martes, 1 de mayo de 2018

IGNACE REISS Y LA LARGA MANO DE STALIN


Hoy voy a seguir hablando sobre la antigua KGB soviética. Esta vez, voy a dedicar mi artículo a un antiguo agente al que se le ocurrió la nefasta idea de abandonar esa agencia. Algo que, lógicamente, nunca le perdonaron en Moscú.
El nombre real de nuestro personaje de hoy era Nathan Markovic Poreckij, sin embargo, en todos los manuales aparece como Ignace Reiss, el nombre que utilizó, cuando trabajaba para la KGB. Por si alguno no lo sabe, se trataba del servicio de espionaje y contraespionaje de la antigua URSS.
Ignace nació en 1899 en un pueblecito de la región de Galitzia, por entonces, dentro del extinto Imperio Austro-Húngaro.
Tras la I Guerra Mundial, pasó a ser territorio polaco, con la restauración de Polonia. Sin embargo, al finalizar la II Guerra Mundial, la URSS, exigió que se movieran hacia el oeste las fronteras de Polonia y Alemania. Así que ahora pertenece a Ucrania.
Curiosamente, nació en el seno de una familia mixta. Siendo su padre cristiano, mientras que su madre fue una judía rusa.
Posteriormente, su familia les envió a él y a su hermano mayor a estudiar a la ciudad de Lviv, capital de esa provincia, y donde conoció a algunos compañeros que serían muy importantes a lo largo de su vida. También allí nació su interés por el socialismo, que luego le llevó al comunismo.
Más adelante, estuvo estudiando la carrera de Derecho en la Universidad de Viena.
 Al final de la I Guerra Mundial y una vez conseguida su licenciatura, regresó a su ciudad, donde trabajó para el ferrocarril. Por entonces, su ciudad se estaba desarrollando a marchas forzadas y parecía que podría aportar un futuro muy prometedor a la gente joven.
En 1919, una vez restaurado el Estado de Polonia, se afilió al PC local. Posteriormente, fue enviado a Viena, para trabajar en el llamado Komintern y ahí pasaría a ser un agente del GPU o servicio de inteligencia del Ejército soviético. Más tarde, lo sería también de la NKVD. El antecesor de la famosa KGB.
En 1920, estalló la guerra entre Polonia y la antigua URSS. Esto debió de ser un gran contratiempo para nuestro personaje, al ser polaco, vivir en Polonia y trabajar para el espionaje soviético. Precisamente, su hermano mayor murió durante ese conflicto bélico.
Así que, dos años más tarde, fue arrestado, bajo la acusación de espionaje, lo cual solía suponer una condena de 5 de años de cárcel. No obstante, consiguió escapar, mientras era conducido en un tren hasta la cárcel.
Durante los siguientes 7 años estuvo residiendo en Berlín y Viena. Lógicamente, siguió trabajando para la Inteligencia soviética. Allí conoció a otros personajes famosos, como Richard Sorge.
Posteriormente, estuvo residiendo en Moscú hasta 1932. Esta vez se dedicó a coordinar el espionaje soviético en Polonia, dentro de un departamento a las órdenes del general Berzin. Un hombre muy capaz, que también fue asesinado en una de las infames purgas de Stalin.
En ese departamento, volvió a coincidir con Richard Sorge, un doble agente, que llegó a
infiltrarse en la embajada alemana en Japón. De esa manera, consiguió informar a Moscú de la fecha del ataque japonés a Pearl Harbor y, sobre todo, de la fecha de la invasión alemana
 a la URSS. Desgraciadamente, en ambos casos, no fue escuchado por Stalin.
Otro de sus compañeros en ese departamento fue Leopold Trepper, el cual fue el creador de una célebre red de espionaje, llamada la Orquesta Roja, que llenó de espías toda la Alemania nazi. Incluso, llegó a infiltrar a uno de sus agentes dentro del Alto Estado Mayor alemán.
Reiss, también era considerado como otro de sus agentes más valiosos. Parece ser que, durante su etapa como agente de campo usó varios apodos, sin embargo, el que más utilizó fue Ludwik.
En 1936, comenzaron las famosas purgas de Stalin. Muchos de los amigos de Ignace fueron llamados a Moscú, donde a casi todos les esperaba el paredón. Él consiguió que, de momento, aceptaran sus excusas para no comparecer en la capital.
Parece ser que uno de los principales motivos que le llevaron a la deserción fue que, en junio de 1937, recibió una carta de Abram Slutsky, uno de sus jefes del NKVD, en la cual le decía que, si no comparecía pronto en Moscú, sería considerado como un traidor y perseguido por ello. Curiosamente, al año siguiente, el mismo Slutsky, fue “purgado” por el mismo motivo.
Así que, a mediados de 1937, Reiss, se decidió a enviar un escrito al propio Stalin, donde, además de devolverle sus condecoraciones, le decía que no quería trabajar nunca más para “los verdugos de los mejores representantes de los trabajadores de Rusia”.
También, en el mencionado escrito, criticaba las infames purgas de Stalin y a los servicios que colaboraban con ellas. Incluso, se permitió llamar al líder soviético “asesino de los sótanos del Kremlim”.
Por último, afirmaba que se iba a unir a Trotsky, porque representaba mejor la ideología de Lenin. No obstante, aseguraba que no iba a difundir ninguno de los secretos que había conocido gracias a su trabajo.
Ya sé que todos pensaréis que este hombre actuó de una forma errónea. Más concretamente, como un iluso, al pensar que Stalin y sus secuaces lo iban a dejar en paz, cuando habían asesinado a varios miles de personas por mucho menos.
Reiss, cuyo cabello había encanecido en muy poco tiempo, posiblemente, debido a la tensión que estaba soportando, pensó que estaría seguro con su familia en una pequeña aldea enclavada en un remoto valle de Suiza. Pues, aunque parezca mentira, hasta allí llegó el potente brazo de Stalin.
Esta vez, enviaron a una persona a la que él había conocido muchos años antes, durante uno de sus viajes a Leipzig. Se trataba de Gertrude Schildbach, también comunista, igual que él. Lo que no sabía es que ella, a pesar de que afirmaba querer dejar el NKVD, seguía trabajando para ese servicio de espionaje. En ese momento, se hallaba destinada en Italia.
Parece ser que ella contactó con él y le propuso que se reunieran en Lausana, porque quería que la ayudara a desertar, igual que había hecho Reiss. Desde allí, él pensaba viajar hasta Reims, donde vivía un holandés, de ideología comunista trotskista, que le había propuesto publicar la carta que había dirigido Reiss al propio Stalin.
Lo cierto es que nunca llegó a su destino. A primeros de septiembre de 1937 se publicó en la prensa suiza
que había sido hallado en medio de una carretera de ese pequeño país, un coche, en cuyo interior se encontró el cadáver de un hombre con un pasaporte checoslovaco. Al leerlo, su mujer supo enseguida que se trataba de él y fue a denunciar el hecho ante la Policía suiza.
Otras fuentes dicen que el cadáver se encontró tirado en mitad de una carretera. Mientras que el coche de alquiler se encontró abandonado en una cercana estación ferroviaria.
Como ya he dicho, parece ser que Reiss cenó con Gertrude, para intentar que ella también desertara y se pasara al trotskismo.
A la salida del restaurante, él fue golpeado en la cabeza y obligado a entrar en un coche, donde fue llevado hasta una carretera comarcal, donde les esperaba el jefe de ese grupo, Roland Abbiate. Al verle, éste le disparó una ráfaga de ametralladora y luego salieron todos huyendo en otro coche, dejando abandonado el suyo. Lo cierto es que se cebaron con él, pues el cadáver tenía nada menos que 15 balas alojadas en su interior.
Parece ser que el NKVD se tomó esta operación muy en serio, pues había desplazado a un segundo grupo de agentes para que cometieran este asesinato, en el caso de que hubiera fallado el primero. Algo que llegó a comprobar la Policía suiza. La cual, pidió a Francia la detención y la extradición de los miembros de este grupo. Sin embargo, Francia, no colaboró en ningún momento con Suiza y, tras haberlos detenido, los puso en libertad, para que se escaparan. Algo que molestó mucho a las autoridades suizas.
Incluso, por la documentación que dejaron abandonada en su hotel, se llegó a comprobar que estos agentes también se hallaban realizando un seguimiento tanto de los movimientos de Trotsky como de los de su hijo, León Sedov. Este último, apareció asesinado en Francia en febrero de 1938.
Parece ser que, en el caso de Sedov,  el suceso ocurrió mientras estuvo ingresado en un hospital parisino a causa de una enfermedad no demasiado grave. A pesar de que había ingresado bajo un nombre falso, alguien lo reconoció y lo delató. Se sospecha que la NKVD se sirvió para matarlo de un médico francés afín al comunismo.
Lo mismo le ocurrió a Rudolph Klement, trotskista y secretario de la IV Internacional, cuyo cuerpo apareció flotando, en el verano de 1938, en las aguas del río Sena.
Como ya he dicho, las Policías suiza y francesa, llegaron a identificar a los asesinos. Sin embargo, aunque se produjeron algunos arrestos, ninguno de ellos fue procesado, porque, en esos momentos, gobernaba en Francia el Frente Popular y no querían molestar a sus “maestros” de Moscú.
También es cierto que, en esos momentos, el Gobierno francés se hallaba reunido con el soviético para discutir los puntos del futuro tratado de amistad franco-soviético y no querían perjudicar esas negociaciones.
No obstante, muy pronto se identificaron a los asesinos. La primera fue Gertrude y se comprobó que el mechón de pelo canoso, que fue hallado en la mano del cadáver correspondía a ella.
Junto a su habitación del hotel, que habían ocupado en Suiza, y donde habían dejado abandonado todo su equipaje, se encontró también el de su cómplice, Roland Abbiat, un ciudadano de Mónaco, nacido en Londres. Junto a ellos, había actuado un ciudadano francés, llamado Etienne Charles Martignat, que también era un agente soviético. Parece ser que la orden de asesinarlo partió del jefe del servicio exterior de la GPU, Michail Spiegelglass, que, en ese momento, se hallaba de visita en París.
Durante algunos días, varios agentes del NKVD, anduvieron tras la pista de Reiss y el enlace entre ellos fue Renata Steiner, una joven maestra suiza, afiliada al PC. Esta fue la primera detenida por la Policía, pues a nombre de ella figuraba el coche alquilado con el que los asesinos se desplazaron para matar a Reiss.
Lo cierto es que parece muy extraño que Reiss se fiara de Gertrud, cuando, tras su deserción, veía muy claro que no podría fiarse de nadie. También es muy extraño que no aprovechara para exiliarse en un país donde, al menos, en teoría, podría estar más seguro. Como el Reino Unido o USA. Aunque, como es de suponer, el precio de esta seguridad sería delatar a todos sus antiguos colegas ante los servicios de Inteligencia de esos países.
Por lo visto, en la NKVD, también habían pensado en deshacerse de la esposa y el hijo de Reiss por medio de una caja de bombones, en cuyo interior habían inyectado estricnina. Sin embargo, Gertrude, se negó a entregarlos por la amistad que le unía con esa familia. Esa caja fue hallada por la Policía suiza, al efectuar el registro de las habitaciones en donde se habían alojado los asesinos.
No sé si, por ese motivo, Gertrude, que fue la única condenada en Francia a una mínima pena de 8 meses de cárcel. Posteriormente, fue deportada a la URSS y allí fue de nuevo encerrada en el Gulag hasta su muerte.
Parece ser que, antes de asesinar a Reiss, la Inteligencia soviética, había intentado servirse de la Policía suiza para localizarlo, acusándole de ser un peligroso traficante de drogas.
Lo cierto es que muchos otros agentes aprendieron de la forma en que había sido tratado Reiss y, cuando se atrevieron a desertar, lo hicieron de una forma mucho más cautelosa y, así y todo, muy pocos consiguieron permanecer mucho tiempo con vida. También la larga mano de Stalin llegó hasta ellos.
Parece ser que Reiss, cuando trabajaba en Moscú para la KGB, fue el que reclutó a Kim Philby, uno de los dobles agentes más famosos de la Historia. Se dice que el encuentro entre ambos tuvo lugar en Viena.
Incluso, del mismo Reiss, se dice que reclutó e infiltró a sus agentes dentro del mismo bando franquista, durante la Guerra Civil española, pero sobre eso no se tienen apenas datos. Por supuesto, uno de ellos, sería el propio Philby, que actuaba como reportero y, a causa de resultar herido en uno de los combates, fue condecorado por el propio Franco.
Es más, llegó a tener un agente infiltrado en la oficina de cifrado del Foreign Office, el
Ministerio británico de Asuntos Exteriores. Así que muchas veces Reiss llegó a ver ciertos documentos secretos antes de que los leyera el propio ministro.
También se dice que, tras su deserción, Reiss, había advertido de forma anónima a varios de los agentes soviéticos, que estaban destinados en nuestro país, durante la Guerra Civil, que Stalin había dado las órdenes oportunas para acabar con ellos. Con el fin de que no volvieran a la URSS, si eran convocados por su Gobierno.
Precisamente, en esa época, se produjo el secuestro, tortura y asesinato del líder comunista español Andreu Nin, que encabezaba un partido llamado POUM que, a pesar de ser comunista, no se quiso plegar a las órdenes llegadas desde Moscú. Su cuerpo nunca ha sido hallado y se cree que estuvo preso en una casa cercana a una antigua base aérea. Donde hoy se encuentra el nuevo campus de la Universidad de Alcalá.
Tanto Sorge como Trepper, los dos antiguos compañeros de Reiss, tuvieron un infortunado final. El primero fue arrestado en Japón y, tras la renuncia de Stalin a canjearlo por otros presos en poder de los soviéticos, fue condenado a muerte y ejecutado.
Por lo que se refiere a Trepper, fue capturado por la Gestapo y encerrado en uno de sus campos de concentración. Sin embargo, tras ser liberado de ese campo, regresó a la URSS, donde otra vez fue detenido y encerrado durante 10 años en uno de los campos del llamado Gulag soviético, a causa de una acusación absurda de ser un agente de la Gestapo. Murió varios años después en Israel.
De hecho, como se puede ver en las fotos, muchos líderes soviéticos no estuvieron tranquilos hasta que se produjo la muerte de Stalin.
Ignace, tras su asesinato, dejó sola a su esposa, Elsa, al cuidado del único hijo de ambos, Román, que entonces tenía 12 años.
Parece ser que Elsa estaba deseando escapar de Europa. Así que se puso en contacto con gente que le ayudó a cambiar de identidad y a conseguir un pasaporte para llegar a USA. Uno de los que les ayudaron fue el famoso político socialista belga, Paul-Henri Spaak, que, posteriormente, fue uno de los creadores del Benelux y uno de los fundadores del Mercado
Común, hoy llamada Unión Europea.
Parece ser que, tras la llegada de Elsa y su hijo a territorio USA, fueron interrogados en varias ocasiones por agentes del FBI y de la CIA. Precisamente, uno de los interrogadores de esa agencia de espionaje fue Jim McCord. El mismo que, muchos años después, fue uno de los principales condenados por el famoso asunto Watergate.
Curiosamente, el único hijo de Reiss y Elsa, que ahora se llama Román Bernaut, fue reclutado por la CIA, al final de la II Guerra Mundial, mientras estaba finalizando sus estudios universitarios.
Incluso, lo enviaron a la Alemania ocupada para servir como enlace entre su servicio y la Inteligencia militar soviética. O sea, los mismos que, unos años antes, habían asesinado a su padre. Parece ser que su misión era localizar y detener a los dirigentes nazis para hacerlos comparecer ante los tribunales de Justicia.
Posteriormente, estuvo trabajando muchos años como economista en la OCDE hasta que le llegó la edad de la jubilación. Paradójicamente, aunque su padre fue un fiel comunista, él trabajó en esa organización, que siempre ha sido acusada de ser una de las máximas defensoras del sistema capitalista.

4 comentarios:

  1. Como siempre, el giro de tus personajes nos atrapa de nuevo. Que historias de espías !, Mas allá de sus ideologías, estos seres completamente comprometidos a una causa, llevaron una vida bajo las sombras, que relatos nos podrían contar Sorge, Trepper y Valtin, . James Bond como dirían aquí, es un niño de pecho al lado de ellos.
    La Noche quedó atrás, lo leí de un tirón en una semana y como su autor dice:

    La noche quedó atrás... pero me envuelve,
    Negra como un abismo entre ambos polos;
    Doy gracias a los dioses, cualesquiera sean,
    Por mi espíritu indómito.
    No importa cuán estrecha sea la puerta
    Ni que me halle abrumado de castigos:
    Soy capitán triunfante de mi estrella
    Soy dueño de mi espíritu.

    Felicitaciones, espero que nos regales otra historia de espías, pero los de antes.....

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    1. Como habrás visto, tal y como se suele decir, a petición del respetable público, he dado inicio a un ciclo sobre el tema del espionaje y algo más. Espero que también te guste.
      Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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  2. Hace poco vi una fotografía en la que aparecen Román, las dos hijas de Nin y Esteban Volkov, juntos, sentados a una mesa, como leyendo algo.
    ¿Conoce usted esta fotografía? ¿Será real o un montaje?
    Felicidades por la difusión del conocimiento.

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    1. Pues la verdad es que no he visto esa foto, pero debe de ser interesante.
      Agradezco su comentario y le invito a leer más artículos de mi blog.
      Saludos.

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