martes, 1 de noviembre de 2022

RAMÓN CASANELLAS, UNO DE LOS ASESINOS DE EDUARDO DATO

 

Hoy voy a retomar el tema del asesinato de Eduardo Dato, al que ya dediqué otro de mis artículos, con uno de los personajes que cometieron ese magnicidio.

El personaje de hoy se llamaba Ramón Casanellas Lluch. Todos coinciden en que nació en 1897. Sin embargo, unos dicen que fue en Barcelona, mientras que otros afirman que fue en San Sadurní de Noya, una localidad de la misma provincia, muy famosa por su producción de cavas o champán.

Nació en el seno de una familia muy modesta. Su padre fue confitero y su madre, costurera.

Lo cierto es que, como antes era costumbre, empezó a trabajar desde muy niño en una empresa metalúrgica. Sin embargo, también, por esa época, ya colaboraba con organizaciones anarquistas, transportando armas y municiones en las cestas de la comida, que llevaba a los obreros. Supongo que lo elegirían, porque los guardias no sospecharían de un niño.

Vemos que no se perdía ni una y también se afilió a la CNT. Así que en 1909 ya estuvo luchando en una barricada, durante la infame Semana Trágica de Barcelona.

También participó en los hechos de 1917 y, debido a ello, tuvo que exiliarse en Francia. Sin embargo, regresó en 1919, debido a una amnistía decretada por el Gobierno.

En aquella época, se vivía una situación muy violenta en Barcelona, debida a los continuos atentados y tiroteos entre los pistoleros de la patronal y los de los sindicatos.

Todo eso ya lo mencioné en mis artículos sobre el comisario Manuel Bravo Portillo y el barón de Koening.

Parece ser que Casanellas también tuvo mucha amistad con el dirigente anarquista Salvador Seguí, el Noi del Sucre, que fue asesinado en 1923, por los pistoleros de la patronal.

En 1921, se unió a dos militantes anarquistas para una operación de mucha envergadura. Se trataba de asesinar el presidente del Consejo de Ministros, que es cómo se llamaba entonces ese cargo, Eduardo Dato.

Sus cómplices fueron Pedro Mateo Cuisidó, miembro de la CNT, y Luis Nicolau i Fort, perteneciente a la FAI.

Parece ser que ese atentado era una venganza por la muerte de Francesc Layret y por la muerte de varios anarquistas, que habían sido torturados salvajemente en la Cárcel Modelo de Barcelona. También porque fue el que autorizó la aplicación de la llamada “ley de fugas”, por la que la Policía mató a algunos detenidos, alegando que quisieron escapar.

Como ya mencioné en mi anterior artículo sobre Eduardo Dato, hay cosas que se me antojan muy extrañas en ese asesinato.

En principio, se trataba de 3 jóvenes obreros, entre 23 y 28 años, que se trasladan a Madrid y se ve que tienen dinero. Lo que no sé es dónde procedería. Se me ocurren 3 alternativas. Una podría ser de las cuotas sindicales. No hay que olvidar que la CNT presumía de tener un millón de afiliados. Otra podría ser de atracos a Bancos y, por último, de alguna persona, que no quisiera figurar y que le hubiera encargado este asesinato a la CNT.

Me da la sensación que sería la última, porque Dato introdujo una legislación que favorecía a los trabajadores y además impuso el Seguro Obligatorio de Enfermedad. Algo que no gustó nada a muchos empresarios.

Curiosamente, esta gente no se escondía. Incluso, uno de ellos fue con su novia. Alquilaron dos pisos, en el barrio de Ventas, en Madrid. Incluso, compraron una moto con sidecar bastante cara, pagándola al contado. Hay unas versiones que dicen que la compraron en Barcelona y otras en Madrid.

Con ella, mucha gente les ve, haciendo prácticas en la misma Puerta de Alcalá, con unos giros temerarios, que llaman mucho la atención de los paseantes. Curiosamente, Casanellas, que era el que conducía la moto, era bastante miope.

Así llegamos a la tarde del atentando. El 08/03/1921, los 3 estuvieron esperando, sentados en la moto, la llegada del coche oficial, donde solía viajar Eduardo Dato, camino de su casa.

Eduardo Dato vivía en un edificio situado al principio de la calle Lagasca, frente a la iglesia de San Manuel y San Benito. Esa iglesia de estilo bizantino, que está frente al Parque del Retiro.

Hay que aclarar que, hasta 1928, en Madrid, se conducía por la izquierda y las calles no tenían los mismos sentidos de la circulación que ahora. Así que en su recorrido subía la calle de Alcalá hasta la Puerta de Alcalá y luego giraba hacia Serrano, para luego torcer a la derecha y entrar en la calle Conde de Aranda, llegando hasta Lagasca, donde volvían a girar a la derecha para dejarlo en su domicilio.

Ese día, Dato se retrasó, debido a una reunión en el Senado. Como acostumbraba, venía en un coche del Ejército, que no estaba blindado y que carecía de escolta por decisión del propio Dato. Dentro del coche sólo iban el chófer, un ayudante y Dato.

Así que el atentado fue muy sencillo. Sobre las 20.15, la moto con sidecar se puso detrás del coche y luego al lado y con unas pistolas ametralladoras dispararon sobre el automóvil. Le alcanzaron 18 balazos, pero sólo 3 de ellos, alcanzaron a Dato, provocándole la muerte. El ayudante resultó levemente herido, mientras que el chófer resultó ileso.

Enseguida, huyeron con la moto a toda velocidad y casi atropellan a un peatón, que estaba cruzando la calle.  Por lo visto, ese detalle lo contó un carretero a la Guardia Civil y les sirvió para encontrar el garaje, donde estaba la moto, en la calle Arturo Soria.

Pocos días después, consiguieron detener a Pedro Mateu. Unas versiones dicen que fue en Madrid y otras que en Barcelona.

En cambio, Luis Nicolau y Ramón Casanellas consiguieron huir al extranjero. Sin embargo, el primero fue localizado y detenido en Alemania. El Gobierno español consiguió su extradición. Se ve que antes nos respetaban en Europa más que ahora.

Posteriormente, se celebró un juicio donde los tres fueron condenados a muerte, pero se les conmutó esa pena por la de cadena perpetua. Evidentemente, Casanellas fue condenado en rebeldía, porque se hallaba refugiado en la URSS. Un país con el que España no mantenía relaciones diplomáticas.

Hay quien dice que a Casanellas, que fue el que conducía la moto y no disparó contra Dato, lo ocultó un personaje llamado Óscar Pérez Solís.

Éste era un tipo con una biografía casi increíble. Empezó siendo oficial de Artillería, donde alcanzó el empleo de capitán. Sin embargo, en 1912, dejó el Ejército para afiliarse al PSOE, con el que llegó a ser elegido alcalde de Valladolid. Sin embargo, como era un tipo al que no le gustaba la vida tranquila, pronto dimitió de ese cargo y se fue del partido.

En 1921, fue uno de los fundadores del antiguo PCOE, que luego se fusionó con el PCE. Eso le llevó a permanecer encarcelado un par de años, durante la dictadura del general Primo de Rivera.

Unos años después de su salida de la cárcel, se afilió nada menos que a Falange y hasta participó en la guerra civil, dentro del bando nacional. Incluso, fue nombrado jefe del CONS, el sindicato de la Falange.

Como habréis visto, merecía la pena hacer un apartado para narrar, muy por encima, la vida y milagros de ese curioso personaje.

Pues, según dicen algunos, fue Óscar Pérez el que ocultó, 

durante unos días a Casanellas en una modesta vivienda del barrio de Tetuán, en Madrid. Todo un detalle, porque el Gobierno ofrecía una recompensa de 1.000.000 Ptas. de aquella época por dar alguna información para su captura. Allí estuvo unos días, hasta que pasó el revuelo y se limitó a irse por la carretera hacia la frontera.

En 1931, tras la proclamación de la II República, sus dos compañeros fueron liberados y hasta les hicieron un homenaje. Posteriormente, ambos se fueron a vivir a una localidad de Gerona, hasta que estalló la guerra civil, en la que estuvieron combatiendo dentro de la Columna Durruti.

Parece ser que Nicolau murió al final de la guerra en una localidad del Pirineo catalán. Unos dicen que fue fusilado por no obedecer una orden de un oficial, por los propios

republicanos. Mientras que otros afirman que fue fusilado por los nacionales.

En cambio, Pedro Mateu, consiguió exiliarse en Francia, donde luego luchó en la Resistencia contra los alemanes. Allí vivió exiliado hasta su muerte.

Volviendo a nuestro personaje de hoy, parece ser que se alistó como marino en un buque mercante, para pasar, posteriormente, a prestar sus servicios, como mecánico, en la Armada francesa.

Curiosamente, el Gobierno francés, ordenó que una flotilla fuera al puerto de Jerson para apoyar desde allí a las tropas zaristas, que luchaban, en la guerra civil rusa, contra los bolcheviques.

Parece ser que allí fue donde Ramón conoció a una mujer llamada María Fortus, que ya era una agente comunista. Estuvieron mucho tiempo juntos y de esa relación nació un varón, llamado también Ramón. Posteriormente, el Gobierno francés dio a su flotilla la orden de retirada y la pareja se separó.

Ella continuó con su labor revolucionaria, durante la guerra civil rusa, donde pasó mil aventuras. Incluso, fue fusilada, pero milagrosamente, la bala que le dispararon 

rebotó en un gran botón de bronce de su vestido y sólo la hirió.

Unos años después, la pareja coincidió en la Universidad Comunista de los Trabajadores del Este, un centro donde preparaban a los mandos del PCUS. Entonces se casaron. Ramón también hizo el curso de piloto militar y le dieron el empleo de comandante.

Deberían de tener mucha escasez de alumnos, pues es muy llamativo que admitieran a un tipo tan miope para ser piloto. Aunque también tenía fama de ser muy temerario.

En 1929, el PCUS envió a Ramón a México y otros países de América para fundar diversas organizaciones comunistas en ese continente. Para no llamar demasiado la atención, en esos países también estuvo trabajando como mecánico.

En 1932, fue enviado a España, a donde llegó también María. Ella ahora trabajaba como espía del NKVD, después llamado KGB.

Ese mismo año, se le encargó a Ramón la dirección del Partido Comunista de Cataluña (PCC). Parece ser que las órdenes recibidas desde Moscú eran que debía de fusionarlo con el PCE. Algo que no gustaba nada a los afiliados catalanes. Sin embargo, en esa época, se hizo muy amigo del anarquista Buenaventura Durruti.

Parece ser que también le aplicaron la amnistía, al igual que a sus compañeros. No obstante, le consideraron extranjero, por haber estado en el Ejército soviético. Así que, cuando iba a dar un mitin en Sevilla, fue detenido y expulsado del país. Sin embargo, volvió para residir clandestinamente en Barcelona.

En marzo de 1933 fue reconocido por unos policías en Barcelona. Consiguieron capturarle y lo encerraron en la Cárcel Modelo de esa ciudad hasta octubre de ese año.

El 25/10/1933, cuando se trasladaba en su moto, desde Barcelona a Madrid, para una reunión del Comité Central del PCE, acompañado del también dirigente comunista Francisco del Barrio Navarro, sufrieron un accidente de tráfico en el que murieron ambos.

Parece ser que la moto se la prestó otro afiliado a su partido y, para mayor seguridad, ambos llevaban documentación falsa.

Nunca ha estado muy claro lo que ocurrió. Sin embargo, siempre se pensó que podría tratarse de un sabotaje. Incluso, se produjo una gran desconfianza de 

los afiliados a ese partido hacia los líderes del mismo.

Parece ser que los únicos que sabían que los fallecidos habían decidido pasar antes por Igualada eran los líderes de ese partido.

De hecho, sucedieron muchas cosas extrañas. Por ejemplo, el conductor del coche, que era propiedad de un empresario barcelonés, pero no lo conducía él, aunque se chocaron de frente contra su vehículo, no se paró a auxiliarles.

En cambio, paró más adelante en un control de la Guardia Civil, cuyos agentes, tras contarles lo ocurrido, no le impidieron que continuara su viaje hacia Barcelona.

El escándalo y las sospechas llegaron a tal extremo que el propio empresario, Josep Tió Piñol, propietario del coche, se presentó en la sede del PCC, acompañado por su abogado, para dar todo tipo de explicaciones a los lideres de ese partido.

Hace pocos años, José del Barrio, hermano de uno de los fallecidos, amplió algunos datos de ese accidente. Parece ser que los forenses dijeron que los cráneos de las víctimas estaban demasiado machacados, como si alguien los hubiera rematado, dándoles golpes con un pedrusco.

Por lo visto, nunca se hizo público el nombre del conductor del vehículo, porque se trataba de un miembro de una organización fascista catalana.

También hubo un testigo. Se trataba de un campesino, que trabajaba en esa zona y vio que la moto circulaba correctamente por su derecha, mientras que el coche iba a gran velocidad por el centro de esa carretera, que no era muy ancha.

En el caso de María, fue llamada a la URSS. Sin embargo, volvió a España, tras el estallido de la guerra civil. Hay que decir que su hijo Ramón también se hallaba aquí, realizando labores de adoctrinamiento entre las juventudes comunistas.

Como muchos otros países, España no mantenía relaciones con la URSS. Sin embargo, cambió de política en 1933 y ambos países decidieron intercambiar sus embajadores.

El primero de ellos fue Anatoli Lunacharski, un ideólogo comunista al que ya dediqué otro de mis artículos. Sin embargo, falleció antes de llegar a Madrid.

Posteriormente, enviaron como embajador a Marcel Rossemberg y como cónsul general en Barcelona a Vladimir Antonov Ovseienko. Junto a ellos, vinieron un grupo de agentes del NKVD, capitaneados por Alexander Orlov, al que también dediqué otro de mis artículos.

María figuraba como traductora de uno de los generales, que llegó como asesor del Ejército republicano. Sin embargo, era una espía a las órdenes de Orlov.

Realmente, vinieron a la caza de comunistas trotskistas en España, como los militantes del POUM, liderados por Andreu Nin.

Pusieron tanto celo en su trabajo que hasta llegaron a fichar a 
miembros de las Brigadas Internacionales, como George Mink, para que investigasen entre sus compañeros, los localizaran y los mataran. Cosa que hicieron en múltiples ocasiones y algunas de ellas delante de todo el mundo.

María participó en varias operaciones de Inteligencia. En una de ellas, los bombarderos republicanos consiguieron destruir varias aeronaves nacionales en las pistas de la base aérea de León.

Por el contrario, su hijo Ramón, que luchó como piloto en el bando republicano, murió en un combate aéreo sobre Zaragoza.

Posteriormente, María regresó a la URSS y participó en la II Guerra Mundial. Había estudiado en la prestigiosa academia militar Frunze y se dedicó, con notable éxito, a labores de Inteligencia y sabotaje, tras las líneas enemigas.

Durante la posguerra, estuvo destinada en el Ejército soviético de ocupación en Austria y se casó con uno de sus colegas.

Se jubiló con el empleo de coronel y luego se dedicó al campo de la Sociología, impartiendo conferencias en varias ciudades de la URSS. Murió en 1981.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

5 comentarios:

  1. ¿Convicciones que te llevan a vivir así? ¿Necesidad de vivir en la adrenalina constante? Me resulta increíble que algunas personas puedan elegir tener existencias tan agitadas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo que, en aquella época, había tantas diferencias sociales, ya que no existía la clase media, que la gente sólo podía optar a dos cosas: aguantarse o sublevarse.
      Ciertamente, adoptaron posiciones violentas. Sin embargo, yo creo que parte de la culpa la tuvieron las clases adineradas, por no querer distribuir su riqueza.
      El problema es que muchos creemos que ahora nos estamos aproximando a una situación muy parecida, donde se elimine la clase media y sólo haya ricos y pobres.

      Eliminar
  2. Sí, yo también creo que vamos hacia esa desigualdad cada vez más descarnada y dolorosa. Y comparto la opinión de que probablemente, los personajes de este blog optaron por rebelarse por la vía armada contra una sociedad claramente injusta. La desigualdad y miseria generan mucha violencia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De hecho, el Estado del bienestar se fundó tras la II GM para que los obreros de Europa Occidental no escucharan los cantos de sirena, que venían de Moscú.
      Ya no hubo ese problema, tras la disolución de la URSS. Así que la política actual es eliminar la clase media y también el Estado de bienestar.

      Eliminar
  3. Cuando se habla de la extradición de Luis Nicolau, el comentario de "se ve que antes en Europa se nos respetaba más que ahora" puede explicarse porque entonces se mostraron pruebas incontestables de un crimen homologado en las leyes de todos los países. Y eso merece respeto. En cambio ahora la niegan porque se trata de acusaciones sin pruebas tangibles, sostenidas por argumentos y tribunales que interpretan la ley por motivaciones claramente políticas, cosa inaceptable para los tribunales de otros países con democracias más sanas y avanzadas. Porque no merece respeto.

    ResponderEliminar