martes, 31 de enero de 2023

LA CONJURA DE LOS PAZZI

 

Hoy voy a narrar un episodio histórico sobre el que han corrido ríos de tinta, aunque me parece que nunca ha sido muy bien explicado.

Para empezar, hay que explicar quiénes fueron los Médicis. Se trataba de una familia, cuyos orígenes habían sido modestos, pero que se enriquecieron gracias a la Banca y también al monopolio de un mineral llamado alumbre y que, si lo buscan, verán que sirve para múltiples cosas.

Así, poco a poco, fue adquiriendo poder político en la ciudad de Florencia, que era donde residían. Empezaron por el cargo de gonfaloniero, que era una especie de abanderado y luego crearon una especie de dictadura muy populista, aunque, teóricamente, aquello era una república. Lo cual les granjeó muchas simpatías entre la clase popular y muchas antipatías entre la antigua nobleza florentina.

No voy a mencionar detalladamente todo el linaje de los Médicis, porque eso alargaría demasiado este artículo.

La familia Médicis siempre se mostró más cercana a la incipiente burguesía florentina, que se dedicaba a la manufactura y el comercio de la lana, que a las familias nobiliarias, que siempre habían gobernado esa ciudad.

Ahora ya paso a hablar de Lorenzo el Magnífico. Parece ser que era un hombre con unas ideas muy claras. Teóricamente, siempre respetó las instituciones de gobierno de Florencia. Sin embargo, se dedicó a colocar a sus amigos en esos consejos, para que nadie se pudiera oponer a su política.

Lorenzo tenía, literalmente, comprada la voluntad de la mayoría de sus conciudadanos, gracias a los regalos que solía darles. De hecho, muchos gritaban “Palle e pane”. “Palle” era el nombre de las bolas que figuraban en el escudo de los Médicis y con “pane” se referían a la prosperidad que les habían dado los Médicis. Eso hacía que nadie discutiera las decisiones tomadas por Lorenzo.

Curiosamente, Lorenzo era un tipo muy cercano a sus conciudadanos. Solía pasear por la calle vestido como un florentino cualquiera y la gente se acercaba a hablar con él y a contarle sus problemas.

Sin embargo, como era inmensamente rico, en su palacio solía dar grandes fiestas y también, como mecenas, supo atraerse a los mejores artistas del Renacimiento.

Incluso, se decía que solía bajarse de la acera para cederle el paso a todo el mundo. Cosa que nunca hacían los nobles. Hay que decir que, en aquella época, salvo las aceras, las calles solían estar llenas de barro, pero a él no le importaba mancharse sus botas.

Parece ser que otras de sus cualidades es que sabía escuchar a todo el mundo y tampoco fue un amante de la guerra. Algo muy raro entre los gobernantes de aquella época.

Evidentemente, tenía mentalidad de comerciante y una de las cosas que más les asusta a estos es el estallido de una guerra, que suele provocar la ruptura de los intercambios comerciales.

En su faceta como mecenas, fundó una escuela de escultura, que fue donde empezó a dar sus primeros pasos el gran Miguel Ángel. Allí tuvo como maestros al famosoGhirlandaio y a un menos conocido Bertoldo di Giovanni, un discípulo del gran Donatello.

Parece ser que los nobles florentinos odiaban a los Médicis desde que, en 1378, uno de los miembros de esa familia encabezase una rebelión contra varios nobles partidarios del Papa.

Aparte de ello, Lorenzo nunca se fio mucho de la familia Pazzi, que también eran banqueros y, según parece, más ricos que él. Así que les dictó una serie de prohibiciones, como la de prestar dinero al Papa. De vez en cuando, les enviaba inspectores, algo que no gustaba nada a los presumidos Pazzi.

Así que esta familia ideó una forma de eliminar a los Médicis para quedarse con el poder en Florencia. Para ello, contaron con el apoyo del Papa Sixto IV y con el rey Fernando I de Nápoles.

Para completar el círculo, el Papa nombró a Francisco Salviati nuevo arzobispo de Pisa. Ésta era una ciudad que estaba bajo el protectorado de Florencia y Lorenzo no podía permitir que se produjera un nombramiento sin su beneplácito. Así que no le dejó entrar en Pisa.

Lógicamente, el Papa se enfadó mucho y envió a los conspiradores uno de esos condotieros, que todavía quedaban en Italia. Se trataba de Giovanbatista de Monteseco, el cual organizó las tropas papales y las distribuyó alrededor de las fronteras de la República de Florencia.

Los Pazzi habían contratado a unas 1.300 personas para hacerse con el poder en Florencia. Consiguieron colarlos en la ciudad entre el numeroso séquito que llevó el cardenal Riario, sobrino del Papa, que efectuaba una visita por esa zona.

Curiosamente, Lorenzo solía compartir el poder con su hermano Giuliano. Así que, para derrocarlos, había que eliminar a los dos, pero era muy raro que estuvieran juntos.

Así que eligieron un día en que ambos asistieron a una misa en la catedral de Florencia. Ese día fue el 26/04/1478. El momento elegido para el ataque fue la consagración, porque el ruido de las campanas sería el aviso para que los conspiradores, que esperaban fuera, entrasen en el templo.

Fueron 4 los conspiradores que se ofrecieron voluntarios para eliminar a los dos Médicis y sus guardaespaldas. Uno fue el joven Francesco Pazzi, otro su amigo Bernardo Bandini además de los sacerdotes Antonio da Volterra y Stefano.

Así que, cuando iba a empezar la ceremonia de la comunión, Bernardo Bandini, que estaba arrodillado, se dio la vuelta y apuñaló a Giuliano, éste intentó escapar a pesar de que ya estaba herido de muerte. Por ello, Francesco se echó sobre él y le dio 20 puñaladas. Hasta llegó a herirse él mismo.

Por otro lado, los dos sacerdotes se echaron encima de Lorenzo, pero un amigo de éste quiso separarlos y fue el que se llevó las cuchilladas. Aunque Lorenzo fue herido en el cuello, consiguió escapar hacia la sacristía y desde allí volver a su casa, donde curaron su herida.

Los mercenarios que se habían colado en Florencia, se dirigieron hacia el Palacio Vecchio, al mando del arzobispo Salviati. Intentaron que el gonfaloniero Cesare Petrucci se pasase a su bando. Sin embargo, éste los arrestó.

Parece ser que Petrucci ni siquiera se molestó en consultar con Lorenzo y, ayudado por su guardia, consiguió arrestar a 26 sublevados y, acto seguido, ordenó que los matasen allí mismo.

Los sublevados se llevaron la sorpresa de que los florentinos no quisieron apoyar su causa, pero sí la de Lorenzo.

Como ya he dicho, Francesco Pazzi, se había herido, al coser a puñaladas a Giuliano de Médici. Como vio que estaban fracasando, intentó salir de Florencia para avisar a las tropas papales a fin de que fueran a apoyarles. Sin embargo, no pudo hacerlo. Francesco había perdido mucha sangre y tuvo que ser atendido por un médico.

Lorenzo, ayudado por muchos de sus fieles, consiguió romper el asedio del palacio de la Señoría y desde allí, se dirigió al pueblo. La gente le escuchó y, desde ese momento, comenzó una cacería contra todos los miembros de la familia Pazzi y sus allegados.

La mansión de los Pazzi fue invadida e incendiada. A Francesco lo encontraron tendido en una cama. Se lo llevaron a rastras hasta el palacio Vecchio y lo ahorcaron en una ventana.

Los dos sacerdotes, que quisieron asesinar a Lorenzo fueron detenidos y les cortaron sus narices y orejas para luego matarlos. Algo parecido le hicieron a Monteseco.

La represión llegó a tal punto que los nombres de los Pazzi fueron eliminados de todos los registros, al igual que sus escudos. Los pocos supervivientes tuvieron que exiliarse.

Se calcula que esta sublevación y su posterior represión les costó la vida a unas 80 personas.

Incluso, en el caso de Bandini, que había escapado a Constantinopla, Lorenzo consiguió su extradición y, todavía vestido con ropas turcas, fue colgado de una ventana del Palacio del Bargello. Precisamente, Leonardo da Vinci realizó un dibujo del natural.

Aunque parezca mentira, Lorenzo no fue partidario de estos asesinatos, sino de juzgarlos y condenarlos legalmente. Peo sólo consiguió proteger al cardenal Riario y a varios familiares de los Pazzi.

Curiosamente, su hermana Bianca, estaba casada con uno de los Pazzi y con ellos sí que consiguió que se pudieran exiliar sin sufrir ningún daño.

Como anécdota, cuando los cadáveres ahorcados empezaron a pudrirse fueron retirados de las fachadas de los edificios donde habían permanecido colgados. Sin embargo, para que nadie olvidase esa horrible visión, le encargaron al pintor Andrea del Castagno, que pintase sus figuras en las fachadas. Para esa labor, le ayudó uno de sus discípulos, que luego sería muy famoso, Sandro Botticelli.

Evidentemente, esto no gustó nada al Papa Sixto IV, el cual excomulgó a todos los Médicis y firmó una alianza con Fernando I, rey de Nápoles para derrocarlos.

Sin embargo, en 1480, tuvo que retirar esa orden, pues los turcos amenazaban con invadir toda Italia y se aprestaron a su defensa.

No obstante, al año siguiente, el Papa planeó otra conspiración para derrocar a Lorenzo, liderada por el cardenal Riario, pero fue descubierta a tiempo y detenidos los implicados en ella.

A partir de entonces, aumentó el poder de Lorenzo y fue un personaje con mucha influencia en todos los estados vecinos.

Incluso, consiguió que el Papa Inocencio VIII, con el que se llevaba mejor que con el anterior, crease como cardenal a su hijo Juan, que entonces sólo tenía 14 años y que, más adelante, llegaría a ser el Papa León X.

A partir de esta conjura fracasada se fortaleció el poder de los Médicis. Su Banca llegó a ser la más importante de Europa.

León X fue el primero de una serie de cuatro Papas Médicis: Clemente VII, Pío IV y León XI. En esta familia también hubo dos reinas de Francia: Catalina y María de Médici.

Fueron mecenas de muchos artistas del Renacimiento, como Donatello, Fra Angélico, Botticelli, Verrocchio, Ghirlandaio, Leonardo, Miguel Ángel, etc. Incluso, de insignes humanistas, como Marsilio Ficino o Pico della Mirandola.

 

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