el Decret
o firmado por la Convención, por medio del cual quedaba abolida la esclavitud en Francia y todos sus territorios. Por ello, combatió contra España y fue nombrado general de brigada.

En 1796, el general francés Villatte, pretendió dar un golpe y derrocar al gobernador Lavaux. Sin embargo, Toussaint se lo impidió y eso dio lugar a que le nombraran vicegobernador de aquella colonia.

En 1798, Toussaint firmó, sin contar con sus superiores, un convenio con los británicos, que ocupaban parte del oeste de esa isla, para que sus empresarios pudieran comerciar en ciertos puertos.

Aquello no gustó nada a sus superiores en el Ejército francés. Así que comenzó una guerra contra las unidades que tenían los franceses en la isla, compuestas por una mayoría de mulatos. Incluso, invadió la parte española de la isla.

En 1801, Napoleón quiso atraerse a Toussaint, nombrándole capitán general de Saint Domingue. O sea, el segundo después del gobernador.

Así que, en julio de ese mismo año, Toussaint se atrevió a promulgar una especie de estatuto de autonomía para los isleños, autonombrándose gobernador vitalicio.

Por lo visto, Toussaint debía de ser muy conservador, pues volvió a usar normas y costumbres del Antiguo Régimen. Por ejemplo, la celebración de ritos católicos para celebrar las victorias militares. Incluso, abolió el divorcio.

Sin embargo, siempre quiso atraerse a los empresarios y terratenientes blancos, porque consideraba que estaban mejor preparados que los esclavos, que acababan de ser liberados.

Por otra parte, obligó a trabajar en el campo a todos los libertos, que no estuvieran enrolados en el Ejército. Algo que no les hizo mucha gracia, porque lo veían como una vuelta a la esclavitud.

La llegada de Napoleón al poder trajo consigo la eliminación de la igualdad de trato entre la metrópoli y sus colonias. Ahora no tendrían los mismos derechos y restableció la esclavitud.

Eso no gustó nada en esa isla. Así que Toussaint se atrevió a promulgar la llamada Constitución de Santo Domingo, de 1801, donde se volvía a nombrar gobernador vitalicio. Declaró que el catolicismo sería la religión oficial de la isla e insinuó que podría volverse a utilizar mano de obra esclava traída desde África.

Evidentemente, esto no le hizo ninguna gracia a Napoleón y, en cuanto firmó una paz con el Reino Unido, envió varias unidades militares para derrocar a Toussaint, al mando del general Leclerc.

Un año antes, Toussaint, había enviado a sus hijos Placide e Isaac a estudiar en París. Sin embargo, Napoleón se los devolvió, junto con una carta donde le aconsejaba rendirse.

Aunque nuestro personaje tenía un número considerable de efectivos, fue derrotado con cierta facilidad por las tropas franceses y no tuvo más remedio que capitular, pues muchos de sus hombres habían desertado.

Desgraciadamente, confió en las promesas que le hicieron los franceses para que se rindiera. Esto trajo como consecuencia que, a mediados de 1802, les obligaron a embarcar, tanto a él como a sus familiares, en una nave con destino a Francia.

Desembarcaron en Brest y desde allí lo trasladaron en secreto hasta el castillo de Joux, una fortaleza situada junto a la frontera con Suiza. Por lo visto, se trata de un lugar muy bonito, pero también muy frío.

Nunca se le sometió a un juicio, pero sí a frecuentes malos tratos, lo cual dio lugar a que, unos meses más tarde, enfermara y muriera en su celda a causa del hambre y del frío.

Antes de que se lo llevasen a Francia, Louverture había dicho: “Al derrocarme no han hecho más que cortar en Santo Domingo el tronco del árbol de la libertad negra, que volverá a crecer a través de sus raíces, porque son profundas y numerosas”.

Algunos de sus correligionarios, como Dessalines y Pétion, que eran negros y mulatos y habían desertado, volvieron a luchar contra los franceses, en cuanto se enteraron de que uno de los objetivos de estos era el restablecimiento de la esclavitud. Eso dio lugar a la unión entre los negros y los mulatos.

Enarbolaron una bandera inspirada en la francesa, pero quitándole la franja blanca, porque la consideraban una imagen de la raza blanca.  Por tanto, era, solamente roja y azul.

Otra de las cosas que benefició a los haitianos fue que los franceses tuvieron muchas bajas a causa de la fiebre amarilla. Una enfermedad que provocó la muerte del propio general Leclerc.

Así que los haitianos consiguieron derrotar a los franceses y obligarles a abandonar la isla en un plazo de 10 días. Curiosamente, el jefe de las tropas francesas fue capturado por la Armada británica, cuando abandonaba la isla y se lo llevaron prisionero a Gran Bretaña.

Desgraciadamente, Toussaint no llegó a ver el triunfo de la revolución en Haití, que dio lugar a la proclamación de su independencia el 01/01/1804. Siendo el primer Estado negro, que obtuvo la independencia, bajo la presidencia del general Dessalines.

El resto de los esclavos, que vivían en otros territorios de Francia no consiguieron su libertad hasta 1848.

Quedaron unos pocos soldados franceses en lo que hoy es la República Dominicana, que había sido cedida a Francia. Sin embargo, tuvieron que salir pitando de allí, tras una sublevación de los españoles, organizada por el gobernador de Puerto Rico.

Sin embargo, no todo fue positivo. Dessalines, que odiaba a los blancos, dio la orden de asesinar a todos los franceses, que hubieran quedado en la isla. A excepción de los que les pudieran servir para algo, como los médicos o los sacerdotes.

También respetaron las vidas de unos cientos de colonos alemanes, que se habían asentado en el noroeste de Haití.

Sin embargo, como Dessalines se proclamó emperador y tomó una serie de medidas que no fueron del gusto de sus correligionarios, fue asesinado por estos en 1806.

 

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lunes, 24 de junio de 2024

SANCHO VII EL FUERTE, REY DE NAVARRA

 

Hoy voy a narrar la historia de un monarca navarro poco conocido a nivel nacional, pero que, seguramente, a muchos os sonará su imagen, ya que aparece en un famoso cuadro sobre la trascendental batalla de Las Navas de Tolosa.

Sancho VII nació en 1154, posiblemente, en Tudela (Navarra). Sus padres
fueron Sancho VI, apodado el sabio. Un rey muy querido entre los navarros. Mientras que su madre fue Sancha, hija de Alfonso VII, rey de Castilla.

De ese matrimonio nacieron 5 hijos, siendo nuestro personaje el primogénito. A él le siguieron Fernando, que murió joven a causa de un accidente cuando montaba a caballo; Constanza, que también murió joven; Berenguela, que casó en 1191, en Chipre, con el famoso rey inglés Ricardo corazón de león y Blanca, casada con Teobaldo III, conde de Champaña, cuyo hijo fue Teobaldo I de Navarra.

Por lo visto, los reyes de la dinastía Jimena, a la que pertenecían, debían ser gente muy longeva para aquella época. Eso explicaría que nuestro personaje no llegó a reinar hasta que cumplió los 40 años y murió, a pesar de sus muchos achaques, con 80 años.

Fue llamado el fuerte, porque era un tipo corpulento y de una gran estatura. Aparte de que algún contemporáneo suyo lo calificó como muy obstinado.

Parece ser que, en el siglo XVII, se abrió su tumba y, al medir el tamaño de su fémur, se calculó que podría medir en torno a los 2,20m. Una altura muy impresionante.

No obstante, a pesar de no haber ceñido la corona, participó en varias campañas bélicas en el sur de Francia, en apoyo su cuñado, el mencionado rey Ricardo I de Inglaterra, ya que éste poseía muchas posesiones en esa zona, heredadas de su madre, Leonor de Aquitania.

En la primera de esas campañas consiguió vencer a Ramón V, conde de Toulouse y cabecilla de la revuelta contra el rey inglés.

En la segunda guerra se trataba de expulsar al rey de Francia, por haber ocupado varios territorios que eran de Ricardo I de Inglaterra.

No hay que olvidar que a Navarra le interesaba la alianza con Inglaterra para impedir que su territorio se lo repartieran entre Castilla y Aragón.

En 1194, a la muerte de su padre, llegó al trono de Navarra. No hay que decir que el difunto dejó el listón bastante alto, pues tomó muchas medidas que beneficiaron a sus súbditos.

No obstante, Sancho VII, siguió aguantando la presión ejercida sobre Navarra, por parte de Castilla. Ello dio lugar a que los navarros perdieran algunas zonas de Álava y Guipúzcoa.

En 1195, parece ser que el rey Alfonso VIII de Castilla confió en derrotar fácilmente a los almohades. Sin embargo, estos le derrotaron de una manera aplastante en la batalla de Alarcos.

Esta derrota fue aprovechada por León y  Navarra para ajustar viejas cuentas e intentar aprovechar la ocasión para recuperar varios territorios que les habían sido arrebatados por Castilla.

Incluso, parece ser que llegaron a firmar un acuerdo con los almohades para que no ayudasen a Castilla.

Aunque parezca mentira, en aquella época, muchos reyes cristianos solían firmar acuerdos con los reyes moros, como si fueran otros reyes cristianos.

Evidentemente, estas cosas no las aprobaban los Papas. Así que Celestino III consiguió que se reunieran los reyes de Castilla, Navarra y Aragón en un lugar neutral.

De esa manera, consiguió que Navarra se retirase de los territorios que había ocupado. A cambio, reconoció a Sancho VII como rey de Navarra y así dejaría de ser vasallo de Castilla.

Parece ser que el convenio duró poco tiempo, pues volvieron a surgir las rencillas entre los reinos cristianos. Así, Castilla y Aragón se volvieron a poner de acuerdo para atacar y ocupar Navarra.

Sancho VII se veía derrotado, pero consiguió una tregua, in extremis, cuando firmó un acuerdo por el que una infanta de Navarra se casaría con el rey de Aragón.

Sin embargo, Alfonso VIII siguió con su ofensiva, ocupando varias localidades y poniendo asedio sobre Vitoria, la cual resistió durante varios meses.

Eso dio lugar a que Sancho VII viajara hasta los dominios de los almohades para pedirles que atacasen el sur del reino de Castilla. Eso provocaría que los castellanos tuvieran que levantar el cerco sobre Vitoria.

Parece ser que no tuvo mucho éxito, pues los almohades estaban luchando entre sí y no le apoyaron. Así que dio la orden de que se rindiese Vitoria.

La pérdida de esos territorios vascos provocó que Sancho VII decidiera expandir su reino por territorios más allá de los Pirineos, ya que se había quedado sin salidas al mar.

Tras la muerte de Ricardo corazón de león, tomó partido en la guerra entre los reyes de Inglaterra y Francia. Lógicamente, luchó en el bando inglés, mientras que Alfonso VIII se decidió por el francés.

 En 1207, la derrota de los franceses y los castellanos dio lugar a la firma de un tratado con Alfonso VIII, por el que éste y el rey de Navarra olvidaban sus reivindicaciones territoriales.

También llegó a un acuerdo con el rey de Inglaterra por el que los navarros podían utilizar el puerto de Bayona y a los comerciantes de esa ciudad se les permitiría comerciar en Navarra.

Ese período de paz dio lugar a un superávit en la hacienda pública y eso mejoró también sus relaciones con otros reinos. Por ejemplo, le dio varios préstamos a Pedro II de Aragón, que siempre andaba endeudado.

En 1211, Alfonso VIII fijó sus objetivos en controlar los pasos de Sierra Morena e impedir las aceifas o asaltos de los moros en la zona de la Mancha.

El nuevo Papa, Inocencio III, que era un tipo con unas ideas muy claras, ordenó que se predicara para convertir esa campaña en una cruzada.

Parece ser que los reyes cristianos no estaban por la labor de meterse en nuevas guerras, así que el Papa tuvo que persuadirlos, amenazándoles con la excomunión. Este Papa fue el mismo que ordenó la cruzada contra los cátaros o albigenses y también el que reconoció a la Orden franciscana. Hace tiempo, le dediqué otro de mis artículos.

De esa manera consiguió que, en un principio, Pedro II de Aragón se incorporase con sus tropas a esa expedición.

Sin embargo, a Sancho VII le costó más decidirse. Algunos dicen que pudo ser porque las treguas con Castilla finalizaban a finales de ese año y una derrota castellana le podría servir para recuperar algunas localidades que reivindicaba para Navarra.

No obstante, aunque ya había comenzado la marcha, se incorporó a ella, pero sólo con unos 200 caballeros.

Sin embargo, los reyes de León y de Portugal se negaron a aportar tropas para esa expedición. No obstante, permitieron que fueran los caballeros que quisieran, a título personal.

El rey de León se fue de vacaciones a la localidad de Babia. De ahí viene el dicho de “estar en Babia”.

También se unieron algunos caballeros extranjeros, pero, como no les permitieron saquear las localidades por donde iban pasando, la mayoría de ellos dio media vuelta y regresó a sus respectivos países.

Una vez llegado el Ejército cristiano a las Navas de Tolosa, en principio, no encontraban ningún camino que no estuviera controlado por los moros.

Según dice la leyenda, un pastor se acercó al campamento cristiano y guió a estas tropas por un paso por el que consiguieron colocarse detrás de las tropas moras.

Una vez iniciada la batalla, Sancho VII se situó en el ala derecha, al mando de la caballería. Mientras que Pedro II, estaba en el ala izquierda y Alfonso VIII en el centro.

La táctica habitual de los moros era atacar y dar media vuelta para atraer al enemigo hacia su campo. Posteriormente, surgían más moros por las alas, que rodeaban a los cristianos y los derrotaban. Tal y como ocurrió en Alarcos.

Sin embargo, cuando Alfonso VIII vio que le iban a hacer lo mismo, ordenó un ataque con todas sus reservas, incluidos varios obispos, que le acompañaban, para impedir que los moros cerrasen su tenaza sobre las tropas cristianas.

Por su parte, Sancho VII optó por atacar la propia tienda, donde se hallaba An-Nasir, el califa de los almohades, la cual estaba defendida por esclavos negros armados con lanzas y encadenados, para que no huyeran. Ese es el momento, que aparece retratado en el mencionado cuadro, obra de Marceliano Santa María.

También existe un tapiz con el mismo motivo, expuesto en el Palacio de Navarra, obra de Vicente Pascual, basado en una pintura de Ramón Stolz Viciano, realizada a mediados del siglo XX.

Se cree que fue entonces cuando incorporó las cadenas al escudo de Navarra, aunque otros afirman que fue algo más reciente. Antes de ello, el escudo de Navarra estaba formado por un águila negra sobre fondo amarillo.

Parece ser que, a partir de esa victoria, se olvidaron, durante un tiempo, las desavenencias entre Castilla y Aragón con Navarra. Incluso, les devolvieron algunas localidades que habían ocupado, anteriormente.

Además, como los jefes moros se fueron huyendo a galope tendido, dejaron un gran botín, que saneó, considerablemente, las haciendas de los reinos cristianos.

A base de préstamos, nuestro personaje consiguió comprar una serie de localidades, que le permitieron llegar hasta la frontera con los moros en el Levante español. También le tuvieron que ceder algunos pueblos de Aragón, por no haberle podido devolver varios préstamos. De esa manera, realizó varias expediciones contra los territorios moros, lo cual le reportó un gran botín.

Por otro lado, se aseguró el apoyo de la Iglesia, poniendo a un hijo suyo como obispo de Pamplona. Sancho VII no tuvo hijos legítimos, pero sí varios bastardos a los que fue colocando en puestos importantes.

Sancho VII casó en dos ocasiones, pero, como ya he mencionado, no tuvo hijos de esos dos matrimonios. La única opción que quedaba era que su sustituto fuera su sobrino, Teobaldo de Champaña, con el que nunca tuvo muy buenas relaciones.

En primer lugar, se casó con una hija del conde Raimundo VI de Tolosa. Posteriormente, se casó con una hija del emperador Federico I Barbarroja.

En 1230 tuvo lugar la unión definitiva entre Castilla y León. Eso dio lugar a una vuelta a las presiones hacia Navarra.

Como Sancho VII ya había cumplido los 70 años y no tenía ganas de meterse en guerras, buscó el apoyo de Aragón, donde entonces reinaba Jaime I el conquistador, hijo de Pedro II de Aragón, su compañero en Las Navas de Tolosa.

En 1231, no se le ocurrió otra cosa que firmar un prohijamiento entre ambos reyes. Lo que se tradujo en que, el que sobreviviera se quedaría con ambos reinos. Era de suponer que Sancho fallecería antes, pues Jaime I sólo tenía 22 años.

Por otra parte, aunque se firmó un pacto de ayuda mutua para frenar las intenciones expansionistas de Castilla, Jaime I no podía ayudarle, ya que estaba centrado en la conquista de Valencia.

Parece ser que Sancho VII padeció una úlcera varicosa en una pierna, lo cual le impedía moverse y eso hizo que los últimos años de su reinado los pasara encerrado en su castillo de Tudela. Eso también dio lugar a problemas de obesidad, que le causaron la gota.

Murió en abril de 1234 y, primeramente, fue enterrado en la iglesia de San Nicolás de Tudela. Posteriormente, su cadáver fue trasladado a la Colegiata de Roncesvalles.

Lógicamente, como los navarros no aceptaron el prohijamiento con Jaime I, le sucedió en el trono su sobrino Teobaldo I, apodado el trovador. Con él empezó a reinar en Navarra la dinastía de Champaña y también comenzó la influencia francesa en ese reino.

 

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jueves, 13 de junio de 2024

AGUSTÍN VIÑUALES PARDO

 

Hoy voy a narrar la historia de uno de esos personajes, que han quedado casi olvidados en la memoria de los españoles. Sin embargo, creo que es necesario hacer una evocación de ellos.

Como se puede leer en el título, nuestro personaje de hoy se llamaba Agustín Viñuales Pardo.

Agustín nació en la ciudad de Huesca en agosto de 1881. Fue el hijo único de una modesta familia, que poseían una tienda de comestibles en el centro de esa ciudad. Una zona llamada el Coso.

Por lo visto, el local, donde estaba situada esa tienda de comestibles, posteriormente, fue una sucursal del Banco Central.

Allí realizó sus estudios de Primaria y Bachillerato, los cuales acabó en 1897.

Posteriormente, trabajó durante un breve período de tiempo, ayudando a sus padres en la tienda de comestibles, pero se ve que eso no le gustó mucho.

Así que su padre habló con un hermano suyo, que residía en Madrid, y aceptó que el chico se quedara en su casa en Madrid para estudiar Derecho.

Al poco de su llegada a Madrid, estalló la guerra con USA. Popularmente llamada guerra de Cuba.

No sé si su condición de estudiante universitario le libró de ir a la guerra o quizás que su tío estaba casado con la marquesa de Machicote.

Lo cierto es que terminó la carrera en 1903 y, además, aprovechó para aprender alemán, que era el idioma de moda entre los universitarios de la época. No hay que olvidar que muchos de ellos luego se iban a especializarse en Alemania.

Sin embargo, al terminar su carrera, Agustín se fue a Francia, donde empezó a estudiar Economía.

Posteriormente, fue becado por la JAE y amplió sus estudios de Economía en Alemania e Italia. Incluso, en 1913, viajó a Argentina, para aprender el funcionamiento de las Bolsas. Dicen que allí conoció al futuro premier británico Neville Chamberlain.

La llegada al Ministerio de Hacienda del catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, Antonio Flores de Lemus, fue todo un revulsivo para Viñuales. Flores de
Lemus se rodeó de un grupo de jóvenes economistas como Ramón Carande, Vicente Gay, Rodríguez Mata y el propio Viñuales.

Allí fue donde se formó nuestro personaje y, según dicen, eso fue lo que le permitió obtener la cátedra de Economía Política y Hacienda Pública, primero en la Universidad de Granada y luego en la de Madrid.

No olvidemos que antes, para poder ser catedrático de otra Universidad, no era cosa de pedir el traslado, sino que había que opositar a esa plaza.

Durante este tiempo publicó una gran cantidad de artículos y monografías muy bien valoradas por sus colegas economistas.

Fue en 1918 cuando aprobó la oposición para la cátedra ya citada en la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada. Allí hizo grandes amistades, como Fernando de los Ríos, también catedrático en esa Facultad, o el gran músico Manuel de Falla.

Así mismo, tuvo muchos alumnos famosos, como el propio Federico García Lorca, con el que tendría una gran amistad o su hermano Francisco. De hecho, dicen algunos que le dedicó a nuestro personaje el poema titulado San Gabriel, perteneciente al famoso Romancero Gitano. Federico acabó Derecho en 1923.

En 1929, Viñuales fue nombrado por el ministro José Calvo Sotelo vocal y secretario de la comisión, que se encargó de estudiar la implantación del patrón oro en España. Esa comisión estaba presidida por Flores de Lemus.

Dos años después, Viñuales sería nombrado consejero del Banco de España. Cargo en el que seguía al comienzo de la guerra civil.

En octubre de 1931 fue nombrado director general del Timbre. Organismo perteneciente al Ministerio de Hacienda.

En enero de 1933, se presentó a las oposiciones para la cátedra ya mencionada en la Universidad de Madrid y obtuvo ese puesto.

En junio del mismo año fue nombrado ministro de Hacienda en el último gobierno presidido por Manuel Azaña. Dicen que era uno de los pocos miembros de ese gabinete que no pertenecía a la Masonería. No obstante, se había afiliado al partido Acción Republicana, presidido por Azaña.

Sólo estuvo unos pocos meses, hasta la caída de ese gabinete, que dio lugar a unas elecciones generales, donde ganó la derecha.

Parece ser que otro de los motivos por los que fue cesado como ministro de Hacienda fue su oposición enérgica a ceder todas las competencias fiscales a la Generalitat de Cataluña, como le exigía el propio Azaña.

En octubre de 1933 se casó con Erika Graa Rüfenackt, ciudadana suiza-alemana, que trabajaba en la Embajada de Suiza en España.

Erika tenía dos hermanas. Gertrud casó con el socialista Luis Araquistain y Luisa con el también socialista Julio Álvarez del Vayo.

Como es de suponer, ese entorno familiar no le fue muy favorable durante la guerra civil.

En 1934 fue nombrado asesor del Banco Urquijo. Un cargo que conservó durante varios años.

Incluso, junto con Flores de Lemus, participó en el comité financiero de

la Sociedad de Naciones, con el propósito de llegar a un acuerdo internacional para evitar la doble imposición y la evasión fiscal. Lo que ahora se llama la armonización fiscal.

Parece ser que ambos querían implantar en España una especie de lenta reforma tributaria para que fueran pagando más los que más tenían, pero sin que se fuera notando mucho.

El comienzo de la guerra civil fue una época de sobresaltos para muchos españoles y nuestro personaje no iba a ser una excepción.

Una de las primeras medidas del Gobierno republicano fue ordenar al Banco de España que enviara varias remesas de libras esterlinas al Banco de Francia.

Sin embargo, por lo que más admiro a este personaje fue su firme oposición al decreto reservado del 13/09/1936, firmado por el Dr Negrín, entonces ministro de Hacienda, en el que se ordenaba que todas las reservas del Estado, almacenadas en el Banco de España, en Madrid, fueran trasladadas a Cartagena para su embarque hacia la URSS.

En aquellos momentos, el oponerse a una de esas órdenes era casi un suicidio, pero a él no le importó y tomó, públicamente, una postura contraria a ese traslado.

Realmente, no hubo muchos que se atrevieran a oponerse al traslado de las reservas del Banco de España. Había que tener mucho valor para hacerlo, pero él lo tuvo.

Evidentemente, la prensa afín a Largo Caballero y a la URSS, no perdió el tiempo e, inmediatamente, publicaron varios artículos, donde le señalaron y hasta le amenazaron.

Debió de tener una buena amistad con Indalecio Prieto, porque éste le avisó de que los milicianos le estaban buscando para asesinarle y le aconsejó irse de Madrid cuanto antes.

Hago un inciso para recordar que el Banco de España no fue nacionalizado hasta 1962. Así que, en aquella época, era un Banco comercial como los demás.

Por otra parte, la alta sociedad madrileña, tenía por costumbre que, antes de irse de vacaciones, solían depositar sus joyas en las cajas de alquiler, que habían contratado en el Banco de España.

Así que, como la guerra empezó en julio, no sólo se llevaron las reservas de oro y plata, que eran de las mayores del mundo, sino también el dinero y las joyas de muchos clientes de ese Banco.

Volviendo a nuestro personaje, a finales de 1936, y acompañado por su esposa, consiguieron salir de Madrid en dirección a Alicante. Desde allí, se dirigieron a Barcelona, donde tomaron un tren hacia Marsella.

Parece ser que, al principio, les ayudó un amigo y vivieron en la 

zona oeste de Francia. Tras la invasión alemana, se trasladaron a Biarritz.

Allí residió hasta 1948 y aprovechó para escribir algunas monografías sobre la mejor forma en que se podría recuperar la economía europea, tras el desastre de la II Guerra Mundial.

Precisamente, se mostró a favor de la nacionalización del Banco de España y de las más importantes entidades españolas de crédito. Al igual que ocurrió en Francia con la creación del Consejo Nacional del Crédito.

No obstante, también fue partidario de aumentar la producción industrial para luchar contra la gran inflación, que había en ese momento.

Cuando huyó de la zona republicana, su intención hubiera sido entrar en la zona nacional, pero no le dejaron entrar por haber sido un ministro republicano y por tener familiares socialistas. No olvidemos que los nacionales solían fusilar a los que habían sido ministros republicanos.

En 1948, consiguió que les dejaran regresar, a él y a su mujer, a España. Lógicamente, dada su condición de republicano, había sido depurado y expulsado de su cátedra en la Universidad de Madrid. Aunque lo cierto es que, primeramente, fue depurado por los republicanos, por haber abandonado su cátedra en Madrid.

No hará falta decir que, en el decreto de depuración de catedráticos, los nacionales no se molestaron ni en juzgarles. En ese texto se podía leer: “la evidencia de sus conductas, perniciosas para el país, hace totalmente inútiles las garantías procesales, que, en otro caso, constituyen la condición fundamental de todo enjuiciamiento…”.

Después de muchos recursos, a mediados de 1951, consiguió ser rehabilitado en su cátedra.

Sin embargo, a finales de ese mismo año, fue jubilado de manera forzosa, pues ya había cumplido los 70 años.

Desgraciadamente, en 1950, sufrió un ataque de hemiplejía del cual no pudo recuperarse del todo y fue lo que, en 1959, le llevó a la tumba.

Durante esos años, tuvo que desplazarse en una silla de ruedas, sin apenas poder salir a la calle.

Su último domicilio estuvo situado en Donoso Cortés, 86, en el barrio de Argüelles, donde residía el matrimonio con una criada, ya que nunca tuvieron hijos.

A veces, se trasladaban hasta Collado-Villalba, para recibir asistencia médica, la cual corría a cargo del Banco Urquijo.

 

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sábado, 1 de junio de 2024

EL PILOTO ANANÍAS SAN JUAN

 

Hoy voy a narrar la historia de este piloto, que, según dicen, le provocó varias noches de insomnio al general Franco.

La verdad es que no se conocen muchos detalles de su vida, así que tampoco puedo dar muchos datos.

Ananías San Juan Alonso nació en 1904 en un pequeño pueblo burgalés llamado Santa María del Invierno. La verdad es que tiene un nombre que produce escalofríos. Si ya hace bastante frío en la provincia de Burgos, el clima en ese pueblo debe de ser terrorífico.

Supongo que pertenecería a una familia modesta, porque inició su carrera militar como un modesto soldado.

En 1922, ingresó en Aviación, realizando un curso de mecánicos en la Escuela de Guadalajara.

En aquella época no existía aún el Ejército del Aire, que se fundó después de la guerra civil. Sólo existía el Arma de Aviación, que era como una rama del Arma de ingenieros del Ejército de Tierra y también existía la Aviación naval.

En 1929, fue seleccionado para realizar el curso de piloto y, para ello, fue trasladado a la Escuela de Vuelo, situada en la base de Alcalá de Henares.

Durante la guerra civil, en esa base estuvo la sede central de la Aviación republicana. Sin embargo, fue cerrada, cuando se construyó la base aérea de Torrejón de Ardoz.

Actualmente, el terreno de esa antigua base alcalaína lo ocupa el campus de la Universidad de Alcalá de Henares. Todavía se pueden observar algunas instalaciones de esa antigua base aérea, llamada Barberán y Collar.

Posteriormente, fue realizando varios cursos, como el de observador aéreo, y, tras ellos, fue destinado a los aviones polimotores, encargados de las misiones de transporte y bombardeo.

Una vez terminada su formación, donde casi siempre obtuvo el número 1, fue destinado como piloto a una base situada en Cabo Juby, en el antiguo Sáhara español. 

Allí solían realizar misiones de fotografía aérea y de correo con la Península.

Para realizar esas misiones solían utilizar el trimotor de fabricación holandesa Fokker FVII o el Junkers K30, de fabricación alemana. Este último fue un modelo de aeronave, que también utilizaron las aerolíneas comerciales.

El 18/07/1936 el jefe accidental de aquella base sahariana, recibió la orden de que todos los aviones de las bases del Sáhara español tendrían que ir a Sevilla. Así que la acataron, realizando escalas en Larache y Tetuán.

Una vez comenzada la guerra civil, Ananías fue destinado como piloto al grupo 22 de bombardeo, que utilizaba los Junkers 52, convertidos en bombarderos.

Como se puede ver en muchos documentales, ese era el modelo de avión, que solía utilizar Hitler para desplazarse de un lugar a otro. Es muy característico por no tener la chapa lisa, sino estriada.

El 09/10/1936 llevaron al general Franco desde Salamanca hasta Escalona (Toledo), para discutir los planes de guerra con el general Varela. El piloto era el capitán Mario Ureña, mientras que Ananías era el copiloto.

Parece ser que el capitán le pidió a Franco que terminasen antes de que se hiciera de noche, porque no tenía mucha experiencia en vuelo nocturno.

Sin embargo, la entrevista se alargó demasiado y se hizo de noche. El piloto empezó a dudar si estaba siguiendo un rumbo correcto y Ananías se puso a dirigirle. Sin embargo, parece que a Franco no le parecieron correctas esas indicaciones y fue él el que se puso a dirigir al piloto. De esa manera, llegaron sin novedad a Salamanca.

Parece ser que Franco solía volar, muy a menudo, para tener una visión clara de la situación de los frentes.

El 10/11/1936, alrededor de las 16.00, el sargento Ananías San Juan, que seguía destinado en la base de Escalona, colocó su Junker 52 encima de un foso para cargarle las bombas. Esta base estaba situada al norte de Escalona y junto a la actual carretera, que comunica Toledo con Ávila.

Hay quien afirma que se había puesto de acuerdo con un mecánico para desertar, pero éste no se atrevió a hacerlo. Así que, de pronto, el piloto metió gases, enfiló la pista y despegó, tomando rumbo NE.

Sobrevoló a baja altura el territorio republicano y, para sorpresa de todos, media hora después, estaba aterrizando en la base republicana de Alcalá de Henares.

Parece ser que, cuando le dieron la noticia de la deserción al capitán Ureña, que era muy amigo de Ananías, en principio, no se la creyó y dijo que igual se había ido a dar una vuelta, porque en el alto mando no se fiaban de él y no le dejaban volar solo.

Curiosamente, aunque dieron aviso para derribarlo a la base de cazas nacionales, que estaba en Torrijos, no tuvieron tiempo de hacerlo. Tampoco lo derribaron los chatos republicanos de la base de Alcalá.

 No sería la única vez que un piloto se pasaba al bando republicano. El 15/12/1936, cuando el teniente de navío José Mª Moreno Mateo-Sagasta pilotaba un hidroavión Savoia-62 sobre el estrecho de Gibraltar, fue asesinado de un disparo en la cabeza por el copiloto, teniente Antonio Blanch. El cual puso rumbo a Málaga.

Otras versiones dicen que no era un Savoia-62, sino un hidroavión Dornier Wal, como el que utilizaron Ramón Franco y sus compañeros para realizar su vuelo transoceánico sin escalas.

Parece ser que, cuando, al día siguiente, le llevaron las novedades a Franco y pudo leer la noticia de la deserción de Ananías, se dio cuenta de que la intención de ese piloto había sido secuestrarlo y llevarlo a territorio republicano, donde, con toda probabilidad, hubiera sido fusilado. Dicen que eso fue algo que nunca olvidó y solía contarlo. Sin embargo, Ananías siempre lo negó.

Curiosamente, cuando le preguntaron los motivos de su deserción,
dijo que no le gustaba nada que hubieran venido tantos extranjeros, ya que pensaba que la guerra era un asunto, donde sólo deberían participar los españoles.

No hará falta decir que en el bando republicano siempre hubo muchos más extranjeros que en el nacional.

Lo cierto es que su deserción fue premiada con un ascenso a alférez en la Aviación republicana y destinado al grupo 12 de bombardeo, donde utilizaban los aviones soviéticos Tupolev SB-2 Katiuska. Ahí coincidió con el piloto Leocadio Mendiola, al que dediqué otro de mis artículos.

Parece ser que, el 02/01/1937, al realizar una misión de bombardeo sobre la estación ferroviaria de Córdoba, fue derribado por un caza pilotado nada menos que por Joaquín García Morato. Considerado el mejor piloto del bando nacional.

Ananías se salvó, gracias a que pudo realizar un aterrizaje forzoso en las cercanías de Andújar, ya en la zona republicana. No así el observador y el tirador, que componían el resto de su tripulación, los cuales murieron en el ametrallamiento realizado por el caza. Parece ser que su avión había recibido 125 impactos de bala. Eso le valió un ascenso
a capitán.

El otro Katiuska, que le había acompañado en esa misión de bombardeo, dio media vuelta para ver qué había pasado con el avión de Ananías y se encontró de frente con el caza de García Morato. Éste hizo una maniobra arriesgada y consiguió derribarle, matando a sus 3 tripulantes.

Los cazas nacionales no solían derribar a los Katiuskas, porque eran más rápidos que ellos y sólo tenían la posibilidad de lograrlo, si el caza se hallaba a una altura superior a la del bombardero.

En 1938 fue ascendido a comandante y jefe de todas las unidades, que utilizaban los bombarderos Katiuskas.

No he podido encontrar ninguna foto de Ananías San Juan. Por eso veréis que no he puesto ninguna en este artículo.

En marzo de 1939, tras una reunión con el alto mando republicano, en la que les comentaron que se iban a rendir, él y Mendiola tomaron la decisión de volar con sus aeronaves hacia Orán (Argelia).

El coronel Manuel Cascón, jefe de las FARE (Fuerzas Aéreas de la República Española), no quiso escuchar las súplicas de sus compañeros para que escapara con ellos. Fue una mala decisión, porque, unos meses después, fue fusilado por los nacionales. También le he dedicado otro de mis artículos.

En Orán los franceses no les dieron un buen recibimiento. Como tantos otros, fueron encerrados en un campo de concentración, situado a las afueras de esa ciudad.

Sin embargo, pronto quedaron en libertad. Así que se trasladó a Casablanca, donde compró un pasaje en un barco francés con destino a México.

Como no tenía dinero, le ayudó la JARE (Junta de ayuda a los refugiados españoles) para que pudiera pagar la homologación de su título de piloto.

Posteriormente, se nacionalizó mexicano y fue contratado por la compañía Aeronaves de México, actualmente, Aeroméxico y allí realizó, como piloto, muchas miles de horas de vuelo.

Desgraciadamente, tuvo que dejar de pilotar, antes de jubilarse, a causa de unos graves problemas oculares y se dedicó a otros negocios.

Falleció en 1985, con 81 años en Ciudad de México.

 

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