jueves, 25 de agosto de 2016

EL ORIGEN DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (2ª PARTE)



En 1911, se produjo una breve guerra entre turcos e italianos, con la victoria de estos últimos. Tras el tratado de paz, consiguieron quitarle a los turcos Tripolitania, Cirenaica, Rodas y el llamado archipiélago del Dodecaneso.
Los países balcánicos se dieron cuenta de que los turcos estaban en un momento bajo y sería adecuado intentar aprovecharlo para echarles del continente europeo.
Así que, en 1912, se creó la Liga Balcánica, formada, inicialmente,  por Serbia y Bulgaria. En un principio, se suponía que era para defensa mutua contra los turcos. En cambio, algunas de sus cláusulas mencionaban la conquista y reparto del territorio europeo ocupado por los turcos.
Evidentemente, este tratado contaba con el visto bueno de los rusos. Incluso, se mencionaba que una zona, a la que aspiraban ambas naciones, su atribución se sometería a una decisión de Rusia.
Por otra parte, también Grecia se integró en la citada Liga, aunque tenía ciertas discusiones territoriales con Bulgaria. Al mismo tiempo, Montenegro, también quiso que contaran con ellos, aunque no firmó el tratado.
Sin embargo, las alarmas se encendieron en toda Europa, al conocer este pacto contra Turquía, pues, esas alianzas mutuas, podrían llevar a una guerra generalizada en toda Europa, como ocurrió en la I Guerra Mundial.
Precisamente, el presidente francés, Poincaré, se trasladó urgentemente a San Petersburgo, para intentar que Rusia hiciera gestiones ante las naciones del Tratado a fin de parar el mismo.
No obstante, las naciones implicadas en esa alianza, comenzaron a movilizar sus tropas en septiembre y las hostilidades se iniciaron al mes siguiente, comenzando por una declaración de guerra de la pequeña Montenegro al Imperio Otomano.
Los aliados le dieron un ultimátum a Turquía para que le diera una autonomía a Macedonia, gestionada por ellos. La respuesta inmediata de Turquía fue declarar la guerra a todos los aliados, menos a Grecia. Así que ésta tuvo que declararles la guerra, proclamando la anexión de la isla de Creta.
Turquía fue completamente vencida por los aliados. Por ello, pidieron un armisticio a Bulgaria, pero ésta no quiso, porque su intención era conquistar Estambul, a fin de tener así  una mejor baza para negociar en las futuras conversaciones de paz.
A principios de diciembre, con el mal tiempo y las tropas ya muy cansadas, Bulgaria y Turquía pactaron un cese de hostilidades. El cual fue aceptado por los demás, salvo los griegos, que reivindicaban mayores territorios.
Serbia necesitaba una salida al mar y la buscó en Albania. Con esa intención, propuso un reparto de ese país con griegos y montenegrinos.
Esta idea no gustó nada ni en Austria ni en Italia, que querían una Albania independiente y no un puente para el expansionismo ruso.
En Alemania y Francia tampoco gustó mucho esta idea, pero se limitaron a apoyar a sus respectivos aliados en la zona.
Aunque parezca mentira, los turcos buscaron a los británicos, para que les echaran una mano y sirvieran como mediadores de este conflicto. Para ello, se reunieron el 16 de diciembre de ese año en Londres. Para empezar, los británicos, consiguieron que Serbia renunciara a la costa albanesa.
No obstante, las exigencias de los aliados eran demasiado ambiciosas e inaceptables para los nacionalistas turcos.
El 23/01/1913, un grupo de oficiales turcos, dirigidos por Enver Pachá, dio un golpe de Estado. A partir de ese momento, se cancelaron esas conversaciones de paz.
En febrero se reanudaron los combates y los aliados fueron rodeando las pequeñas guarniciones turcas, las cuales no tuvieron más remedio que rendirse. Este segundo período del conflicto terminó en abril y en mayo se reanudaron  las conversaciones de paz.
Tras el Tratado de Londres, del Imperio Otomano en Europa, sólo quedaba una minúscula porción de tierra, donde se halla Estambul. No obstante, este pacto no contentó a ninguno de los aliados.
De todos ellos, el más beneficiado fue Bulgaria y esto provocó rencillas, que se llegaron a convertir en choques violentos en la frontera entre Bulgaria y Grecia.
En 1913, como los búlgaros se empezaron a ver muy superiores a los demás, los serbios y los griegos firmaron un acuerdo secreto para repartirse Macedonia a su gusto y pararle los pies a Bulgaria.
Este tema preocupaba mucho en las cancillerías europeas. En Viena, empezaron a pensar en intervenir militarmente contra Serbia, en el caso de que atacaran a Bulgaria, aunque podrían encontrarse a los rusos enfrente.
Rusia convocó en su capital a los aliados de la Liga Balcánica a fin de ejercer como mediador e impedir un conflicto entre ellos.
Parece ser que el primer ministro búlgaro, por su parte,  había tratado de contar con el apoyo de Viena. Sin embargo, el zar búlgaro, junto con su Estado Mayor, habían decidido atacar a los serbios y griegos en Macedonia, sin dar a conocer esos planes a su Gobierno.
Aunque se consiguió parar la ofensiva, a nivel diplomático, las otras potencias reaccionaron y pasaron al ataque. Incluso, Rumania, que había sido neutral, también participó en este conflicto contra Bulgaria. Hasta los mismos turcos, aprovecharon el caos para atacar a los búlgaros.
Entre junio y agosto, Bulgaria, había perdido todas sus conquistas y tuvo que ratificarlo en el Tratado de Bucarest, porque sus aliados le habían dejado abandonada.
Esta vez, la parte del león se la llevaba Serbia, pues había duplicado su territorio e incorporado a su país a más de un millón de personas.
Se convertía en el nuevo campeón de la causa de los eslavos y hacia él miraban los pueblos de este origen, que habitaban dentro del Imperio Austro-Húngaro.
Evidentemente, en Viena, estaban muy mosqueados con este nuevo vecino tan poderoso y empezaron a hacer planes para eliminar ese problema.
Realmente, el problema no era en sí este pequeño país, llamado  Serbia,  a pesar de que tuviera un ejército bastante importante, sino su gran aliado, Rusia, que se ponía demasiado cerca de las fronteras del Imperio Austro-Húngaro.
Daba la impresión de que el Imperio estaba deseando buscar una excusa para declararle, cuanto antes, la guerra a Serbia.
En octubre de 1913, les amenazó con atacarles, si no abandonaban Albania en un plazo máximo de 8 días. A Belgrado no le quedó otra que ordenar la evacuación de sus tropas. Sin embargo, Viena, pudo comprobar que podría contar con la ayuda alemana en un conflicto con Serbia.
A principios de 1914, los gobiernos de Serbia y Montenegro se reunieron y anunciaron que iban a poner en marcha una unión aduanera y coordinar sus políticas exteriores y de defensa. No olvidemos que Serbia no tiene salida al mar y Montenegro sí.
Evidentemente, esto no interesaba en Viena, así que amenazaron a ambos y no les quedó otra que romper esas conversaciones.
El Imperio también consiguió que se reconociera la independencia de Albania, bajo protectorado austriaco. Eso hizo pensar en Viena que todavía pintaban algo en la escena internacional.
Es bien conocido el episodio del asesinato del heredero al trono austro-húngaro en Sarajevo, pero no está muy claro quién tomó esa decisión ni para qué.
Parece ser que el autor del atentado, Gavrilo Prinzip, era un joven estudiante bosnio de religión ortodoxa, menor de edad,  y que obedecía a la organización la Mano Negra.
A pesar de que los cabecillas de esa organización criminal eran militares serbios, parece ser que el Gobierno de Serbia no estaba enterado del tema.
A primeros de julio, el ministro de Exteriores austriaco se trasladó a Berlín a fin de intentar conseguir el apoyo alemán. Cosa que obtuvo. Además, así pensaban parar la probable reacción de los rusos, cuando vieran que su aliado había sido atacado.
El 23 de julio, Viena, envió un ultimátum a Belgrado con una serie de medidas que sabían
que no les iba a ser posible aceptar. Sobre todo aquella en que exigían que fueran unos policías austriacos los que se encargaran de las investigaciones del asesinato, dentro del territorio serbio.
Esta situación hizo sonar las alarmas en las capitales de las grandes potencias. Así que el Reino Unido quiso montar una conferencia entre cuatro grandes potencias a fin de que pararan tanto a Rusia como al Imperio Austro-Húngaro, pero ni uno ni otro quisieron aceptarlo.
El 25 de julio se reunió el Consejo Imperial de Rusia, presidido por el zar, el cual decidió apoyar a Serbia, si era atacada por el Imperio Austro-Húngaro.
Por su parte, Serbia, aceptó todas las medidas, menos la de dejar que  investigaran policías austriacos en su suelo. Sin embargo, proponía que interviniera, como mediador,  el Tribunal Internacional de la Haya.
Evidentemente, esto no era lo que quería Viena, así que el 29 de julio dio orden de bombardear Belgrado, un objetivo fácil, porque estaba cerca de la frontera entre ambos países.
Contra todo pronóstico, el zar ruso, ordenó una movilización general de todo su ejército. Mientras en Viena daban la misma orden a sus tropas.
El canciller alemán intentó que no se ampliara el conflicto. Envió un ultimátum a los rusos, para que no enviaran sus tropas. También envió otro mensaje a Paris, para que permanecieran neutrales en el mismo.
Como nadie le contestó, unos días después, los alemanes declararon la guerra a Rusia y, poco más tarde, también a Francia. Algo que iba en contra de la doctrina oficial del Ejército alemán, que era consciente de que no podría atender a los dos frentes a la vez.
Para no perder el tiempo, los alemanes, invadieron  la neutral Bélgica. Sin embargo,
como los británicos habían firmado un tratado de defensa con ellos, le declararon la guerra a Alemania y enviaron sus tropas al continente. Posiblemente, también lo hicieron, porque no querrían tener a las fuerzas alemanas en la orilla de enfrente, tan cerca de sus islas.
Lógicamente, en los días siguientes se conoció que el resto de los países involucrados en la Primera Guerra Mundial, se declaraban la guerra unos a otros. Menos mal que, por una vez, en España, fueron más sensatos y permanecieron neutrales.
Concretando, un conflicto de tipo regional, causado por las ambiciones nacionalistas de unos pequeños Estados, provocó una guerra a nivel planetario. Esto fue así, porque las colonias de las grandes potencias también participaron en el conflicto.
El resultado ya lo conocemos, unos 10.000.000 de muertos y muchos más heridos y desaparecidos. El caos y la ruina de varios países. Incluso, varios de los monarcas perdieron sus coronas.
Esperemos que nuestros actuales gobernantes se muestren más sensatos y  dejen de utilizar las guerras, como medio para intentar arreglar reivindicaciones personales o nacionales, que no tienen ningún sentido y no merecen que muera ninguna persona por ellas.

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