Siguiendo con mi razonamiento de
que, en muchas ocasiones, el buen conocimiento de la Historia puede ser mucho
más entretenido que las novelas de ficción, esta vez os traigo la biografía de
un personaje que, a primera vista, pudiera parecer increíble, pero que existió
en realidad.
Nuestro personaje de hoy nació en
Burgos. Los autores no se ponen de acuerdo sobre su año de nacimiento. Unos afirman
que fue en 1345, mientras que otros sostienen que fue en 1350.
Francamente, yo creo que ese dato
es el que menos nos debe preocupar. Lo realmente importante fue la imprevista
evolución de este personaje.
Al nacer, le pusieron el nombre
de Schlomo ben Jitzchaq ha-Levi y, por supuesto, pertenecía a una familia bien
conocida de judíos burgaleses. También fue conocido como el Burgense.
Este hombre fue todo un personaje
dentro de la comunidad judía, recibiendo una excelente formación, tanto hebrea
como árabe, para, posteriormente, convertirse nada menos que, en 1379, en el
rabino mayor de Castilla,. Eso le convirtió en un hombre mucho más rico de lo
que ya era.
Me parece que, en un momento
dado, se dio cuenta de que la Iglesia católica, con el apoyo de la monarquía, iba a iniciar una dura campaña contra su
pueblo. Así que, en 1390, se bautizó y, con él, casi toda su familia. Parece
ser que su esposa y su padre se negaron a hacerlo. Así que se separó civilmente
de ella con el propósito de hacerse sacerdote.
La verdad es que no se equivocó,
los ataques contra las juderías de Castilla comenzaron al año siguiente.
En julio de 1390, fue bautizado
en Burgos, con el nombre de Pablo García de Santa María, junto con sus cuatro
hijos varones y su hija. Hay quien dice que los bautizó San Vicente Ferrer.
Parece ser que se puso ese
apellido, porque afirmaba que la tribu Levi era de donde procedía la Virgen
María y él presumía de estar emparentado con ella.
Posteriormente, sus tres hermanos
también abrazaron la fe católica, pudiendo mezclarse, desde entonces, con la
nobleza de Castilla y Aragón.
Evidentemente, tras ese acto, se
crearon un escudo nobiliario. Lo normal es que alguien pusiera en su escudo una
concha de peregrino, por haber ido a Santiago. Éstos, en su blasón, colocaron
nada menos que cinco. Por si alguien ponía en duda su fe católica.
Incluso, algunos de ellos
fundaron monasterios y varios de sus descendientes profesaron en ellos.
Se ve muy claro que a este hombre
lo estaban formando para intentar que sus antiguos feligreses se pasaran en
masa a la fe católica. Así que lo enviaron nada menos que a la Universidad de
la Sorbona, en París, para doctorarse en Teología católica. Parece ser que
también visitó Inglaterra para conocer a los filósofos y teólogos más importantes
de su tiempo.
En 1395, a su regreso a Castilla,
le promovieron a arcediano en la catedral de Burgos.
En 1402, Enrique III de Castilla,
le propuso al Papa para la sede vacante en el obispado de Cartagena. Así se
convirtió en obispo.
Su ascenso fue meteórico. Poco más
tarde, el rey le confió al príncipe, en calidad de tutor del mismo. Normalmente,
los monarcas, dejaban la educación de sus herederos en manos de otros nobles,
pero no de eclesiásticos.
En 1407, tras la muerte del
canciller López de Ayala, fue nombrado por el rey para ocupar ese cargo. El más
importante del reino.
Posteriormente, a la muerte de
Enrique III, fue miembro del Consejo de Regencia, durante la minoría de edad
del futuro Juan II.
Incluso, el no va más, llegó a
ser consejero del rey de Aragón, siendo un alto cargo del reino de Castilla. No
debemos olvidar que, aunque estos dos reinos estaban dentro de la Península
Ibérica, solían enfrentarse bélicamente de vez en cuando.
Aunque se dice que nadie es
profeta en su tierra, a este hombre tampoco le afectó ese dicho. En 1415 fue
nombrado obispo de Burgos, precisamente, la misma ciudad donde había sido gran rabino.
La cosa no termina aquí. Unos años
más tarde, el Papa le nombró Patriarca de Aquileia. El mayor patriarcado
cristiano, después del de Roma. Así que, supongo, también sería una de las
sedes más ricas de la Iglesia. Aunque, en ella época, ese territorio era el
escenario de una guerra entre Venecia y el Sacro Imperio.
Contra todo pronóstico, el Papa,
nombró a uno de los hijos de Pablo como nuevo obispo de la sede de Burgos.
Salvo error, eso no había ocurrido nunca en la Iglesia.
Aunque algunos autores lo
mencionan como arzobispo, recordemos que el arzobispado de Burgos no se creó
hasta 1574.
No es de extrañar que estos
cristianos nuevos acapararan puestos importantes en la Castilla de la época. La
razón es muy sencilla, mientras los nobles de la época sólo se dedicaban a
guerrear y organizar grandes fiestas, siendo la mayoría de ellos casi
analfabetos. En cambio, los judíos, siempre han tenido muy cuenta la formación
de sus hijos. De esa manera, muchos de ellos ocuparon puestos muy importantes
en la Administración del Reino.
Precisamente, los hermanos de
Pablo representaron a Burgos en las Cortes de la época y fueron regidores
perpetuos de su ciudad.
Por lo que se refiere a los hijos
de Pablo, Gonzalo, fue obispo de Astorga. Alfonso, le sucedió en la sede de
Burgos. Pedro fue un excelente militar, que ejerció como tal durante los
reinados de Juan II y Enrique IV. Aparte de ser regidor de Burgos y procurador
de esta ciudad ante las Cortes. Alvar, fue diplomático y miembro del Consejo
Real, durante el reinado de Juan II. María casó con un noble perteneciente a la
estirpe de los Covarrubias.
Curiosamente, tanto Pablo, como Alfonso,
su hijo y sucesor en el obispado de Burgos, fomentaron la terminación de la catedral
de esa ciudad, cuya construcción llevaba muchos años parada, por falta de
financiación.
Como, por lo que se ve, los
recién llegados, tienen que hacer más méritos para ser admitidos en su nueva
comunidad, pues nuestro personaje se puso a hacer campañas contra sus antiguos
feligreses a fin de que se convirtieran al Cristianismo, como había hecho él. De
hecho, se dice que su mejor obra fue “Dialogus Pauli et Santi contra Judaeos”. Según
dicen, en ella se basaron muchos teólogos para ejercer una mayor presión contra
las comunidades judías.
Es más, redactó una “Ordenanza
sobre la prisión de los judíos y los moros”. En ella, pretendía poner al pueblo
judío fuera de la Ley. Asimismo, pretendía que dejaran de ejercer ciertas
profesiones en las que siempre habían gozado de mucha fama, como eran las de
médico, cirujano, comerciante, etc.
Tampoco les permitía tratar a los
enfermos cristianos. Ni siquiera viajar de una ciudad a otra, sin un permiso previo.
También les exigía cortarse el
pelo y la barba y no exhibir públicamente ciertos vestidos que denotaran su riqueza.
Evidentemente, tanto su rápida
conversión, como las medidas que propuso, posteriormente, causaron estupor en
las aljamas o juderías de Castilla y Aragón, donde siempre había sido un
personaje conocido y respetado.
Parece ser que, a partir del
siglo XVI, sus descendientes no lo tuvieron ya tan fácil, pues se pusieron de
moda los estatutos de limpieza de sangre y tuvieron que comprar muchas
voluntades para no figurar como procedentes de una estirpe de conversos.
Tal ocurrió en el caso de Pedro
Osorio de Velasco, cuando quiso ingresar en la Orden de Santiago. Esto le
supuso tener que convencer a varios teólogos y catedráticos, incluso al rey
Felipe III.
Por fin, en 1603, el Papa
Clemente VIII, emitió un breve en el que lo declaraba apto para tomar ese
hábito.
Al año siguiente, Felipe III, emitió
una cédula en la que se le concedía el hábito de la Orden de Santiago. Sin embargo,
ya era tarde. Osorio había muerto el año anterior.
Volviendo a nuestro personaje, le
llegó la muerte en Burgos, en 1435. Fue enterrado en el antiguo convento de San
Pablo, en Burgos, donde, posteriormente, serían enterrados otros miembros de su
familia.
No hará falta decir que él fue
uno de los que aportó más fondos para que se terminara ese monasterio. Por ello,
los frailes aceptaron que se enterraran también en el mismo recinto los cuerpos
de su madre y su esposa, fallecidas en fecha anterior a la suya. Por eso mismo,
los frailes, aceptaron que se colocaran en varias naves los escudos de armas de
esta familia.
Curiosamente, este convento era
de la Orden de los Dominicos, precisamente, los que siempre persiguieron con
más denuedo a los judíos.
Este edificio está lleno de cosas
curiosas. Una de ellas es que fue donde empezó su formación el reputado experto
en Derecho Internacional e iniciador de los Derechos Humanos, Francisco de
Vitoria, nacido en Burgos.
Otra curiosidad es que en 1512 se
reunieron en este recinto, por orden del
rey Fernando V, el Católico, un grupo
de teólogos y juristas para estudiar las denuncias de los dominicos, sobre los
daños inferidos por los colonos a los indios. De allí salieron las famosas
Leyes de Burgos, promulgadas por este monarca a finales de ese mismo año, por
las que se empezó a dar un trato más humano a los indígenas y a las que se
considera como el primer tratado sobre Derechos Humanos en todo el mundo.Hoy en día, ya no existe este convento. Fue casi destruido durante la Guerra de la Independencia. Posteriormente, fue desamortizado. Luego convertido en cuartel militar y, después, demolido en su totalidad.
En la actualidad, su solar se
halla ocupado por el nuevo Museo de la Evolución Humana, situado en Burgos.
Espero que os haya gustado este
artículo y quisiera pediros disculpas por el anterior, porque me quedó
demasiado largo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario