lunes, 23 de febrero de 2015

ALMA TADEMA, EL PINTOR DE LA ANTIGUA ROMA

Hoy me apetece cambiar de nuevo  de tercio y me voy a referir a un pintor que fue muy conocido en su momento, pero que hoy es casi desconocido, aunque he leído que en los últimos 30 años se está redescubriendo su obra. Cosa que me parece algo muy positivo. Desde luego, a mí me gusta mucho, aunque parece un poco repetitivo, en cuanto a sus temas.
El personaje que he propuesto para hoy se llamaba sir Lawrence Alma-Tadema. Nació en 1836 en un pequeño pueblo de Frisia, en Holanda.
En un principio, se llamaba Laurens Tadema, aunque luego lo cambió por el que he indicado antes. Incorporó Alma a su apellido, que era el de su padrino y se hizo llamar Lawrence, cuando se mudó a Inglaterra.
Nació en el seno de una familia más o menos acomodada. Su padre era notario y ya tenía 5 hijos más, además de Laurens.
En 1838, la familia se trasladó a otra población más grande, donde su padre tendría mayor número de clientes. El problema es que al poco tiempo, su padre murió y la madre se quedó sola y con 5 hijos.
La idea de su madre era que nuestro personaje estudiara Derecho y realizara el mismo trabajo que su padre. No obstante, como su madre era muy aficionada a la pintura, insistió en que sus hijos debían de tener una educación artística.
Así, Laurens, se aficionó a la pintura y, como a los 15 años sufrió una grave enfermedad, por lo que los médicos le habían dado muy pocas esperanzas de vida, su madre le dejó dedicarse más al ocio que al estudio, pues, según parecía, le quedaba poco tiempo de vida.
No obstante, logró recuperarse y decidió dedicarse por entero al Arte. En 1852 consiguió ingresar en la Real Academia de Amberes, para iniciar sus estudios. Allí sobresalió entre los alumnos y consiguió varios premios importantes.

En sus últimos años de estudios entabló amistad con el profesor Louis Jan de Taeye, especializado en la pintura de trajes históricos.

Trabajó con él durante 3 años y aprendió mucho, algo que se aprecia más tarde por la precisión de este autor a la hora de representar las distintas figuras en sus cuadros.
A partir de 1858, estuvo trabajando con el pintor barón Jan August Hendrik Leys. Allí pintó su primera obra importante. Se trata de “La educación de los hijos de Clovis” (1861), la cual fue expuesta en el Congreso Artístico de Amberes, gozando de muy buenas críticas. Esta obra fue comprada por el rey Leopoldo de Bélgica. Eso ya le dio cierta fama.
No obstante, Leys, le advirtió que debía de mejorar su estilo, pues el mármol que había pintado en ese cuadro podría confundirse con un queso. Algo que le llevó a mejorar mucho más su estilo.
En su primera etapa se dedicó a pintar sobre temas merovingios. Luego, cambió de temas, porque no parecían muy populares y optó por la pintura sobre el Antiguo Egipto.
En 1862, ya dejó el estudio de Leys y puso su propio estudio, donde, además de dedicarse de lleno a la pintura, también investigó a fondo la etapa histórica en que se desarrollaba cada una de sus obras.
En 1863 hubo claros y sombras. Por una parte, se produjo el fallecimiento de su madre. Por otra, tuvo lugar su boda.
Este momento es muy importante, pues, en su viaje de bodas, visitaron Florencia, Roma, Nápoles y Pompeya, lugares donde nunca había estado antes, pero que le influyeron tanto como para cambiar de estilo y dedicarse a pintar sobre estos temas clásicos de ahora en adelante.
En 1865 recibió en su casa la visita del gran marchante de Arte, Ernest Gambart, el cual había quedado muy impresionado al ver sus cuadros. Así que le encargó nada menos que 24 obras y se llevó 3 para ser expuestas en Londres.
En 1869 murió su esposa, a causa de la viruela, algo que le dejó muy deprimido, tanto como para abandonar su trabajo durante varios meses. Su hermana tuvo que trasladarse a vivir con él para cuidar a las dos hijas del pintor.
Ese mismo año, sufrió una enfermedad, que los médicos holandeses no supieron diagnosticar. Así que su amigo el marchante le animó para que fuera a Londres a ver si allí pudieran curarle.
Durante una visita a la casa del pintor Ford Madox Brown conoció a una joven, de la cual se enamoró, y que luego se convertiría en su segunda esposa.
En 1870 se trasladó con sus hijas a Londres, huyendo de la guerra franco-prusiana. Intentó casarse con su novia, pero su padre se opuso, en un principio, a causa de la gran diferencia de edad, dado que él ya tenía 34 años, mientas que ella sólo tenía 18.
Se casaron al año siguiente, siendo un matrimonio feliz, aunque esta vez no tuvieron hijos. Se la puede ver a ella como modelo, en algunos de sus cuadros.
Su traslado a Londres fue todo un éxito, pues se convirtió en uno de los pintores más famosos y también en uno de los mejores pagados de su época.
Su amistad y su contacto con los pintores prerrafaelistas hicieron modificar ligeramente el estilo de sus obras.
Diseñó un sistema para enumerar sus obras, indicando un número bajo su firma. Lo cual le complicó la labor a los posibles falsificadores de sus obras.
En 1873 realizó un viaje con su esposa que les llevó, durante 5 meses, por Bélgica, Alemania e Italia. Incluso, alquiló un estudio en Roma, donde tomó cientos de apuntes, para sus futuras obras históricas.
En 1879 fue nombrado académico y ese mismo año la Galería Grosvenor de Londres organizó una exposición retrospectiva de este autor, reuniendo nada menos que 185 de sus cuadros.
En 1883 volvió a Pompeya para contemplar las nuevas excavaciones que estaban realizando en ese momento. Durante un tiempo, fue allí a diario para tomar apuntes sobre toda esta antigua ciudad que iba surgiendo de nuevo.
 De esa época data el famoso cuadro “Las rosas de Heliogábalo” (1888), para el que se dice que le llevaron durante 4 meses rosas procedentes de la Riviera, a fin de pintar los pétalos de las mismas que aparecen en el cuadro.
También son de esta época otras obras importantes, como “Un paraíso terrenal” (1891), “Rivales inconscientes” (1893), “Primavera” (1894), “El Coliseo” (1896), etc.

A pesar del aspecto que se ve en sus retratos, se dice que era una persona extrovertida, con el alma de un niño travieso. Por otra parte, también fue siempre muy perfeccionista en su trabajo. No hay que desdeñar que, como buen holandés, también fuera un importante hombre de negocios y llegó a ser uno de los artistas más ricos de su época.
A partir de 1883 su salud se fue resintiendo y fue saliendo menos de casa. No obstante, tuvo que ir a recoger diversos galardones como la medalla de honor de la Exposición Universal de París, de 1889, la de la Exposición Internacional de Bellas Artes de Bruselas, de 1897, etc.
En 1899 fue nombrado sir por la reina Victoria de Inglaterra. A lo mejor, alguno, en un principio, se había extrañado de que, siendo holandés, gozara de este título británico. Fue la octava persona europea y no británica, que había disfrutado de ese honor.
Con la llegada del nuevo siglo, le dio tiempo a participar en la Exposición Universal de París, de 1900, y en la Feria Mundial de San Luis de 1904. En ambos fue galardonado con sendos premios.
Es preciso destacar que, en esta etapa, también se dedicó al diseño de decorados y trajes para obras de teatro. Del mismo modo, realizó muebles e ilustraciones con estilo pompeyano.
Esos muebles se pueden apreciar aún, hoy en día, en algunas de sus pinturas sobre temas pompeyanos.
En sus últimos años repite con éxito el mismo tema en sus pinturas, es decir, mujeres sentadas en terrazas de mármol con el mar al fondo.

En 1909 murió su segunda esposa, lo cual repercutió  en su salud y en su obra, aunque siguió trabajando en su última pintura, “Preparación en el Coliseo” (1912).
Ese mismo año, fue llevado por su hija a un balneario en Wiesbaden,  para tratar su problema con una úlcera de estómago. No hubo suerte, muriendo allí con 76 años.

Su cadáver fue trasladado a su amada Londres y enterrado en su famosa catedral de San Pablo.

1 comentario:

  1. Siento que este hombre se enfermara pero, gracias a ello, hemos disfrutado de unas imágenes preciosas, sobre todo las referentes a épocas más antiguas. Enhorabuena.

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