Hoy voy a dedicar este artículo a narrar la curiosa vida de un político, que fue muy famoso en su época y del que hoy no se acuerda casi nadie.
Ángel Ossorio y Gallardo nació en
1873, en el madrileño barrio de Lavapiés. Su familia era modesta, aunque tenían
una buena formación. Su padre fue el periodista Manuel Ossorio y Bernard. Igual
su nombre no os dirá mucho. Sin embargo, seguro que este poema le llevará a más
de uno a recordar lo aprendido en la escuela durante su infancia:
“Con esta ametralladora,
dice el sabio Sisebuto,
mil disparos por minuto
y sesenta mil por hora
¡Qué gloria será la mía
si esta máquina potente
llega a matar buenamente
un millón de hombres al día!
Proclamarán la bondad
en las más remotas tierras
y así se acabarán las guerras
y también la Humanidad.
(Manuel Ossorio y Bernard)
Ángel Ossorio estudió Derecho en
Madrid, licenciándose en 1893. Así que, como no había alcanzado la mayoría de
edad y no podía ejercer, empezó como pasante de abogados. También colaboró en
muchos periódicos, algo que siguió haciendo durante toda su vida.
Posteriormente, cuando ya pudo
dedicarse a la abogacía, empezó defendiendo a los clientes con pocos recursos.
Su buena labor en los tribunales hizo que fuera alcanzando la fama y llegara a
ser considerado uno de los mejores abogados de España.
Así que, entre 1899 y 1903 fue
concejal del Ayuntamiento de Madrid. En 1903 fue fichado por el Partido
Conservador, quedando bajo la protección de Antonio Maura. De esa manera, en
1903, obtuvo su primer escaño en las Cortes y lo conservó nada menos que
durante 20 años seguidos.
En 1907 fue nombrado gobernador
civil de Barcelona. Dos años después, tuvo lugar en esa ciudad la infame Semana
Trágica.
En 1913, cuando se ponía en duda
el liderazgo de Maura en su partido, él fomentó una escisión en el mismo,
apoyando a su mentor. Su ideal político seguía siendo el de un católico,
monárquico y nacionalista o, más bien, patriota. También fue muy crítico con
las juntas militares.
En 1919, llegó a ser, por muy
breve tiempo, ministro de Fomento, en otro de los varios gobiernos, que
presidió Maura.
Posteriormente, fundó un partido
de tipo democristiano. Sin embargo, también lo dejó, cuando la directiva del
mismo optó por colaborar con la dictadura del general Primo de Rivera. Aunque
parezca mentira, otro de los partidos que colaboró con el dictador fue el PSOE.
Ossorio no se metió demasiado con
la dictadura, hasta que, en 1928, el general quiso redactar una especie de
Constitución, inspirada en la de Italia, para quedarse en el Gobierno.
Aunque seguía considerándose
monárquico, pidió la abdicación del monarca, por su complicidad con la
dictadura y la proclamación de su heredero como nuevo soberano.
En 1930, tras el fallido intento de golpe de Estado de la guarnición militar de Jaca, asumió la defensa de Alcalá Zamora y de Miguel Maura. Consiguió que les condenaran a unas penas muy leves, por lo que, inmediatamente, fueron puestos en libertad.
En aquel momento, Ossorio se
hallaba enfrentado a la derecha y a los monárquicos, por no haber sabido
gobernar España. También se enemistó con la Iglesia.
En 1931, fue elegido diputado, como
independiente, a las Cortes Constituyentes republicanas. Fue uno de los
encargados de elaborar un anteproyecto de la Constitución y luego asesoró a los
diputados en los debates parlamentarios.
Dado su carácter independiente,
criticó algunas de las leyes, emanadas del Gobierno republicano, como la de la
defensa de la República o la religiosa. Aunque luego las acató por haber sido
aprobadas por las Cortes.
Curiosamente, no le gustó nada
que la derecha ganase las elecciones de 1933 y la posterior llegada al poder de
la CEDA. A propósito de esto, dijo que los cedistas eran unos monárquicos, que
sólo pretendían llegar al poder para cargarse la II República. Algo parecido
pensaba Azaña.
Contra todo pronóstico, dijo
comprender las razones de los mineros para rebelarse en Asturias y las de la
sublevación de la Generalitat de Cataluña, aunque también criticó la labor del
primer gobierno republicano, porque decía que había promulgado algunas leyes
más propias de una dictadura.
Incluso, consiguió que el
Tribunal de Garantías Constitucionales declarase ilegal la suspensión del
Estatuto de Cataluña. Parece ser que siempre fue favorable a las autonomías,
pero no a los separatismos.
Con la llegada de la guerra
civil, apoyó al gobierno del Frente Popular. Éste lo envió como embajador a
varios países, como Bélgica, Francia y Argentina. Aunque, previamente, fue el representante
español ante la Sociedad de Naciones.
No sé si, en ese momento, sus
opiniones se deberían a su condición de diplomático. Lo cierto es que dijo que
no existía el llamado terror rojo en Madrid y encontraba justificada la
represión contra el clero en la zona republicana. Incluso, respaldó la labor de
los sanguinarios tribunales populares.
Además, se llegó a meter con la prensa, porque, según él, muchos periodistas estaban dando una versión falsa de la guerra civil.
Evidentemente, también se metió
con los que, en su opinión, habían propiciado la guerra civil. O sea, los señoritos,
los militares y los clérigos.
Una de sus muchas frustraciones
fue cuando dijo que los catalanes pararían a las tropas de Franco. Sin embargo,
en cuanto las tropas nacionales pisaron el suelo de esa región, miles de
combatientes republicanos salieron huyendo, para no tener que enfrentarse a
ellos.
Incluso, la Generalitat llegó a decretar
que todas las armas fabricadas en Cataluña se quedasen allí y no fueran
entregadas al Gobierno republicano. Algunos dicen que ese fue uno de los motivos
por los que el Gobierno republicano se trasladó a Barcelona.
En lo que no se equivocó Ossorio fue
cuando dijo que, si los nazis y fascistas eran derrotados en España, no
intentarían invadir otros países. De lo contrario, correría la sangre por toda
Europa.
Falleció al año siguiente. Su
cadáver fue enterrado en un cementerio de Buenos Aires.
Me llama la atención que este
personaje, que siempre se definió como un monárquico conservador, tras la
llegada de la II República, apoyó a los partidos y sindicatos de izquierda.
Incluso, siendo monárquico, llegó a aceptar un puesto de ministro en un
gobierno republicano en el exilio.
Lógicamente, tras su muerte,
ninguno de los dos bandos enfrentados quiso reivindicar su memoria, porque nunca
lo consideraron uno de los suyos.
Parece ser que solía decir: “Soy
un hombre, que se ha pasado la vida en un descansillo de escalera, llamando en
la puerta de la derecha y a quien han abierto siempre la de la izquierda”.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
DE WWW.GOOGLE.ES
Creo que su frase le define bastante bien. Gracias por tu blog Juan.
ResponderEliminarEn aquella época hubo muchos extraños cambios de bando. Por ejemplo, el de este militar, que siempre fue monárquico y, sin embargo, luego formó parte de un Gobierno republicano en el exilio.
Eliminarhttps://amantesdelahistoria-aliado.blogspot.com/2021/11/emilio-herrera-linares-pionero-de-la.html
Muy interesante tu artículo Juan!!
ResponderEliminarCómo siempre te doy las gracias y te animo a continuar escribiendo
Pues muchas gracias, Sr. Anónimo.
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