lunes, 20 de marzo de 2017

PABLO DE SANTA MARÍA, EL RABINO QUE SE CONVIRTIÓ EN OBISPO



Siguiendo con mi razonamiento de que, en muchas ocasiones, el buen conocimiento de la Historia puede ser mucho más entretenido que las novelas de ficción, esta vez os traigo la biografía de un personaje que, a primera vista, pudiera parecer increíble, pero que existió en realidad.
Nuestro personaje de hoy nació en Burgos. Los autores no se ponen de acuerdo sobre su año de nacimiento. Unos afirman que fue en 1345, mientras que otros sostienen que fue en 1350.
Francamente, yo creo que ese dato es el que menos nos debe preocupar. Lo realmente importante fue la imprevista evolución de este personaje.
Al nacer, le pusieron el nombre de Schlomo ben Jitzchaq ha-Levi y, por supuesto, pertenecía a una familia bien conocida de judíos burgaleses. También fue conocido como el Burgense.
Este hombre fue todo un personaje dentro de la comunidad judía, recibiendo una excelente formación, tanto hebrea como árabe, para, posteriormente, convertirse nada menos que, en 1379, en el rabino mayor de Castilla,. Eso le convirtió en un hombre mucho más rico de lo que ya era.
Me parece que, en un momento dado, se dio cuenta de que la Iglesia católica, con el apoyo de la monarquía,  iba a iniciar una dura campaña contra su pueblo. Así que, en 1390, se bautizó y, con él, casi toda su familia. Parece ser que su esposa y su padre se negaron a hacerlo. Así que se separó civilmente de ella con el propósito de hacerse sacerdote.

La verdad es que no se equivocó, los ataques contra las juderías de Castilla comenzaron al año siguiente.
En julio de 1390, fue bautizado en Burgos, con el nombre de Pablo García de Santa María, junto con sus cuatro hijos varones y su hija. Hay quien dice que los bautizó San Vicente Ferrer.
Parece ser que se puso ese apellido, porque afirmaba que la tribu Levi era de donde procedía la Virgen María y él presumía de estar emparentado con ella.
Posteriormente, sus tres hermanos también abrazaron la fe católica, pudiendo mezclarse, desde entonces, con la nobleza de Castilla y Aragón.
Evidentemente, tras ese acto, se crearon un escudo nobiliario. Lo normal es que alguien pusiera en su escudo una concha de peregrino, por haber ido a Santiago. Éstos, en su blasón, colocaron nada menos que cinco. Por si alguien ponía en duda su fe católica.
Incluso, algunos de ellos fundaron monasterios y varios de sus descendientes profesaron en ellos.
Se ve muy claro que a este hombre lo estaban formando para intentar que sus antiguos feligreses se pasaran en masa a la fe católica. Así que lo enviaron nada menos que a la Universidad de la Sorbona, en París, para doctorarse en Teología católica. Parece ser que también visitó Inglaterra para conocer a los filósofos y teólogos más importantes de su tiempo.
En 1395, a su regreso a Castilla, le promovieron a arcediano en la catedral de Burgos.
En 1402, Enrique III de Castilla, le propuso al Papa para la sede vacante en el obispado de Cartagena. Así se convirtió en obispo.
Su ascenso fue meteórico. Poco más tarde, el rey le confió al príncipe, en calidad de tutor del mismo. Normalmente, los monarcas, dejaban la educación de sus herederos en manos de otros nobles, pero no de eclesiásticos.
En 1407, tras la muerte del canciller López de Ayala, fue nombrado por el rey para ocupar ese cargo. El más importante del reino.
Posteriormente, a la muerte de Enrique III, fue miembro del Consejo de Regencia, durante la minoría de edad del futuro Juan II.
Incluso, el no va más, llegó a ser consejero del rey de Aragón, siendo un alto cargo del reino de Castilla. No debemos olvidar que, aunque estos dos reinos estaban dentro de la Península Ibérica, solían enfrentarse bélicamente de vez en cuando.
Aunque se dice que nadie es profeta en su tierra, a este hombre tampoco le afectó ese dicho. En 1415 fue nombrado obispo de Burgos, precisamente, la misma ciudad donde había sido gran rabino.
La cosa no termina aquí. Unos años más tarde, el Papa le nombró Patriarca de Aquileia. El mayor patriarcado cristiano, después del de Roma. Así que, supongo,  también sería una de las sedes más ricas de la Iglesia. Aunque, en ella época, ese territorio era el escenario de una guerra entre Venecia y el Sacro Imperio.
Contra todo pronóstico, el Papa, nombró a uno de los hijos de Pablo como nuevo obispo de la sede de Burgos. Salvo error, eso no había ocurrido nunca en la Iglesia.
Aunque algunos autores lo mencionan como arzobispo, recordemos que el arzobispado de Burgos no se creó hasta 1574.
No es de extrañar que estos cristianos nuevos acapararan puestos importantes en la Castilla de la época. La razón es muy sencilla, mientras los nobles de la época sólo se dedicaban a guerrear y organizar grandes fiestas, siendo la mayoría de ellos casi analfabetos. En cambio, los judíos, siempre han tenido muy cuenta la formación de sus hijos. De esa manera, muchos de ellos ocuparon puestos muy importantes en la Administración del Reino.
Precisamente, los hermanos de Pablo representaron a Burgos en las Cortes de la época y fueron regidores perpetuos de su ciudad.
Por lo que se refiere a los hijos de Pablo, Gonzalo, fue obispo de Astorga. Alfonso, le sucedió en la sede de Burgos. Pedro fue un excelente militar, que ejerció como tal durante los reinados de Juan II y Enrique IV. Aparte de ser regidor de Burgos y procurador de esta ciudad ante las Cortes. Alvar, fue diplomático y miembro del Consejo Real, durante el reinado de Juan II. María casó con un noble perteneciente a la estirpe de los Covarrubias.
Curiosamente, tanto Pablo, como Alfonso, su hijo y sucesor en el obispado de Burgos, fomentaron la terminación de la catedral de esa ciudad, cuya construcción llevaba muchos años parada, por falta de financiación.
Como, por lo que se ve, los recién llegados, tienen que hacer más méritos para ser admitidos en su nueva comunidad, pues nuestro personaje se puso a hacer campañas contra sus antiguos feligreses a fin de que se convirtieran al Cristianismo, como había hecho él. De hecho, se dice que su mejor obra fue “Dialogus Pauli et Santi contra Judaeos”. Según dicen, en ella se basaron muchos teólogos para ejercer una mayor presión contra las comunidades judías.
Es más, redactó una “Ordenanza sobre la prisión de los judíos y los moros”. En ella, pretendía poner al pueblo judío fuera de la Ley. Asimismo, pretendía que dejaran de ejercer ciertas profesiones en las que siempre habían gozado de mucha fama, como eran las de médico, cirujano, comerciante, etc.
Tampoco les permitía tratar a los enfermos cristianos. Ni siquiera viajar de una ciudad a otra, sin un permiso previo.
También les exigía cortarse el pelo y la barba y no exhibir públicamente  ciertos vestidos que denotaran su riqueza.
Evidentemente, tanto su rápida conversión, como las medidas que propuso, posteriormente, causaron estupor en las aljamas o juderías de Castilla y Aragón, donde siempre había sido un personaje conocido y respetado.
Parece ser que, a partir del siglo XVI, sus descendientes no lo tuvieron ya tan fácil, pues se pusieron de moda los estatutos de limpieza de sangre y tuvieron que comprar muchas voluntades para no figurar como procedentes de una estirpe de conversos.
Tal ocurrió en el caso de Pedro Osorio de Velasco, cuando quiso ingresar en la Orden de Santiago. Esto le supuso tener que convencer a varios teólogos y catedráticos, incluso al rey Felipe III.
Por fin, en 1603, el Papa Clemente VIII, emitió un breve en el que lo declaraba apto para tomar ese hábito.
Al año siguiente, Felipe III, emitió una cédula en la que se le concedía el hábito de la Orden de Santiago. Sin embargo, ya era tarde. Osorio había muerto el año anterior.
Volviendo a nuestro personaje, le llegó la muerte en Burgos, en 1435. Fue enterrado en el antiguo convento de San Pablo, en Burgos, donde, posteriormente, serían enterrados otros miembros de su familia.
No hará falta decir que él fue uno de los que aportó más fondos para que se terminara ese monasterio. Por ello, los frailes aceptaron que se enterraran también en el mismo recinto los cuerpos de su madre y su esposa, fallecidas en fecha anterior a la suya. Por eso mismo, los frailes, aceptaron que se colocaran en varias naves los escudos de armas de esta familia.
Curiosamente, este convento era de la Orden de los Dominicos, precisamente, los que siempre persiguieron con más denuedo a los judíos.
Este edificio está lleno de cosas curiosas. Una de ellas es que fue donde empezó su formación el reputado experto en Derecho Internacional e iniciador de los Derechos Humanos, Francisco de Vitoria, nacido en Burgos.
Otra curiosidad es que en 1512 se reunieron en este recinto, por orden del
rey Fernando V, el Católico, un grupo de teólogos y juristas para estudiar las denuncias de los dominicos, sobre los daños inferidos por los colonos a los indios. De allí salieron las famosas Leyes de Burgos, promulgadas por este monarca a finales de ese mismo año, por las que se empezó a dar un trato más humano a los indígenas y a las que se considera como el primer tratado sobre Derechos Humanos en todo el mundo.
Hoy en día, ya no existe este convento. Fue casi destruido durante la Guerra de la Independencia. Posteriormente, fue desamortizado. Luego convertido en cuartel militar y, después, demolido en su totalidad.
En la actualidad, su solar se halla ocupado por el nuevo Museo de la Evolución Humana, situado en Burgos.
Espero que os haya gustado este artículo y quisiera pediros disculpas por el anterior, porque me quedó demasiado largo.

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