miércoles, 30 de mayo de 2018

THE POND, UNA CASI DESCONOCIDA AGENCIA DE ESPIONAJE


En mi último artículo, dedicado al infame Dr. Petiot, mencioné de pasada el nombre de esta extraña agencia de espionaje, pero no quise ampliar más este tema, porque ya, de por sí, ese artículo me había quedado demasiado extenso y luego hay muchos que se quejan de ello.
Así que esta vez le voy a dedicar todo un artículo, aunque lo cierto es que, como ocurre con todas las agencias de espionaje, no sabemos mucho sobre ella.
El nombre “The Pond”, se podría traducir como el charco o el estanque y ese era el apodo por el que se la conocía en la famosa CIA, porque lo curioso es que su fundador ni siquiera le quiso poner un nombre, para que fuera aún más secreta.
Además, era una especie de agencia privada, lo cual no sería de extrañar en un país donde casi todo es privado: la Sanidad, la Educación, la Reserva Federal, etc.
Parece ser que sus principales patrocinadores fueron ciertos Bancos americanos, junto con la Phillips y Oerlikon, una empresa suiza, que, entre otras cosas, se dedica a la fabricación de armas.
Curiosamente, nadie daba crédito a la existencia de esa organización, hasta que, en 2001, se encontraron sus archivos, escondidos nada menos que en un granero de la localidad de Culpeper, en Virginia. Posteriormente, fueron trasladados a los Archivos Nacionales, situados en College Park, en Maryland.
Concretamente, en 2010, han sido desclasificados, gracias a la Ley de Libertad de Información. De esa manera, se ha podido comprobar que esa red sólo tenía unos 40 
agentes fijos. Sin embargo, mantenía otros 600 colaboradores en 32 países.
Parece ser que, desde un principio, hubo mucha tirantez entre el dirigente de esta red, que estuvo protegido por el funesto senador McCarthy, y los directivos de la CIA.
Sin embargo, según la documentación desclasificada, el Gobierno, entregaba a esta y otras redes una serie de asuntos que no quería que fueran fiscalizados por el Congreso y el Senado USA. De esa manera, subsistió durante 13 años.
Entre sus hechos más destacados tenemos los contactos con el propio Hermann Goering para obtener la rendición de Alemania, 6 meses antes de que acabara la guerra.

También la utilización de la Mafia para organizar un atentado contra Mussolini y, posteriormente, para facilitar el desembarco de las tropas aliadas en Sicilia.
Averiguar, en Noruega, la situación exacta, de las plantas de agua pesada, donde los nazis estaban obteniendo ese preciado compuesto para conseguir fabricar su propia bomba atómica. Algo que podría hacer cambiar radicalmente el rumbo de la guerra en Europa.
Por último, recabar información trascendental para conocer 
con exactitud el estado de las investigaciones de los científicos soviéticos en relación con su programa nuclear.
También se asegura que tuvo en su nómina a un alto cargo del espionaje soviético, a través del cual obtuvieron las claves que utilizaban los agentes de la antigua URSS. Hasta se rumorea que pudo trabajar para ellos el famoso Raoul Wallenberg .
Uno de sus mayores éxitos fue, en 1947, la huida de Hungría de Zoltan Pfeiffer y de toda su familia. Se trataba de un importante dirigente político y abogado húngaro que, en principio, se opuso a los nazis y luego a la toma del poder, en su país, por parte de los comunistas. Así que lo estaban buscando para matarle.
Parece ser que lograron fugarse gracias a un agente llamado James McCargar. Éste ejercía como chófer de la familia, hasta que surgió este acontecimiento y fue cuando se enteraron de que era un agente perteneciente a The Pond.
Según dicen, se puede ver en esos documentos que fue un viaje muy accidentado. Consiguieron pasar varios controles fronterizos a base de sobornar a algunos guardias.
Posteriormente, llegaron a Viena, cuando todavía estaba dividida en cuatro sectores, igual que Berlín, y podrían haber caído en manos soviéticas.
No obstante, tuvieron suerte, pues consiguieron tomar un avión que les llevó hasta Frankfurt del Main y de allí, en vuelo directo, hasta Nueva York.
Parece ser que su hija, Madeline, que entonces sólo tenía 5 años, fue llevada dentro de una caja de madera y le dieron algún somnífero para que se durmiera durante el largo viaje.
Por lo que se refiere al coronel John V. Grombach, el fundador de esa extraña agencia, se trataba de un hombre muy inquieto.
Fue hijo de André Grombach, cónsul de Francia en Nueva Orleans. Parece ser que fue alumno de la prestigiosa Academia Militar de West Point, pero, realmente, no está muy claro por qué no llegó a graduarse con su promoción. Según parece, no pudo graduarse por tener más faltas de las admitidas por el reglamento.
Curiosamente, a los 18 años había tenido que renunciar a su nacionalidad francesa para poder ingresar en esa Academia Militar.
Según parece, unos años después, consiguió que se revocara esa decisión y obtuvo su rango de segundo teniente. Ya con ese grado fue destinado a la antigua Zona del Canal de panamá, donde empezó a trabajar para los servicios de Inteligencia.
Parece ser que allí fue donde comenzó a interesarse por la posibilidad de emitir mensajes secretos infiltrados dentro de la programación habitual de una emisora de radio comercial.
Sin embargo, su título, como graduado en West Point, sólo le fue entregado en 1964. Nada menos que 44 años después de su salida de esa prestigiosa Academia.
También fue un gran deportista, practicando boxeo, esgrima y carreras de vallas. Incluso, en 1924, participó, como boxeador, representando a USA, en los Juegos Olímpicos de París.
Dejó el Ejército en 1928 y, al año siguiente, ingresó en la Guardia Nacional. Dedicándose, a la vez, a labores empresariales. Parece ser que trabajó en una empresa subsidiaria de la CBS y la Paramount.
En 1941, al entrar su país en la II Guerra Mundial, fue reincorporado al Ejército con la graduación de capitán.
Parece ser que llegó allí cuando el Alto Mando estaba discutiendo la oportunidad de crear desde cero la OSS, pues ya tenía la G-2, que se dedicaba a la Inteligencia militar.
Por esa razón, en 1942, los militares crearon The Pond para hacer la competencia a la recién creada OSS, que posteriormente, sería la famosa CIA.
Parece ser que esta agencia fue creada por la Inteligencia militar de USA, porque sospechaban que la OSS, estaba ya infiltrada por agentes de otros países. En cambio, ésta no podría ser infiltrada, porque nadie la conocía.
Se cree que sospechaban de muchos agentes aliados, que trabajaban conjuntamente con la CIA y que pensaban que también podrían ser comunistas.
De hecho, en 1942, Alexander Barmine, un alto mando del espionaje soviético, que había desertado a USA, huyendo de las infames purgas de Stalin, les proporcionó una lista de sus agentes infiltrados dentro de la OSS.
Al principio, The Pond, fue llamada SSB. Algo así como rama de servicio especial. Más tarde, CIB, o sea, rama de cobertura y adoctrinamiento. Lógicamente, eran unos nombres que servían para encubrir el verdadero propósito de esa agencia.
Según parece, entre las distintas agencias, se apodaba a ésta como “el charco o el estanque”; la G-2 militar era “el lago”; la CIA, era “la bahía” y el Departamento de Estado era “el zoo”.
Incluso, el propio Grombach, que siempre fue un ferviente anticomunista, ni siquiera trabajaba en una oficina estatal, sino en una de la famosa empresa holandesa Phillips. Como si fuera un encargado de relaciones públicas de la misma. Paradójicamente, el fundador de esta multinacional era primo del famoso Karl Marx.
Curiosamente, en ese período de tiempo, los únicos que conocieron la existencia de esta agencia fueron el presidente USA y los Departamentos de Estado y de Guerra. Ni siquiera la Armada tuvo conocimiento de ello.
Parece ser que también mantuvieron una amplia plantilla de agentes y chivatos, tanto en países aliados como enemigos. Sobre todo, periodistas y profesores 
universitarios. No solían tener unos contactos fijos, sino que se dedicaban a recolectar todo tipo de información que, en un futuro, podría servir para los intereses de USA.
Incluso, parece ser que, durante la II Guerra Mundial, se sirvieron de las redes comerciales de las empresas mencionadas para infiltrarse en los países ocupados, pues éstas seguían trabajando en la Europa invadida por los nazis.
Según esos archivos, la CIA, y, más concretamente, su director, el general Walter Bedell Smith,  decidió romper sus relaciones con The Pond en 1952, ya que no les querían informar sobre sus fuentes. Así que alegaron que sus informaciones no eran tan importantes como los gastos que había que pagar para mantenerla, con cargo al Erario Público. De esa forma, se convirtió en una empresa privada, que figuraba como contratada por la CIA.
Parece ser que el propio Grombach, en su libro de memorias, publicado en 1980 y titulado "El gran liquidador", menciona que uno de sus habituales informantes en Francia era el Dr. Petiot, al que dediqué mi anterior artículo. Así que, como él defendía, es posible que fuera cierto que trabajaba para una agencia de espionaje, aunque le dieron un nombre falso y, por ello, no pudieron hallarla.
Para ellos, fue siempre un informante muy valioso, pues en su consulta trataba a muchos mandos del Ejército alemán, durante la ocupación de Francia. Así que procuraba sacarles la mayor información posible y luego era remitida a la central de The Pond.
Incluso, también atendía a muchos exiliados de países del Este de Europa. Parece ser que uno de ellos, de nacionalidad polaca, le comentó que los alemanes habían descubierto la infame matanza de las Fosas de Katyn, donde la NKVD asesinó a 18.000 militares y dirigentes polacos.
Precisamente, ese fue uno de los informes que fue eliminado por McCormack, por considerarlo contrario a los intereses de la URSS, que entonces era aliado de USA. Sólo lo dieron por bueno cuando los nazis lo hicieron público. Al año siguiente.
Como ya dije, otra de las más importantes colaboraciones de Petiot tuvo lugar tras enviar una lista de espías que los nazis habían infiltrado dentro del territorio USA. Lo que le vino muy bien al FBI para poder capturarlos.
Gracias a los informes de Petiot, se pudieron rastrear las fábricas de los infames cohetes V-1 y V-2. Así, unos agentes de esta organización, pudieron hacerles fotos embarcados en unos pesqueros noruegos.
Luego, hacían seguir esta información hasta la neutral Suecia y desde allí, por valija diplomática, era enviada a Londres y luego a USA.
Parece ser que, incluso, llegaron a detectar que sus aliados británicos les estaban engañando, porque abrían esas valijas diplomáticas, para copiar su contenido y luego las volvían a cerrar discretamente, antes de enviarlas a USA.
Es más, cuando se desclasificaron los archivos de esta organización, se comprobó que una de sus agentes fue Ruth Fischer, una de las dirigentes más importantes del Partido Comunista de Alemania. Sin embargo, cayó en desgracia, tras la llegada de Stalin al poder y, más tarde, emigró a USA y se convirtió en una ferviente anticomunista.
Incluso, llegó a testificar contra sus dos hermanos, ante el infame Comité de Actividades Anti-americanas. Acusando a ambos de ser unos agentes comunistas, por lo que uno de ellos fue detenido y el otro expulsado de USA.
Hungría fue un país muy importante para las acciones de esta agencia. Parece ser que gozaban hasta de la colaboración de su presidente, el almirante Horthy, que estaba deseando sacar a su país de la guerra.
Como se suponía que, durante la II Guerra Mundial, este país era aliado de los alemanes, les pudieron suministrar todo tipo de secretos militares sobre las tropas germanas, que estaban combatiendo en territorio soviético.
Parece ser que la propia multinacional Phillips reconoció que ya había mantenido contactos con Grombach, desde 1937, y luego los amplió, al declararse la II Guerra Mundial.
En cambio, el resto de las empresas citadas anteriormente, nunca han aclarado si mantuvieron algún tipo de relación con esta agencia.
Parece ser que una de las causas por las que se rompieron las relaciones entre la CIA y esta agencia, estaba relacionada con el hecho de que esta última le estaba suministrando informes al senador McCarthy, en su persecución contra todo lo que oliera a comunista en USA.
Como ya he mencionado anteriormente, nunca tuvo buenas relaciones con otras agencias. Incluso, con el propio G-2 de Inteligencia militar, que fue quien la creó.
Parece ser que tuvo un rifirrafe con el coronel McCormack, director de Análisis de Inteligencia del G-2, que se dedicaba a destruir todo el material remitido por The Pond.
Éste gozaba de la confianza del subsecretario de Guerra, por haber sido, antes de ese conflicto, socios en un bufete de abogados.
Incluso, cuando le encargaron un informe, llamado “Proyecto 1641”, Grombach, se dedicó a sacar a la luz que la oficina de McCormack estaba plagada de comunistas. Además, llegó a mostrar los informes que éste había mandado eliminar y que Grombach había conseguido salvar antes de que fueran quemados. Donde también se podían apreciar los comentarios despectivos escritos por McCormack. Parece ser que fue suficiente para que éste, tras haber tenido que declarar ante una comisión, dimitiera de su cargo.
Parece ser que, antes de 1951, cuando pusieron a The Pond al servicio directo de la CIA, ya había tenido algún rifirrafe con su director, Allen Dulles. Éste ya había declarado ante el Congreso para que se centralizara toda la información de Inteligencia en la CIA.
La verdad es que parece mentira que esta gente se metiera en discusiones más propias de unos simples burócratas y no de gente que tiene otros a su cargo que, literalmente, se están jugando la vida por trabajar para ellos.
Incluso, le pusieron como coordinador a un agente que había trabajado para McCormack y se dedicó también a destruir buena parte de los informes que le enviaba The Pond.
Sin embargo, en varias ocasiones, Grombach, llegó a poner en entredicho la eficiencia de la CIA, cuando denunció que dos de sus agentes, en Alemania y en Uruguay, eran agentes soviéticos. No le hicieron caso, pero luego se demostró que sí lo eran.
Parece ser que también tuvo enfrentamientos con la CIA, porque The Pond envió algunos de sus informes de contraespionaje al FBI, la organización rival. Incluso, les alertó de la llegada a USA de ese agente destacado en Alemania, del que sospechaba que fuera comunista. A fin de que no le dejaran ver ningún documento secreto.
Todo eso llevó a que, en 1955, la CIA rompiera su contrato con The Pond y como esta agencia no encontró nuevos clientes, no tuvo más remedio que cerrar. También se retiró el propio Grombach, que llegó a alcanzar el grado de general de brigada de la Guardia Nacional.
Allen Dulles tampoco fue del agrado del presidente Kennedy, el cual le destituyó como jefe de la CIA. Paradójicamente, luego presidió la famosa e ineficaz Comisión Warren, que investigó su asesinato. Aquella que avaló la descabellada teoría de “la bala mágica”. Parece ser que luego se vio que Dulles había tenido negocios con los nazis.
No obstante, parece ser que no se han desclasificado todos los archivos de esta agencia. Tanto la CIA como la NSA se han quedado con parte de los mismos y se han negado a sacarlos a la luz, argumentando que podrían poner en peligro la seguridad nacional.
Parece ser que los archivos personales del propio Grombach, que los había legado a una fundación de carácter anticomunista, fueron llevados al FBI y de ahí a la CIA. La cual no los ha desclasificado.
Curiosamente, el apellido Grombach procede de un pueblo alemán del mismo nombre que, actualmente, se halla dentro del Estado federal de Baden-Württemberg.



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sábado, 26 de mayo de 2018

LOS CRÍMENES DEL DOCTOR PETIOT


Seguramente, cuando alguien va al médico, ya tiene depositada toda su confianza en él, porque piensa que se trata de una persona de plena confianza y le va a curar. Es posible que, después de leer este artículo, más de uno se lo plantee de otra manera.
Nuestro personaje de hoy se llamaba Marcel André Petiot, más conocido como Marcel Petiot,  y nació en 1897 en Auxerre, una ciudad de la Borgoña, región famosa por sus excelentes vinos, situada al sur de París y casi en el centro de Francia.
Su familia pertenecía a la pequeña burguesía. Siendo su padre funcionario de Correos y su madre ama de casa.
No sé si tendría algo que ver en su desarrollo futuro. Lo cierto es que su madre fue ingresada en un Psiquiátrico y murió aún joven cuando él sólo tenía 12 años.
Parece ser que, desde pequeño, nuestro personaje dio muestras de un comportamiento un tanto anormal.
Por un lado, parece ser que le podría llamar superdotado, pues leía y razonaba de una forma que parecía tener 5 años más de los que realmente tenía.
Por otra, mostraba ya un comportamiento violento hacia otros niños y hacia los animales domésticos. Parece ser que un psiquiatra lo definió de una forma que ahora se llamaría “trastorno bipolar”. Lo cierto es que fue expulsado de varios colegios por comportarse de una manera indisciplinada.
Incluso, algunos autores afirman que un día se llevó al colegio una pistola de su padre y disparó hacia el techo de su clase.
Lo cierto es que, como ya no le admitían en ningún colegio, tuvo que acabar sus estudios en una academia especial, ubicada en París.
Parece ser que, durante la I Guerra Mundial, se hallaba estudiando Medicina. No obstante, dejó sus estudios para incorporarse al frente a primeros de 1916.
Al año siguiente, durante la segunda batalla del Aisne, explotó cerca de él una granada y sufrió heridas en un pie. Aparte de haber sufrido otras lesiones a causa de los gases. Así que fue evacuado a un hospital.
Otros autores dicen que no fue así, sino que se pegó un tiro en el pie para ser evacuado del frente. Una decisión que llevó a muchos soldados a ser fusilados por sus propios compañeros.
Según parece, en este centro sanitario le acusaron de una serie de robos, por lo que fue enviado a una prisión militar. Por lo visto, entre otras cosas, había robado medicamentos para venderlos en el mercado negro.
Posteriormente, fue revisado por unos psiquiatras, los cuales le definieron como neurasténico y paranoico depresivo.
Como en el Ejército francés debían andar mal de personal o porque así se deshacían de este tipo, lo cierto es que lo volvieron a enviar al frente y fue herido de nuevo en 1918. Así que regresó al hospital y luego volvió a pasar por un Psiquiátrico.
Parece ser que, en los siguientes cinco años, pasó por varias consultas psiquiátricas. Siendo diagnosticado de una psicosis melancólica y una manía persecutoria. Por lo que le dieron una pensión del Estado.
No obstante, tampoco se puede decir que perdiera el tiempo, porque, en esos años, retomó sus estudios y se licenció en Medicina en 1921. Además, con una calificación muy alta.
Es preciso decir que se benefició de un plan acelerado de estudios para veteranos de guerra, que habían tenido que dejar la Universidad. Eso le sirvió para acabar la carrera en 8 meses en la Universidad de Lyon. Luego estuvo casi dos años de prácticas en la clínica de otro médico.
Posteriormente, montó una consulta en un pueblo de su región natal de Borgoña. Gracias a su simpatía, se hizo allí tan popular, que fue elegido concejal en 1925, representando al Partido Socialista, y alcalde al año siguiente.
Incluso, poco después se casó con Georgette Lablais, la hija del propietario de un restaurante en París y tuvieron su único hijo en 1928.
No obstante, pasó varias veces por los tribunales, acusado de delitos como estafas en los seguros sanitarios o malversación de fondos. Posiblemente, esto le llevó a perder su puesto de alcalde en 1931. Curiosamente, casi todos los concejales de su pueblo dimitieron en solidaridad con él.
Por lo visto, la Policía le tenía vigilado muy cerca, pues le consideraban sospechoso de haber cometido una serie de delitos. Por lo visto, en esa época, se cometieron varios robos importantes en la zona y él fue uno de los sospechosos. No obstante, esto nunca fue aclarado.
También se dio el caso de un agente de Policía que le dijo que habían encontrado unas huellas dactilares en la caja fuerte, correspondiente a uno de esos robos. Casualmente, el médico le convenció de que debería de ponerle una inyección para aliviar su reuma y a las pocas horas falleció.
Parece ser que, durante su mandato como alcalde del pueblo, llegaron a desaparecer hasta los tambores de la banda municipal. Incluso, hasta parece ser que se llevó una de esas cruces de piedra que se suelen ver en los caminos.
Es más, se llegó a demostrar que había conectado a su casa un cable de la red eléctrica, que pasaba por su calle. De esa forma, no pagaba nada de electricidad. Incluso, le pillaron llevándose latas de gasolina desde la empresa municipal de aguas para almacenarlas en su casa y utilizarlas en su vehículo.
Precisamente, en 1928, desapareció una joven llamada Louise Delaveau, hija de uno de sus pacientes, con la que Petiot tuvo una aventura y, según decían algunos, se había quedado embarazada.
Parece ser que, tras la desaparición, algunos vecinos dijeron a la Policía que, habían visto a Petiot llevando un baúl muy pesado. Lo cierto es que no le pudieron probar nada y archivaron el expediente, calificando a la chica como desaparecida.
Quizás, por esa razón, en 1933, se trasladó a París, donde ganó cierta fama, pues prometía rápidas curaciones para diversas enfermedades, por medio de la electroterapia. Incluso, recetaba drogas, argumentando que eran para uso medicinal.
Según parece, también realizaba abortos, una práctica totalmente ilegal, en ese momento, en Francia.
Supongo que lo que le haría más popular es que visitaba y vacunaba gratuitamente a los pobres de esa ciudad.
Sin embargo, también se le acusó de atender, en forma privada, a ciertos enfermos y luego hacer ver que estaban dentro de los planes de asistencia médica patrocinados por el Estado francés. O sea, que cobraba por ambos lados.
Debió de ser un tipo muy peculiar. En cierta ocasión, puso un anuncio en la prensa que decía: “El doctor Petiot es joven y sólo un joven médico puede mantenerse al tanto de los nuevos métodos nacidos de los grandes avances en el campo de la Medicina. Esta es la razón por la que los pacientes inteligentes tienen confianza en él. El doctor Petiot trata, pero no explota a sus pacientes”.
No obstante, siguió con sus problemas psiquiátricos. En cierta ocasión, se le detuvo por robar unos ejemplares en una librería y agredir al vigilante de la misma. Parece ser que también padecía cleptomanía.
Fue encarcelado, pero logró huir. No obstante, pronto fue detenido de nuevo y esta vez se le ingresó en un Psiquiátrico.
Recobró su libertad en marzo de 1937 y volvió a ejercer su profesión en su consulta médica. La verdad es que no puedo entender cómo dejaron ejercer la Medicina a un tipo que se sabía que estaba loco.
Al comienzo de la ocupación de Francia, los alemanes reclutaron a miles de trabajadores franceses para enviarlos a sus fábricas en Alemania. Así que él se dedicó a firmar miles certificados médicos, donde afirmaba, falsamente, que esa persona estaba discapacitada para realizar cualquier trabajo.
Supongo que con eso ganaría mucho dinero, porque en 1941, se compró una mansión en las afueras de París a la cual le hizo amplias reformas. Incluso, mandó que duplicaran la altura del muro exterior. Se ve que no quería miradas curiosas.
Tras el aumento de la represión por parte de los alemanes, utilizó a unos compinches para hacer correr la noticia de que ofrecía pasajes para Argentina a todos los que estuvieran sufriendo persecución por parte de la Gestapo nazi. Por lo visto, cobraba 25.000 francos por persona.
Los interesados sólo tendrían que ir a su casa, provistos ya con su pasaporte, su equipaje y sus objetos de valor para poder escapar cuanto antes de la Francia ocupada.
Supongo que, para darle más realismo a la cosa, contrató un peluquero y un músico, para que le proporcionaran más clientela.
Lo cierto es que nunca llegaron a Argentina, los muchos que acudieron a su llamada,  también desaparecieron de la faz de la tierra. Por lo visto, hasta se molestó en mostrar a los familiares de los desaparecidos unas postales que, según decía, le habían enviado estos desde Argentina.
Incluso, en uno de los casos, rompió un billete por la mitad, dándole uno de los trozos al marido, que iba a huir hacia Argentina, y el otro a la esposa, que se quedaba en Francia. Les dijo que, cuando él llegara a su destino sólo tendría que enviarle a su mujer su trozo del billete para que ella supiera que había llegado y la censura no pudiera sospechar nada.
Hasta llegó a hacer desaparecer a un agente, enviado por la Gestapo, para infiltrarse en esa presunta organización ilegal.
Parece ser que su primera víctima fue un rico peletero judío, que vivía en su mismo barrio, al que le sacó unos 300.000 euros en piedras preciosas.
Incluso, llegó a hacer desaparecer a familias enteras, ofreciéndoles una especie de descuento familiar. En aquella época, se hacía llamar “Doctor Eugène”.
Hasta eliminó a alguno de sus vecinos, que parecía estar sospechando de sus extrañas actividades, antes de que se lo fuera a contar a la Policía.
Posteriormente, la Gestapo, envió a un segundo agente, el cual descubrió esa presunta red. Lo cual hizo que fuera arrestado y torturado durante varios meses. No le pudieron sacar nada, porque los alemanes querían información sobre la Resistencia y él no conocía a nadie de esa organización. Así que lo dejaron en libertad en enero de 1944.
Casualmente, en marzo de 1944, los vecinos de su calle llamaron a la Policía y los bomberos por los malos olores que desprendía la chimenea de la casa de Petiot.
Incluso, les comentan a los agentes que, en muchas ocasiones, han visto que, por la noche, llegaban a esa mansión unos camiones completamente vacíos, los cuales partían de allí llenos de maletas. No obstante, parece ser que Petiot ya se había mudado a otro barrio.
Sin embargo, cuando los bomberos rompieron las ventanas para entrar en la vivienda, se encontraron con un escenario dantesco.
 Al bajar al sótano, que era de donde procedía ese mal olor, se encontraron con un montón de cuerpos humanos, que habían sido desmembrados. Algunos de ellos, ya habían sido introducidos en dos hornos de leña, de donde salía ese humo. Por lo visto, estaba intentando deshacerse de todo lo relacionado con su actividad criminal.
Parece ser que en este punto hay distintas versiones. Una de ellas, dice que Petiot apareció en la escena, simulando ser un hermano de nuestro personaje y asombrándose de lo que habían encontrado en la casa.
Otros dicen que argumentó que los cuerpos pertenecían a colaboracionistas franceses y que la Resistencia le había encargado que se deshiciera de ellos. No hay que olvidar que París
sería liberada unos meses después. Parece ser que le dejaron en libertad y que algunos de los gendarmes le felicitaron por ello. Es más, le dijeron que se fuera de allí antes de que llegaran los agentes de la Gestapo, que estaban en camino.
Incluso, se rumorea que nuestro personaje había sido descubierto por los nazis y el jefe de la Gestapo en París, un colaboracionista francés, llamado Henri Lafont, le había chantajeado para que trabajara con ellos. Así que pudiera haber sido la Gestapo la que le encargara ese trabajo.
Lo cierto es que la Policía encontró, en el registro de ese inmueble, nada menos que 72 maletas, 655 kgs. de diferentes artículos y 1.760 ropas de diferentes tallas. Se encargó de esta investigación el comisario Georges-Victor Massu, uno de los policías más famosos de Francia.
Parece ser que este comisario era muy amigo del célebre escritor belga Georges Simenon, el cual le acompañaba en algunas de sus investigaciones para conocer el trabajo policial. Sirviéndole de inspiración para crear su archifamoso personaje, el comisario Maigret.
También encontraron unas fosas en el jardín llenas de cadáveres enterrados en cal viva, para que se descompusieran más rápidamente. Aparte de una bolsa de lona, donde había más restos humanos.
Parece ser que se sirvió de tres cómplices para atraer a la gente a su casa. La mayoría de los que llegaron eran judíos, perseguidos de cerca por la Gestapo.

Una vez dentro, se presentaba como el doctor Eugène, y les decía que el Gobierno de Argentina exigía que todos fueran vacunados, antes de emprender el viaje. Así que, con esta artimaña, en lugar de inyectarles una vacuna, lo que les introducía a través de la jeringa era cianuro. Después, los dejaba solos y encadenados a una pared, dentro de una habitación de planta triangular, la cual disponía de una mirilla en la puerta, desde donde él podía ver cómo morían.
De esa forma, en cuanto morían, les quitaba todo lo que tuviera algún valor y luego se deshacía de sus cuerpos.
Parece ser que, al principio, se limitaba a tirar los cadáveres al Sena. Es posible que eso no fuera algo alarmante, porque se hallaban en medio de la II Guerra Mundial.
Más adelante, cavaba fosas en su jardín y allí los enterraba en cal viva. Se me ocurre que, más adelante, igual se presentaron demasiados y entonces pensó en deshacerse de ellos incinerándolos.
Según parece, Petiot, huyó y se escondió en la casa de unos amigos, argumentando que la Gestapo lo estaba buscando, por haber matado a unos soldados alemanes. No olvidemos que aún se hallaba en la Francia ocupada.
Sin embargo, su hermano, Maurice, fue detenido acusado de complicidad, por haberle suministrado la cal. Aunque afirmaba no saber para qué la necesitaba. También fueron encarcelados, como cómplices, su esposa, Georgette, y sus tres ayudantes.
Como ya he dicho anteriormente, en principio, la investigación fue llevada por la Policía francesa. Sin embargo, poco después, la propia Gestapo se hizo cargo de ella. Parece ser que las autoridades alemanas de ocupación no tuvieron más remedio que parar esta investigación, tras el famoso Desembarco de Normandía. Así que la investigación quedó en suspenso durante unos meses.
Evidentemente, la noticia del hallazgo de unos cadáveres en esa casa abandonada fue censurada por las fuerzas alemanas de ocupación y sólo se enteraron de ella los vecinos de su calle.
No obstante, según parece, el comisario Massu, no perdió el tiempo y se dedicó a entrevistarse con algunas personas que decían ser familiares de los desaparecidos y que no habían vuelto a saber nada de ellos. Así pudo ir identificando a las víctimas, porque estaban tan irreconocibles que los forenses fracasaron en el intento.
Cuando llegó la hora de la liberación de París, en agosto de 1944, Petiot, hizo lo que muchos franceses, se dejó barba, para que no le reconocieran y se enfrentó brevemente a las tropas alemanas, presumiendo de ser un oficial de la Resistencia, bajo el nombre falso de Henri Valery. Luego se dedicó a interrogar a los prisioneros alemanes y a los colaboracionistas franceses.
Posteriormente, ocurrió una cosa muy extraña. Un periódico francés le dedicó un artículo, acusándole de todos esos crímenes y de ser un colaboracionista. En esa época, esta última acusación, te podría llevar, fácilmente, al paredón. Como le ocurrió a cientos de franceses.
Parece ser que este artículo fue publicado por medio de un favor que le pidió el comisario Massu a un periodista amigo suyo. Llevaba por título, “Petiot, soldado del Reich” y seguro que provocaría la indignación de nuestro personaje.
Parece ser que, ni corto, ni perezoso, Petiot, escribió a un antiguo abogado suyo diciéndole que todo eso era una mentira. Por lo visto, le escribió: “Si salgo hoy de la sombra es para poner fin a las
 odiosas calumnias que corren acerca de mí”.
Así que éste llevó la carta a la Policía, la cual reabrió la investigación y en abril de 1945 fue reconocido y detenido en una parada de Metro de París.
Aparte de ir vestido con el uniforme de la Resistencia y llevar larga barba, para no ser reconocido, le incautaron una serie de cosas muy curiosas. Llevaba mucho dinero encima, unos 50 documentos de identidad y hasta un borrador de una carta.
Precisamente, un mes antes, una carta como esa, en la que se acusaba al comisario Massu de ser un colaboracionista, había servido para detenerle durante un tiempo. Luego se demostró que todo era falso. Así que puede ser que esa carta la escribiera el propio Petiot.
Incluso, se dice que, durante la ocupación nazi, se enteró de que dos médicos franceses habían sido deportados a los campos de concentración. Tuvo la osadía de visitar a sus familiares, diciendo que pertenecía a la Cruz Roja y que necesitaba algunos documentos de identidad de los presos para pedir su libertad. Así que se los dieron y los llevaba cuando fue detenido.
Parece ser que, en su defensa, nuestro personaje, volvió a argumentar que los cadáveres correspondían a colaboracionistas, que habían sido matados por su red de la Resistencia. Sin embargo, se demostró plenamente que nadie le conocía en la Resistencia.
Así que el fiscal, Pierre Dupin, le acusó de haber asesinado, al menos, a 27 personas, con ánimo de robarles. Curiosamente, él le quiso rectificar afirmando que había matado a 63 personas.
Se calcula que por esta actividad ingresó unos 200.000.000 de francos. Una cantidad muy respetable. Al cambio actual, unos 30.000.000 de euros
Según se dijo, se pudieron identificar algunos cuerpos. Los cuales pertenecían a 12 judíos y 4 proxenetas. No obstante, entre la ropa hallada, también había los pañales de un bebé.
Posteriormente, durante las tres semanas que duró el juicio, iniciado en marzo de 1946, la acusación se amplió hasta 135 delitos.
Supongo que ya no sabría qué hacer. Lo cierto es que, durante el juicio, Petiot, se dedicó a burlarse de los familiares de sus víctimas, afirmando que unas habían sido colaboracionistas y otras ya residían en Argentina con identidades falsas.
Incluso, se permitió acusar a uno de los abogados de los familiares de ser un defensor de “traidores y judíos”. Algo que hizo que el letrado, que había sido uno de los jefes de la Resistencia, le amenazara con pegarle.
En todo momento, siguió diciendo que los cuerpos encontrados en su casa correspondían a alemanes y franceses colaboracionistas. Hasta su propio abogado quiso que se le proclamara héroe de la Resistencia de Francia, pero no se lo creyeron.
Al final, tras haber escuchado las declaraciones de unos 90 testigos y haber comprobado las toneladas de pruebas, que fueron llevadas en un convoy de camiones, el tribunal lo declaró culpable de 26 asesinatos y lo condenó a muerte.
Parece ser que tardaron unos días en ejecutar esa sentencia por una avería en la guillotina, que llevaba mucho tiempo sin utilizarse, a causa de la guerra.
No obstante, la misma se ejecutó el 25/05/1946 a las 5 de la mañana, utilizando el método habitual para decapitar a los reos en Francia.
Parece ser que ni siquiera perdió la compostura en el último momento. Cuando le propusieron decir algo, sólo contestó: “Soy un viajero que se lleva su equipaje”.
Más tarde, cuando iban a colocarle la cabeza bajo la guillotina, les dijo a los que estaban presenciando su ejecución: “Caballeros, les sugiero que no miren. No va a ser algo bonito. Quisiera que guardaran un buen recuerdo de mí”.
Hasta aquí, todo puede parecer muy lógico. Sin embargo, para rizar el rizo, voy a terminar con algo que os va a parecer muy extraño.
Parece ser que Petiot siempre afirmó haber trabajado para la Resistencia, sin embargo, los miembros de ésta negaron conocerle. Él siempre presumió de haber matado por Francia.
No obstante, en 1980, al coronel John F. Grombach, ciudadano francés nacionalizado USA, cuyo padre había sido el cónsul de Francia en Nueva Orleans, le hicieron una entrevista.  Este fue uno de los altos responsables del espionaje USA y jefe de una pequeña agencia absolutamente desconocida hasta entonces.
En ella, afirmó que Petiot había trabajado para ellos y les había informado de varios temas, como las Fosas de Katyn, las bases de las bombas volantes y las identidades de los agentes alemanes enviados a USA.
Parece ser que se había enterado de todo eso, porque, entre su clientela, tenía muchos oficiales alemanes, que le habían contado esas cosas.
No obstante, el general no pudo demostrarlo, porque no disponía de ninguna documentación para probar esas afirmaciones.
Sin embargo, en 2001, se encontraron, en los archivos de la CIA, algunos telegramas, donde se mencionaba a Petiot y a esa extraña organización de espionaje, desconocida hasta ese momento, denominada “The Pond”. O sea, “el charco”.
Por otra parte, lo cierto es que su fortuna nunca se ha hallado. La mansión fue comprada por otras personas, que la derrumbaron por completo, buscando un escondite que nunca hallaron.
Parece ser que su mujer y su hijo emigraron a Sudamérica y desde entonces viven allí, porque no pudieron seguir viviendo tranquilamente en su país.